Prólogo
Ériú; Hoy
Los Berserkers yacían ordenados
en espirales debajo de las runas de piedra, haciendo bucles hacia abajo, al
interior de la tierra—sin las botas, pero si con la cabeza, como el hechizo lo
demandaba. Por supuesto, luego de 10 mil años bajo la superficie, ya no habían
botas o cabezas físicas. Sólo el plasma de la magia negra los contenía
mentalmente intactos, e incluso eso se estaba disipando, contaminando la
tierra, causando extrañas cepas en las plantas e infectando a los animales con
una agresión no común. En tal vez una docena de lunas llenas, los Berserkers se
habrían ido completamente, y su última chispa de poder volaría dentro de la tierra.
“Todavía no desaparecimos”
pensó Oro de Danu, capitán de los Berserkers. “Estamos listos para aprovechar
nuestro glorioso momento cuando llegue y sembrar el caos entre los humanos.”
Envió este pensamiento a través
de la espiral, y se enorgulleció al sentir el eco de su sentimiento en sus
guerreros mágicos.
“Sus deseos están tan afilados
como las espadas que una vez blandieron”, pensó “A pesar de que estemos muertos
y enterrados, las chispas de nuestro sangriento propósito, queman
brillantemente nuestras almas.”
Era el odio de la humanidad lo
que mantenía las chispas vivas—eso y la magia negra del brujo Bruin Fadda. Más
de la mitad de su compañía de guerreros habían expirado y pasado al otro lado,
pero todavía cinco veintenas quedaban para completar su deber, cómo ellos lo
llamaban.
Recuerden a sus antepasados,
les decía el duende brujo un montón
de siglos antes, incluso cuando la arcilla caía en su carne. Recuerden a
aquellos que murieron y a los humanos que los mataron.
Oro recordaba, y siempre lo
haría. Así como tampoco podría olvidar la sensación de las piedras y la tierra
golpeando su moribunda piel.
“Recordaremos”, Envió a la espiral. “Recordaremos y regresaremos”
El pensamiento se deslizó hacia
abajo, y luego resonó entre los guerreros muertos, quienes estaban ansiosos por
ser liberados de sus tumbas y ver la luz del sol una vez más.
Capítulo 1
Una situación del Complejo
Notas del maletín del Dr.
Jerbal Argon, de la fraternidad psicológica
1. Artemis Fowl, una vez auto
llamado mente maestra adolescente criminal, ahora prefiere el termino genio
juvenil. Aparentemente ha cambiado. (Nota para mí: Harrumph.)
2. Los pasados seis meses,
Artemis ha estado teniendo sesiones de terapia semanales en mi clínica en
Ciudad Refugio, en un intento para superar un severo caso del Complejo de
Atlantis, una situación psicológica que desarrolló como resultado de su
intromisión con las criaturas mágicas. (Bien merecido, tonto fangosillo.)
3. Recordar subir la horrorosa
cuenta a los Policías de los Elementos del Subsuelo.
4. Artemis parece estar curado,
y en un tiempo record ¿Es esto probable? ¿O incluso posible?
5. Discutir mi teoría de la
relatividad con Artemis. Podría hacer un capítulo muy interesante para mi
V-Book: Frustrando a Fowl: Engañando a los pantalones inteligentes (Los
publicadores adoran el título—Ka-ching!)
6. Ordenar más analgésicos para
mi maldita cadera.
7. Emitir un certificado en
limpio sobre la salud mental de Artemis. Hoy, sesión final.
Oficina del Dr. Argon,
Ciudad Refugio, elementos del subsuelo
La impaciencia de Artemis Fowl
aumentó. El Dr. Argon estaba retrasado. Esta última sesión era innecesaria al
igual que las otras seis. Él estaba completamente curado, dios santo, y lo
había estado desde la semana dieciocho. Su prodigiosa inteligencia había
acelerado el proceso, y no debería estar jugando con sus pulgares ante la
petición de un gnomo psicólogo.
Al principio, Artemis paseaba
por la oficina, rechazando calmarse con la pared de agua y sus luces del humor;
luego se sentó por un minuto en la cabina de oxígeno, que descubrió un poco
demasiado calmante.
“Cabina de oxígeno, en efecto”,
pensó saliendo de la cabina.
Finalmente, la puerta siseó y
se deslizo a un lado, dejando entrar al Dr. Jerbal Argon a su propia oficina.
El gnomo rechoncho cojeó directo a su silla. Se dejo caer hacia el abrazo de su
relleno,
golpeando
los controles del apoyabrazos hasta que una bolsa de gel brillo suavemente a la
derecha de su cadera.
-Aaaah, -Suspiró –Mi cadera me
está matando. Honestamente, nada ayuda. Las personas piensan que conocen el
dolor, pero no tienen ni idea.
-Llegas tarde, -Señaló Artemis
en Gnómico fluido, su voz carente de simpatía.
Argon suspiró felizmente
mientras el caliente almohadón de la silla hacía efecto en su cadera.
-Siempre apurado, ¿eh,
fangosillo? ¿Por qué no tuviste una bocanada de oxígeno o meditaste frente a la
pared de agua? El Monje Hey-Hey maldice frente a esa cosa.
-No soy un duende pastor,
Doctor. Lo que el Monje Hey-Hey hace después del primer gong me interesa poco
¿Podemos proceder con mi rehabilitación? ¿O prefieres gastar más de mí tiempo?
Argon resopló un poco e inclinó
su cuerpo hacia adelante, abriendo unos expedientes sobre su escritorio.
-¿Por qué entre más sano estás,
más antipático te vuelves?
Artemis cruzó las piernas, su
lenguaje corporal estaba relajado por primera vez.
-Solamente ira reprimida,
Doctor ¿De dónde provendrá?
-Cumplamos con tu disposición
¿Si, Artemis? -Argon agarró una pila de tarjetas del archivo. –Voy a mostrarte
algunas manchas de tinta, y tú me debes decir que figura te sugieren.
El quejido de Artemis fue
extenso y teatral. –Manchas de tinta. Oh, por favor. Mi vida es
considerablemente más corta que la suya, Doctor. Prefiero no gastar tiempo
valioso en pruebas inútiles. También debemos leer hojas de té o adivinar el
futuro en las entrañas del pavo.
-La lectura de las manchas de
tinta son indicadores confiables de la salud mental, -Objetó Argon. –Probadas y
comprobadas.
-Comprobadas por psiquiátricos
para psiquiátricos, -Bufó Artemis.
Argon le dio un manotazo a una
de las tarjetas de la mesa.
-¿Qué ves en esta mancha de
tinta?
-Veo una mancha de tinta, -Dijo
el humano.
-Sí, pero, ¿qué es lo que la
mancha te sugiere?
Artemis sonrió de manera
altamente molesta.
-Veo la carta quinientos
treinta y cuatro.
-¿Perdón?
-Carta quinientos treinta y
cuatro, -Repitió el genio. –De una serie de seiscientas cartas estándares de
manchas de tinta. Las memoricé durante nuestra sesión. Ni siquiera las
mezclaste.
Argon chequeó el número en la
parte de atrás de la carta: 534. Por supuesto.
-Conocer el número no responde
a la pregunta ¿Qué es lo que ves?
Artemis permitió que su labio
se tambalease.
–Veo un hacha que chorea
sangre. También un niño asustado y un elfo vestido con la piel de un trol.
-¿De veras? –Ahora Argon estaba
interesado.
-No. No es en serio. Veo una
construcción segura, tal vez una casa familiar, con cuatro ventanas. Una
mascota fiel y un camino que lleva desde la casa hasta la distancia. Creo, que
si te fijas en tu manual, encontrarás que esta respuesta entra en los
parámetros de salud.
Argon no necesitaba fijarse. El
fangoso estaba en lo correcto, como siempre. Tal vez, con su nueva teoría,
podía tomarlo desprevenido. No era parte del programa, pero podía hacerlo ganar
un poco de respeto.
-¿Has escuchado sobre la teoría
de relatividad?
Artemis parpadeó. -¿Es una
broma? Viajé a través del tiempo, Doctor. Creo que se un poco sobre
relatividad.
-No. No esa teoría; mi teoría
de la relatividad propone que todas las cosas mágicas están relacionadas e
influenciadas por antiguos hechizos o puntos calientes mágicos.
Artemis tomó su barbilla.
-Interesante. Pero pienso que encontraras que tu postulación debería llamarse
la teoría de relativinodad.
-Como sea, -dijo Argon, dejando
atrás la objeción. –Hice una pequeña investigación, y parece ser que los Fowl
han molestado a la gente mágica varias veces durante miles de años. Docenas de
antecesores tuyos intentaron obtener una olla de oro, a pesar de que has sido
el único en tener éxito.
Artemis se enderezó; esto era
interesante. –Y nunca supe esto porque le borraron la memoria a mis
antepasados.
-Exactamente,
-dijo Argon, excitado por tener la completa atención de su paciente. -Cuando
era joven, tu propio padre maniató a un enano que había sido atraído a su
propiedad. Imagino que todavía sueña con ese momento.
-Bien por mí. –Un pensamiento
golpeó a Artemis. -¿Por qué el enano fue atraído a nuestra mansión?
-Por la magia residual fuera de
escala que hay allí. Algo pasó en la finca de los Fowl. Algo grande,
mágicamente hablando.
-Y el poder permanente nos
implanta ideas en las cabezas de los Fowl y nos guía hacia la creencia en
magia, -Murmuró Artemis, casi para sí mismo.
-Exacto. Es una situación de goblin-y-huevo
¿Pensaste sobre la magia antes de encontrarla? ¿O la magia te hizo pensar en
buscarla?
Artemis tomó un par de notas en
su smartphone.-Y este enorme evento mágico, ¿podrías ser más específico?
Argon se encogió de hombros.
–Nuestros registros no llegan tan lejos. Diría que estamos hablando de cuando
las hadas vivían en la superficie, más de diez mil años atrás.
Artemis se levantó y se cernió
sobre el gnomo rechoncho. Sentía que le debía algo al doctor por su teoría de
la relativinodad, qué, ciertamente llevaría alguna investigación.
-Dr. Argon, ¿Tuvo pie
equinovario de pequeño?
Argon estaba tan sorprendido
que respondió honestamente a la pregunta personal, muy inusual para un
psicologo. –Sí, sí tuve.
-¿Y fuiste forzado a usar
zapatos correctivos con suelas apiladas?
Argon estaba intrigado. No
había pensado en esos horribles zapatos en siglos; de hecho, los había olvidado
hasta el momento.
-Sólo uno, en mi pie derecho.
Artemis asintió sabiamente, y
Argon sintió como si sus roles hubieran sido cambiados, y él fuera el paciente.
-Puedo adivinar que tu pie fue
alineado correctamente, pero que tu fémur se torció levemente en el proceso.
Una simple ortesis debería solucionar tu problema. -Artemis saco una servilleta
doblada de su bolso. –Hice un diseño mientras me tenías esperando en estas
últimas sesiones. Potrillo debería ser capaz de construírtelo. Debo de haber
estado unos milímetros afuera de mi estimación de tus dimensiones, así que
mejor seas medido. –Apoyó diez dedos en el escritorio. -¿Puedo irme? ¿He
cumplido con mi obligación?
El médico asintió sombríamente,
pensando que posiblemente omitiría esa sesión de su libro. Observó a Artemis
caminar a través del suelo de la oficina y desaparecer tras el camino de
entrada.
Argon estudió el dibujo en la
servilleta y supo por instinto que Artemis estaba en lo correcto sobre su
cadera.
“O ese chico es la criatura más
sana de la tierra,” pensó, “o está tan desequilibrado que nuestras pruebas no
pueden siquiera raspar la superficie.”
Argon agarró un sello de caucho
de su escritorio, y, cubriendo el expediente de Artemis, estampó FUNCIONAL en
grandes letras rojas.
“Eso espero,” pensó. “En verdad
lo espero.”
El guardaespaldas de Artemis,
Mayordomo, aguardó por su jefe afuera de la oficina del Dr. Argon, en una gran
silla, regalo del centauro Potrillo, consultor técnico de la Policía de los
Elementos del Subsuelo.
-No puedo quedarme parado,
viéndote encaramado en un taburete mágico, -Le había dicho Potrillo. –Ofende
mis ojos. Pareces un mono pelando un coco.
-Muy bien, -había respondió
Mayordomo con su voz grave. –Acepto el regalo, pero solo por la preservación de
tus ojos.
En verdad había estado feliz de
tener una silla cómoda, siendo más de 1,98 metros de alto en una ciudad de
gente de 91 centímetros.
El guardaespaldas se paró y se
estiró, aplastando sus palmas contra el techo, que era el doble de alto que un
hada estándar. Gracias a dios, Argon tenía gusto por lo exagerado, o Mayordomo
no podría haberse parado derecho en la clínica. En su opinión, el edificio, con
sus techos abovedados, sus tapices con motas doradas, y puertas de madera
retro, se veía más como un monasterio, donde los monjes hacían sus votos de
riqueza, que un centro médico. Solo la pared con laser, los desinfectantes de
manos y la ocasional duendecilla enfermera que pasaba, le recordaba que era en
realidad una clínica.
“Estoy
tan feliz de que esto esté llegando a su fin”, Había pensado Mayordomo al menos
una vez cada cinco minutos en las dos últimas semanas. Había estado en lugares
pequeños muchas veces; pero había algo en ser confinado en una ciudad sujeta al
interior de la tierra que lo hacía sentir claustrofóbico por primera vez en su
vida.
Artemis emergió de la oficina
de Argon, su sonrisa de autosuficiencia más pronunciada que lo usual. Cuando
Mayordomo vio esta expresión, supo que su jefe estaba nuevamente al mando de
sus facultades, y que el Complejo de Atlantis estaba certificado como curado.
No más contar palabras. No
más miedo irracional por el número cuatro. No más paranoia e ilusiones. Gracias
a dios por eso.
De todas formas preguntó, solo
para estar seguro. -Bueno, Artemis, ¿Cómo estamos?
Artemis abotonó el saco de
algodón de su traje azul marino. –Estamos bien, Mayordomo. Eso quiere decir que
yo, Artemis Fowl Segundo, estoy cien por ciento funcional, lo que es unas cinco
veces más funcional que una persona promedio. O, poniéndolo de otra manera: uno
punto cinco de Mozart. O tres cuartos de da Vinci.
-¿Sólo tres cuartos? Estas
siendo modesto.
-Correcto, -dijo Artemis,
sonriendo. –Lo estoy.
Los hombros de Mayordomo se
hundieron con alivio. Ego inflado, suprema confianza en sí mismo. Artemis era,
definitivamente, el de antes.
-Muy bien. Recojamos a nuestra
escolta y sigamos nuestro camino, ¿podemos? Quiero sentir el sol en mi cara. El
sol real, no esas lámparas de UV que tienen aquí.
Artemis sintió una punzada de
simpatía por su guardaespaldas, una emoción que había estado experimentando más
y más seguido en los meses recientes. Era lo suficientemente difícil para
Mayordomo pasar desapercibido entre los humanos; allí abajo, solo podría haber
llamado más la atención usando un traje de payaso y haciendo malabares con
bolas prendidas fuego.
-Muy bien, -Estuvo de acuerdo
Artemis. –Pasaremos a buscar a nuestra acompañante y partiremos ¿Dónde está
Holly?
Mayordomo señaló hacía abajo
por el corredor. –Donde siempre. Con el clon.
La Capitana Holly Canija de la
Policía de los Elementos del Subsuelo de la división de Refugio observó la cara
de su archi-enemiga y solo pudo sentir pena. Por supuesto, si hubiera estado
observando a la verdadera Opal Koboi y no a un clon, la pena no hubiera sido el
ultimo sentimiento en su lista, pero definitivamente estaría muy por debajo de rabia
y disgusto intenso, bordeando el odio. Pero este era un clon,
crecido por adelanto para por una duendecilla megalomaniática con un doble
físico, para ser liberada de la custodia en la clínica de J. Argon si la PES
hubiera podido encarcelarla, que hicieron.
Holly sentía lástima por el clon
porque era una criatura patética y muda, que nunca debió de ser creada. El
clonamiento había sido censurado por la ciencia por razones religiosas y por el
obvio hecho de que un ser sin fuerza o alma para dar poder a su sistema, estaba
condenado a una vida corta de actividad cerebral negligente y el fallo de
órganos. Este clon había vivido la mayoría de sus días en una incubadora,
luchando por cada respiro desde que había sido retirado del cristal donde había
crecido.
-No por mucho más tiempo,
pequeña, -Susurró Holly, tocando la frente sustituta del clon a través de los
guantes esterilizadores construidos en la pared de la incubadora.
Holly no podía decir con
exactitud por qué había empezado a visitar al clon. Tal vez porque Argon le
había dicho que nadie lo hacía.
Vino de ninguna parte. No
tiene amigos.
Ella al menos tenía dos amigos.
Artemis había estado uniéndose a sus visitas, y varias veces se sentaba a su
lado en silencio, algo inusual en él.
La designación oficial del clon
era Experimento desautorizado 14, pero los chistosos de la clínica la habían
nombrado Nopal, que era un cruel juego de palabras entre el nombre Opal y las
palabras no pal (N/A: Pal en ingles es Amigos). Malvado o no, el nombre
encajaba; y ahora incluso Holly lo usaba, pensó frágilmente.
Argon le había asegurado que el
Experimento Desautorizado 14 no tenía facultades mentales, pero Holly estaba
segura de que a veces, los ojos tímidos de Nopal reaccionaban a sus visitas
¿Podía el clon reconocerla?
Holly miró las delicadas
fracciones de Nopal e, irremediablemente, le recordó a quien donó los genes del
clon.
“Esa duendecilla es veneno,”
pensó amargamente. “Lo que toca, emblanquece y muere.”
Artemis
entró a la habitación y se paró al lado de Holly, descansando una mano en su
hombro.
-Están equivocados sobre Nopal,
-dijo Holly. –Ella siente y entiende.
Artemis se inclinó. –Lo sé. Le
enseñé algo la semana pasada. Observa.
Posó una mano en el vidrio,
golpeando sus dedos lentamente en una secuencia, construyendo un ritmo. –Es un
ejercicio elaborado por un doctor cubano llamado Parnassus. Lo usa para generar
una respuesta de parte de infantes, e incluso de chimpancés.
Artemis continúo golpeando, y,
lentamente, Nopal respondió alzando su mano trabajosamente hacia la del chico y
golpeando el cristal con torpeza en un intento de copiar el ritmo.
-Allí ¿Ves? -dijo Artemis.
-Inteligencia.
Holly lo golpeó suavemente,
hombro contra hombro, su versión de un abrazo. –Sabía que, eventualmente, tu
cerebro sería útil.
El grupo de bellotas sobre el
pecho del traje de la PES de Holly vibraron, y la elfa tocó su aro tecnológico,
aceptando la llamada. Un rápido vistazo a su computadora de muñeca le dijo que
era una llamada del consultor técnico de la PES, Potrillo, y había sido
clasificada como urgente.
-Potrillo ¿Qué pasa? Estoy en
la clínica como niñera de Artemis.
La voz del centauro era tan
clara como el cristal a través de las conexiones inalámbricas de Ciudad
Refugio.
-Te necesito de vuelta en la
Plaza de Policía, ahora. Trae al fangosillo.
Sonaba dramático, pero Potrillo
podía ser la reina del drama si su soufflé de zanahoria colapsase.
-Así no es como esto funciona,
Potrillo. Los consultores no les dan órdenes a los capitanes.
-Tenemos a una señal de Koboi
viniendo de un satélite. Es una señal en vivo, -Contrarrestó el consultor
técnico.
-Estamos de camino, -dijo
Holly, cortando la conexión.
Recogieron a Mayordomo en el
corredor. Artemis, Holly, y Mayordomo eran tres aliados que habían superado
campos de batalla, rebeliones, y conspiraciones, todas juntas y habían
desarrollado sus propias crisis.
El guardaespaldas vio a Holly
usando su cara de trabajo.
-¿Situación?
Holly siguió de largo,
obligando a los otros a seguirla
-Opal, -dijo en ingles.
La cara de Mayordomo se
endureció. -¿Ojos en?
-Transmisión satelital.
-¿Origen? –preguntó el
guardaespaldas.
-Desconocido.
Se apuraron por el corredor
retro hacia el patio de la clínica. Mayordomo adelantó al grupo y mantuvo la
puerta vintage abierta, con sus ventanas manchadas que representaban a un
doctor consolando a un lloroso paciente.
-¿Vamos a tomar el Palo?
–Preguntó el guardaespaldas, su tono sugería que preferiría no tomarlo.
Holly atravesó la entrada.
–Perdón, grandote, hora del Palo.
Artemis nunca había estado en
un transporte público antes, humano o mágico, y por eso preguntó, -¿qué es el
Palo?
El Palo era el nombre de una
calle que tenía una serie de cintas transportadoras que corrían en líneas
paralelas a través de una red de cuadras de ciudad Refugio. Era un modo
anciano, rápido y seguro de transporte, que operaba con una base de sube/baja
similar a cierto sistema humano de cintas de transporte en los aeropuertos.
Eran plataformas a lo largo de la ciudad, y todas las personas debían dar un
paso hacia la correa y aferrarse a un palo de fibra de carbón que brotaba de
ella. Por eso el nombre de Palo.
Por supuesto, Artemis y
Mayordomo habían visto el Palo antes, pero el niño nunca había planeado usar un
modo de transporte tan indignante, y, por lo tanto, no se había molestado en
averiguar su nombre. Artemis sabía que, con su famosa falta de coordinación,
cualquier intento de subirse a la cinta hubiera resultado en una caída
humillante. Para Mayordomo, el problema no era el de la coordinación o de su
escasez. Él sabía que con su volumen, sería difícil solamente encajar sus pies
en la anchura de la correa.
-Ah, sí -dijo Artemis. –El
Palo. ¿Segura que una cabina verde no sería más rápida?
-Nop,
-dijo Holly, presionando hacia Artemis arriba de la rampa hasta la plataforma,
luego golpeándolo en los riñones en el momento exacto para que se parara sobre
la cinta inconscientemente, su mano descansando en un asidero bulboso del palo.
-Hey, -dijo Artemis, tal vez la
tercera vez en su vida que había usado una jerga expletiva. –Lo hice.
-Próxima parada, los Olímpicos,
-dijo Holly, que había montado la correa atrás suyo. -Vamos guardaespaldas,
-Llamó a Mayordomo por sobre su hombro. –Tu jefe se está adentrando en un
túnel.
Mayordomo le lanzó a la elfa
una Mirada que podría haber intimidado a un toro. Holly era una querida amiga,
pero sus bromas podían ser crueles. Se puso de puntillas sobre la cinta,
apretando sus enormes pies en una sola sección y doblando las rodillas para
agarrar el pequeño palo. En silueta, se parecía a la bailarina más voluminosa
del mundo tratando de arrancar una flor.
Holly podría haber reído si
Opal Koboi no hubiera estado en su mente.
La cinta de El Palo llevó a sus
pasajeros desde la Clínica de Argon, a través del borde de una plaza con estilo
italiano, hasta un túnel bajo, que había sido cortado con laser de la roca
sólida. Los tenedores llenos de ensalada de las hadas se quedaban congelados a
medio camino de sus bocas mientras el extraño trío pasaba.
La vista de un traje de la PES
era común en la correa del Palo, pero un niño humano larguirucho, vestido como
un empresario y un hombre-montaña, del tamaño de un trol, era bastante inusual.
El túnel tenía apenas 90
centímetros de altura, así que Mayordomo fue forzado a doblarse sobre tres secciones,
aplastando muchos asideros en el proceso. Su nariz estaba a no más de un par de
centímetros de la pared del túnel, y notó que estaba gravada con hermosos
pictogramas luminosos, representando episodios de la historia humana.
Así, las hadas jóvenes, podían
aprender algo sobre su propia herencia cada vez que pasaban por allí. “Que
maravilloso” Pensó Mayordomo, pero suprimió su admiración para concentrarse en
las tareas de guardaespaldas y no gastar neuronas en estar maravillado mientras
estaba bajo tierra. “Guárdalo para el retiro”, pensó “Entonces podrás volver
atrás y apreciar el arte.”
La Plaza de la Policía era una
cresta empedrada de forma que la silueta de la insignia en forma de bellota de
la Policía de los Elementos del Subsuelo estuviese cuidadosamente trazada por
maestros artesanos. En lo que concernía a los oficiales de la PES, era una
completa pérdida de esfuerzo, puesto que, generalmente, no eran del tipo que se
inclinaba para mirar desde las ventanas del cuarto piso y maravillarse por como
la luz solar artificial enganchaba el ritmo de cada adoquín dorado y se
arreglaba para centellear.
En este día en particular,
parecía que todos en el cuarto piso se habían deslizado de sus cubículos, como
guijarros en una superficie inclinada, para reunirse en la sala de Situaciones,
unida a la oficina/laboratorio de Potrillo.
Holly se abrió paso a codazos
por la sección más angosta del extrañamente silencioso grupo. Mayordomo
simplemente se aclaró la garganta una vez y la multitud se apartó como si estuviera
magnéticamente repelida del gigante humano. Artemis tomó este camino hacia
dentro de la sala de Situaciones para encontrar al Comandante Camorra Kelp y a
Potrillo, parados frente a una pantalla del tamaño de la pared, absortos por
los acontecimientos.
Potrillo notó los jadeos que
seguían a Mayordomo hacia donde sea que iba en Refugio y miró a su alrededor.
-Que los cuatros te acompañen,
-le susurró el centauro a Artemis, su felicitación/broma estándar por los
pasados seis meses.
-Estoy curado, como bien tú
sabes, -dijo Artemis. -¿Qué está pasando?
Holly se hizo un espacio al
lado de Camorra Kelp, que parecía estar transformándose en su jefe formal, el
Comandante Julius Remo, mientras pasaban los años. El Comandante Kelp rebosaba
de una actitud determinada, causa por la que había adoptado el nombre de
Camorra después de su graduación. Una vez había tratado de arrestar un trol por
ensuciar, y resultó en el parche de piel artificial en la punta de su nariz,
que brillaba amarillento desde un cierto ángulo.
-Corte Nuevo, Skipper, -Dijo
Holly. –Remolacha tiene uno como ese.
El Comandante Kelp no quitó sus
ojos de la pantalla. Holly estaba bromeando porque estaba nerviosa y Camorra lo
sabía. Ella estaba en lo correcto en estar nerviosa. De hecho, sentir por
completo miedo hubiera sido más apropiado, dada la situación que se emitía
frente a ellos.
-Mira el show, Capitana, -dijo
entre dientes. –Es bastante explicativo.
Habían
tres figuras en la pantalla, un prisionero de rodillas y dos captores; pero
Holly no ubicó a Opal Koboi en seguida porque la buscaba entre los dos seres
parados. Con un salto, se dio cuenta de que Opal era la prisionera.
-Es un truco, -Dijo- Debe de
serlo.
El Comandante Kelp se encogió
de hombros. Míralo y observa.
Artemis se acercó a la
pantalla, escaneando la imagen en busca de información.
-¿Están seguros de que es en
vivo?
-Es una señal en vivo, -Dijo
Potrillo. –supuse que podían estar enviándonos una señal pre-grabada.
-¿De dónde proviene?
Potrillo observó el mapa
trazado en su propio monitor. La línea de llamada venía de un satélite mágico
desde Sud-África, de allí hacia Miami y luego hacia otro centenar de lugares,
como el garabato de un niño molesto.
-Hackearon un satélite y
corrieron la línea a través de una serie de capas. Podría ser cualquier lugar.
-El sol está alto, -reflexionó
Artemis en voz alta. –Puedo adivinar por las sombras que es temprano por la
tarde. Si es actualmente una señal en vivo.
-Eso lo reduce a un cuarto del
planeta, -Dijo Potrillo cáusticamente.
El alboroto del cuarto se
intensificó mientras, en la pantalla, uno de los dos gnomos voluminosos parado
tras Opal levantó un arma humana automática, que parecía un cañón en sus dedos
mágicos.
Parecía que de pronto la
temperatura de la sala de Situaciones había disminuido.
-Necesito paz, - dijo Artemis.
–Saquen a esta gente de aquí.
La mayor parte de los días,
Camorra Kelp hubiera discutido con Artemis sobre que no tenía autoridad para
limpiar la habitación, y, probablemente, habría invitado a más gente a entrar a
la estrecha oficina, sólo para probar su punto; pero este no era “la mayor
parte de los días”.
-Todos fuera, -Le ladró a los
oficiales reunidos -Holly, Potrillo y fangosillo, quédense donde están.
-Creo que también me quedaré,
-Dijo Mayordomo, escudando con su mano la parte de arriba de su cabeza para
evitar quemarse con la lámpara.
Nadie objetó.
Usualmente, los oficiales de la
PES hubieran protestado con su reticencia de machos cuando se les ordenaba
moverse, pero en esa instancia se apuraron hacia el monitor más cercano,
ansiosos de no perderse ni un solo fragmento de los eventos que se estaban
desencadenando.
Potrillo trabó la puerta tras
ellos con un golpe de su pata, luego oscureció las ventanas para que no hubiera
ninguna distracción de afuera. Los otros cuatro formaban un semicírculo frente
a la pantalla de la pared, mirando los que parecían ser los últimos minutos de
la vida de Opal Koboi. Una de las Opal Kobois, en cualquier caso.
En la pantalla habían dos
gnomos, ambos usando mascaras paras fiestas anti-UV, programadas para parecerse
a cualquiera. Estas habían sido modeladas a Pip y Kip, dos gatitos animados
populares en la TV, pero las figuras aun eran reconocibles como gnomos por sus
torsos fornidos y sus antebrazos rechonchos. Estaban frente a una mediocre
pared gris, cerniéndose sobre el pequeño duende que estaba de rodillas sobre
las marcas de barro de algún vehículo con ruedas, agua cayendo de las piernas
de su traje de diseñador. Las muñecas de Opal estaban atadas y su boca tapada,
y parecía verdaderamente aterrorizada.
El gnomo con la pistola habló a
través de la caja de voz de la máscara, disfrazando su voz como la de Pip el
gatito.
-No puedo hacerlo más simple,
-chilló, y, de alguna manera, la voz animada lo hizo parecer más peligroso.
–Tenemos una Opal, ustedes tienen la otra. Dejan salir a su Opal, y nosotros no
matamos a ésta. Tenían veinte minutos, ahora tienen quince.
Pip el gato ladeó su arma.
Mayordomo tocó el hombro de
Holly.
-¿Acaba de decir...?
-Sí. Quince minutos u Opal
muere.
El guardaespaldas puso el
aparato traductor en su oído. Pero era tan confiable como su dudosa comprensión
de Gnómico.
Camorra Kelp estaba incrédulo,
-¿Qué clase de trato es ese?
¿Danos un terrorista o matamos a un terrorista?
-No podemos dejar que alguien
sea asesinado delante de nuestros ojos, -dijo Holly.
-Absolutamente no, -estuvo de
acuerdo Potrillo. –No somos humanos.
Artemis
carraspeó.
-Perdón, Artemis, -dijo el
centauro. –Pero ustedes, los humanos, son una raza sedienta de sangre. Seguro
que a veces producimos una duendecilla loca por poder, pero por lo general, las
criaturas somos amantes de la paz. Que es probablemente la razón por la que
vivimos aquí abajo en primer lugar.
Camorra Kelp gruñó, uno de sus
recursos como líder (Que no mucha gente podía acarrear, especialmente cuando
estaba parado sobre lo que Artemis estaba seguro que eran botas de más de
treinta centímetros.) Pero el gruñido de Camorra era lo suficientemente
convincente como para sofocar la disputa.
-Concéntrense, gente, -Dijo.
–Necesito una solución aquí. Bajo ninguna circunstancia podemos liberar a Opal
Koboi, pero tampoco podemos quedarnos parados y dejar que sea asesinada.
La computadora había recogido
algunas referencias de Koboi en la pantalla, y había elegido correr su archivo
en una ventana lateral, en cualquier caso, nadie necesitaba refrescar su
memoria.
Opal Koboi. Duende genio
certificada como industrialista e inventora. Organizó el golpe goblin y su
protesta. Clonada a sí misma para escapar de prisión y tratar de liderar a los
humanos a Refugio. Responsable del asesinato del Comandante Julius Remo. Poseía
una glándula pituitaria humana implantada para desarrollar la hormona del
crecimiento (removida con posterioridad). La versión más joven de Opal siguió a
la Capitana Canija desde el pasado y se encuentra actualmente en la línea del
tiempo del presente. Está asumido que tratará de liberar a su yo encarcelado y
volver a su propio tiempo. Opal ocupa la posición uno y dos en la lista de los
Más Peligrosos de la PES. Categorizada como altamente inteligente, motivada, y
psicótica.
“Esta es una movida osada,
Opal”, pensó Artemis. “Y con repercusiones potencialmente catastróficas.”
Sintió a Holly mirando su
hombro.
-¿Qué piensas, Artemis?
El niño frunció el seño.
–Mi primera impresión es
llamarlo un engaño. Pero los planes de Opal, siempre toman en cuenta las
primeras impresiones.
-Podría ser una trampa. Tal
vez, esos goblins simplemente dispararán en falso.
Artemis sacudió la cabeza.
-No. Eso no traería otro
desenlace más que un momento de horror para nosotros. Opal ha planeado esto
para ganar, cual sea la ocasión. Si la desencarcelas, entonces ella es libre.
Si la Opal más joven muere, entonces... ¿entonces qué?
Mayordomo intervino.
–Puedes hacer toda clase de
cosas con los efectos especiales, hoy en día ¿Y si computarizaron su cabeza
para que explote?
Artemis estaba decepcionado por
esta teoría, la cual sintió que ya había descartado.
-No, Mayordomo. Piensa. De
nuevo, no hay nada que ganar.
Potrillo bufó. –En cualquier
punto, si la matan, sabremos muy pronto si todo eso es real o no.
Artemis rió a medias. –Es
verdad. Ciertamente sabremos.
El guardaespaldas gruñó. Este
era uno de esos momentos en el cual Artemis y Potrillo estaban al tanto de algo
científico y asumían que todos los demás en la habitación también
conocían todos los factores. Ocasiones como esta garantizaban volver a Holly
loca.
-¿De qué están hablando? –
Gritó. -¿Qué vamos a saber? ¿Cómo sabremos lo que sea que vaya a ser?
Artemis la miró como si
estuviera despertando de un sueño -¿Realmente, Holly? ¿Tienes a dos individuos
iguales ocupando la misma corriente del tiempo, y eres inconsciente de las
ramificaciones?
En la pantalla, los gnomos se
pararon como estatuas tras la temblorosa duendecilla. El que estaba armado,
Pip, miraba ocasionalmente un reloj de pulsera levantando su manga con el cañón
de la pistola, pero, por lo demás, esperaron pacientemente. Opal imploraba con
los ojos, mirando la lente de la cámara; gruesas lágrimas recorrían sus
mejillas, brillando por el sol. Su cabello parecía más fino de lo usual y
sucio. Su traje Juicy de alta costura, conseguido sin duda en la sección
infantil de alguna tienda exclusiva, tenía varios lugares rotos, las rasgaduras
cubiertas de sangre. La imagen era de súper-alta-definición, y tan clara como
si miraras por una ventana. Si esta era una amenaza falsa, entonces la joven
Opal no lo sabía.
Camorra golpeó el escritorio,
una afección de Julius Remo que había adoptado.
-¿Cuáles
son las ramificaciones? Dime.
-Solo para ser claro, -dijo
Artemis, -¿Quieres que te diga lo que la palabra ramificaciones significa?
¿O cuáles son las ramificaciones?
Holly golpeó con el hombro al
genio en la cadera, apurándolo.
-Artemis, estamos contrarreloj
aquí.
-Muy bien, Holly. Este es el
problema…
-Vamos, -Declaró Potrillo.
–Déjame explicar. Ésta es mi área, y seré conciso y al punto, lo prometo.
-Adelante, entonces, -Dijo
Camorra, que era conocido por su amor por lo conciso y al punto.
Holly rió, una simple carcajada
áspera. No podía creer que todos siguieran actuando como siempre, cuando una
vida estaba en peligro.
Nos hemos vuelto
desensibilizados, como los humanos.
Lo que sea que Opal haya hecho,
aún era una persona. Hubieron días oscuros en los que Holly había soñado con
cazar a esa pequeña duendecilla y aplicarle un poco de justicia al estilo de
los Fangosos, pero esos días se habían ido.
Potrillo tiró de su mechón
escandalosamente peinado.
-Todos los seres vivos están
hechos de energía, -empezó con su típica voz pomposa de impartiendo
información importante que usaba en momentos como ese. –Cuando este ser
muere, su energía se disipa lentamente y vuelve a la tierra. –Hizo una pausa
dramáticamente. -¿Pero, qué y si la completa existencia de un ser se viera
negada por una repentina anomalía cuántica?
Camorra alzó los brazos. -
!Whoa! Conciso y al punto, ¿Recuerdas?
Potrillo reformuló lo que
estaba diciendo. -Okey. Si la Opal joven muere, entonces la Opal vieja ya no
puede continuar existiendo.
Le tomó un segundo, pero al
final Camorra lo captó. –Así que, ¿Será como en las películas? ¿Ella
chisporroteará fuera de nuestra existencia, nosotros estaremos un poco perdidos
por un momento, y luego nos olvidaremos de ella?
Potrillo rio disimuladamente.
–Esa es una teoría.
-¿Cuál es la otra?
El centauro palideció de
repente, y, atípicamente, le cedió la palabra a Artemis.
-¿Por qué no explicas tú esta
parte? -dijo. –Me acabo de imaginar lo que podría pasar y necesito empezar a
hacer llamadas.
Artemis asintió secamente. –La otra
teoría fue formulada por primera vez por su propio profesor Bahjee hace
cinco siglos. Bahjee creía que si la línea del tiempo era contaminada por la
llegada de una versión más joven de un ser, y, posteriormente, ésta versión
joven falleciera, entonces el ser del presente liberaría toda su energía
violenta y espontáneamente. Y no solo eso, todo lo existente gracias a la joven
Opal también haría combustión.
Violentamente y combustión fueron palabras que el Comandante
Kelp entendió bien.
-¿Liberar su energía? ¿Qué tan
violentamente?
Artemis se encogió de hombros.
–Eso depende del objeto o ser. La materia es cambiada instantáneamente a
energía. Una gran fuerza explosiva sería liberada. Podríamos hablar incluso de
fisión nuclear.
Holly sintió como su corazón se
aceleraba. -¿Fisión? ¿Fisión nuclear?
-Básicamente, -dijo Artemis.
–para los seres vivos. Los objetos deberían causar un menor daño.
-¿Cualquier cosa que Opal haya
hecho o contribuido a hacer va a explotar?
-No. Solo las cosas que ha
influenciado en los pasados cinco años de nuestro tiempo, entre medio de sus
dos edades, a pesar de que, probablemente, habrán ondas temporales en ambos
lados.
-¿Estás hablando de todas las
armas de su compañía que todavía están en comisión? -Preguntó Holly.
-Y los satélites, -añadió
Camorra. –Todo vehículo secundario de la ciudad.
-Es solo una teoría, -Dijo
Artemis. –Hay otra teoría que sugiere que nada va a pasar, a excepción de la
muerte de una persona. La física triunfa sobre la física cuántica, y las cosas
siguen como es normal.
Holly se encontró a sí misma
con la cara roja con furia súbita. –Estás hablando como si Opal ya estuviera
muerta.
Artemis no estaba seguro de que
decir. –Estamos contemplando el abismo, Holly. En poco tiempo, muchos de
nosotros podríamos estar muertos. Necesito ser objetivo.
Potrillo alzó la mirada del
panel de su computadora. -¿Qué piensas sobre los porcentajes, fangosillo?
-¿Porcentajes?
-Teoría
correcta.
-Oh, ya veo ¿Cómo serían las
explosiones?
-Exactamente.
Artemis pensó sobre ello.
–Considerando todas las cosas, diría que un noventa por ciento. Si fuera un
hombre de apuestas, y hubiera alguien que aceptara este tipo de apuestas,
pondría mi última moneda de oro en ello.
Camorra paseaba por la pequeña
oficina. –Necesitamos liberar a Opal, inmediatamente.
Ahora Holly estaba insegura.
–Pensemos sobre esto, Cam.
El comandante se giró hacia
ella. –¿No escuchaste lo que dijo el humano? ¡Fisión! No podemos tener fisión
en el subsuelo.
-Estoy de acuerdo, pero podría
ser un truco.
-La alternativa es demasiado
terrible. La soltamos, y la cazamos. Pon a Atlantis en la línea. Necesito
hablar con el guardián de las profundidades ¿Aún se encuentra Vinyáya?
Artemis habló tranquilamente,
pero con el tono de mando que lo hizo un líder natural desde la edad de diez
años.
-Es demasiado tarde como para
liberar a Opal. Todo lo que podemos hacer es salvar su vida. Eso es lo que ella
planeó.
-¿Salvar su vida? –objetó Camorra.
–Pero todavía tenemos… -El Comandante Kelp revisó la cuenta regresiva. –Diez
minutos.
Artemis palmeó el hombro de
Holly y luego se alejó de ella. –Si la burocracia mágica es en cualquier cosa
parecida a la humana, entonces no serán capaces de poner a Opal dentro de una
lanzadera en ese tiempo. Lo qué sí podrían hacer es llevarla al núcleo del
reactor.
Kelp todavía no había aprendido
a callarse y dejar al niño explicar, así que siguió haciendo preguntas,
alentando en proceso, gastando segundos valiosos.
-¿El núcleo del reactor? ¿Qué
núcleo del reactor?
Artemis levantó un dedo. –Una
pregunta más, Comandante, y seré forzado a decirle a Mayordomo que lo
restrinja.
Kelp estaba a un suspiro de
echar a Artemis o acusarlo de algo, pero la situación era crítica y, si había
una chance de que este humano pudiera, de alguna forma, ayudar…
Apretó sus puños hasta que sus
dedos crujieron. -Okey. Habla.
-Las Profundidades son
alimentadas por un reactor natural de fisión, en una capa mineral de uranio,
posada sobre una cama de granito similar a la de Oklo, Gabón, -Dijo Artemis,
arrancando los hechos de su memoria. –La compañía de poder de las Criaturas
cosechan la energía en pequeñas vainas dentro del uranio. Estos estuches están
estructurados con ciencia y magia para resistir una explosión nuclear moderada.
Eso es lo que enseñan en las escuelas aquí ¿Todas las hadas en esta habitación
lo saben, correcto?
Todos asintieron. Técnicamente,
estaba en lo correcto, como lo sabían ahora.
-Si podemos poner a Opal dentro
de la ranura antes del tiempo límite, entonces la explosión al menos estaría
contenida y, teóricamente, si le echamos suficiente espuma anti-radiación, Opal
incluso retendrá su integridad física. A pesar de que eso es algo, no
apostaría mi última moneda en ello. Opal, aparentemente, está preparada para
tomar el riesgo.
Camorra estuvo tentado a
golpear al humano en el pecho, pero se resistió prudentemente. -¿Estás diciendo
que todo esto es un elaborado plan de escape?
-Por supuesto, -dijo Artemis.
–Y no tan elaborado. Opal nos está forzando a liberarla de su celda. La
alternativa es la completa destrucción de Atlantis y de cada alma allí, lo que
es impensable para cualquier persona, excepto Opal.
Potrillo ya había obtenido los
planos de la prisión. –El núcleo del reactor está a no más de noventa y dos
metros por debajo de la celda de Opal. Ahora estoy contactándome con el
guardia.
Holly sabía que Artemis era un
genio y que no había nadie más calificado para adivinar las intenciones de los
secuestradores. Pero aún así tenían opciones.
Miró las figuras en la pantalla
y se enfrió por lo casual que se veían esos gnomos a la luz de lo que estaban
por hacer. Se encorvaban como adolescentes, apenas mirando a su cautiva,
arrogantes en sus habilidades y ni una pizca conscientes de sus
mascaras-inteligentes de personajes animados, que “leían” sus caras y
proyectaban la emoción apropiada al estilo exagerado de las caricaturas. Esas
caretas eran muy populares entre la multitud de karaoke, quienes entonces
podían verse y sonar como sus ídolos.
“Tal
vez ni siquiera saben lo que está en riesgo aquí,” Pensó Holly repentinamente.
“Tal vez estén tan despistados como lo estaba yo diez segundos atrás.”
-¿Pueden escucharnos? –Le
preguntó a Potrillo.
-Sí, pero aún no nos han
respondido. Solo presiona el botón.
Esta era una vieja forma de
hablar; en realidad no había ningún botón, sino un sensor en la pantalla
táctil.
-¡Aguarda, Capitana! –ordenó
Camorra.
-Soy una negociadora entrenada,
señor, -dijo Holly, esperando que el respeto en su tono le hiciera lograr lo
que quería. –Y una vez fui… -Miro culpable a Artemis, apenada por tener que
jugar esa carta. –Y una vez fui rehén, así que sé cómo van las cosas. Déjeme
hablarles.
Artemis asintió con coraje, y
la elfa supo que había entendido su táctica.
-La Capitana Canija está en lo
correcto, Comandante, -dijo. -Holly es un comunicador natural. Incluso se las
arregló para hacerme a mí entender.
-Hazlo, -rugió Camorra.
-Potrillo, sigue tratando de comunicarte con Atlantis. Y reúne al Concejo;
necesitamos empezar a evacuar las dos ciudades ahora.
A pesar de que no podías ver
sus caras verdaderas, las expresiones caricaturescas de los gnomos estaban
aburridas. Eso decían la inclinación de sus cabezas y la curvatura de sus
rodillas. Tal vez todo esto no era tan excitante como pensaron que iba a ser.
Después de todo, no podían ver a su audiencia, y nadie había respondido a sus
amenazas. Lo que había empezado como un acto revolucionario, se veía ahora como
dos grandes gnomos metiéndose con una duendecilla.
Pip blandió su arma hacía Kip,
y el significado era obvio: ¿Por qué no solo le disparamos ahora?
Holly activó el micrófono con
una sacudida de su mano.
-Hola, ustedes allí. Ésta es la
Capitana Holly Canija de la PES ¿Pueden escucharme?
Los gnomos se animaron, y Pip
incluso intentó un silbido, que vino a través de la caja de voz como una
vibración.
-Hey, Capitana Canija. Hemos
escuchado sobre ti. He visto imágenes. No está mal Capitana.
Holly reprimió una réplica
mordaz. Nunca debes forzar a un secuestrador a demostrar su resolución.
-Gracias, Pip ¿Puedo llamarte
Pip?
-Tú, Holly Canija, puedes
llamarme de cualquier manera y en cualquier momento que quieras, -chilló
Pip, mientras extendía su mano libre para chocar nudillos con su compañero.
Holly estaba incrédula. Esos
dos estaban a punto de incapacitar por completo el mundo mágico, y bromeaban
sobre ello como dos goblins en una fiesta de bolas de fuego.
-Okay, Pip, -continuó
uniformemente. -¿Qué podemos hacer por ustedes?
Pip sacudió la cabeza
tristemente hacia Kip. -¿Por qué las más lindas son siempre las más estúpidas?
–Giró hacia la cámara. –Tú sabes lo que puedes hacer por nosotros. Ya se lo
dijimos. Liberen a Opal Koboi, o su modelo joven va a tomar un largo sueño. Y
con eso me refiero a recibir un tiro en la cabeza.
-Necesitan darnos un poco de
tiempo para mostrar confianza. Vamos, Pip ¿Una hora más? ¿Por mi?
Pip rascó su cabeza con el
cañón del arma, pretendiendo estar considerándolo. –Eres linda, Holly. Pero no tan
linda. Si te doy otra hora, nos rastrearan de algún modo y me tirarán un
congela-tiempo a la cabeza. No, gracias, Cap. Tienen diez minutos. Si fuera tú,
abriría esa celda o llamaría al director del funeral.
-Este tipo de cosas llevan tiempo,
Pip, -persistió Holly, repitiendo el nombre para forjar un vínculo. –Toma tres
días pagar una multa de tránsito.
Pip se encogió de hombros. –No
es mi problema, bebe. Y puedes llamarme Pip todo el día y no nos hará mejores
amigos. No es mi nombre real.
Artemis desactivó el micrófono.
–Este es inteligente, Holly. No juegues con él, solo di la verdad.
La elfa asintió y prendió el
aparato. -Okey, cual sea tu nombre. Déjame decírtelo directamente. Hay una
buena chance de que, si le disparan a la Opal joven, aquí abajo habrá una serie
de grandes explosiones. Mucha gente inocente morirá.
Pip blandió su pistola sin
cuidado. -Oh si, las leyes cuánticas. Sabemos sobre eso, ¿no, Kip?
-Leyes cuánticas, -Dijo Kip.
–Por supuesto que lo hacemos.
-¿Y no les importa que hadas
buenas, gnomos que podrían estar emparentados a ustedes, mueran?
Pip alzó sus cejas para que se
juntaran sobre la máscara. –¿Te llevas bien con alguien de tu familia, Kip?
-No tengo familia. Soy
huérfano.
-¿En serio? Yo también.
Mientras
bromeaban, Opal se estremecía en el suelo, tratando de hablar a través de la
cinta. Potrillo obtendría un análisis vocal de los apagados murmullos después,
si es que había un después, pero no se necesitaba ser un genio para
figurarse que estaba rogando por su vida.
-Debe de haber algo que
necesiten, -dijo Holly.
-Hay algo, -respondió Pip.
–¿Puedo conseguir tu código-com? Seguro que me encantaría salir por un
sim-latte cuando todo esto acabe. Puede que sea en un tiempo, por supuesto, en
lo que Ciudad Refugio permanece en ruinas.
Potrillo puso un cuadro de
texto en la pantalla que decía: Están trasladando a Opal.
Holly pestañó para demostrar
que había entendido, luego siguió con la negociación. –Esta es la situación,
Pip. Tenemos nueve minutos. No puedes sacar a alguien de Atlantis en nueve
minutos. No es posible. Ellos necesitan ponerse el traje, presurizar, tal vez;
ir a través de conductos hacia mar abierto. Nueve minutos no es suficiente.
Las respuestas teatrales de Pip
se estaban volviendo un poco difíciles de tomar. –Bien, entonces creo que un
montón de gente van a nadar. La fisión puede hacer un tremendo agujero en el
escudo.
Holly se rompió. -¿No se
preocupan por nadie? ¿Cuál es el precio por el genocidio?
Pip y Kip rieron.
-Es un horrible sentimiento,
¿no? La impotencia. - dijo Pip. –Pero hay sentimientos peores. Los Drownings,
por ejemplo.
-Y ser aplastado por escombros
de edificios, -añadió Kip.
Holly golpeó con sus diminutos
puños la consola.
Estos dos son tan
exasperantes.
Pip se acercó a la cámara, para
que su máscara ocupara toda la pantalla. –Si no recibo una llamada de Opal
Koboi en los próximos minutos diciéndome que está en una lanzadera camino a la
superficie, le voy a disparar a esta duendecilla. Créelo.
Potrillo apoyó la cabeza en sus
manos. –Solía adorar “Pip y Kip”, -Dijo.
Capítulo 2
Matando el Pasado
Las Profundidades, Atlantis
Opal Koboi estaba haciendo un
fútil intento de levitación cuando los guardias vinieron por ella. Era algo que
fue capaz de hacer de pequeña, antes de que su elegida vida criminal quitara la
magia de su sistema, la pequeña unión entre lo que muchos expertos acordaban,
era donde la magia era originada. Su poder debería haberse regenerado, si no
fuera por la glándula pituitaria humana que había tenido unida a su hipotálamo
brevemente. La levitación era un arte complicado, especialmente para los
duendes con poderes limitados, y, usualmente, un estado solo logrado por los
monjes Hey-Hey del Tercer Balcón; pero Opal lo había conseguido aún en pañales,
la que había sido la primer señal a sus padres de que su hija era un poco
especial.
“Imagínalo,” pensó. “Deseé ser
humana. Ese fue un error por el que, eventualmente, encontraré a alguien a
quien culpar. El centauro, Potrillo, me llevó a ello. Espero que muera en la
explosión.”
Opal sonrió con
autosatisfacción. Hubo un tiempo en el que ella se entretenía en la monótona
prisión ideando planes cada vez más elaborados para la muerte de su némesis
centauro, pero ahora estaba satisfecha con dejar a Potrillo morir con el resto
de las explosiones inminentes. Por supuesto, había cocinado una pequeña
sorpresa para su esposa; pero este era, mayormente, un proyecto secundario y no
algo en lo que había concentrado mucho tiempo.
“Es una gran medida lo lejos
que he llegado,” Pensó Opal. “De algún modo he madurado. El velo fue levantado
y veo mi verdadero propósito.”
Hubo un momento cuando Opal
había sido, simplemente, una despiadada hada de negocios, con cuestiones de
papá; pero, en algún lugar, durante sus años de experimentos prohibidos, le
había permitido a la magia negra alimentarse de su alma y deformar sus deseos
de corazón hasta que su propia ciudad no era suficiente para concretarlo.
Necesitaba al mundo para doblegarlo, y estaba preparada para cualquier riesgo y
sacrificio para que su deseo se concretara.
Esta vez será diferente
porque tendré temibles guerreros unidos a mi voluntad. Guerreros ancestrales
que morirían por mí.
Opal aclaró su mente y mandó
una prueba de búsqueda de su otro yo. Todo lo que volvió fue ruido blanco de
terror.
“Ella sabe,” Se dio cuenta.
“Pobre cosa.”
Ese
momento de simpatía por su yo más joven no duró mucho, porque la encarcelada
Opal había aprendido a no vivir en el pasado.
“Simplemente estoy matando una
memoria,” pensó. “Eso es todo.”
El cual era un modo muy
conveniente de verlo.
La puerta de su celda cambió de
sólido a gas, y Opal no se sorprendió al ver al Guardián Tarpon Vinyáya, un
trabajador maleable que nunca había pasado una noche afuera, bajo la luna,
inquieto en la puerta, flanqueado por dos enormes duendes jumbo.
-Guardián, -Dijo, abandonando
su intento de levitación. -¿Ha llegado mi perdón?
Tarpon no tenía tiempo para
bromas. –Estamos moviéndote, Koboi. Sin discusión; sólo ven. -Le hizo un gesto
a los guardias. –Envuélvanla, chicos.
Los duendes jumbo entraron
rápidamente a la habitación, fijando los brazos de Opal a sus costados sin
decir palabra. Estos seres eran una raza peculiar de Atlantis, donde la rara
mezcla del ambiente presurizado y el filtro basado en algas, los habían hecho
aparecer con una regularidad incrementada a lo largo de los años. Lo que los
duendes jumbo ganaban en músculos, generalmente lo sacrificaban en cerebro, y
eso los hacía guardias de prisión ideales, sin respeto por nadie más chico que
ellos que no firmara sus cheques.
Antes de que Opal pudiera abrir
la boca para objetar, los duendes la habían puesto en un traje rayado
anti-radiación, y atado tres cuerdas de bungee alrededor de su torso.
El guardián suspiró, como si
hubiera estado esperando a que Opal, de algún modo, inhabilitara a sus
guardias. Que él tenía.
-Bien, bien, - dijo, secando su
frente alta con un pañuelo. –Llévenla al sótano. No toquen ninguno de los
tubos, y traten de evitar respirar si es posible.
Los duendes levantaron a su cautiva
como una alfombra enrollada, y salieron de la celda, atravesaron el estrecho
puente que la unía con la prisión principal, y se metieron en el elevador de
servicio.
Opal sonrió tras la pesada gasa
de su casco.
Este es, ciertamente, el día
de Opal Koboi de ser maltratada por chicos fornidos.
Le mandó ese pensamiento a su
yo más joven en la superficie.
Lo siento por ti, hermana.
El cubo del elevador brilló a
través de un centenar de metros de suave arenilla, hacia una pequeña cámara
compuesta enteramente, por material hipertenso, cosechado de la corteza de las
estrellas de neutrones.
Opal adivinó que habían llegado
al lugar y rió al recordar a un estúpido gnomo en la secundaria que había
preguntado de qué estaban hechas las estrellas de neutrones.
Neutrones, chicos, Había espetado el Profesor Leguminous. ¡Neutrones!
La clave está en el nombre.
Esta cámara sostenía el record
por ser la habitación más costosa por metro cuadrado en ser construida en
cualquier parte del planeta, a pesar de que se veía como una sala de calderas
de hormigón. A un lado había una puerta del elevador; al otro estaba lo que se
veían como tubos de misiles; y en el medio había un enano muy gruñón.
-¿Están bromeando? -Dijo,
empujando el vientre hacía afuera desafiante.
Los duendes jumbo dejaron a
Opal en el suelo gris.
-Órdenes, camarada, -Dijo uno.
–Ponla en el tubo.
El enano sacudió la cabeza
obstinadamente. –No voy a poner a nadie en un tubo. Esas cosas son construidas
para barras.
-Creo, -dijo el segundo duende,
muy orgulloso de sí mismo por haber recordado la información que estaba a punto
de dar, -que uno de esos lugares del reactor está agotado, así que el tubo
deber estar vacío.
-Eso sonó bastante bien, Jumbo,
excepto por el deber al final, -Dijo el enano, cuyo nombre era Kolin
Ozkopy. –Pero, incluso entonces, necesito saber cómo las consecuencias de no
poner a una persona en un tubo son peores que no hacerlo.
Una oración tan larga le tomó
al enano jumbo varios minutos para digerir; por suerte, fueron librados de la
vergüenza de ser presionados por una explicación cuando el teléfono de Kolin
sonó.
-Un segundo, -Dijo revisando el
ID de la llamada. –Es el Guardián.
Kolin respondió el teléfono con
un ademán. -Hola. Ingeniero Ozkopy al habla.
Ozkopy escuchó un largo
momento, interponiendo tres uh-huhs y dos D’Arvits antes de
guardar el teléfono.
-Wow,
-Dijo, tocando el traje de radiación con la punta de su pie. –Pienso que será
mejor ponerla en el tubo.
Plaza de Policía, Ciudad
Refugio, Los Elementos del Subsuelo
Pip agitó su teléfono ante la
cámara.
-¿Escucharon algo? Porque yo
no. Nadie está llamando a este número, y tengo cinco barras. Cien por ciento de
plena cobertura. Demonios, una vez recibí una llamada en una nave espacial.
Holly golpeó el sensor del
micrófono. –Estamos moviéndonos tan rápido como podemos. Opal Koboi se
encuentra en el puerto de lanzaderas en este momento. Tan solo necesitamos
otros diez minutos.
Pip adoptó una voz cantarina.
“Never tell a lie, just to get you by.
Never tell a tale, lest you go to jail.”
(“Nunca digas una mentira,
solo para salir adelante.
Nunca cuentes una patraña,
para no ir a la cárcel”)
Potrillo se encontró a sí mismo
tarareando la canción. Era el tema principal de Pip y Kip. Holly lo miró.
-Perdón, -Murmuró.
Artemis se impacientó aún más
con esa disputa infructuosa. –Esto es inútil y francamente vergonzoso. Ellos no
tienen la intensión de liberar a Opal. Deberíamos evacuar ahora, al menos al
puerto de lanzaderas, que están construidas para resistir las erupciones de
magma.
Potrillo no estuvo de acuerdo.
–Estamos seguros aquí. El peligro real es en Atlantis. Allí es donde la otra
Opal se encuentra. Tú dijiste, y concuerdo con ello, que las explosiones
serias, explosiones teóricas, solo ocurren con seres vivos.
-Teóricamente, las explosiones
son solo teóricas hasta que la teoría es comprobada. –contrarrestó Artemis. –Y
con tantas… -Se paró a mitad de la oración, lo que no era de su estilo, ya que
él detestaba ambas, la gramática pobre y la mala educación. Su tono de piel
cambió de pálido a porcelana, y golpeó su frente –Estúpido. Estúpido. Potrillo,
los dos somos unos imbéciles. No espero pensamiento lateral de parte de la PES,
pero de ti…
Holly reconoció su tono. Ella
ya lo había oído durante aventuras previas, generalmente antes de que las cosas
salieran catastróficamente mal.
-¿Qué pasa? –Preguntó, asustada
de la respuesta, que seguramente sería terrible.
-Sí, -Acordó Potrillo, quien
siempre tenía tiempo para sentirse insultado. -¿Por qué soy un imbécil?
Artemis apuntó diagonalmente
con su dedo índice hacía el sudeste, dirección aproximada de la clínica de J.
Argon.
-La cabina de oxígeno pudrió
mis sentidos, -Dijo. –El clon. Nopal. Es un ser vivo. Si ella explota, podría
ser nuclear.
Potrillo accedió a los archivos
del clon en la página web de Argon, navegando a una velocidad borrosa para los
detalles de la paciente.
-No. Creo que estaremos bien en
ese punto. Opal cosechó su propio ADN antes de que la línea del tiempo se
dividiera.
Artemis estaba enojado con sigo
mismo por haberse olvidado momentáneamente del clon.
-Estábamos a minutos de esta
crisis antes de que la relevancia del clon se me ocurriera, -Dijo. –Si Nopal
fue creada en una fecha tardía, mi razonamiento lento podría costar vidas.
-Todavía hay muchas vidas en
juego, -Dijo Potrillo. –Necesitamos salvar cuantas podamos.
El centauro abrió una cubierta
de Plexiglás en la pared, y presionó el botón rojo debajo. Al instante, una
serie de sirenas Evac empezaron a sonar por la ciudad. El extraño sonido se
propagó como el lamento de madres recibiendo las malas noticias de sus
pesadillas.
Potrillo se masticó una uña.
–No hay tiempo para esperar la aprobación del Consejo. –le dijo a Camorra Kelp.
–Muchos deben poder llegar a las lanzaderas. Pero necesitamos preparar a los
equipos de resurrección de emergencia.
Mayordomo estaba menos que
feliz con la idea de perder a Artemis. –La muerte de nadie es inminente.
Su jefe no parecía demasiado
preocupado. –Bueno, técnicamente, la muerte de todos es inminente.
-¡Cállate, Artemis! –Espetó
Mayordomo, lo que era una gran violación a su propia ética profesional. –Le
prometí a tu madre que cuidaría de ti, e incluso entonces me pusiste de nuevo
en una posición donde mi fuerza muscular y mis habilidades no cuentan para
nada.
-Eso es muy poco justo, -Dijo
el niño genio. –Difícilmente pienso que puedo ser culpado por esta última
proeza de Opal.
El
rostro de Mayordomo enrojeció unos tonos más de los que Artemis recordaba haber
visto en su vida. –Pienso que sí puedes ser culpado, y te culpo. Apenas pasaron
las consecuencias de tu última desventura, y aquí estamos, metidos hasta el
cuello en otra.
Artemis parecía más sorprendido
por este arranque que por la situación de muerte inminente.
-Mayordomo, no tenía idea de
que estuvieras albergando tanta frustración.
El guardaespaldas frotó su
rapada cabeza.
-Ni yo, -Admitió. –Pero en los
últimos años ha sido una cosa tras otra. Goblins, viaje en el tiempo, demonios.
Ahora este lugar donde todo es tan... tan... pequeño. –Tomó una profunda
bocanada de aire. -Okey. Lo dije, ya salió. Y ahora estoy bien. Así que
movámonos, ¿podemos? ¿Cuál es el plan?
-Continuar evacuando, -Dijo
Artemis. –No seguir empoderando esos secuestradores imbéciles; ellos tienen sus
instrucciones. Dejen las puertas blindadas, eso debería ayudar a absorber un
poco las ondas de choque.
-Ya tenemos nuestras
estrategias en su lugar, humano, -Dijo Camorra Kelp. –La población entera puede
estar en sus puntos de reunión en cinco minutos.
Artemis caminó, pensando. –Dile
a tu gente que tiren sus armas en los agujeros de magma. Dejen cualquier cosa
que podría contener tecnología Koboi. Teléfonos, juegos, todo.
-Todas las armas Koboi fueron
retiradas, -Dijo Holly. –Pero algunos de los Neutrinos más viejos deben tener
un chip o dos.
Camorra Kelp se veía culpable.
–Algunas de las armas Koboi han sido retiradas, -Dijo. –recortes de
presupuesto, tú sabes como es.
Pip interrumpió sus
preparativos golpeando los lentes de la cámara.
-Hey, gente de la PES. Me estoy
volviendo viejo aquí. Alguien diga algo, lo que sea. Díganos más mentiras, no
nos importa.
Las cejas de Artemis se
fruncieron y unieron. Él no apreciaba esa postura tan frívola cuando muchas
vidas estaban en juego. Apuntó al micrófono.
-¿Puedo?
Camorra apenas levantó la vista
de sus llamadas de emergencia e hizo un gesto vago, abierto ante cualquier
interpretación. Artemis eligió interpretarlo como afirmativo.
Se acercó a la pantalla.
–Escúchenme, ustedes vidas inferiores. Este es Artemis Fowl. Deben haber
escuchado de mí.
Pip sonrió, y su máscara copió
la expresión.
-Oooh, Artemis Fowl. Chico
maravilla. Si que hemos escuchado de ti, ¿O no, Kip?
Kip asintió, bailando un poco.
-Artemis Fowl, el niño Oirlandes que cazó leprechauns. Seguro que todos han
escuchado de ese sabelotodo.
“Estos dos son estúpidos,”
Pensó Artemis. “Son estúpidos y hablan demasiado, debería ser capaz de explotar
esa debilidad.”
Probó con una treta.
-Pensé que dije que lean sus
demandas y no digan nada más.
La cara de Pip era,
literalmente, una máscara de confusión. -¿Nos dijiste?
Artemis endureció su voz. –Mis
instrucciones, para ustedes dos, idiotas, fueron leer sus demandas, esperar a
que el tiempo se acabara y disparar a la duende. No recuerdo haber dicho nada
sobre intercambiar insultos.
La careta de Pip frunció el
seño ¿Cómo sabía Artemis Fowl sus instrucciones?
-¿Tus instrucciones? No
seguimos órdenes de ti.
-¿Realmente? Explíquenme,
entonces, como sé sus instrucciones al pie de la letra.
El software de la máscara de
Pip no fue capaz de enfrentarse con su rápido cambio de expresión y se congeló
momentáneamente.
-Yo… ah… Yo no…
-Y díganme como se la
frecuencia exacta a la que entrar.
-¿No estás en la Plaza de
Policía?
-Por supuesto que no, idiota. Estoy
en el punto de encuentro esperando a Opal.
Artemis sintió su corazón
acelerarse, y esperó un segundo a que su mente consciente alcanzara a su
subconsciente y le dijera lo que había reconocido en la pantalla.
Algo en el fondo.
Algo familiar.
El
muro detrás de Pip y Kip era de un gris indescifrable, rasgado por un acabado
tosco de yeso. Un acabado común para las paredes de las granjas en todo el
mundo. Habían paredes como esa alrededor de todo el Estado Fowl.
Ba boom.
Su corazón empezó a latir de nuevo.
Artemis se concentró en la
pared. Gris pizarra, excepto por una red de grietas irregulares que cercaba la
yesería.
Un recuerdo lo presentó a sí
mismo a los seis años, caminando junto al Estado con su padre. Mientras pasaban
por las paredes del granero en los pastos superiores, el joven Artemis apuntó a
la pared y comentó. -¿Ves, padre? Las grietas forman el mapa de Croacia, una
vez parte de los imperios de los Romanos, Otomanos, y Australiano ¿Sabías que
Croacia declaró su independencia de Yugoslavia en 1991?
Allí estaba. En la pared detrás
de Pip y Kip. Un mapa de Croacia, aunque ahora el Artemis de quince años veía
que la costa de Dalmacia estaba truncada.
“Están en la finca de los
Fowl,” se dio cuenta.
¿Por qué?
Algo que el Dr. Argon había
dicho resurgió.
Por la magia residual fuera
de escala que hay allí. Algo pasó en la finca de los Fowl. Algo grande,
mágicamente hablando.
Artemis decidió actuar guiado
por una corazonada.
–Estoy en el Estado Fowl,
esperando a Opal, -Dijo.
-¿También estas en la mansión
Fowl? -espetó Kip, provocando que Pip se girara rápidamente y le disparara al
corazón. El gnomo fue empujado contra la pared, sacando nubes de polvo del
yeso. Un estrecho reguero de sangre brotó del hueco en su pecho, cayendo
suavemente por su pechera, tan poco dramáticamente como el goteo de pintura de
un frasco. Su cara de gato animada parecía cómicamente sorprendida, y, cuando
el calor de su rostro se desvaneció, los pixeles se apagaron, dejando un signo
de interrogación amarillo.
La muerte súbita shockeó a
Artemis, pero la oración anterior lo había sorprendido aún más.
Había estado en lo correcto en
ambos aspectos: no solo que Opal estaba detrás de esto, sino que el punto de
encuentro era la Mansión Fowl.
¿Por qué? ¿Qué pasó allí?
Pip le gritó a la pantalla.
–¿Ves lo que hiciste, humano? Si eres humano. Si eres Artemis
Fowl. No importa lo que sepas, es demasiado tarde.
Pip presionó el aún humeante
canon contra la cabeza de Opal, y ella se apartó cuando el metal le quemó la
piel, suplicando a través de la cinta que cubría su boca. Estaba claro que Pip
deseaba apretar el gatillo, pero no podía.
“Él tiene instrucciones,” pensó
Artemis. “Debe esperar hasta que el tiempo asignado termine. De otra forma, no
podría estar seguro de si Opal estaba en el núcleo del reactor.
Artemis desactivó el micrófono
y estaba yendo hacia la puerta cuando Holly agarró su brazo.
-No hay tiempo, -Dijo,
adivinando correctamente que quería irse a casa.
-Debo tratar de salvar a mi
familia del próximo paso del plan de Opal, -Dijo Artemis lacónicamente.
–Todavía quedan cinco minutos. Si logramos alcanzar una erupción de magma,
seremos capaces de rebasar las explosiones a la superficie.
El Comandante Kelp rápidamente
sopesó sus opciones. Le podía ordenar a Artemis a permanecer bajo tierra, pero
sería estratégicamente ventajoso tener a alguien para seguir a Opal Koboi si,
de algún modo, había escapado de Atlantis.
-Ve, -Dijo. –La Capitana Canija
los piloteará a ti y a Mayordomo a la superficie. Estén en contacto si…
No finalizó la oración, pero
todos en el cuarto podían adivinar lo que estaba por decir.
Estén en contacto si… hay
algo que contactar.
Capítulo 3
Fuego y azufre
Las Profundidades, Atlantis
Opal no disfrutó ser forzada
dentro de un tubo de punta plana, pero una vez que estuvo bien abajo, en el
interior de la corteza de neutrones, se sintió algo cómoda, amortiguada por la
esponjosa capa de espuma anti-radiación.
“Una
es como una oruga en su crisálida” Pensó un poco molesta por el áspero material
del que estaba hecho su traje contra-radiación. “Estoy por transformarme en una
divinidad. Estoy por alcanzar mi destino. Inclínense, criaturas, o soporten su
propia ceguera.” Entonces pensó, “¿soporten su propia ceguera? ¿Es eso
demasiado?”
La preocupante duda de que
había cometido un error terrorífico al poner su plan en acción se encontraba en
la parte trasera de la cabeza de Opal. Era la maniobra más radical que nunca
había hecho, y miles de hadas y humanos morirían. Peor aún, ella misma podría
dejar de existir, o transformarse en algún tipo de mutante del tiempo. Pero
Opal había lidiado con estas preocupaciones simplemente negándose en pensar en
ellas. Sabía que era infantil; pero estaba noventa por ciento convencida de que
había sido ordenada cósmicamente para ser el primer Ser Cuántico.
La alternativa era demasiado
aborrecedora para ser aguantarla por tanto tiempo: ella, Opal Koboi, sería
forzada a vivir el resto de sus días como una prisionera común y corriente en
las Profundidades, un objeto de burla. La materia de cuentos morales y
proyectos escolares. Un chimpancé en un zoológico para que las hadas de
Atlantis se le quedaran viendo con los ojos bien abiertos. Matarlos a todos y a
sí misma sería definitivamente más preferible. No es que ella fuera a morir. El
tubo contendría su energía; y, con la concentración suficiente, se volvería una
versión nuclear de sí misma.
Una siente su propio destino
en la mano. En cualquier minuto, a partir de ahora.
Ciudad Refugio
Artemis, Mayordomo y Holly
tomaron el elevador expreso hacia el Puerto de lanzaderas de la Plaza de
Policías, conectada a una corriente de magma del centro de la tierra, que
suministraba mucho del poder de la ciudad a través de cañas geotérmicas.
Artemis no les habló a los otros; él simplemente murmuraba para sí mismo y
golpeaba la pared de acero del ascensor con los nudillos.
Holly estaba aliviada al
encontrar que no había un patrón en los golpes, a no ser, por supuesto, que
este haya sido demasiado complicado como para que ella lo percibiera. No sería
la primera vez que el proceso de razonamiento de Artemis estuviera fuera de su
alcance.
El elevador era espacioso para
los estandartes de la PES, y le permitió a Mayordomo la suficiente altura como
para pararse derecho, a pesar de que aún se golpeaba la coronilla contra las
paredes de la cápsula cada vez que había un bache.
Finalmente Artemis habló: -Si
podemos meternos en la lanzadera antes del punto muerto, entonces tendremos la
verdadera oportunidad de llegar a los pozos de magma.
Él usó las palabras punto
muerto, pero sus compañeros sabían que se refería a asesinato. Pip
le dispararía a Opal cuando el tiempo acabara; ninguno de ellos lo dudaba
ahora. Entonces, las consecuencias de este homicidio se desatarían,
cualesquiera que sean; y su mejor oportunidad de sobrevivir reposaba dentro de
una cápsula de titanio construida para soportar una inmersión total en una
explosión de magma.
El elevador siseó al detener
los pistones automáticos y abrió la puerta para admitir los ruidos varios del
completo caos. El puerto de lanzaderas estaba repleto de hadas frenéticas
luchando por pasar a través de los checkeos de seguridad, ignorando los
protocolos usuales de rayos-X y saltando las barreras y torniquetes. Las hadas
volaban ilegalmente bajo, ahora, con sus alas rozando el tubo luminoso. Los
gnomos se apiñaron en formaciones de crunchball, intentando hacerse camino a
través de la línea de los oficiales anti-disturbios de la PES.
-Las personas están olvidando
sus instrucciones, -Murmuró Holly. –Y el pánico no va a ayudar a nadie.
Artemis miró cabizbajo la
multitud. Él ya había visto algo como esto una vez en el aeropuerto de JFK,
cuando una estrella de un reality de la TV había aparecido en Arribos.
–No podremos hacerlo. No sin
lastimar a alguien.
Mayordomo levantó a sus
compañeros y los puso a uno en cada hombro. –El infierno que no podremos, -Dijo,
pasando determinado a través de la multitud.
La actitud de Pip había
cambiado desde que le había disparado a su colega. No más cháchara o posturas;
ahora estaba siguiendo sus instrucciones al pie de la letra: esperar a que la
alarma del teléfono suene y disparar a la duendecilla.
“Ese niño Fowl. Era una
broma ¿Correcto? No puede hacer nada ahora. Probablemente ni siquiera era
Fowl.”
Pip decidió que nunca
divulgaría lo que había pasado allí hoy. El silencio era seguridad. Las
palabras solamente se unirían en una cadena y lo ahorcarían.
Ella no necesita saberlo,
nunca.
Pero
Pip sabía que lo miraría a los ojos y sabría todo. Por un segundo pensó en
correr, desprenderse de ese complejo plan maestro y ser un gnomo normal de
nuevo.
No puedo hacerlo. Me
encontraría. Me encontraría y me haría cosas terribles. Y, por alguna razón, no
deseo ser libre de ella.
No había nada más que seguir
las órdenes que todavía no he desobedecido.
Tal vez si la mato me
perdonará.
Pip cargó el arma y la presionó
contra la parte trasera de la cabeza de Opal.
Atlantis
En el reactor, la cabeza de
Opal vibraba con excitación. Debía de ser pronto. Muy pronto. Había estado
contando los segundos, pero el viaje por ascensor lleno de baches la había
desorientado.
“Estoy lista” Pensó “Lista para
el próximo paso.”
“¡Jálalo!” Transmitió, sabiendo que su yo más joven escucharía el
pensamiento y entraría en pánico. “Jala el gatillo.”
Plaza de Policía
Potrillo sintió su jopo caer
bajo el peso de la transpiración y trató recordar el comentario de adiós que le
había dicho a Caballina esa mañana.
Creo que le dije que la amo.
Siempre lo hago ¿Pero lo dije esta mañana? ¿Lo hice?
Le parecía muy importante.
Caballina está en los
suburbios. Estará fuera de peligro. Bien.
El centauro no podía creer en
sus propios pensamientos. Si Opal estaba tras todo esto, todavía quedaban giros
repentinos del plan por ser revelados.
Opal Koboi no hace planes;
ella escribe óperas.
Por primera vez en su vida,
Potrillo estaba horrorizado de encontrarse a sí mismo pensando que alguien más
podría ser un poco más inteligente que él.
Plaza de Policía, Puerto de
lanzaderas
Mayordomo cruzó la multitud,
dejando caer sus pies con cuidado. Su aparición en el Puerto de lanzaderas solo
sirvió para intensificar el nivel de pánico, pero eso no podía ser tratado
ahora. Algunas molestias temporales tendrían que ser sufragadas por ciertas
hadas si eso significaba alcanzar sus lanzaderas a tiempo.
Los elfos se agruparon al
rededor de sus rodillas como peces limpiadores, varios pinchándolo con porras
zumbeantes y un par de ellos rociándolo con espray repelente de feromonas, que
Mayordomo descubrió, para su gran disgusto, que redujo instantáneamente sus
pectorales.
Cuando alcanzaron la barrera de
seguridad, el enorme guardaespaldas simplemente pasó por encima de ella,
dejando a la mayoría de la asustada muchedumbre acordonándose en el otro lado.
Mayordomo tuvo el ánimo suficiente como para embocar a Holly frente del escáner
de retina para poder pasar sin activar las medidas de seguridad de la terminal.
Holly llamó a un hada que
reconoció en el escritorio de seguridad.
-Chix ¿Está nuestro pozo
abierto?
Chix Verbil había sido una vez
compañero de Holly en una aventura y solo continuaba vivo porque ella había
arrastrado su lastimado cuerpo fuera del camino peligroso.
-Uh… si. El Comandante Kelp nos
dijo que hiciéramos un hoyo ¿Estás bien, Capitana?
Holly se desmontó del
hombro-estante de Mayordomo, aterrizando con chispas de los tacos de sus botas.
-Sí, bien.
-Un modo de transporte inusual,
-Comentó Chix, golpeando nervioso el suelo con un pie, su reflejo brillando en
el acero pulido como un espíritu atrapado en otra dimensión.
-No te preocupes, Chix, -Dijo
Holly, palmeando la pierna de Mayordomo. –Es manso. A menos que huela miedo.
El guardaespaldas olió el aire,
como si allí hubiera una ligera esencia de terror.
Chix se elevó unos centímetros,
sus alas eran como la mancha de las de un colibrí. Apretó la tabla-V en la
computadora de su muñeca con sudorosos dedos.
-Okey. Están preparados para
salir. El equipo de tierra revisó todos sus soportes de vida. Y dejamos un
fresco cubo de plasma mientras estuvimos allí, así que estarás bien por unas
décadas. Las puertas blindadas se están cerrando en menos de dos minutos, así
que me pondría en marcha si fuera tu, y me llevaría a esos dos Fangosos… ah,
humanos… contigo.
Mayordomo
decidió que sería más rápido dejar a Artemis sobre su hombro hasta que estuvieran
en la lanzadera, ya que, probablemente, tropezaría con un enano en el apuro.
Partió en un rápido trote hacia abajo del tubo de metal que conectaba el
escritorio de check-in con su puesto de atraque.
Potrillo se las había arreglado
para conseguir una orden de remodelación aprobada para el puerto para que
Mayordomo pudiera caminar bajo el dintel con su barbilla baja. La lanzadera en
sí misma era, actualmente, un vehículo fuera-de-camino confiscado por el
Departamento Activo de Criminales a un traficante de atún. Su fila media de
asientos había sido removida para que el guardaespaldas pudiera extenderse en
la parte trasera. Manejar el fuera-de-camino era la parte favorita de Mayordomo
en sus visitas al subsuelo.
“¡Fuera-de-camino!” Había bufado Potrillo. “Como si hubiera algún lugar
en Refugio que no tuviera caminos. Engullidores de plasma de alto estatus, eso
es lo que estos cacharros son.”
Eso que no lo había detenido de
ordenar con júbilo una reparación para que el vehículo se pareciera a un Humvee
Americano, y pudieras acomodar a dos humanos en la parte trasera. Y porque
Artemis era uno de esos humanos, Potrillo no pudo evitar presumir un poco,
añadiendo más extras dentro del confinado espacio que las que podrían ser
encontradas en el promedio de la sonda de Marte: asientos de gel, treinta y dos
altavoces, Televisión 3-D HD; y, para Holly, oxy-refuerzo, y un cortador laser
en el ornamento de la cubierta, un diablillo soplando un cuerno de tallo largo.
Este era el porqué la lanzadera era referida como el Cupido de Plata. Sonaba
un poco romántico para el gusto de Artemis, así que Holly lo llamaba por ese
nombre tantas veces como pudiera.
El fuera-del-camino detectó la
cercanía de la elfa y le mandó un mensaje a su computadora de muñeca,
inquiriendo si debía abrir las puertas y prenderse por sí misma. Holly lo
confirmó sin perder el paso, y las puertas-alas de murciélago oscilaron
silenciosamente hacia arriba, justo a tiempo para que Mayordomo bajara a
Artemis de su hombro, como un saco de gatitos, en el asiento trasero. Holly se
deslizó en el único asiento delantero, a la nariz de la nave y bloqueó el riel
de suministros antes de que las puertas se sellaran.
Artemis y Mayordomo se
inclinaron hacia atrás, dejando que sus cinturones de seguridad cayeran sobre
sus hombros, tirándolos cómodamente cerca de los rodillos sensibles a la
presión.
Los dedos de Artemis hicieron
crujir el material de sus pantalones a la altura de su rodilla. Su progreso por
la vía de alimentación parecía desesperantemente lento. Al final del panel de
metal-vestido-de-roca del túnel podían ver la abertura, una brillante media
luna creciente bostezando, como la puerta al infierno.
-Holly, -Dijo sin separar sus
dientes, -Por favor, un poco de aceleración.
Holly levantó sus manos
enguantadas del volante. –Todavía estamos en un carril alimentador, Artemis.
Todo es automático.
La cara de Potrillo apareció en
una proyección de cabezas arriba del parabrisas. –Lo siento, Artemis, -Dijo –En
verdad. Nos hemos quedado sin tiempo.
-¡No! –Dijo Artemis, luchando
contra su cinturón. –Aún quedan quince segundos. Doce al menos.
Los ojos de Potrillo cayeron
hacia los controles antes que él. –Debemos cerrar las puertas para asegurar que
todos dentro de los túneles sobrevivan. Estoy muy apenado, Artemis.
El fuera-del-camino se sacudió
y, luego, cuando el poder fue cortado del riel, se detuvo.
-Podemos hacerlo, -Dijo
Artemis, su voz cercana a un resuello de pánico.
Más adelante, la boca del
infierno se empezó a cerrar mientras los gigantes engranajes forjados por
enanos rodaron las persianas de un metro de espesor hacia abajo por el agujero.
Artemis apretó el hombro de su
amiga. -¿Holly? Por favor.
La elfa rodó los ojos y cambió
los controles a modo manual.
-D’Arvit, -Dijo, y apretó el
acelerador hasta el suelo.
El fuera-del-camino saltó hacia
adelante, sacudiéndose libre de su carril guía, con sus luces giratorias y sus
sirenas de aviso.
En la pantalla, Potrillo se
frotó sus párpados con los dedos índices. –Sí, sí. Aquí vamos. La Capitana
Canija va de pícara de nuevo. Levante las manos quien está sorprendido ¿Nadie?
Holly intentó ignorar al
centauro y concentrarse en apretar la lanzadera a través de la reducida brecha.
“Usualmente dejo este tipo de
proezas para el final de una aventura,” Pensó. “Tercer acto de apogeo. Estamos
empezando temprano esta vez.”
La lanzadera rechinó a lo largo
del suelo del túnel, la fricción levantaba arcos mellizos de chispas que
rebotaban contra la pared. Holly deslizó sus gafas de control sobre sus ojos y,
automáticamente, ajustó
su
visión al curioso doble enfoque necesario para enviar parpadeos a los
comandos que estaban en sus lentes y, actualmente, mirar lo que había en frente
de ella.
-Cerca, -Dijo. –Va a estar
cerca. –Y luego, antes de perder la conexión, agregó –Buena suerte, Potrillo.
Mantente a salvo.
El centauro golpeó la pantalla
con dos dedos. –Buena suerte a todos nosotros.
Holly salvo unas pocas pulgadas
extra desinflando las almohadillas de suspensión del Cupido, y el
fuera-del-camino pasó por debajo de las puertas blindadas descendientes con
medio segundo de sobra, cayendo en picada por la chimenea natural. Abajo, el
núcleo de la tierra escupió columnas de magma de seis kilómetros de ancho,
creando corrientes ascendentes de fuego que explotaron contra la parte inferior
de la pequeña lanzadera y la mandó en un espiral hacia la superficie.
Holly puso los estabilizadores
y dejó que su cabeza y cuello reposar en el respaldo.
-Sosténganse, -Dijo. –Hay un
bravo camino adelante.
Pip saltó cuando la alarma sonó
en su teléfono como si no la estuviera esperando, como si no hubiera estado
contando los segundos. De cualquier forma, parecía sorprendido ahora que el
momento finalmente había llegado. Dispararle a Kip le había drenado el
engreimiento, y su lenguaje corporal era, claramente, el de un asesino reacio.
Trató de ganar algo de ese
viejo espíritu arrogante blandiendo su pistola y mirando de reojo la cámara;
pero era difícil representar el asesinato de una duendecilla pequeña como
cualquier otra cosa.
-Les advertí, -Le dijo a la
cámara. –Esto está en ustedes, no en mí.
En la plaza de Policías, el
Comandante Kelp activó el micrófono.
-Te encontraré, -Gruñó.
–Incluso aunque me lleve mil años, te encontraré y te daré prisión de por vida.
Eso actualmente, parecía
divertir un poco a Pip. -¿Tú? ¿Encontrarme? Perdón si eso no me preocupa, poli,
pero conozco a alguien que me asusta mucho más que tú.
Y sin más discusión le disparó,
una vez, a Opal en la cabeza.
La duendecilla cayó hacia
adelante como si la hubieran golpeado con una pala por detrás. El impacto de la
bala la tiró al suelo con algo de fuerza, pero siempre hubo muy poca sangre a
excepción de un pequeño goteo desde su oreja, casi como si la Opal joven hubiera
caído de su bicicleta en el patio del colegio.
En la Plaza de Policía, el
usualmente bullicioso centro de operaciones se encontraba en silencio, mientras
todo el personal esperaba las repercusiones del asesinato que acababan de
atestiguar ¿Cuál teoría cuántica sería la correcta? Tal vez nada pasaría aparte
de la muerte de un duende.
-Okey, -Dijo Camorra Kelp,
luego de un largo momento. –Todavía estamos operando ¿Cuánto antes de que
estemos en la guarida del trol?
Potrillo estaba a punto de
hacer correr algunos cálculos en la computadora, cuando la pantalla de la pared
se partió, derramando un gas verde en la habitación.
-Sosténganse a algo, -Advirtió.
–El caos se aproxima.
Atlantis
Opal Koboi sintió su propio yo
morir, y fue una sensación curiosa, como una ansiedad creciendo en sus
adentros.
“Con que es así como se siente
el trauma” pensó. “Estoy segura de que lo superaré”
La ácida enfermedad fue
prontamente reemplazada por un entusiasmo burbujeante al saborear la noción de
en lo que se estaba por convertir.
Finalmente me estoy
transformando. Emergiendo de mi crisálida como la criatura más poderosa del
planeta. Nada se parará en mi camino.
Esto era todo muy
melodramático, pero Opal decidió que, bajo esas circunstancias, su eventual
biógrafo entendería.
A la duendecilla nunca se le
ocurrió que su teoría de la paradoja temporal podía estar completamente mal, y
ella podría haber sido arrojada a un agujero en un reactor nuclear, habiendo
matado a su único aliado real.
“Siento un hormigueo” Pensó
“Está comenzando.”
El cosquilleo se volvió una
incómoda sensación de quemazón en la base de su cráneo que rápidamente se
extendió por toda su cabeza en una ardiente presión. Opal ya no podía nutrir
los pensamientos de futuras conquistas cuando su completo ser se convirtió, de
pronto, en miedo y dolor.
“He cometido un error” Pensó
desesperada. “Ningún premio vale la pena por otro segundo de esto.”
Opal se agitó violentamente
dentro de su traje anti-radiación, luchando contra las suaves limitaciones de la
espuma que embotaba sus movimientos. El pánico se extendió a través de su
sistema nervioso,
incrementando
en intensidad desde meramente inaguantable hasta inimaginable. Cualquier hilo
de sanidad mental que le hubiera quedado la había dejado bruscamente, como un
velero amarrado en un huracán.
Opal sintió su magia volver
para conquistar el dolor que permanecía en sus terminales nerviosas. La loca y
vengativa duendecilla luchó por contener su propia energía y no ser
completamente destruida por su propio poder. Incluso ahora, ser liberado como
electrones desplazaría las orbitas y el núcleo se dividiría espontáneamente. Su
cuerpo fue desplazado por energía dorada, evaporizando el traje de radiación y
quemando los agujeros a través de la disuelta espuma, rebotando contra las
paredes de neutrones de la cámara y de nuevo hacia la harapienta conciencia de
Opal.
“Ahora,” Pensó. “Ahora el
éxtasis comienza, mientras me rehago a mi propia imagen. Soy mi propio dios.”
Y, con solo el poder en mente,
Opal se re ensambló a sí misma. Su apariencia no cambió, para ella era vano y
se creía perfecta. Pero abrió y expandió su mente, dejando que los nuevos
poderes recubrieran los puentes entre sus células nerviosas, centrándose en las
mantras ancestrales de las artes oscuras, para que su nueva magia pudiera ser
usada para traer de vuelta a sus soldados de su lugar de descanso. Un poder
como este era demasiado para un solo cuerpo, y ella debía suprimirlo tan pronto
como hubiera escapado, o sus átomos se harían trizas y serían barridos como
luciérnagas por el viento.
“Las uñas son difíciles de re
ensamblar,” pensó “Debo sacrificar las mis manos y pies.”
El efecto dominó del asesinato
de la joven Opal en una esquina del campo, fue más extensor de lo que Artemis
podría imaginar, a pesar de que, en verdad, imaginar era el verbo
incorrecto, ya que Artemis Fowl no tenía el hábito de imaginar nada. Incluso de
pequeño, él nunca había soñado despierto con luchar contra dragones montado a
caballo. Lo que Artemis prefería era visualizar un objetivo realizable y luego
trabajar para cumplir la meta.
Su madre, Angeline, una vez
había espiado por sobre el hombro de un Artemis de ocho años mientras él
dibujaba en su diario.
“¡Oh, querido, eso es
asombroso!” Había exclamado ella,
encantada de que su niño finalmente mostrara algún interés en la creatividad
artística, incluso si la pintura parecía un poco violenta. “Es un robot
gigante destruyendo una ciudad.”
“No, Madre,” Había suspirado Artemis, siempre como el teatral genio
incomprendido. “Es un robot constructor haciendo un hábitat lunar.”
Angeline había revuelto el pelo
de su hijo como venganza de su suspiro y se preguntó si el pequeño Arty debería
necesitar hablar con alguien profesional.
Artemis había considerado la
extensa devastación que sería causada por la energía espontanea explotando de
toda la materia relativa a Opal, pero ni él estaba consciente del nivel de
saturación de los productos Koboi elaborados en los pasados años, antes de su
encarcelación. Industrias Koboi tenía muchos negocios legítimos, que
manufacturaban todo desde partes de armas, hasta equipamiento médico; pero Opal
también tenía muchas compañías sombra que, ilegalmente, extendieron su
influencia al mundo humano, e incluso al espacio, y el efecto de estos diez mil
componentes explotando, osciló de inconveniente a justo debajo de catástrofe.
En el depósito de la PES,
doscientas armas clasificadas, preparadas para ser recicladas la semana
entrante, colapsaron como barras derretidas de chocolate y luego irradiaron una
luz dorada de fuego que frió todos los sistemas locales con circuitos cerrados
antes de explotar con el poder de cien barras de Semtex. No se alcanzó la
fisión, pero los daños fueron considerables. El almacén fue esencialmente
evaporizado, y muchos de los pilares de soporte de carga de la ciudad bajo
tierra fueron derribados como bloques infantiles de construcción.
El Centro de Ciudad Refugio
colapsó interiormente, dejando que un millón de toneladas de la corteza
terrestre de roca cayera en la capital mágica, rompiendo el sello de presión e
incrementando las lecturas de atmósfera a casi un mil por ciento. Cualquier
cosa bajo la caída de las rocas fue aplastada instantáneamente. Hubieron
ochenta y siete víctimas mortales, y los daños de propiedad fueron absolutos.
El sótano de la Plaza de
Policía colapsó, causando que los tres pisos que le seguían se hundieran.
Afortunadamente, los pisos superiores estaban sujetos al techo de la caverna,
que los mantuvo firmes y salvó la vida de muchos oficiales que habían elegido
permanecer en sus puestos.
El sesenta y tres por ciento de
los automóviles contenían pistones Koboi en sus engranajes, y volaron
simultáneamente, causando una vuelta de vehículos increíblemente sincronizada;
parte de la cual fue
capturada
en una cámara de un estacionamiento que sobrevivió de algún modo a la presión.
En los años futuros se volvería el clip más visto de la Web del Subsuelo.
Los laboratorios sombra de
Koboi habían estado vendiendo por años tecnología mágica obsoleta a las
compañías humanas, como parecía ser, a la vanguardia de sus accionistas. Estos
pequeños chips maravilla o sus descendientes se habían extendido por casi todos
los dispositivos controlados por computadora construidos en los últimos años.
Estas fichas dentro de laptops, celulares, televisores, y tostadores,
aparecieron y silbaron como bolas de soporte cargadas cinéticamente dentro de
latas de hojalata. El ochenta por ciento de la comunicación electrónica del
planeta Tierra cesó de inmediato. La humanidad fue devuelta a la edad del papel
en medio segundo.
Los sistemas de soporte vital
lanzaron chispas de energía y murieron. Preciados manuscritos fueron perdidos.
Los bancos colapsaron, así como todos los expedientes financieros de los
pasados cincuenta años fueron completamente eliminados. Los aviones cayeron del
cielo, la estación espacial Graum II quedó a la deriva en el cosmos, y los
satélites de defensa que se suponía que no existían, dejaron de hacerlo.
Las personas salieron hacia las
calles, gritándole a sus teléfonos muertos, como si el volumen pudiera
reactivarlos. El saqueo se extendió por los continentes como un virus de
computadora, mientras que los virus informáticos reales murieron con sus
huéspedes, y las tarjetas de crédito se volvieron meros rectángulos de plástico.
Los parlamentos fueron asaltados en todo el mundo por los ciudadanos que
culpaban al gobierno por esta serie de catástrofes inexplicables.
Chispas de fuego y el asqueroso
olor a azufre surgieron de las grietas en la tierra. Estas provenían, en su
mayoría, de tuberías rotas, pero la gente lo tomó como un grito del Armagedón.
El caos reinó, y los survivalistas* desenvolvieron ansiosos las cabritillas de
sus ballestas.
La primera fase del plan de
Opal estaba completa. * Los Survivalistas son individuos o grupos que se
preparan activamente para posibles emergencias adquiriendo anticipadamente
formación médica de emergencia, almacenando alimentos y agua, preparándose para
una posible defensa y adquiriendo conocimientos de autosuficiencia.
Capítulo 4
El ingeniero Ozkopy tiene la
última palabra
PARA LA SUERTE de la Capitana Holly Canija y de los pasajeros del Cupido
de Plata, Potrillo era tan paranoico en lo que se refiere a Opal y tan
presumido con sus inventos, que no habían otras que partes de Potrillo-tecno
usadas en la reparación de la lanzadera. Fue tan lejos que se despojó de
cualquier componente Koboi o genérico cuya compañía madre no pudiera ser
rastreada. Pero incluso, con toda su paranoia, a Potrillo se le pasó por alto
un parche de relleno en el guardabarros trasero que contenía un adhesivo Asesino
Relleno elaborado por los laboratorios Koboi. Afortunadamente, cuando la
calcomanía zumbo y explotó, tomó el camino de menor Resistencia y se apartó de
la nave como un enjambre de abejas de fuego. Ningún sistema operativo fue
afectado —aunque había un feo remendado visible en el alerón, el cual todos en
la nave seguramente habrían preferido a estar muertos.
La lanzadera remontó las
corrientes térmicas, tendiéndose en lo alto como un diente de león en el Gran
Cañón—si aceptas que hay dientes de león en el Gran Cañón, a pesar de sus
condiciones áridas. Holly los guió al centro de la vasta chimenea, a pesar de
que había una pequeña oportunidad de golpearse contra una pared ante la
ausencia de una llamarada de magma en pleno derecho. Artemis la llamó desde la
parte trasera, pero ella no podía escucharlo por sobre el rugido del viento del
núcleo.
-Latas, -Articuló, golpeando
los audífonos de su propio casco. –Pónganse sus auriculares.
Artemis tiró de un par de latas
aparatosas desde el clip en el techo, y las ajustó sobre sus orejas.
-¿Tienes alguna clase de
reporte sobre los daños preliminares de parte Potrillo? -Preguntó.
Holly revisó sus controles.
–Nada. Todo se vino abajo. Ni siquiera recibo estática.
-Muy bien, así está la
situación según como yo la veo. Como nuestras comunicaciones están cortadas,
asumo que el asesinato de la joven Opal tiró a todo el mundo dentro del
desorden. La violencia alcanzará una escala no vista desde la última guerra
mundial. Nuestra Opal planea, indudablemente, emerger de las cenizas del mundo
en forma de algún fénix mágico ¿Cómo se propone hacerlo? No lo sé; pero hay una
conexión con mi hogar, el Estado Fowl, así que allí debemos dirigirnos ¿Cuánto
tiempo tomará el viaje, Holly?
La elfa consideró lo que estaba bbajo
la capa. –Puedo salvar quince minutos del tiempo usual, pero aún así tomará un
par de horas.
“Dos horas” Pensó Artemis.
“Ciento veinte minutos para confeccionar una estrategia que funcione, donde nosotros
tres abordemos lo que sea que Opal haya planeado.”
Mayordomo ajustó el micrófono
de sus auriculares. -Artemis. Sé que esto se te ocurrió a ti, porque se me ha
ocurrido a mí.
-Predigo, viejo amigo, -Dijo el
niño, -que señalarás que estamos corriendo justo hacia el lugar donde Opal es
más fuerte.
-Exacto, Artemis, -Confirmó el
guardaespaldas. -O, como solíamos decir en el Delta: estamos corriendo con los
ojos vendados hacia la caja asesina.
La cara de Artemis decayó ¿Caja
asesina?
Holly le lanzó una marchita
mirada a Mayordomo. Buena forma de ponerlo, grandote. La familia de Artemis
vive en esa caja asesina.
Ella flexionó sus dedos y los
dobló con fuerza sobre los controles. –Tal vez puedo salvar veinte minutos del
tiempo usual, -Dijo, y puso los sensores de la lanzadera a buscar las
corrientes más fuertes para llevarlos hasta lo que sea que la locura de Opal
Koboi había orquestado para el mundo.
Atlantis
Opal se tomó unos momentos para
felicitarse a sí misma por estar, otra vez, absolutamente en lo correcto en su
teoría, y luego se mantuvo completamente quieta para ver si podía sentir el
pánico filtrándose de arriba.
“Una siente algo,” Concluyó
Opal. “Definitivamente una ola general de miedo con una pizca de desolación.”
Hubiera sido lindo simplemente
recostarse un rato y generar poder; pero con tanto por hacer, hubiera sido una
indulgencia.
“Trabajo, trabajo, trabajo”
Pensó, girando su cara a la boca del túnel. “Debo irme.”
Con apenas un esfuerzo de parte
de su mente, Opal emitió una corona de intensa luz y calor, abrazando la
solidificada espuma anti-radiación que la encarcelaba, y levitó hacia la
escotilla del tubo, que apenas la retrasó un poco más que la espuma. Después de
todo, ahora ella tenía el poder para cambiar la estructura molecular de
cualquier cosa en la que se concentrara.
“El poder ya se está
desvaneciendo” se dio cuenta “Estoy derramando magia, y mi cuerpo pronto
empezará a desintegrarse.”
Un enano se paró en la cámara,
más allá de la escotilla rota, pareciendo imperturbable por las maravillas ante
él.
-Este es el día de Fronda,
-Proclamó Kolin Ozkopy sacando mentón. –Solo en el día de Fronda podrían estar
pasando todas estas cosas sin sentido. Primero pierdo la recepción de mi
teléfono, así que no tengo idea de quien está ganando el partido de crunchball,
y ahora una duendecilla dorada está flotando en mi sala. Así que te ruego que
me digas, señorita duende, ¿Qué está pasando? ¿Y dónde están tus uñas?
Opal se sorprendió al sentirse
obligada a responder. –Las uñas son difíciles, enano. Estaba preparada para
dejar atrás las uñas para ahorrar tiempo.
-Sip, eso tiene mucho sentido,
-Dijo Ozkopy, demostrando muy poco asombro para el gusto de Opal. -¿Quieres
saber qué es difícil? Estar aquí parado siendo marchitado por tu aura, eso lo
es. Debería estar cubierto por un SPF-1000.
Para ser justos con Ozkopy, él
no estaba psicológicamente inconsciente sobre todo el asunto. Actualmente, se
encontraba en shock y tenía una muy buena idea de quién era Opal y de que
estaba, probablemente, a punto de morir. Solo trataba de aguantar la situación
con insolencia.
La dorada frente de Opal se
arrugó frunciendo el seño, como lava ondulada. –Tú, enano, deberías estar
honrado de que la última imagen cauterizada por tus inútiles retinas es una de
mi gloriosa… gloria.
Opal no estaba enteramente
contenta con cómo había finalizado la oración; pero, momentáneamente, el enano
estaría muerto, y la pobre construcción de la frase, olvidada. Ozkopy no estaba
íntegramente feliz con el insulto de Opal a sus retinas.
-¡¿Retinas inútiles?!
-Balbuceó. –Mi papá me dio estas retinas… no es que se las arrancó directamente
de su propia cabeza, tú entiendes, pero él me las pasó. –Para su eterno honor
cósmico, Ozkopy decidió morir con gracia. –Y, viendo que nos estamos insultando
mutuamente, siempre pensé que eras más alta. Además, tus caderas son
bamboleantes.
Opal
se erizó enojada, lo que resultó en su corona radioactiva expandiéndose por un
radio de casi tres metros, pulverizando totalmente cualquier cosa dentro de la
esfera, incluyendo a Kolin Ozkopy. Pero, incluso a pesar de que el enano se
había ido, el aguijón de su comentario de partida viviría en el cajón de
asuntos no terminados de la mente de Opal por el resto de su vida. Si ella
admitía tener algún defecto, ese era su tendencia a disponer precipitadamente
de quienes la ofendían, dejándolos fuera del gancho, por así decirlo.
“No debo dejar que ese enano me
desanime,” Se dijo a sí misma, ascendiendo con una velocidad ciega hacia la
superficie. “Y mis caderas, definitivamente, no son bamboleantes.”
La ascensión de Opal era
cegadora y divina en apariencia, como una supernova que se dispara contra la
superficie del océano, el feroz calor de su magia negra repeliendo las paredes
de Atlantis y el choque del océano con igual desenvoltura, reorganizando la
estructura atómica de cualquier cosa que se parara en su camino.
Ella rodó su corona de magia
negra hacia adelante y arriba, en dirección al Estado Fowl. No necesitaba pensar
en su destino, porque el candado la llamaba. La cerradura la convocaba, y ella
era la llave.
Capítulo 5
Harma-gedón
Ériú, a.k.a. El Estado Fowl
Enterrados en una espiral
descendente alrededor del sello, los Berserkers se agitaron aún más mientras la
magia se perdía en el mundo arriba suyo.
“Algo se aproxima,” Comprendió
Oro, capitán de los Berserkers. “Pronto seremos libres y nuestras espadas
probaran la sangre humana una vez más. Cocinaremos sus corazones en vasijas de
barro y los convocaremos frente a las ancestrales fuerzas oscuras. Nos
infiltraremos en las formas que debamos para contener a los humanos. No pueden
matarnos, porque nosotros ya estamos muertos, unidos por una madeja de magia.
Nuestro tiempo será corto. No
más que una simple noche después de todo este tiempo; pero nos cubriremos en
gloria y sangre antes de unirnos a Danu en el más allá.”
¿Pueden sentir el
movimiento? Oro llamó a los espíritus
de sus guerreros. Estén preparados para empujar cuando la puerta sea
abierta.
Estamos listos, replicaron sus guerreros. Cuando la luz caiga sobre
nosotros, nos apoderaremos de los cuerpos de perros, tejones y humanos, y los
someteremos a nuestros deseos.
Oro no pudo evitar pensar:
“preferiría habitar un humano que un tejón.”
Él estaba orgulloso, y ese
mismo orgullo le había costado la vida diez mil años atrás.
Gobdaw, que yacía a su
izquierda, envió un pensamiento vibrante, que casi podía ser una risa.
Si, -Dijo. –Pero mejor un tejón que una rata.
Si el corazón de Oro hubiera
sido de carne y sangre, hubiera palpitado con un nuevo orgullo, pero esta vez
por sus guerreros.
“Mis soldados están listos para
la guerra. Ellos pelearan hasta que sus cuerpos robados caigan, y entonces,
finalmente, ser libres hacia el abrazo de la luz. Nuestro tiempo está a la
mano.”
Juliet Mayordomo estaba
sosteniendo un fuerte, y no solo en el sentido de cuidar de las cosas mientras
los padres de Artemis habían ido a una eco-conferencia en Londres, actualmente
estaba sosteniendo un fuerte.
La fortaleza en cuestión, era
una vieja torre Martello que se mantenía de pie como centinela sobre una
colina, vigilando el muelle de Dublín. El fuerte había sido desgastado por los
elementos hasta ser una simple protuberancia, y una extraña hiedra negra había
arrojado zarcillos a lo largo de los muros como tratando de reclamar la piedra
como parte de la tierra. El seríamos-conquistadores de los hermanos de Artemis
Fowl: el cuatro añero Myles y su mellizo, Beckett. Los chicos se habían
apresurado por la torre muchas veces con espadas de madera pero eran rechazados
por Juliet y enviados, gentilmente, al alto pasto. Beckett chilló entre risas,
pero Juliet podía notar que Myles se estaba frustrando más y más por sus
asaltos fallidos.
“Tal como Artemis, es ese,”
Pensó Juliet. “Otra pequeña mente maestra criminal.”
Por los pasados diez minutos,
los chicos habían estado susurrando detrás un arbusto, planeando su próximo
ataque. Juliet podía escuchar risitas apagadas y órdenes escuetas mientras
Myles, indudablemente, le decía una serie de complicadas instrucciones tácticas
a su hermano.
Juliet sonrió. Podía imaginar
el escenario.
Myles diría algo como:
Tú ve por un camino, Beck, y yo iré por el otro. Eso se llama
flanquear.
A lo que Beckett respondería
algo como: Me gustan las orugas.
Era verdad decir que los
hermanos se amaban mutuamente más que a sí mismos, pero Myles vivía en un
estado de frustración constante porque Beckett no podía, o no quería, seguir
las instrucciones más simples.
“En cualquier segundo, Beckett
se aburrirá de la reunión táctica,” pensó la hermana menor de Mayordomo, “y
vendrá errante del arbusto blandiendo su espada de juguete.”
Momentos después, Beckett, en
efecto, trastabilló desde el matorral, pero no era una espada lo que blandía.
Juliet osciló su pierna sobre
el bajo parapeto y lo llamó suspicaz.
-Beck, ¿Qué tienes allí?
El niño agitó el objeto.
–Calzoncillos, -Dijo francamente.
Juliet miró de nuevo para
confirmar que el sucio triángulo era, de hecho, ropa interior. Por la remera de
“Niño Delgado” hasta la rodilla que había usado los pasados cuarenta y ocho
días, era imposible acertar si los calzoncillos eran o no los de Beckett, a
pesar de que así parecía, dado a que las piernas del chico estaban desnudas.
Beckett era un personaje
revoltoso y, en sus pocos meses como niñera/guardaespaldas, Juliet había visto
muchas cosas peores que ropa interior, por ejemplo, la granja de gusanos que
Beckett había construido en el baño inferior, y que había fertilizado personalmente.
-Okey, Beck, -Lo llamó desde
abajo de la torre. –Solo ponte tu ropa interior, pequeñín. Te conseguiré un par
limpio.
Beckett avanzó firmemente.
-Nope. Beckett está enfermo de la estúpida ropa interior. Estas son para ti. Un
presente.
La cara del niño brilló con un
inocente entusiasmo, convencido de que sus calzoncillos eran el mejor regalo
que una chica podría obtener, además de un par de sus calzones con un puñado de
escarabajos acunados dentro.
Juliet lo contrarrestó con:
-Pero no es mi cumpleaños.
Beckett estaba al pie de la
usada torre ahora, sacudiendo los calzoncillos como una bandera. –Te amo,
Jules, toma el presente.
“Me ama,” Pensó Juliet. “Los
niños siempre conocen los puntos débiles.”
Trató con una última táctica
desesperada. -¿Pero tú cola no estará congelada?
Beckett tenía una respuesta
para eso. -Nope. Ni siquiera siento frio.
Juliet sonrió afectuosamente.
Era fácil de creer. El huesudo Beckett despedía tanto calor que podría hervir
un lago. Abrazarlo era como abrazar un radiador inquieto.
En este punto, el único camino
de Juliet para evitar tocar los calzones era una mentira inofensiva. –Los
Conejos aman la vieja ropa interior, Beck ¿Por qué no la entierras como regalo
para Papá Conejo?
-Los conejos no necesitan ropa
interior, -Dijo una siniestra vocecilla detrás suyo. –Son mamíferos de sangre
caliente, y su pelaje es suficiente abrigo para nuestro clima.
Juliet sintió la punta de la
espada de madera de Myles en su muslo y se dio cuenta de que el chico había
usado a su hermano como una distracción y luego había rodeado los escalones
traseros.
“No escuché nada,” reflexionó.
“Myles está aprendiendo a deslizarse.”
-Muy bien, Myles, -Dijo. -¿Cómo
conseguiste que Beckett siguiera tus instrucciones?
El niño rió con suficiencia, el
parecido con Artemis era increíble. –No le di órdenes de soldado. Le sugerí a
Beck que su trasero podía picar.
“Este niño ni siquiera tiene
cinco,” Pensó Juliet. “Espera a que el mundo obtenga al cargado Myles Fowl.”
Desde la esquina de su ojo, vio
algo triangular navegar por el aire hacia ella e instintivamente lo asió. No
antes de que sus dedos se cerraran en el material, notó lo que estaba
sosteniendo.
“Genial” Pensó. “Embaucada por
dos cuatro añeros.”
-Muy bien, chicos, -Dijo.
–Tiempo de ir a la casa por el almuerzo ¿Qué hay en el menú hoy?
Myles enfundó su espada. –Me
gustaría una croqueta, madame, con jugo de uva frío.
-Bichos, -Dijo Beckett,
saltando en un pie. –Bichos en kétchup.
Juliet subió a Myles a su
hombro y saltó desde la pared baja de la torre. –Entonces, muchachos, lo mismo
que ayer.
“Memo a mí misma,” Pensó. “Lava
tus manos.”
Los
niños estaban con el pasto hasta la cintura cuando el lejano caos comenzó.
Beckett le prestó poca atención a la discordancia distante porque su soundtrack
interno generalmente iba acompañado de explosiones y gritos, pero Myles sabía
que algo estaba mal.
Él volvió hacia la torre
Martello y trepó los escalones de piedra, mostrando una falta de habilidad
recordativa a Artemis, que divertía a Beckett a lo grande, mientras su grado de
pisada segura era tanto como la falta de la de su hermano.
-Armagedón, -Anunció Myles
cuando alcanzó el último escalón. –El fin del mundo.
Beckett estaba consternado.
-¡No también Disneyland!
Juliet rizó su cabello
decolorado por el sol. -No, por supuesto que no Disneyland. - En su estómago
sintió una creciente inquietud ¿De dónde provenían esos sonidos? Sonaba como si
hubiera una zona de Guerra cerca.
Juliet siguió a Myles al suelo
de barro compactado en la punta de la torre. Desde allí tenían una vista clara
de lo que pasaba en la ciudad distante. Usualmente, los únicos sonidos que
traía el viento hasta tan al norte eran ocasionales bocinazos de los autos
atascados en la rotonda por el tráfico. Pero hoy, la ruta principal hacia
Dublín parecía más la ruta del infierno. Incluso desde esa distancia, era claro
que las seis líneas de tráfico se habían parado por completo. Muchos motores
explotaron mientras miraban, y un camión recolector hizo una inesperada vuelta
hacia adelante. Más allá, dentro de la ciudad, explosiones más grandes
retumbaron detrás de los edificios, y columnas de humo se elevaron por el cielo
de la tarde, un cielo que tenía sus propios problemas, mientras pequeñas
aeronaves caían dentro del estadio de fútbol y un satélite de comunicaciones
honesto-a-Dios, cayó del espacio como un robot muerto sobre el hotel U2.
Beckett subió los escalones y
tomó la mano de Juliet.
-Este es el Harma-geddon, -Dijo
despacio. –El mundo va a boom.
Juliet acercó a los niños. Lo
que sea que estuviera ocurriendo parecía demasiado grande como para estar
dirigido, específicamente, a la familia Fowl, a pesar de que había una
creciente lista de personas que estarían felices de destruir el país entero de
Dublín solo para llegar a Artemis.
-No se preocupen, chicos,
-Dijo. –Los protegeré.
Buscó dentro de su bolso. En
situaciones como estas, cuando las cosas se ponían violentamente raras, el
primer curso de acción siempre fue el mismo: Llamar a Artemis.
Deslizó la lista de conexiones
en su teléfono y no estuvo completamente sorprendida de ver que la única
disponible era el sistema ZORRO que Artemis había establecido para llamadas de
emergencia seguras.
Me imagino que Artemis es el
único adolescente en el mundo que construyó y puso en marcha su propio satélite.
Estaba a punto de seleccionar
el nombre de Artemis de sus contactos cuando un corpulento antebrazo apareció
en un espacio de tres metros frente a ella. Había una mano al final del brazo,
y sostenía un Neutrino mágico.
-Noche-nochosa, Fangosa, -dijo una
voz de ninguna parte, y un rayo azul de energía crepitante salió de la boca del
cañón.
Juliet estaba lo
suficientemente familiarizada con el armamento mágico como para saber que
sobreviviría al rayo azul, pero que probablemente se sentiría como una quemadura
y despertaría envuelta en dolor.
“Perdón, mis chicos” Pensó “Les
fallé.”
Luego, el rayo del arma de Pip
la golpeó en el pecho, quemó su chaqueta, y la tiró de la torre.
Oro de los Berserkers sintió un
momento de duda.
“Tal vez, el anticipo de libertad
es solamente anhelo,” Pensó.
No. Esto era más que su propio
deseo. La llave estaba viniendo. Podía sentir la prisa del poder mientras se
acercaba a su tumba.
Reúnanse, les envió a sus guerreros. Cuando la puerta esté
abierta, tomen cualquier forma que deban. Todo lo que viva, o haya vivido puede
ser nuestro.
Oro sintió la tierra sacudirse
con el rugir de sus guerreros.
O quizás era mero anhelo.
Capítulo 6
Levántense, mis bellezas
Puerto de Lanzaderas de
Tara, Irlanda
Cuando
la Capitana Holly Canija intentó atracar en su puerto asignado, encontró las
abrazaderas electromagnéticas de Tara inoperables y fue forzada a un aterrizaje
improvisado en la puerta de acceso del túnel. Eso era, más o menos, lo que el
supervisor del puerto de Tara escribiría en su reporte de Incidentes
Extraordinarios cuando saliera de rehabilitación, pero la oración no
transmitía el gran trauma de la situación.
Para su entero enfoque, los
instrumentos de Holly le habían asegurado que todo estaba perfectamente bien; y
luego, justo cuando giró la cola del Cupido de Plata para atracar con
las abrazaderas, la computadora de control de vuelo hizo un sonido parecido a
la carne cruda golpeando contra una pared a gran velocidad, luego se apagó,
dejando a Holly sin más remedio que retroceder al túnel de acceso del puerto de
lanzaderas y rezar porque allí no hubiera ningún personal desautorizado.
El metal se arrugó, el
Plexiglas se agrietó, y los cables de fibra óptica se tendieron como caramelo
caliente y se rompieron. La coraza reforzada del Cupido de Plata tomó el
castigo, pero el ornamento del capó salió volando así como su tocayo, siendo
encontrados, tres meses después, por una figura flaca, apenas reconocible, en
el vientre de una máquina de soda.
Holly jaló del freno mientras
llovían chispas, picando en el parabrisas. Su arnés de giro de piloto absorbió
la mayor parte del shock que significaba para su cuerpo, pero Artemis y
Mayordomo habían rebotado por todas partes como perlas en un sonajero.
-¿Todos vivos? -Los llamó por
sobre el hombro, y el surtido de gemidos que le respondieron le confirmó la
supervivencia de sus pasajeros, aunque no su supervivencia intacta.
Artemis salió de debajo del
abrazo protector de Mayordomo y revisó las lecturas de la lanzadera. Sangre
caía de un corte de su frente, pero él pareció no notarlo.
-Necesitas encontrar un modo de
salir.
Holly casi ríe. Sacar al Cupido
fuera de allí significaría destruir intencionalmente una instalación entera
de la PES. Ella no solo estaría violando el manual; ella estaría triturando las
páginas, luego mezclándolas con estiércol de trol, cociendo la mezcla, y
lanzando las galletas a una fogata.
-Galletas de estiércol,
-Farfulló, lo que no tenía ningún sentido si no conocías el tren de sus pensamientos.
-Debes de estar haciendo galletas
de estiércol con el manual, -Dijo Artemis, quien, aparentemente, podía
rastrear ese tren de pensamientos, -Pero Opal debe ser detenida por nuestro
bien.
Holly dudó.
Artemis acaudaló su
incertidumbre. -Holly. Estas son circunstancias extraordinarias, -Dijo
con urgencia. -¿Recuerdas la frase de Mayordomo? Caja Asesina. Allí es
donde mis hermanos se encuentran en este momento. En esa caja asesina. Y tú
sabes cuánto sacrificaría Juliet para salvarlos.
Mayordomo se inclinó hacia
adelante, agarrando una empuñadura curva colgante y sacándola de su lugar en el
proceso.
-Piensa tácticamente, -Dijo,
instintivamente sabiendo como agilizar a la capitana mágica. -Necesitamos
proceder asumiendo que nosotros somos la fuerza pequeña parada en medio de Opal
y cualquier forma de dominación mundial que su retorcida mente haya cocinado en
solitario. Y recuerda, ella estaba preparada para sacrificarse a sí misma. Ella
lo predijo. Necesitamos ir ¡Ahora, soldado!
Mayordomo estaba en lo
correcto, y Holly lo sabía.
-Okey, -Dijo, golpeando los
parámetros dentro de la ruta de búsqueda del Cupido. -Tú lo pediste.
Un hada con una chaqueta de
alta visibilidad bajaba volando por el túnel de acceso, sus alas golpeando las
paredes curvas en su prisa. Los golpes de las alas de un hada dañaban los
sensores de sensibilidad bio-sonar que tomaban décadas en sanar, así que el ser
debía de estar en algún peligro considerable para volar tan osadamente.
Holly gimió. -Es Nander Thall.
Señor Por-el-Libro.
Thall era paranoico sobre que
los humanos contaminarían, de algún modo, Refugio en su entrada, o que robarían
algo en su salida, así que insistió en escaneos completos cada vez que el Cupido
atracaba.
-Sólo vamos, -Le urgió
Mayordomo. -No tenemos tiempo para las regulaciones de Thall.
Nander Thall les gritó a través
del megáfono. -Baja el poder Capitana Canija ¿Qué, en nombre de Fronda, piensas
que estás haciendo? Sabía que eras una carta rara, Canija. Lo sabía. Inestable.
-No hay tiempo, -Dijo Artemis.
-No hay tiempo.
Thall flotó a sesenta
centímetros del parabrisas. -Leo el futuro en tus ojos, Canija, y veo caos.
Estamos en un encierro aquí abajo. El escudo ha fallado ¿Entiendes eso? Solo
tomaría algún Fangoso
con
una pala para desenterrar el puerto entero. Todo está en manos de las
protecciones, Canija. Baja el poder. Estoy dándote una orden directa.
Los ojos de Nander Thall se
hincharon en sus cuencas como huevos de gallina, y sus alas golpearon la pared
erráticamente. Ese era un hada nervioso.
-¿Piensas qué si pedimos
permiso nos van a dejar irnos a tiempo? -Dijo Artemis.
Holly lo meditó. El túnel de
acceso se extendía detrás de Thall, los pasajeros se apiñaban nerviosamente en
las piletas de luz emitidas por las balizas de emergencia. La situación sería
lo suficientemente difícil de contener sin llevarla a los niveles de pánico.
La computadora a bordo pitó,
mostrando la ruta de escape óptima en pantalla, y fue el pitido lo que estimuló
Holly.
-Perdón, -Le dijo a Nander
Thall. -tenemos que irnos.
Las alas de Thall golpetearon
con una rapidez nerviosa. -¡No te atrevas a decirme Perdón a mí! Y
ustedes no tienen que irse a ninguna parte.
Pero Holly estaba apenada
y necesitaba irse. Así que se fue. Derecho hacia arriba, hacia el transportador
de equipaje, que generalmente rodaba sobre sus cabezas, las maletas flotando en
un canal de agua inteligente transparente que mostraba la identidad del dueño a
través del Plexiglas. Ahora el canal de transporte estaba estancado, y el
equipaje chocaba entre sí como botes abandonados.
Holly empujó la palanca de
mando con un pulgar, poniendo al Cupido dentro del canal, el cual la
computadora le había asegurado que era lo suficientemente grande como para
acomodar el vehículo. Y así era, con apenas un pulgar de espacio entre el paso
de las ruedas.
Increíblemente, Nander Thall
fue en su persecución. Se balanceó por el canal, su jopo de pelo volaba hacia
atrás como una media al viento, y gritando en su pequeño megáfono.
Holly se encogió de hombros
teatralmente. -No puedo escucharte, -Articuló. -Perdón.
Y dejó al hada maldiciendo en
el túnel de equipaje, que corría en gentiles círculos inclinados hacia la sala
de Arribos.
Holly piloteó el Cupido a
lo largo de las curvas del túnel, guiada por faros mellizos que rebelaban las
paredes de Plexiglas incrustada con miles de circuitos muertos. Obscuras formas
podían ser vistas babeando de las cajas de circuito, arrojando condensadores
humeantes y fusibles.
-Enanos, -Dijo Holly. -Son los
mejores electricistas. No se requieren luces, y un bonus de espacios oscuros.
Además, comen los componentes muertos.
-¿En serio? -Se preguntó
Mayordomo.
-Absolutamente. Mantillo me
aseguró que el cobre es muy higiénico.
Artemis no se metió en la
conversación. Era trivial, y él se encontraba en un modo profundo de
visualización, pintándose cada escenario que enfrentarían al llegar a la
Mansión Fowl, y planeando como emerger de esos escenarios como el vencedor.
En esto, la metodología de
Artemis era similar a la del jugador de ajedrez americano, Bobby Fischer, capaz
de computar cada posible movimiento que su oponente podía hacer, para así poder
contrarrestarlo. El único problema con esta técnica, era que habían algunos
escenarios que Artemis simplemente no podía enfrentar, y estos debían ser
dejados para el final del proceso, haciéndolo defectuoso.
Y entonces planeó, sabiendo que
era probablemente fútil, ya que no sabía la mayoría de las constantes en la
ecuación, por no mencionar las variables.
Una obscura promesa flotó desde
debajo de su lógica.
Si los que amo son heridos,
entonces Opal Koboi deberá pagar.
Artemis trató de desvanecer el
pensamiento, ya que no tenía un uso útil; pero la noción de venganza se negaba
a irse.
Holly solo tenía unas pocas
cientos de horas como piloto registradas en el Cupido, por mucho,
demasiado poco para lo que estaba intentando hacer. Pero entonces, de nuevo, no
habían suficientes horas de piloto en una vida entera para este tipo de manejo.
El Cupido aceleró a lo
largo del canal, sus gruesos neumáticos encajando en el camino de Plexiglas, el
pequeño cohete disfrazado como un tubo de escape, hirviendo una estela de corta
duración en el agua inteligente. Maletas fueron aplastadas bajo sus pisadas o
hechas saltar como morteros a lo largo del vertedor de la cinta, derramando
prendas flotantes, cosméticos, y objetos de contrabando humanos. Los guardias
de seguridad de turno habían tenido el ánimo para confiscar la mayoría de esos
artefactos,
pero nadie nunca pudo figurarse quien había logrado meter una tarjeta recortada
de tamaño real de Gandalf dentro de una valija.
Holly manejó, concentrándose
con los ojos entrecerrados y los dientes apretados. El canal de equipaje los
llevó fuera de la terminal dentro de la roca. Hicieron espirales hacia arriba
por entre los estratos arqueológicos, pasando huesos de dinosaurio y tumbas
Celtas, a través de asentamientos vikingos y paredes normandas, hasta que el Cupido
emergió en una gran sala de equipaje con un techo transparente que se abría
directamente a los elementos, (un supervillano real de James Bond), una guarida
por el tipo de lugar, completado con edificios con arañas metálicas
contoneándose y un sistema de rieles de lanzaderas.
Generalmente, la Ventana del
Cielo estaría camuflada usando proyectores y escudos; pero estas medidas de
seguridad estaban fuera de comisión desde que todas las partes Koboi podrían
haber sido reemplazadas con tecnología que no había explotado. Esa tarde,
magulladas nubes grises Irlandesas erraron a través de los paneles biselados, y
la sala de equipaje era completamente visible desde arriba si cualquier persona
se preocupara en fotografiar los manipuladores de equipaje mágicos o las
carretillas elevadoras con agujeros humeantes en sus carrocerías, como víctimas
de un francotirador.
Holly le preguntó a la
computadora si había otro camino aparte del sugerido. El avatar en la pantalla
le informó, desapasionadamente, que sí la había, pero a cuatrocientos ochenta
kilómetros.
-D’Arvit, -murmuró Holly, decidiendo
que no iba a preocuparse más por las reglas, o el daño a la propiedad. Allí
había una imagen más grande que considerar, y a nadie le gustaba un quejica.
A nadie le gusta un quejica.
Su padre siempre decía eso.
Podía verlo ahora, pasando cada
minuto libre en su precioso jardín, alimentando con algas sus tubérculos bajo
la luz solar sintética.
Tienes que hacer tu parte de
las tareas del hogar, Poppy. Tu madre y yo trabajamos largas horas para
mantener esta familia funcionando. Él
pararía entonces y le acariciaría el mentón. Los Berserkers hicieron el
sacrificio final por las Criaturas hace mucho tiempo. Nadie te pide que vayas
tan lejos pero podrías hacer tus tareas con una sonrisa en tu linda cara. Luego
se pondría rígido, jugando al sargento mayor. Así que ve a por ello, Soldado
Poppy. A nadie le gusta un quejica.
Holly atrapó su reflejo en el
parabrisas. Sus ojos llenos de melancolía. Las hijas siempre habían llevado el
apodo Poppy en su familia. Nadie recordaba porque.
-Holly, -Gritó Artemis. -La
seguridad se está cerrando.
Holly se sacudió la
culpabilidad y revisó el perímetro. Muchos guardias de seguridad estaban
acercándose al Cupido, tratando de engañarla con sus pistolas Neutrino
inútiles, usando la humeante mole de una lanzadera volteada como refugio.
Uno de los guardias descargó un
par de tiros que tintinearon en el guardabarros delantero.
“Un arma casera,” Notó Holly.
“Debe haberla construido él mismo.”
Los disparos tuvieron poco
efecto sobre las placas del Cupido. Pero si el guardia se había tomado
la molestia de improvisar su propia pistola de seguridad, tal vez había pensado
en atornillar un barril penetrante de armaduras.
Como leyendo su mente, el
guardia manoseó su cinturón en busca de un cargador de munición.
“Esa es la diferencia entre tú
y yo,” Pensó Holly. “Yo no manoseo.
Le dio todo el poder a los jets
y envió al Cupido como un cohete por la Ventana del Cielo, dejando a los
guardias de seguridad pretendiendo disparar armas inútiles contra ella, un par
incluso llegaron a hacer ruidos de bang bang, a pesar de que las armas
mágicas no habían hecho bang bang en siglos.
“La Ventana del Cielo es
Plexiglas reforzado,” Pensó Holly. “O se rompe, o el Cupido lo hace.
Probablemente un poco de los dos.”
A pesar de que nunca lo sabría,
su apuesta no merecía la pena. La Ventana del Cielo estaba construida para
soportar el impacto directo de cualquier cosa corta de un arco de bajo
rendimiento nuclear, un hecho que prudentemente había sido anunciado por los
parlantes de la terminal unas cien veces al día, y que Holly se las había
arreglado, de alguna manera, a evitar oír.
Por suerte para la Capitana
Canija y sus pasajeros, y de hecho, para el destino del resto del mundo, su
potencial ignorancia fatal nunca saldría a la luz, ya que Potrillo había
anticipado una situación donde una nave mágica se acercara a toda velocidad a
la Ventana del Cielo, y esta se negara a abrirse. El centauro también adivinó
eso, porque la ley universal de la máxima de desplazamiento de doo-doo
establece que si el anteriormente mencionado doo-doo golpeaba el ventilador,
este estaría en tu mano y apuntaría a alguien importante que podría despedirte,
la Ventana del Cielo probablemente se negaría a abrirse en el tiempo crucial.
Por eso había aparecido con un pequeño organismo de proximidad que
funcionaba
con su propia bio-bateria/corazón, que crecían de las células madre de las alas
de hada apropiadas.
El proceso entero era, a lo
mejor, dudoso, a lo peor, y por eso Potrillo no se había molestado en registrar
una marca azul y simplemente tenía los sensores instalados en sus di-eso. El
resultado era que un grupo de estos escarabajos de proximidad se hundieran a
través de los bordes del panel de la Ventana del Cielo, y si su pequeña antena
detectaba un vehículo pasando demasiado cerca de uno de los paneles, segregaban
un espray de ácido en la ventana y comían rápidamente el panel. La energía
requerida para completar esa fase a tiempo era masiva, y por esto, cuando los
escarabajos terminaban, se enrollaban y morían. Era impresionante; pero,
comparándolo con el hombre de la cabeza que explota, era un truco de una sola
vez.
Cuando los escarabajos
detectaron el ascenso del Cupido, se pusieron en acción como una
compañía de caballería instantánea y devoraron el panel en menos de cuatro
segundos. Cuando su trabajo estuvo hecho, se apagaron y cayeron como pelotas
rodando en el capó del vehículo.
-Eso fue fácil, -Le dijo
Holly a su micrófono, mientras el Cupido pasaba por un agujero de su
tamaño. -Demasiado para la gran Ventana del Cielo de Potrillo.
La ignorancia, como dicen, es
usualmente fatal, pero a veces podía ser buena.
Holly le dio poder al escudo
del Cupido, a pesar de que con cada uno de los satélites humanos fuera
de comisión ella realmente no necesitaba haberse molestado, y puso curso a la
Mansión Fowl.
Lo que nos da unos cinco
minutos antes de que Opal nos tenga exactamente donde nos quiere.
Un pensamiento
menos-que-cómodo, que no expresó en voz alta, pero le bastó una mirada en espejo
retrovisor a la expresión de Mayordomo para ver que el guardaespaldas estaba
pensando más o menos lo mismo.
-Lo sé, -Dijo mirándola a los
ojos -¿Pero qué otra opción tenemos?
Puerto de Lanzaderas de
Tara, Irlanda
Cuando la Capitana Holly Canija
intentó atracar en su puerto asignado, encontró las abrazaderas
electromagnéticas de Tara inoperables y fue forzada a un aterrizaje improvisado
en la puerta de acceso del túnel. Eso era, más o menos, lo que el supervisor
del puerto de Tara escribiría en su reporte de Incidentes Extraordinarios cuando
saliera de rehabilitación, pero la oración no transmitía el gran trauma de la
situación.
Para su entero enfoque, los
instrumentos de Holly le habían asegurado que todo estaba perfectamente bien; y
luego, justo cuando giró la cola del Cupido de Plata para atracar con
las abrazaderas, la computadora de control de vuelo hizo un sonido parecido a
la carne cruda golpeando contra una pared a gran velocidad, luego se apagó,
dejando a Holly sin más remedio que retroceder al túnel de acceso del puerto de
lanzaderas y rezar porque allí no hubiera ningún personal desautorizado.
El metal se arrugó, el
Plexiglas se agrietó, y los cables de fibra óptica se tendieron como caramelo
caliente y se rompieron. La coraza reforzada del Cupido de Plata tomó el
castigo, pero el ornamento del capó salió volando así como su tocayo, siendo
encontrados, tres meses después, por una figura flaca, apenas reconocible, en
el vientre de una máquina de soda.
Holly jaló del freno mientras
llovían chispas, picando en el parabrisas. Su arnés de giro de piloto absorbió
la mayor parte del shock que significaba para su cuerpo, pero Artemis y
Mayordomo habían rebotado por todas partes como perlas en un sonajero.
-¿Todos vivos? -Los llamó por
sobre el hombro, y el surtido de gemidos que le respondieron le confirmó la
supervivencia de sus pasajeros, aunque no su supervivencia intacta.
Artemis salió de debajo del
abrazo protector de Mayordomo y revisó las lecturas de la lanzadera. Sangre
caía de un corte de su frente, pero él pareció no notarlo.
-Necesitas encontrar un modo de
salir.
Holly casi ríe. Sacar al Cupido
fuera de allí significaría destruir intencionalmente una instalación entera
de la PES. Ella no solo estaría violando el manual; ella estaría triturando las
páginas, luego mezclándolas con estiércol de trol, cociendo la mezcla, y
lanzando las galletas a una fogata.
-Galletas de estiércol,
-Farfulló, lo que no tenía ningún sentido si no conocías el tren de sus
pensamientos.
-Debes de estar haciendo galletas
de estiércol con el manual, -Dijo Artemis, quien, aparentemente, podía
rastrear ese tren de pensamientos, -Pero Opal debe ser detenida por nuestro
bien.
Holly dudó.
Artemis
acaudaló su incertidumbre. -Holly. Estas son circunstancias extraordinarias,
-Dijo con urgencia. -¿Recuerdas la frase de Mayordomo? Caja Asesina. Allí
es donde mis hermanos se encuentran en este momento. En esa caja asesina. Y tú
sabes cuánto sacrificaría Juliet para salvarlos.
Mayordomo se inclinó hacia
adelante, agarrando una empuñadura curva colgante y sacándola de su lugar en el
proceso.
-Piensa tácticamente, -Dijo,
instintivamente sabiendo como agilizar a la capitana mágica. -Necesitamos
proceder asumiendo que nosotros somos la fuerza pequeña parada en medio de Opal
y cualquier forma de dominación mundial que su retorcida mente haya cocinado en
solitario. Y recuerda, ella estaba preparada para sacrificarse a sí misma. Ella
lo predijo. Necesitamos ir ¡Ahora, soldado!
Mayordomo estaba en lo correcto,
y Holly lo sabía.
-Okey, -Dijo, golpeando los
parámetros dentro de la ruta de búsqueda del Cupido. -Tú lo pediste.
Un hada con una chaqueta de
alta visibilidad bajaba volando por el túnel de acceso, sus alas golpeando las
paredes curvas en su prisa. Los golpes de las alas de un hada dañaban los
sensores de sensibilidad bio-sonar que tomaban décadas en sanar, así que el ser
debía de estar en algún peligro considerable para volar tan osadamente.
Holly gimió. -Es Nander Thall.
Señor Por-el-Libro.
Thall era paranoico sobre que
los humanos contaminarían, de algún modo, Refugio en su entrada, o que robarían
algo en su salida, así que insistió en escaneos completos cada vez que el Cupido
atracaba.
-Sólo vamos, -Le urgió
Mayordomo. -No tenemos tiempo para las regulaciones de Thall.
Nander Thall les gritó a través
del megáfono. -Baja el poder Capitana Canija ¿Qué, en nombre de Fronda, piensas
que estás haciendo? Sabía que eras una carta rara, Canija. Lo sabía. Inestable.
-No hay tiempo, -Dijo Artemis.
-No hay tiempo.
Thall flotó a sesenta
centímetros del parabrisas. -Leo el futuro en tus ojos, Canija, y veo caos.
Estamos en un encierro aquí abajo. El escudo ha fallado ¿Entiendes eso? Solo
tomaría algún Fangoso con una pala para desenterrar el puerto entero. Todo está
en manos de las protecciones, Canija. Baja el poder. Estoy dándote una orden
directa.
Los ojos de Nander Thall se
hincharon en sus cuencas como huevos de gallina, y sus alas golpearon la pared
erráticamente. Ese era un hada nervioso.
-¿Piensas qué si pedimos
permiso nos van a dejar irnos a tiempo? -Dijo Artemis.
Holly lo meditó. El túnel de
acceso se extendía detrás de Thall, los pasajeros se apiñaban nerviosamente en
las piletas de luz emitidas por las balizas de emergencia. La situación sería
lo suficientemente difícil de contener sin llevarla a los niveles de pánico.
La computadora a bordo pitó,
mostrando la ruta de escape óptima en pantalla, y fue el pitido lo que estimuló
Holly.
-Perdón, -Le dijo a Nander
Thall. -tenemos que irnos.
Las alas de Thall golpetearon
con una rapidez nerviosa. -¡No te atrevas a decirme Perdón a mí! Y
ustedes no tienen que irse a ninguna parte.
Pero Holly estaba apenada
y necesitaba irse. Así que se fue. Derecho hacia arriba, hacia el transportador
de equipaje, que generalmente rodaba sobre sus cabezas, las maletas flotando en
un canal de agua inteligente transparente que mostraba la identidad del dueño a
través del Plexiglas. Ahora el canal de transporte estaba estancado, y el
equipaje chocaba entre sí como botes abandonados.
Holly empujó la palanca de
mando con un pulgar, poniendo al Cupido dentro del canal, el cual la
computadora le había asegurado que era lo suficientemente grande como para
acomodar el vehículo. Y así era, con apenas un pulgar de espacio entre el paso
de las ruedas.
Increíblemente, Nander Thall
fue en su persecución. Se balanceó por el canal, su jopo de pelo volaba hacia
atrás como una media al viento, y gritando en su pequeño megáfono.
Holly se encogió de hombros
teatralmente. -No puedo escucharte, -Articuló. -Perdón.
Y dejó al hada maldiciendo en
el túnel de equipaje, que corría en gentiles círculos inclinados hacia la sala
de Arribos.
Holly piloteó el Cupido a
lo largo de las curvas del túnel, guiada por faros mellizos que rebelaban las paredes
de Plexiglas incrustada con miles de circuitos muertos. Obscuras formas podían
ser vistas babeando de las cajas de circuito, arrojando condensadores humeantes
y fusibles.
-Enanos, -Dijo Holly. -Son los
mejores electricistas. No se requieren luces, y un bonus de espacios oscuros.
Además, comen los componentes muertos.
-¿En
serio? -Se preguntó Mayordomo.
-Absolutamente. Mantillo me
aseguró que el cobre es muy higiénico.
Artemis no se metió en la
conversación. Era trivial, y él se encontraba en un modo profundo de
visualización, pintándose cada escenario que enfrentarían al llegar a la
Mansión Fowl, y planeando como emerger de esos escenarios como el vencedor.
En esto, la metodología de
Artemis era similar a la del jugador de ajedrez americano, Bobby Fischer, capaz
de computar cada posible movimiento que su oponente podía hacer, para así poder
contrarrestarlo. El único problema con esta técnica, era que habían algunos
escenarios que Artemis simplemente no podía enfrentar, y estos debían ser dejados
para el final del proceso, haciéndolo defectuoso.
Y entonces planeó, sabiendo que
era probablemente fútil, ya que no sabía la mayoría de las constantes en la
ecuación, por no mencionar las variables.
Una obscura promesa flotó desde
debajo de su lógica.
Si los que amo son heridos,
entonces Opal Koboi deberá pagar.
Artemis trató de desvanecer el
pensamiento, ya que no tenía un uso útil; pero la noción de venganza se negaba
a irse.
Holly solo tenía unas pocas
cientos de horas como piloto registradas en el Cupido, por mucho,
demasiado poco para lo que estaba intentando hacer. Pero entonces, de nuevo, no
habían suficientes horas de piloto en una vida entera para este tipo de manejo.
El Cupido aceleró a lo
largo del canal, sus gruesos neumáticos encajando en el camino de Plexiglas, el
pequeño cohete disfrazado como un tubo de escape, hirviendo una estela de corta
duración en el agua inteligente. Maletas fueron aplastadas bajo sus pisadas o
hechas saltar como morteros a lo largo del vertedor de la cinta, derramando
prendas flotantes, cosméticos, y objetos de contrabando humanos. Los guardias
de seguridad de turno habían tenido el ánimo para confiscar la mayoría de esos
artefactos, pero nadie nunca pudo figurarse quien había logrado meter una
tarjeta recortada de tamaño real de Gandalf dentro de una valija.
Holly manejó, concentrándose
con los ojos entrecerrados y los dientes apretados. El canal de equipaje los
llevó fuera de la terminal dentro de la roca. Hicieron espirales hacia arriba
por entre los estratos arqueológicos, pasando huesos de dinosaurio y tumbas
Celtas, a través de asentamientos vikingos y paredes normandas, hasta que el Cupido
emergió en una gran sala de equipaje con un techo transparente que se abría
directamente a los elementos, (un supervillano real de James Bond), una guarida
por el tipo de lugar, completado con edificios con arañas metálicas
contoneándose y un sistema de rieles de lanzaderas.
Generalmente, la Ventana del
Cielo estaría camuflada usando proyectores y escudos; pero estas medidas de
seguridad estaban fuera de comisión desde que todas las partes Koboi podrían
haber sido reemplazadas con tecnología que no había explotado. Esa tarde,
magulladas nubes grises Irlandesas erraron a través de los paneles biselados, y
la sala de equipaje era completamente visible desde arriba si cualquier persona
se preocupara en fotografiar los manipuladores de equipaje mágicos o las
carretillas elevadoras con agujeros humeantes en sus carrocerías, como víctimas
de un francotirador.
Holly le preguntó a la
computadora si había otro camino aparte del sugerido. El avatar en la pantalla
le informó, desapasionadamente, que sí la había, pero a cuatrocientos ochenta
kilómetros.
-D’Arvit, -murmuró Holly,
decidiendo que no iba a preocuparse más por las reglas, o el daño a la
propiedad. Allí había una imagen más grande que considerar, y a nadie le
gustaba un quejica.
A nadie le gusta un quejica.
Su padre siempre decía eso.
Podía verlo ahora, pasando cada
minuto libre en su precioso jardín, alimentando con algas sus tubérculos bajo
la luz solar sintética.
Tienes que hacer tu parte de
las tareas del hogar, Poppy. Tu madre y yo trabajamos largas horas para
mantener esta familia funcionando. Él
pararía entonces y le acariciaría el mentón. Los Berserkers hicieron el
sacrificio final por las Criaturas hace mucho tiempo. Nadie te pide que vayas
tan lejos pero podrías hacer tus tareas con una sonrisa en tu linda cara. Luego
se pondría rígido, jugando al sargento mayor. Así que ve a por ello, Soldado
Poppy. A nadie le gusta un quejica.
Holly atrapó su reflejo en el
parabrisas. Sus ojos llenos de melancolía. Las hijas siempre habían llevado el
apodo Poppy en su familia. Nadie recordaba porque.
-Holly, -Gritó Artemis. -La
seguridad se está cerrando.
Holly
se sacudió la culpabilidad y revisó el perímetro. Muchos guardias de seguridad
estaban acercándose al Cupido, tratando de engañarla con sus pistolas
Neutrino inútiles, usando la humeante mole de una lanzadera volteada como
refugio.
Uno de los guardias descargó un
par de tiros que tintinearon en el guardabarros delantero.
“Un arma casera,” Notó Holly.
“Debe haberla construido él mismo.”
Los disparos tuvieron poco
efecto sobre las placas del Cupido. Pero si el guardia se había tomado
la molestia de improvisar su propia pistola de seguridad, tal vez había pensado
en atornillar un barril penetrante de armaduras.
Como leyendo su mente, el
guardia manoseó su cinturón en busca de un cargador de munición.
“Esa es la diferencia entre tú
y yo,” Pensó Holly. “Yo no manoseo.”
Le dio todo el poder a los jets
y envió al Cupido como un cohete por la Ventana del Cielo, dejando a los
guardias de seguridad pretendiendo disparar armas inútiles contra ella, un par
incluso llegaron a hacer ruidos de bang bang, a pesar de que las armas
mágicas no habían hecho bang bang en siglos.
“La Ventana del Cielo es
Plexiglas reforzado,” Pensó Holly. “O se rompe, o el Cupido lo hace.
Probablemente un poco de los dos.”
A pesar de que nunca lo sabría,
su apuesta no merecía la pena. La Ventana del Cielo estaba construida para
soportar el impacto directo de cualquier cosa corta de un arco de bajo
rendimiento nuclear, un hecho que prudentemente había sido anunciado por los
parlantes de la terminal unas cien veces al día, y que Holly se las había arreglado,
de alguna manera, a evitar oír.
Por suerte para la Capitana
Canija y sus pasajeros, y de hecho, para el destino del resto del mundo, su
potencial ignorancia fatal nunca saldría a la luz, ya que Potrillo había
anticipado una situación donde una nave mágica se acercara a toda velocidad a
la Ventana del Cielo, y esta se negara a abrirse. El centauro también adivinó
eso, porque la ley universal de la máxima de desplazamiento de doo-doo
establece que si el anteriormente mencionado doo-doo golpeaba el ventilador,
este estaría en tu mano y apuntaría a alguien importante que podría despedirte,
la Ventana del Cielo probablemente se negaría a abrirse en el tiempo crucial.
Por eso había aparecido con un pequeño organismo de proximidad que funcionaba
con su propia bio-bateria/corazón, que crecían de las células madre de las alas
de hada apropiadas.
El proceso entero era, a lo
mejor, dudoso, a lo peor, y por eso Potrillo no se había molestado en registrar
una marca azul y simplemente tenía los sensores instalados en sus di-eso. El
resultado era que un grupo de estos escarabajos de proximidad se hundieran a
través de los bordes del panel de la Ventana del Cielo, y si su pequeña antena
detectaba un vehículo pasando demasiado cerca de uno de los paneles, segregaban
un espray de ácido en la ventana y comían rápidamente el panel. La energía
requerida para completar esa fase a tiempo era masiva, y por esto, cuando los
escarabajos terminaban, se enrollaban y morían. Era impresionante; pero,
comparándolo con el hombre de la cabeza que explota, era un truco de una sola
vez.
Cuando los escarabajos
detectaron el ascenso del Cupido, se pusieron en acción como una
compañía de caballería instantánea y devoraron el panel en menos de cuatro
segundos. Cuando su trabajo estuvo hecho, se apagaron y cayeron como pelotas
rodando en el capó del vehículo.
-Eso fue fácil, -Le dijo
Holly a su micrófono, mientras el Cupido pasaba por un agujero de su
tamaño. -Demasiado para la gran Ventana del Cielo de Potrillo.
La ignorancia, como dicen, es
usualmente fatal, pero a veces podía ser buena.
Holly le dio poder al escudo
del Cupido, a pesar de que con cada uno de los satélites humanos fuera
de comisión ella realmente no necesitaba haberse molestado, y puso curso a la
Mansión Fowl.
Lo que nos da unos cinco
minutos antes de que Opal nos tenga exactamente donde nos quiere.
Un pensamiento
menos-que-cómodo, que no expresó en voz alta, pero le bastó una mirada en
espejo retrovisor a la expresión de Mayordomo para ver que el guardaespaldas
estaba pensando más o menos lo mismo.
-Lo sé, -Dijo mirándola a los
ojos -¿Pero qué otra opción tenemos?
Espacio aéreo Irlandés
Opal no podía voltear su cara
del sello porque había puesto todo su poder en la tarea. Ella era la llave, y
los dos estaban emparentados. Su colisión era tan inevitable como el paso del
tiempo. Opal sintió la piel de su cara extenderse hacia el candado, y sus
brazos fueron tirados hasta que las articulaciones crujieron.
“El
hechicero enano era, de hecho, muy poderoso,” pensó. “Incluso después de todo
este tiempo, su magia aún persiste.”
Su trayectoria la llevó en un
arco regular a la superficie del Atlántico y a través del cielo hacia Irlanda.
Descendió como una bola de fuego en una honda al Estado Fowl, sin tiempo para preguntarse,
preocuparse, o para el caso deleitarse, con la inminente prueba de su teoría.
“Levantare a la muerte,” Había
pensado regularmente en su celda. “Ni siquiera Potrillo puede jactarse de eso.”
Opal golpeó el Estado Fowl como
un cometa a la Tierra, directamente en la protuberancia desgastada de la torre
de Martello, con sus reptantes plantas alienígenas. Como un perro tras su
hueso, su corona de magia destruyó la torre y limpió el cráter por sí misma,
haciendo espirales seis metros hacia abajo, pasando siglos de depósitos,
revelando otra torre más ancestral debajo. La magia resoplando fuera del techo
cerrado, distribuyéndose sobre él como brillantes hombres-de-guerra.
Opal yació boca abajo,
flotando, mirando en sueños los eventos desplegarse. Vio sus dedos aplastarse y
contraerse, con corrientes de chispas saliendo disparadas de las puntas. Vio el
hechizo de camuflaje despojado de lo que parecía ser una simple piedra de
metamorfosis, revelando una torre de piedra áspera con complicados grabados en
la superficie. El ectoplasma mágico se hundió dentro de las runas grabadas,
electrizándolas, enviando riachuelos hirvientes cursando por las ranuras.
“Ábrete ante mí,” pensó Opal, aunque esta era una de las
interpretaciones de los patrones de su cerebro. Otra interpretación podría
haber sido Aaaaaaargghhhhhh.
Las runas del sello abundaron
de magia, volviéndose animadas, deslizándose como serpientes en arenas
calientes, mordiéndose unas a otras, las gruesas tragando a las líneas de poca
magia, hasta que solo quedo una simple copla en Gnómico:
Here be the lock first of two
See it open and live to rue
(Aquí está el primer candado
de dos
Velo abierto y vive para
lamentarlo)
Opal tenía la suficiente
consciencia para sonreír dentro de su capullo. Poesía mágica medieval.
Típicamente despuntada. Mala gramática, rima obvia, y melodrama saliendo de sus
orejas metafóricas.
“Debo verlo abierto,” Pensó. “Y
Artemis Fowl vivirá para lamentarse. Pero no por mucho.”
Opal se reunió a sí misma, y
alojó su mano derecha plana sobre la roca, sus dedos se extendieron, la magia
nublando sus puntas. La mano penetró como luz solar en la penumbra, las grietas
radiando por el contacto.
“Levántense,” pensó.
“Levántense, mis bellos guerreros.”
Los Berserkers fueron
expulsados del suelo bandito hacia el aire como el disparo de un canon. El
tirón de la otra vida disminuyó, y los guerreros se sintieron libres para
completar su misión. La próxima muerte, sabían, sería su última, y finalmente
las puertas a Nimh se abrirían ante ellos. Eso había sido lo prometido; lo
anhelaban. Es cierto que, aunque la vida se acabara, las almas están hechas
para el paraíso y no descansarán hasta alcanzarlo. Esto era algo desconocido
para el hechicero enano que había forjado la llave y sello. No sabía que había
condenado a sus guerreros a diez mil años con sus caras ocultas de la luz. Y
esconderse de ella por mucho tiempo podía costarle a una persona el alma.
Pero ahora, todas las promesas
que habían sido susurradas en sus orejas moribundas, mientras los curas
arrastraban sus pesados y cojos cuerpos a las trincheras, estaban al borde de
ser completadas. Todo lo que tenían que hacer era defender el sello con sus
cuerpos robados, y su próxima puerta les abriría la entrada al paraíso. Los
Berserkers podrían irse a casa.
Pero no antes de que la sangre
humana haya sido derramada.
La tierra chisporroteó y bailó
mientras el ectoplasma de cien guerreros mágicos se abrió paso a través él.
Surgieron hacia arriba, impacientes por la luz. Fueron atraídos inexorablemente
por la llave que yacía sobre el sello de roca, y pasaron por el conducto de su
magia uno por uno.
Oro fue primero.
“Es un duende,” notó no sin
poca sorpresa, ya que los duendes eran conocidos por su falta de habilidad
mágica “¡Y una fémina! Pero, con todo ello, la magia de esta era poderosa.”
Mientras cada guerrero pasó por
el ser de Opal, ella sintió su dolor y desesperación, y absorbió sus
experiencias antes de expulsarlos hacia el mundo con un comando.
Obedézcanme. Ahora son mis
soldados.
Y
así estaban Oro y su banda de Berserkers ubicados debajo del geasa, o
conexión mágica, para seguir a Opal a donde sea que ella ordene. Se desparramaron
por el cielo, buscando un cuerpo para habitar dentro del círculo mágico.
Como el líder, Oro tenía
derecho a la primera elección de las cifras disponibles, y lo tuvo; como muchos
de sus guerreros, pasó muchas miles de horas considerando que criatura sería el
huésped ideal para sus talentos. Idealmente, elegiría un elfo con un poco de
músculo y un brazo largo para esgrima; pero era inusual que un espécimen tan
fino estuviera fácilmente disponible, e incluso si lo estuviera, sería una
vergüenza tomar un elfo y reemplazarlo con otro. Recientemente, Oro había
colocado a un trol como su vehículo de elección, si llegara a pasar que hubiera
uno merodeando por allí.
Imagínenlo. Un trol con la
mente de un elfo ¡Qué guerrero más formidable sería!
Pero allí no habían trols, y el
único ser mágico disponible era un gnomo endeble con runas de protección
cruzando su pecho. No podía poseer ese.
Habían humanos, tres de las
criaturas odiadas. Dos hombres y una mujer. Le dejaría la mujer a Bellico, una
de las dos hadas femeninas en su categoría. Así que eso dejaba a los hombres.
El alma de Oro hizo círculos
sobre los chicos. Dos curiosos pequeños individuos humanos, que no mostraban la
impresión que la situación parecía llamar. Su mundo se había disuelto a un
vórtice de magia, por el amor de Danu ¿No deberían estar temblando en sus
botas, burbujeando por la nariz, y rogando por una piedad que no vendría?
Pero no, sus reacciones eran
sorprendentes. El niño pelinegro se había movido rápidamente hacia la chica
caída para comprobar expertamente su pulso. El segundo, uno rubio, había
arrancado una mata de juncos con una fuerza sorprendente para su tamaño, e
incluso estaba acosando al estúpido gnomo, obligándolo a retroceder hacia una
zanja.
“Ese me interesa,” Pensó Oro.
“Es joven y pequeño, pero su cuerpo desprende poder. Lo obtendré.”
Y era tan simple como eso. Oro
lo pensó, y entonces se volvió una obra. Un segundo estaba flotando sobre
Beckett Fowl, y al siguiente se había convertido él y estaba superando al gnomo
con un puñado de cañas alargadas.
Oro rió en voz alta mientras
los sentidos asaltaban sus terminales nerviosas. Sintió el sudor en las puntas
de sus dedos, la suavidad brillante de las cañas. Olió al niño, su joven
energía, como a heno y verano. Sintió un corazón lleno de juventud latir como
una batería en su pecho.
-¡Ja! -Dijo exultante, y
continuó apaleando al gnomo por pura diversión, pensando: “El sol es cálido,
alabado sea Belenos. Vivo una vez más, pero moriré orgulloso este día por ver
humanos en el suelo junto a mí.”
Porque es cierto que los
guerreros mágicos resucitados poseen patrones de pensamiento simples y no
tienen mucho en el camino del sentido del humor.
-Suficiente de este juego,
-Dijo en Gnomico, y su lengua humana manejaron las palabras para que sonaran
como un discurso de gruñidos animales. -Debemos reunirnos.
Oro miró los cielos, donde sus
guerreros plasmáticos se derramaban sobre él como una serie de criaturas
transparentes de aguas profundas. -Esto es lo que hemos estado esperando, -Los
llamó -Encuentren un cuerpo dentro del círculo.
Y se dispersaron en un destello
de ozono, recorriendo el Estado Fowl por cuerpos que se convertirían en sus
huéspedes.
Los primeros en ser tomados
fueron los humanos que estaban cerca.
Era un día pobre para cazar por
cifras en la finca de los Fowl. En un fin de semana promedio, la mansión
hubiera alojado a, prácticamente, una multitud. Y presidiendo de todo estarían
Artemis Padre y Angeline Fowl, amo y ama de la mansión. Pero en este fatídico
día, la casa estaba prácticamente cerrada por la cercanía de las vacaciones
navideñas. Los padres de Artemis estaban en Londres, atendiendo una
eco-conferencia, con un asistente personal y dos criadas de remolque. El resto
del personal se había ido temprano, con solo la ocasional visita vacacional
para mantener la mansión funcionando. Los padres Fowl habían planeado recoger a
su hijo en la pista en el Aeropuerto de Dublín una vez que Artemis haya
concluido su terapia, y luego apuntar la nariz cónica compuesta del Jet Verde
hacia Cap Ferrat para pasar la Navidad en Côte d’Azur.
Hoy, nadie estaba en casa a
excepción de Juliet y sus encargados. Ni una pepita de humanidad para meterse
dentro, había mucha frustración en las almas circulantes que habían estado
soñando por este momento por un muy largo tiempo. Así que las opciones estaban
limitadas a una variada fauna, incluyendo ocho cuervos, dos ciervos, un tejón,
y una pareja de pontiers ingleses de caza que Artemis
Padre
mantenía en los establos, y cadáveres con algunas chispas en ellos, más
abundantes de lo que debes creer. Los cuerpos estaban lejos de ser los
huéspedes ideales, ya que el decaimiento y la desecación hacían que el
pensamiento rápido y los movimientos motrices fueran dificultosos. También,
algunas partes podían caerse cuando más las necesitaras.
Los primeros cuerpos donde
fueron estaban bastante bien preservados para su edad. Artemis Padre tenía, de
sus años de gánster, una colección robada de guerreros chinos momificados, a la
que todavía le tenía que encontrar una manera segura de repatriar, y por eso
estaba almacenada en un sótano secreto sellado en seco. Los guerreros estaban
más que sorprendidos por encontrar su material cerebral reanimada y
rehidratada, y su consciencia controlada por guerreros aún más antiguos que
ellos. Salieron a la acción en armaduras oxidadas y rompieron el vidrio de
muchas vitrinas para reclamar sus espadas y lanzas astadas, con puntas de acero
pulidas hasta un brillo mortal por un pastor amoroso. La puerta del sótano
cedió rápidamente bajo su asalto, y las momias atravesaron el gran salón de la
mansión hacia la luz del sol, pausando un momento para sentir su toque cálido
en las cejas alzadas antes de avanzar por el pasto hacia su líder, forzándose a
sí mismos a apurarse a pesar de sus sentidos recién despertados, que rogaban
parar y oler cualquier planta viva. Incluso las pilas de composta.
Los siguientes cuerpos en ser
reanimados fueron aquellos de un grupo de chicos ruidosos que habían sido
enterrados en un derrumbe en una cueva durante el siglo dieciocho, mientras
enterraban lo saqueado del tesoro valioso de un galeón, que habían transferido
desde el incorrupto casco del Octágono HMS a su propio bergantín*, El
Chafarote. El temido pirata, Capitán Eusebius Fowl, y diez de su ligeramente
menos temida tripulación no habían sido aplastados por la roca sino sellados en
una burbuja hermética que no admitía siquiera el silbido de un pájaro para que
sus pulmones chuparan.
Los cuerpos piratas se
sacudieron como si estuvieran electrocutados, se sacaron los mantos de algas, y
se exprimieron por un reciente agujero erosionado en las paredes de su tumba,
sin hacerle caso a las articulaciones desaparecidas y las costillas faltantes
que el viaje les había costado.
Aparte de este grupo, habían diversos
cadáveres encontrados fuera de su lugar de descanso para convertirse en
cómplices de la última lucha por poder de Opal Koboi. El espíritu ya había
pasado de algunos, pero a aquellos que habían muerto violentamente o con una
tarea sin terminar, les quedaba un fantasma de su esencia, que no podía hacer
más que lamentar el maltrato acumulado en sus cuerpos por los Berserkers.
Opal Koboi presionó la roca
ancestral, y las runas se deslizaron como fieras serpientes para asentarse una
vez más, congregándose al rededor de la huella de la mano de Opal en el centro
de la llave mágica.
“La primer cerradura ha sido
abierta,” Pensó, sus sentidos retornando en olas nauseabundas. “Solo yo puedo
cerrarlo ahora.”
El gnomo antes referido como
Pip, pero cuyo nombre real era Gotter Dammerung, cojeó hacia el cráter, trepó
los antiguos escalones de la torre, y envolvió un manto brillante al rededor de
los hombros de Opal.
-Manto estrellado, señorita
Opal, -Dijo. -Como lo requirió.
Opal acarició el material y
estuvo satisfecha. Encontró que aún había magia suficiente en las puntas de sus
dedos para calcular la cantidad de hilos.
-Bien hecho, Gunter.
-Es Gotter, señorita Koboi,
-Corrigió el gnomo valientemente.
Los dedos acariciantes de Opal
se congelaron, luego agarró un puñado de su capa de seda tan fuerte que salió
humo. -Sí, Gotter ¿Le disparaste a mi yo más joven?
Gotter se enderezó. -Sí,
señorita, como ordenó. Le di un lindo entierro, como dijo en el código.
A Opal se le ocurrió que ese hada
sería un recordatorio constante del sacrificio de su yo más joven por poder.
-Es verdad que les ordené matar
a la Opal joven, pero ella estaba aterrorizada, Gotter. Lo sentí.
Gotter estaba perplejo. Ese día
no estaba transcurriendo como el gnomo había imaginado. Él había nutrido
imágenes de guerreros enanos pintados, con trenzas de huesos picudos flotando
tras ellos, pero en su lugar estaba rodeado de niños humanos y vida silvestre
agitada.
-No me gustan esos conejos,
-Espetó, probablemente la desestimación más monumentalmente ilógica de su vida.
-Se ven raros. Mira sus orejas vibrantes.
Opal sintió que una persona con
su importancia no debería lidiar con comentarios como ese, y por eso vaporizó
al pobre Gotter con un disparo de poder plasmático, dejando nada más del fiel
gnomo que una
mancha
negruzca de pasto quemado en el suelo. Un mal uso del plasma, como se vio
después, porque Opal ciertamente podría haber usado un momento para cargar por
completo un segundo rayo para lidiar con la lanzadera blindada que había
aparecido de repente sobre el muro de la frontera. Aunque era verdad que tenía
un escudo; pero Opal tenía suficiente magia negra como para ver el corazón del
resplandor antes que ella. Reaccionó un poco precipitadamente y envió un débil
rayo a toda velocidad por la izquierda, pudiendo solo sujetar la carcasa del
motor y no dañando a la nave entera. La magia errante voló libre por el viento,
golpeando un torreón de la pared de la finca antes de colapsar en petardos que
salieron zumbando hacia el cielo.
*Bergantín: Buque de dos palos
y velas cuadradas
A pesar de que el Cupido fue
apenas golpeado, el contacto fue suficiente como para fundir el motor de
cohete, desactivar las armas y enviarlas en picada dentro del centro de la
tierra, algo que ni el mejor piloto hubiera podido suavizar.
“Más cuerpos para mis
soldados,” Pensó Opal, acomodando la capa estrellada a su alrededor y saltando
ágilmente hacia abajo los escalones de la torre. Trepó la pared del cráter y
siguió el surco abierto a través de la pradera por la mortalmente dañada
lanzadera. Sus guerreros estaban cerca detrás suyo, todavía medio drogados por
las nuevas sensaciones, tambaleándose en sus nuevos cuerpos, tratando de formar
palabras en sus gargantas no familiarizadas.
Opal miró hacia arriba y vio
tres almas yendo hacia la nave humeante, que había llegado a un extraño
descanso aglomerado dentro del sotavento del límite de una pared.
-Tómenlos, -Llamó a los
Berserkers. -Mi regalo para ustedes.
En este punto, casi todos los
Berserkers se habían acomodado y estaban estirando los tendones con gran gusto,
o raspando la tierra debajo de sus patas, u oliendo el almizcle de la noche.
Todos se habían proveído ya de huéspedes, a excepción de estas tres almas
rezagadas que se habían resignado a pasar la resurrección, apretados y
humillados dentro del cuerpo de patitos, cuando estos nuevos huéspedes llegaron
dentro del círculo.
Dos humanos y un hada. Los
espíritus de los Berserkers se elevaron. Literalmente.
Dentro del Cupido, fue
Holly quien había salido mejor del choque, a pesar de ser la más cercana al
impacto. Haber salido mejor, de todos modos, era un término relativo, y
probablemente no el que Holly hubiera escogido para describir su condición.
Fui la que mejor salí, hubiera probablemente tratado de decir a la primera
oportunidad. Solo tuve un pulmón perforado y la clavícula fracturada.
Deberías haber visto al resto.
Por suerte para Holly, sus
amigos ausentes una vez más contribuyeron en no estar muertos. Justo como los
bio-sensores de la Ventana del Cielo de Potrillo evitaron una colisión
calamitosa en el puerto de lanzaderas, su querido amigo, el hechicero Nº1, la
había salvado con su propia marca de magia demoníaca.
¿Y cómo lo había hecho? Había
pasado dos días antes en su café sintético seminal en Stirbox, una empresa a de
java a la moda en el Barrio de Jazz. Nº1 había estado más hiperactivo de lo
usual, debido al expreso doble que cursaba a través de su escuálido cuerpo
gris. Las runas en relieve del marco de su armadura enchapada brillaban con un
exceso de energía.
-Se supone que no debo tomar
café sintético, -Confesó. -Qwan dice que disturba mi chi. -El pequeño demonio
le guiñó un ojo, momentáneamente ocultando un ojo naranja. -Podría haberle
dicho que los demonios no tenemos chi, sino qwa, pero no creo que esté
listo para eso aún.
Qwan era el maestro mágico de
Nº1, y tanto afecto le tenía el pequeño demonio a su maestro que pretendía no
haberlo superado años atrás.
-Y el café es genial para el qwa.
Lo hace silbar bien derecho. Probablemente podría convertir una jirafa en un
sapo si quisiera. A pesar de que habría mucho exceso de piel sobrante. Más que
nada piel del cuello.
-Esa es una idea perturbarte,
-Dijo Holly. -Si quieres hacer algún tipo de magia relativa a los anfibios, ¿Por
qué no haces algo sobre los sapos groseros?
Los sapos groseros eran el
resultado de una broma escolar en la que un grupo de postgrado había podido
imbuir una cepa de sapos con el poder de la palabra. Malas palabras únicamente.
Había sido gracioso por unos cinco minutos, hasta que empezaron a multiplicarse
a un ritmo feroz, escupiendo epítetos sucios a cualquier cosa que se moviera,
incluyendo niños mágicos y abuelas.
Nº1
rió suavemente. -Me gustan los sapos groseros, -Dijo. -Tengo dos en casa
llamados Bleep y D’Arvit. Son muy rudos conmigo, pero sé que no quieren
hacerlo. -El pequeño demonio tomó otro sorbo de su café. -Así que hablemos de
tu problema mágico, Holly.
-¿Qué problema mágico?
-Preguntó la elfa, genuinamente perpleja.
-Veo la magia como otro color
en el espectro, y estás desprendiendo magia como fugas de queso de pantano
apestoso.
Holly miró sus propias manos,
como si la evidencia fuera visible. -¿Lo estoy?
-Tu esqueleto es la bacteria
que guarda la magia, pero el tuyo ha sido abusado una vez demasiado ¿Cuántas
curaciones has sufrido? ¿Cuántos traumas?
-Uno o dos, -Admitió Holly,
refiriéndose a nueve o diez.
-Uno o dos este ciclo,
-Se mofó Nº1. -No me mientas, Holly Canija. Tu actividad electro-dérmica
incrementó significativamente. Eso significa que las yemas de tus dedos están
sudando. Puedo ver eso también. -el pequeño demonio gris se encogió de hombros
-En realidad, a veces veo cosas que no tengo deseos de ver. Un duende vino a mi
oficina el otro día, y tenía un montón de larvas microscópicas aro-gusano
retorciéndose en su axila ¿Qué está mal con la gente?
Holly no respondió. Era mejor
dejar a Nº1 despotricar las cosas fuera de su sistema.
-Y veo que has estado donando
una chispa o dos de tu magia al clon de Opal en la clínica, tratando de hacerla
sentir un poco más cómoda. Estás perdiendo tú tiempo, Holly. Esta criatura no
tiene un espíritu; la magia no sirve.
-Estas mal, Nº1, -Dijo Holly
despacio. -Nopal es una persona.
Nº1 tendió sus ásperas palmas.
-Dame tus manos, -Dijo.
Holly puso sus dedos en los de
él. -¿Vamos a cantar salomas*?
-No, -replicó Nº1. -Pero esto
puede doler un poco.
Esto puede doler un poco es el código universal para esto definitivamente
dolerá mucho, pero antes de que el cerebro de Holly pudiera traducir esto,
la runa en la frente de Nº1 se espiraló, algo que solo hacía cuando estaba
necesitando un desplazamiento de poder mayor. Se las arregló para decir,
-Espera un… -Antes de sentir como dos anguilas eléctricas se enrollaron
alrededor de sus brazos, deslizándose hacia arriba y hundiéndose en su pecho.
No era una experiencia placentera.
Holly perdió el control de sus
miembros, con espasmos recorriéndole el cuerpo como una marioneta al final de
las cuerdas sonrientes de un titiritero. El episodio no duró más de cinco
segundos, pero cinco segundos de agudo disconfort pueden parecer un largo
tiempo.
Holly tosió humo y habló una
vez que su mandíbula dejó de temblar. -Supongo que tienes que hacerlo en una
tienda de café.
-Pensé que no nos veríamos por
un tiempo, y me preocupo por ti. Eres tan temeraria, Holly. Tan ansiosa por
ayudar a cualquiera excepto a ti misma.
Holly flexionó los dedos, y era
como si sus articulaciones hubieran sido aceitadas
-Wow, me siento genial ahora
que el dolor cegador paró. -De repente, registró el resto de las palabras de su
amigo. -¿Y por qué no nos veremos por un tiempo?
Nº1 se veía de repente serio.
-Acepté una invitación a la Estación Espacial. Quieren que observe algunos
microorganismos y vea si puedo extraer memoria de carrera de sus células.
-Ajá, -Dijo Holly, entendiendo
todo de la primera oración pero nada de la segunda, más que las palabras
individuales. -¿Por cuánto tiempo te irás?
-Dos de sus años terrestres.
-Dos años, -Balbuceó Holly.
-Vamos, Nº1. Eres mi último amigo soltero. Potrillo se casó. Camorra Kelp está
colado por Lily Frond, a pesar de que no sé lo que le ve a esa cabeza hueca.
-Ella es linda y cuida de él,
pero aparte de eso no tengo idea, -Dijo Nº1 maliciosamente.
-Descubrirá cómo es Fronda
realmente cuando lo bote por alguien mayor.
Nº1 pensó que sería diplomático
no mencionar las tres citas desastrosas de Holly con el Comandante Kelp, la
última terminó con ambos siendo echados de un partido de crunchball.
-Siempre está Artemis.
Holly asintió. -Sí. Artemis es
un buen chico, supongo; pero siempre que nos reunimos, termina en disparos, o
viaje en el tiempo, o células cerebrales muriendo. Quiero un amigo tranquilo,
Nº1. Como tú.
Nº1 tomó su mano nuevamente.
-Dos años pasarán volando. Quizás obtengas un pase lunar y vengas a visitarme.
-Tal vez. Ahora, suficiente
cambio de tema ¿Qué me acabas de hacer?
Nº1
se aclaró la garganta. -Bien, te di una reconstrucción total mágica. Tus huesos
son menos frágiles, tus articulaciones están lubricadas. Reforcé tu sistema
inmunológico, y limpié tus sinapsis, que estaban atascándose un poco con
residuos mágicos. Llené tu tanque con mi marca personal de poder, hice tu
cabello un poco más lustroso de lo que ya es, y reforcé tu runa de protección
así nunca serás poseída de nuevo. Quiero que estés bien y a salvo hasta que
vuelva.
Holly apretó los dedos de su
amigo. -No te preocupes por mí. Operaciones de rutina solamente.
“Operaciones de rutina
solamente,” Pensaba Holly ahora, confundida por el impacto y también por la
magia cruzando su sistema, reparando su clavícula fracturada y cosiendo el
enrejado de cortes en su piel.
A la magia le hubiera gustado
dormirla para las reparaciones, pero Holly no podía permitirse eso. Pateó el
paquete de primeros auxilios de su cavidad en su cinturón y golpeó un parche de
adrenalina contra su muñeca, cientos de finas agujas liberaron el químico en
sus venas. Una dosis de adrenalina la mantendría alerta mientras dejaba a la
magia hacer su trabajo. La cabina del Cupido estaba rota, y solo el duro
exoesqueleto del vehículo había evitado un colapso total que hubiera aplastado
a los pasajeros. Es decir, la lanzadera había volado su última erupción de
magma. En la parte trasera del vehículo, Mayordomo estaba haciéndole caso omiso
a una contusión cerebral que amenazaba con arrastrarlo al olvido, y Artemis
yacía metido en el suelo entre dos asientos como una figura de acción
descartada.
“Me agradas, Artemis,” Pensó
Holly. “Pero necesito a Mayordomo.”
Y así Mayordomo obtuvo el
primer disparo de magia curadora, un rayo que golpeó al guardaespaldas como un
desfibrador cargado, enviándolo entre espasmos por la ventana trasera hacia el
prado.
“Wow,” Pensó Holly. “Linda
infusión, Nº1.”
Fue más cuidadosa con Artemis,
dejando caer una gota de magia desde la punta de su dedo hacia el centro de su
frente. Aún así, el contacto fue suficiente como para ondular su piel como el
agua de un estanque.
Algo estaba viniendo. Holly
podía ver imágenes dobles distorsionadas a través del vidrio roto y su visor
rajado. Un montón de algos. Se veían pequeños pero se movían seguros.
No lo entiendo. Aún no lo
entiendo.
La magia de Nº1 completó la
etapa de curación a través de su sistema, y, mientras la sangre se limpiaba de
su ojo izquierdo, Holly tomó una buena mirada de lo que estaba viniendo a su
encuentro.
“Un grupo de fieras,” Pensó.
“Mayordomo puede manejarlo.”
Pero entonces, la magia de Nº1
le permitió una visión parpadeante de almas flotando como cometas translucidas
y hechas jirones en el aire, y recordó las historias que su padre le había
contado tantas veces.
Los más valientes de los
valientes. Dejados atrás para proteger el sello.
“Berserkers,” Reparó Holly. “La
leyenda es cierta. Si toman a Mayordomo estamos acabados.”
Se arrastró sobre Artemis, a
través de la ventana trasera, y rodó dentro del canal hecho por accidente por
el Cupido, tierra recién seccionada desmoronándose sobre su cabeza. Por
un momento, Holly tuvo el miedo irracional a ser enterrada viva, pero luego la
tierra que caía era sacudida de sus extremidades y estaba despejada nuevamente.
Holly sintió el palpitante
postdolor de un descanso en la curación en su hombro, pero estaba físicamente
bien.
“Mi vista es aún borrosa,”
Notó. “¿Por qué?”
Pero no era su visión, sino los
lentes de su casco, que estaban rotos.
Levantó sus visores y estuvo
agradecida por la perspectiva clara como el cristal de una fuerza de ataque
liderada por los hermanos menores de Artemis, que parecía incluir un batallón
de guerreros ancestrales y armados, y varios animales del bosque.
Mayordomo estaba apoyado sobre
sus rodillas y manos a su espalda, sacudiéndose la fuga de magia como un oso
pardo sacudiéndose el agua de río. Holly encontró otro parche de adrenalina en
su paquete y lo aplastó en su cuello expuesto.
Perdón, viejo amigo. Te
necesito operacional.
Mayordomo saltó de pie como si
estuviera electrificado, pero tambaleante, desorientado por un momento.
El surtido de figuras poseídas
se detuvo de pronto, acomodados en un semicírculo—obviamente queriendo atacar,
pero manteniéndose a raya por algún motivo.
El
pequeño Beckett Fowl estaba a la vanguardia del variado grupo, pero parecía
menos un niño ahora, moviéndose con la arrogancia de un guerrero, con un puñado
de sangrientas cañas meciéndose bajo su agarre. Los vestigios de la magia de
Nº1 le permitió a Holly visualizar el espíritu de Oro asechando dentro del
chico.
-Soy un hada, -Llamó en
gnómico. -Estos humanos son mis prisioneros. No necesitan pelear contra
nosotros.
La voz de Opal Koboi se elevó
por sobre las filas. -¿Prisioneros? El grandote no parece ser un prisionero.
-Koboi, -Dijo Mayordomo,
coherente al fin. Luego el guardaespaldas notó a su hermana en el grupo.
-¡Juliet! Estás viva.
Juliet dio un paso hacia
adelante, pero extrañamente, como si no fuera familiar de sus propias
funciones.
-Rrmannoo, -Dijo, su voz rota y
extrañamente acentuada. -Abrashame.
-No, viejo amigo, -le advirtió
Holly, viendo el tembloroso guerrero dentro de la hermana del guardaespaldas.
-Juliet está poseída.
Mayordomo lo entendió
inmediatamente. Habían tropezado con posesiones mágicas antes, cuando Artemis
había sido envuelto por el Complejo de Atlantis.
Los rasgos del guardaespaldas
se hundieron, y, en ese momento, sus décadas como soldado estaban escritas en
su cara.
-Jules ¿Estás allí dentro?
La reina Bellico de los
guerreros usó las memorias de Juliet para responder, pero las cuerdas vocales
no estaban bajo su completo control. Sus palabras no eran claras, se oían como
a través de pequeños micrófonos, y el acento era una mezcla inusual del grueso
escandinavo y el profundo sudamericano.
-Shish, rrmano. Shoysh yo.
Zuuuuliet.
Mayordomo vio la verdad. El
cuerpo debía ser de su hermana, pero su mente ciertamente no.
Artemis se les unió, apoyando una
mano en el hombro de Holly, con una mancha de sangre en su camisa, donde había
tosido. Como siempre, encontró la pregunta más pertinente para hacer.
-¿Por qué no nos atacan?
Holly se sacudió físicamente.
¿Por qué no? ¿Por supuesto,
por qué no?
Mayordomo reiteró. -¿Por qué no
están atacando? Tienen ventaja numérica sobre nosotros y emocionalmente somos
un desastre. Esa cosa es mi hermana, por el amor de dios.
Holly recordó porque
permanecían sin ser molestados.
Somos huéspedes dentro del
círculo. Nos necesitan.
Las almas aletearon sobre sus
cabezas, alzándose para descender.
“Puedo explicar lo que estoy a
punto de hacer,” Pensó Holly. “O simplemente hacerlo.”
Era más fácil hacerlo y desear
que haya una oportunidad de disculparse después.
Expertamente movió la rueda de
intensidad de su Neutrino y le disparó a Mayordomo al cuello expuesto y a
Artemis a la mano en una sucesión borrosa.
“Ahora no serán poseídos,”
Pensó. “Pero, por el otro lado, estos Berserkers probablemente nos matarán.”
Las almas cayeron sobre sus
huéspedes destinados como hojas de polietileno mojado. Holly sintió el
ectoplasma atiborrarse en su boca, pero el espíritu no sería capaz de poseerla
debido a la runa debajo de su cuello.
“Aguarda,” se dijo a sí misma.
“Aguarda.”
Holly saboreó la arcilla y la
bilis. Escuchó los ecos de gritos de hace diez mil años, y experimentó la
Batalla de Taillte como si ella misma hubiera estado en ese plano donde la
sangre corría a través de las fosas con estacas, y olas de humanidad rodaban
por el prado, ennegreciendo el pasto a su paso.
“Todo pasó justo del modo que
mi padre me dijo,” Advirtió Holly.
Las almas aullaron con
frustración al perder la pelea y fueron repelidas, agitándose en el aire.
Dos de los espíritus de los
Berserker lucharon por entrar en Artemis y Mayordomo pero fueron rechazadas. El
guardaespaldas se había desplomado como una secuoya talada cuando Holly le
había disparado, y Artemis se agarraba la mano, sorprendido porque su amiga
hubiera quemado su piel desnuda con los rayos de su Neutrino.
Artemis había llegado a la
rápida y errónea conclusión de que Holly había sido poseída por uno de los
Danu, algo de lo que sabía por el alma que había intentado ocuparlo.
Cayó
de rodillas y observó a través de sus ojos, estrechos por el dolor, como los
guerreros Berserker avanzaban ¿Era Holly un enemigo o un amigo? No podía estar
seguro. Parecía ella misma y blandía su arma a la horda.
La voz de Opal vino desde
detrás de la multitud, protegida por la masa.
-Se han auto-protegido. Mátenlos
ahora, mis soldados. Tráiganme sus cabezas.
Artemis tosió. ¿Tráiganme
sus cabezas? Opal solía ser un poco más sutil. Era verdad lo que decían: La
prisión no rehabilita a las personas. No a los duendes, en cualquier punto.
Sus propios hermanos bebés
avanzaron hacia él con el asesinato en sus ojos. Dos cuatro añeros moviéndose
con una gracia y velocidad incrementadas.
¿Son más Fuertes ahora?
¿Podrían Myles y Beckett realmente matarnos?
Y si no lo hacían, tal vez esos
piratas lo harían, con sus machetes oxidados.
-Mayordomo, - Artemis dijo
ásperamente. -Retrocede y evalúa.
Era su única opción.
No hay ningún movimiento
proactivo abierto a nosotros.
Esta realidad irritó a Artemis,
incluso aunque estaba en peligro mortal.
-Retrocede y trata de no dañar
a nadie excepto a esos piratas. Las momias de los guerreros chinos y yo no
estaremos enojados si unos pocos animales son dañados. Después de todo, somos
nosotros o ellos.
Pero Mayordomo no estaba
escuchando la nerviosa diatriba* impropia de Artemis, porque el tiro de Holly
había pulsado su nervio vago y lo había dejado fuera de combate. Un tiro en un
millón.
Estaba en Holly defender al
grupo. Debería estar todo bien. Todo lo que la Capitana Canija tenía que hacer
era establecer su acostumbrado Neutrino en una gran explosión para ganarles un
poco de tiempo.
Entonces la cachiporra de un
pirata salió girando de los dedos de una de sus manos esqueléticas, rompiendo
la nariz de Holly y enviándola tambaleante hacia atrás, sobre el cuerpo de
Mayordomo.
Artemis miró a las criaturas
poseídas avanzar los últimos pasos hacia él y estuvo consternado porque todo se
resumía al físico.
Siempre pensé que mi
intelecto me mantendría con vida, pero ahora seré asesinado por mi propio
hermano bebé con una piedra. La máxima rivalidad fraternal.
Luego la tierra se abrió debajo
de sus pies, tragándose al grupo entero.
Opal Koboi codeó a través de
sus acólitos hasta el borde del abismo que había aparecido repentinamente para
chupar a sus némesis de su destino.
-¡No! -Gritó, golpeando el aire
con sus diminutos puños. -Quería sus cabezas. En estacas ¿Ustedes lo hacen todo
el tiempo, o no?
-Lo hacemos, -Admitió Oro, a
través de la boca de Beckett. -Las extremidades también, al alba.
Opal podría haber jurado que,
debajo de su pie estampado, la tierra había eructado.
* Saloma: tipo de canto de
marineros usado para aumentar la productividad en los trabajos realizados en la
mar.
*Diatriba: Discurso o escrito
violento e injurioso contra personas o cosas.
Saliva en un santiamén
Capítulo 7
El Estado Fowl, Muchos
metros por debajo del suelo
Artemis cayó y cayó, las
rodillas y hombros llamativos contra raíces curvas y esquinas de piedra caliza
afiladas que salían de la tierra como libros semienterrados. Montones de tierra
se derrumbaba a su alrededor, y las piedras agitaban su remera hacia abajo y
las paneteras de su pantalón hacia arriba. Su vista se vio obstruida por el
giro de la caída y las capas de suelo, pero la tierra brillaba en lo alto. ¿Y
debajo también? ¿Era eso posible?
Artemis estaba confundido por
el golpe de la madera detrás de un oído y el brillo luminoso desde abajo. Era
abajo, ¿o no?
Me siento como Alicia
cayendo dentro del País de las Maravillas.
Una línea vino a su memoria:
Sería tan agradable si algo
tuviera sentido para un cambio.
Ninguna caída puede durar por
siempre cuando la gravedad está involucrada, y la caída de Artemis fue
misericordiosamente gradual a medida que el cráter se canalizaba en un cuello
de botella, que
Mayordomo
y Holly habían bloqueado decentemente con sus cuerpos y extremidades enredadas
antes de caer por el hoyo. Ásperas manos lo agarraron, tirando de él hacia un
túnel debajo.
Aterrizó en una pila de cuerpos
y sacudió el lodo de sus ojos. Alguien, o algo, permanecía desnudo ante él, una
figura etérea brillando con una luz desde la cabeza a los pies. Le alcanzó una
mano resplandeciente y habló con la voz de la publicidad de las películas:
-Tira de mi dedo.
Artemis relajó los músculos del
cuello que no había notado tensos.
-Mantillo.
-El único e inigualable.
Salvando tu ingenioso trasero una vez más. Recuérdame, ¿quién se supone que
debería ser el genio aquí?
-Mantillo, -Dijo Artemis de
nuevo.
Mantillo apuntó sus dedos
ofrecidos como una pistola. -Aha. Tú mismo te lo estás repitiendo. Una vez me
dijiste que repetirse a sí mismo es un ejercicio en redundancia. Bien, ¿quién
es redundante ahora, Fangoso? ¿Qué bien hizo tu genio contra esos dementes allí
arriba?
-Ninguno, -Admitió Artemis.
-¿Podemos discutir luego?
-Porque estás perdiendo la
pelea, -Se mofó Mantillo.
-No, porque esos dementes nos
pisan los talones. Necesitamos retroceder y reagruparnos.
-No te preocupes por eso, -Dijo
Mantillo, metiendo un antebrazo en un hoyo en la pared del túnel y arrancando
una raíz gruesa. -Nadie nos sigue a ninguna parte una vez colapse la boca del
túnel. Pero tal vez quieras retroceder un metro o dos.
La tierra sobre ellos retumbó
como nubarrones coronando una montaña baja, y Artemis fue tomado por la
repentina certeza de que estaban por ser aplastados. Se corrió hacia adelante y
se aplastó contra la sucia y oscura pared lodosa, como si eso pudiera hacer la
diferencia.
Pero el túnel de Mantillo había
mantenido su integridad, y solo el punto donde había estado Artemis estaba
completamente bloqueado.
Mantillo rodeo con sus dedos el
tobillo de Mayordomo y, con un poco de esfuerzo, arrastró al guardaespaldas
inconsciente por el suelo del túnel.
-Tú lleva a Holly. Gentilmente
ahora. Por el aspecto de tu mano, alejó a esos espíritus y salvo tu vida. Antes
de que yo la salvara. Probablemente justo después de que Mayordomo la salvara
¿Estás viendo un patrón emergiendo, Artemis? ¿Estás empezando a darte cuenta de
quién es la carga aquí?
Artemis miró su mano. Estaba
marcado con una runa espiralada donde Holly lo había quemado. Los últimos
globos de ectoplasma de Berserker manchando su cabello y haciéndolo estremecer
con la vista.
Una runa protectora.
Holly los había marcado para
salvarlos. Y pensar que había dudado de ella.
Artemis recogió a Holly y
siguió al enano brillante, tanteando el camino con los pies.
-Más despacio, -Llamó. -Está
oscuro aquí.
La vos de Mantillo hizo eco a
través del túnel. -Sigue las esferas, Arty. Les di una capa de saliva de enano
extra como abrigo, la solución mágica que puede hacerlo todo, desde brillar en
la oscuridad hasta repeler huéspedes fantasmales. Debería embotellar esta cosa.
Sigue las esferas.
Artemis entrecerró los ojos
ante el resplandor retirándose y pudo de hecho distinguir dos globos
bamboleantes que brillaban más que el resto.
Una vez que supo que eran las
esferas, decidió no seguirlas de tan de cerca. Había visto esas cosas en acción
y aún tenía pesadillas ocasionales.
El túnel se onduló y curvó
hasta que la brújula interna de Artemis se rindió al poco sentido de la
dirección que tenía. Caminó penosamente detrás de la parte trasera brillante de
Mantillo, mirando a su amiga inconsciente en sus brazos. Parecía tan pequeña y
frágil, a pesar de que Artemis la había visto tomado el control de una horda de
trols para defenderlo.
-La suerte está en nuestra
contra, como lo ha estado muchas veces, mi amiga, -Susurró, tanto para él como
para Holly. Corrió unos cálculos aproximados, factorizando las desesperadas
situaciones que habían resistido los pasados años, el IQ relativo de Opal
Koboi, y el número aproximado de oponentes que había vislumbrado de la tierra.
-Estimaría que nuestras chances de sobrevivir son menores al quince por ciento.
Pero, en el lado bueno, hemos sobrevivido, sin decir que fuimos vencedores,
contra grandes obstáculos. Una vez.
Obviamente, los susurros de
Artemis fueron llevados por el túnel, y la voz de Mantillo flotó hacia él.
-Necesitas dejar de pensar con
la cabeza, Fangoso, y empezar a pensar con el corazón.
Artemis
suspiró. El corazón era un órgano bombeante de sangre rica en oxígeno a las
células. No podría pensar más que una manzana hacer un baile de tap.
Estaba a punto de explicarle esto al enano cuando el túnel se abrió a una gran
cámara, y Artemis se quedó sin aliento.
La sala era del tamaño de un
granero pequeño, con las paredes inclinadas hasta un vértice. Habían túneles
afluentes repartidos a distintas alturas, y manchas de suciedad brillantes
pegadas a las rocas expuestas como un sistema de iluminación. Artemis ya había
visto este sistema particular antes.
-Flema de enano, -Dijo,
señalando un grupo bajo de manchas con el tamaño de pelotas de tenis. -Se
endurecen una vez son excretadas, y brillan con una luminiscencia sin igual en
la naturaleza.
-No es toda flema, -Dijo el
enano misteriosamente, y por primera vez, Artemis no se sintió como para llegar
al fondo del misterio, porque la raíz de estos misterios generalmente estaban
en las inmediaciones del misterioso trasero de Mantillo. Artemis puso a Holly
suavemente sobre una cama con cuatro abrigos de piel sintética y reconoció la
marca del diseñador.
-Estos son los abrigos de mi
madre.
Mantillo tiró la pierna de
Mayordomo. -Sip. Bueno, la posesión es nueve décimos de la ley, ¿así que por
qué no tomas tus décimos devuelta a la superficie y hablas de robo con esa cosa
que solía ser Opal Koboi?
Este era un buen punto. Artemis
no tenía deseos de ser echado de su santuario.
-¿Estamos a salvo aquí abajo?
¿No nos seguirán?
-Pueden tratar, -Dijo Mantillo,
escupió una bola brillante de saliva encima de un escupidero flojo. -Pero les
tomará un par de días con taladros industriales y sonares. E incluso entonces,
podría derrumbar todo esto con una ráfaga bien posicionada de gas de enano.
Artemis encontró esto difícil
de creer. -En serio. ¿Una ráfaga, y esta estructura entera se viene
abajo?
Mantillo adoptó una pose
heroica, un pie en una roca y las manos en la cadera. -en mi línea de trabajo,
debes estar listo para seguir adelante. Solo alejarte.
Artemis no apreciaba la pose
heroica. -Por favor, Mantillo, te lo ruego. Ponte un par de pantalones.
Mantillo accedió a
regañadientes, tirando de los pantalones desteñidos sobre sus muslos carnosos.
Eso era tan lejos como estaba dispuesto a ir, y su pecho peludo y prodigiosas
tripas permanecieron brillantes y desnudas.
-Los pantalones los usaré por
el bien de Holly, pero esta es mi casa, Artemis. En la cueva, Mandíbulas se
mantiene casual.
Agua caía desde una estalactita
dentro de una piscina a punto de hervir. Artemis metió la mano en ella, y luego
posó su palma sobre la frente de Holly. Ella aún estaba inconsciente, siguiendo
su segundo trauma físico en varios minutos, y una simple chispa de magia se
estableció en su herida de la cabeza, zumbando como una trabajadora abeja
dorada. La abeja pareció notar la mano de Artemis y saltó hacia la marca,
calmando su piel pero dejando una cicatriz en relieve. Una vez terminado su
trabajo, la magia regresó a Holly y se extendió como un bálsamo por su frente.
Su respiración era profunda y regular, y parecía más una persona dormida que
inconsciente.
-¿Cuánto tiempo has estado
aquí, Mantillo?
-¿Por qué? ¿Estás buscando por
alquiler atrasado?
-No, por el momento estoy
simplemente recolectando información. Entre más sé, más exhaustivamente puedo
planear.
Mantillo empujó la tapa de un
refrigerador, que Artemis reconoció de un viejo equipo de picnic familiar, y
sacó un sangriento salami.
-Sigues diciendo eso sobre el
planeamiento exhaustivo, etcetera, y seguimos terminando bien dentro del
agujero de un trol sin botas con resortes.
Artemis hace mucho había dejado
de pedirle a Mantillo que explique sus metáforas. Estaba desesperado por
cualquier información que pudiera ponerlo al filo, algo que lo ayudara a
arrebatar el control de esta desesperada situación.
“Concéntrate,” Se dijo a sí
mismo. “Hay mucho en juego aquí. Más que nunca.”
Artemis se sintió roto. Su
pecho hinchado por las recientes curaciones y esfuerzos. Extraordinariamente,
no sabía qué hacer, aparte de esperar a que sus amigos se levantaran.
Fue hasta Mayordomo, revisando
sus pupilas en busca de daño cerebral. Holly le había disparado en el cuello, y
habían tenido una buena caída. Estuvo tranquilo al encontrar sus pupilas del
mismo tamaño.
Mantillo
se acuclilló detrás de él, brillando como un semidiós rechoncho, lo que era un
poco perturbarte si sabías como era el enano en realidad. Mantillo Mandíbulas
estaba tan lejos del bien como un erizo de la suavidad.
-¿Qué piensas de mi lugar?
-Preguntó el enano.
-Es… -Artemis señaló a su
alrededor. -Sorprendente. Hiciste este hueco por ti mismo ¿Cuánto tiempo has
estado aquí?
El enano se encogió de hombros.
-Un par de años. De a ratos, tú sabes. Tengo una docena de estos pequeños
agujeros de escape por todo el lugar. Me cansé de ser un ciudadano con-la-ley.
Así que saqué un sifón con un poco de jugo de tus barras geotérmicas y pirateé
tu cable.
-¿Por qué vivir aquí abajo?
-No vivo vivo aquí.
Vengo ocasionalmente. Cuando las cosas se ponen calientes. Acabo de hacer un
trabajo bastante grande y necesitaba esconderme un rato.
Artemis miró a su alrededor.
-¿Un trabajo bastante grande, dices? ¿Así que dónde está todo el botín?
Mantillo sacudió un dedo
brillante como un palo de fiestas. -Ahora, como mi primo Nord diría, es cuando
mi improvisada mentira cae.
Artemis sumó dos y dos y llegó
a un muy desagradable cuatro.
-¡Estabas aquí para robarme!
-No, no lo estaba ¿¡Cómo te
atreves?!
-Estás asechando aquí abajo
para hacer un túnel a la Mansión Fowl. De nuevo.
-Asechando no es una
linda palabra. Me hace sonar como una serpiente marina. Me gusta pensar que me
estaba escondiendo entre las sombras. Genial, como un gato ladrón.
-Comes gatos, Mantillo.
Mantillo juntó sus manos.
-Okey. Lo admito. Puedo haber estado planeando echarle un vistazo a la bóveda
de arte. Pero mira el lado bueno. Robándole a una mente maestra criminal. Eso
es irónico. A ustedes los cerebritos les gusta la ironía, ¿cierto?
Artemis estaba horrorizado. -No
puedes mantener arte aquí. Está húmedo y mugroso.
-No le hicieron daño a los
faraones, -argumentó el enano.
Holly, que yacía en el suelo a
sus espaldas, abrió los ojos, tosió, y ejecutó un movimiento que era mucho más
difícil de lo que parecía, brincando verticalmente de donde estaba acostada y
aterrizando de pie. Mantillo estaba impresionado hasta que Holly intentó
estrangularlo con su propia barba, llegó el punto en el que él dejó de estar
asombrado y se ocupó en ahogarse.
Este era un problema de
despertar después de una curación mágica: el cerebro está totalmente sano, pero
la mente está confundida. Es extraño sentirse inteligente y aturdido a la vez.
Añádele un lapso de tiempo a la mezcla, y una persona encontrará difícil de
transitar de un estado de sueño al mundo despierto, así que es recomendable
poner al paciente en lugares tranquilos, tal vez con algunos juguetes de niño
amontonados al rededor de la almohada. Desafortunadamente para Holly, había perdido
la conciencia en el medio de una lucha de vida o muerte y despertado
encontrando un monstruo brillante cerniéndose sobre ella. Así que,
entendiblemente, sobre reaccionó.
Le tomó unos cinco segundos
darse cuenta de quién era Mantillo.
-Oh, -Murmuró tímidamente.
-Eres tú.
-Sí, -Dijo Mantillo, luego
tosió algo que chilló y se arrastró lejos. -Si pudieras, por favor, abandonar
la barba—acabo de tener un tratamiento de acondicionamiento de salón hecho.
-¿En serio?
-Por supuesto que no. Vivo en
una caverna. Como suciedad ¿Qué crees?
Los dedos de Holly peinaron la
barba de Mantillo un poco, y luego bajaron hasta los hombros del enano.
-Recién estaba sentada en
saliva, ¿correcto? -dijo haciendo muecas.
-No es todo saliva,
-dijo Artemis.
-Bien, Artemis, -Dijo, frotando
la tenue marca roja en su frente, -¿Cuál es el plan?
-Y hola a ti también, -Dijo
Mantillo. -Y no me agradezcas. Salvar tu vida una vez más ha sido mi placer.
Solo uno de los muchos servicios ofrecidos por Aerolíneas Mandíbulas.
Holly frunció el seño. -Tengo
una orden para ti.
-¿Entonces por qué no me
arrestas?
-Las facilidades de seguridad
no están realmente operando en este momento.
Mantillo se tomó unos momentos
para procesar esto, y la marca de bravuconería se drenó de sus escarpados
rasgos, arruga por arruga. Casi parecía que su brillo había disminuido algunos
tonos.
-Oh,
Santo señor Vortex, -Dijo, trazando el signo sagrado de la panza hinchada sobre
su estómago para evitar el mal. -¿Que ha hecho Opal ahora?
Holly se sentó en un montículo,
tipiando en su computadora de muñeca para ver si algo funcionaba.
-Encontró y abrió el sello de
los Berserker.
-Y no es lo peor, -Dijo
Artemis. -Mató a su yo más joven, lo que destruyó todos sus inventos o lo que
haya influenciado desde entonces. Refugio está cerrado, y los humanos volvieron
a la Edad de Piedra.
La cara de Holly era severa
bajo el brillo de la saliva luminosa. -De hecho, Artemis, encontrar el Sello de
los Berserker es lo peor, porque hay dos cerraduras. La primera libera a
los Berserkers…
Mantillo saltó en la pausa. -¿Y
la segunda? Vamos, Holly, no es tiempo de teatro.
Holly abrazó sus rodillas como
un niño perdido. -La segunda libera al Armagedón. Si Opal logra abrirla, cada
humano en la superficie de la tierra será asesinado.
Artemis sintió su cabeza girar
mientras la sangrienta escala del plan de Opal se aclaraba.
Mayordomo eligió ese momento
para recuperar sus sentidos. -Juliet está en la superficie con los amos Beckett
y Myles, así que supongo que no podemos dejar que eso pase.
Se sentaron apretado al rededor
de una fogata se saliva brillante mientras Holly decía lo que había considerado
una leyenda, pero que ahora era un hecho histórico bastante exacto.
-La mayoría de esto ya lo saben
por los espíritus que trataron de invadirlos.
Mayordomo frotó su cuello
marcado. -Yo no. Estaba fuera de combate. Todo lo que tengo son imágenes
fragmentadas. Cosas muy graves, incluso para mí. Extremidades cortadas,
personas siendo enterradas vivas ¿Enanos manejando trols en batalla? ¿Pudo
haber pasado eso?
-Todo eso pasó, -Confirmó
Holly. -Habían cuerpos de enanos que cabalgaban trols.
-Sip, -dijo Mantillo. -Se
llamaron a sí mismos los Conductores de Trol ¿Un buen nombre, no? Había un
grupo que solo salía de noche que se hacían llamar Conductores de Trol
Nocturnos.
Artemis no lo pudo evitar.
-¿Cómo se llamaban los conductores de trol de día?
-Esos gauchos eran llamados
Conductores de Trol Diurnos, -Respondió Mantillo alegremente. -Cuero de la
cabeza a los pies. Olían como el interior de la vejiga de un gusano maloliente,
pero hicieron su trabajo.
Holly podría haber llorado de
frustración, pero había aprendido durante su breve período como investigadora
privada donde Mantillo le había servido como compañero, que el enano se callaría
únicamente cuando estuviera bien y listo. Artemis, por el otro lado, debería
saberlo mejor.
-Artemis, -Dijo cortante, -No
lo animes. Estamos contrarreloj.
Artemis parecía casi indefenso
en la luminiscencia. -Por supuesto. No más comentarios. Me estoy sintiendo un
poco abrumado, a decir verdad. Continua, Holly, por favor.
Y así Holly contó su historia,
sus rasgos fuertemente iluminados bajo el brillo no convencional. Mayordomo no
pudo evitar recordar las historias de terror que le habían contado a él y sus
compañeros exploradores por el Maestro Prunes en los viajes semanales a la
cueva de Dan-yr-Ogof en Gales. El aspecto de Holly era básico, pero las
circunstancias enviaron un escalofrío a través de su espina.
“Y no me estremezco
fácilmente,” Pensó el gran hombre, moviéndose incómodo en la raíz embarrada que
le servía de asiento.
-Cuando era pequeña, mi padre
solía contarme la historia de Taillte casi cada noche así nunca olvidaría el
sacrificio que hicieron nuestros ancestros. Algunos dieron sus vidas, pero unos
pocos fueron más lejos aún, postergando sus vidas futuras. -Holly cerró los
ojos y trató de contarlo como lo había escuchado. -Diez mil años atrás, los
humanos lucharon por erradicar las familias mágicas de la superficie terrestre.
No habían razones para hacerlo. Las hadas son, en su mayoría, gente amante de
la paz, y sus habilidades curativas y conexiones especiales con la tierra era
beneficiosa para todos, pero siempre entre los humanos están esos individuos
que controlan todo lo que ven y son amenazados por lo que no entienden.
Artemis se abstuvo de apuntar
el obvio hecho de que era un ser mágico el que estaba, más o menos, intentando
destruir el mundo actualmente, pero se lo guardó para sacarlo a relucir más
tarde.
-Y así las Criaturas tomaron
refugio en la mística isla de Ériú, la casa de la magia, donde eran más
poderosos. Cavaron sus pozos de curación y congregaron a su ejército en los
Llanos de Taillte para la última batalla.
Los otros permanecían en
silencio mientras Holly hablaba, ellos podían ver la escena en sus propias
memorias.
-El combate fue breve, -Dijo
Holly con amargura. -Los humanos no mostraron piedad, y estaba claro desde la
primera noche que las Criaturas estaban condenadas a la exterminación. Y por
eso el
Consejo
decidió que se retirarían a las catacumbas debajo de la tierra desde donde
habían llegado antes del amanecer de la edad del hombre. Todos excepto los
demonios, que usaron su magia para elevar su isla fuera del tiempo.
-Okey, -Dijo Mantillo. -Estaba
siguiéndote, pero luego dijiste donde, así que ahora tengo que ir a la
heladera.
Holly frunció el seño
brevemente, luego continuó. Todos sabían que comer era como Mantillo manejaba
las malas noticias, y las buenas, y las triviales. Todas las noticias, en
realidad.
-Pero el Consejo razonó que
incluso su refugio subterráneo estaría en peligro por los humanos, y entonces
construyeron una entrada con un candado encantado. Si el sello se abriera, las
almas de los guerreros Berserker enterradas al rededor de la puerta, se
levantarían y poseerían los cuerpos que pudieran para prevenir que los humanos
adquieran acceso.
Artemis aún podía recordar el
hedor enfermizo que había experimentado cuando un Berserker mágico había
intentado ocupar su mente.
-Y si la puerta de los
Berserker era abierta por una mano mágica, entonces los guerreros serían
esclavos de esa hada para pelear bajo sus órdenes. En este caso, Opal Koboi.
-Este hechizo fue conjurado
para durar al menos un siglo, hasta que las Criaturas estuvieran a salvo lejos
y la locación de la puerta fuera olvidada.
Los labios de Holly se rizaron
mientras lo decía, y Artemis hizo una deducción.
-¿Pero hubo una traición?
Los ojos de Holly centellearon
con sorpresa. -¿Cómo…? Si, por supuesto que tú adivinarías, Artemis. Fuimos
traicionados por el hechicero gnomo infame, Shayden Fruid, alguna vez conocido
como Shayden el Audaz, pero desde entonces llamado Shayden la Vergüenza de
Taillte. Hay una estatua invertida de él en la capilla de Hey-Hey, que no es un
cumplido precisamente, créeme.
-¿Qué pasó, Holly? -Dijo
Artemis, apurándola.
-Shayden Fruid se escondió en
una bruma conjurada hasta que los moribundos Berserkers fueron enterrados al
rededor de la entrada y las Criaturas hayan descendido al submundo, y luego
trató de estropear el candado. No solo intentó abrir el sello para los humanos,
sino también liderar los cautivos Berserkers contra su propia gente.
-Este tipo era una dulzura,
-Gritó Mantillo con la cara iluminada por el brillo del refrigerador. -La
leyenda dice que una vez vendió a su madre rio abajo. Y no estoy hablando
metafóricamente. Realmente puso a su madre en un bote y la cambió en el
siguiente pueblo con la corriente. Debería haber habido una bandera roja justo
allí.*
-Pero el plan de Shayden falló,
¿No es así? -Dijo Artemis.
-Sí, porque el escalón secreto
del plan llamó a alguien para mantenerse detrás y colapsar el valle en la cima
del sello. Un gran hechicero que pudo mantener la niebla hasta que la entrada
fue enterrada, y luego usarla para cubrir su huída. Como los demonios ya se
habían ido, solo el hechicero duendecillo Bruin Fadda, cuyo odio por la
humanidad era legendario, pudo completar la misión, trepando el pico del valle
para conjurar el colapso que había sido preparado por ingenieros enanos.
De algún modo, Artemis,
Mayordomo y Holly sentían que ya habían experimentado lo que había pasado. Tal
vez eran los últimos residuos del plasma de los Berserker en sus cejas, pero de
pronto pudieron escuchar la respiración de la garganta de Bruin Fadda mientras
corría por la ladera, gritándole a Shayden que se alejara del sello.
-Lucharon ferozmente, cada
poderoso guerrero hiriendo mortalmente al otro. Al final, Bruin, moribundo y
siendo llevado por la locura, el dolor, el odio y la desesperación, conjuró un
segundo sello, usando su propia sangre y magia oscura prohibida. Si ese candado
era abierto, entonces Danu, la madre Tierra, liberaría su magia al aire en una
explosión de poder que aniquilaría a cada humano en la superficie, y las
Criaturas estarían a salvo por siempre.
-¿Solo humanos?
Holly despertó de su ensueño.
-Solo humanos. Los odiados opresores. Bruin había perdido a cada miembro de su
familia en el ataque. Estaba más allá de la razón.
Mayordomo se tomó la barbilla.
-Cada arma tiene una fecha de vencimiento, Holly. Han pasado diez mil años ¿No
puede este hechizo tener una media efectividad o algo?
-Es posible. Pero los
Berserkers están libres, el primer candado funcionó bien.
-¿Por qué Opal querría abrir el
segundo?
Artemis sabía la respuesta. -Es
político. Hay un gran pasillo en Refugio que ha estado advocando a máxima
escala la guerra por años. Opal sería un héroe para ellos.
Holly
asintió. -Exacto. Además, Opal está tan ida que en verdad cree que su destino
es ser algún tipo de mesías. Vieron lo que estaba preparada a hacer con tal de
solo escapar.
-Cuéntame, -Dijo Mantillo.
-Hizo secuestrar a su yo más
joven, y luego mando una demanda de rescate falsa para su yo presente, así
nosotros la pondríamos dentro de un reactor nuclear, y en consecuencia
ayudándola a generar suficiente magia negra para abrir el primer candado.
Mantillo azotó la puerta de la
heladera. -Estoy sinceramente apenado de preguntar. Esta es la clase típica de
líos en el que nos metes, Artemis.
-Hey, -Espetó Holly. -No hay
tiempo para culpar a Artemis.
-Gracias, -Dijo Artemis.
-Finalmente.
-Habrá mucho tiempo para
hacerlo después, cuando esto se resuelva.
Artemis se cruzó de brazos con
gestos exagerados. -Eso no era necesario, Holly. Soy una víctima aquí tanto
como el resto. Incluso esos Berserkers están siendo usados para pelear una
Guerra que terminó hace diez mil años ¿No podríamos decirles que la guerra ya
acabó? Están resguardando una puerta que presumo que ya no lleva a ninguna parte.
-Es verdad. No hemos usado las
conexiones viejas desde hace un milenio.
-¿No puedes de alguna forma
comunicarles eso?
-No. Están bajo ataduras
mágicas. Nada que digamos hará efecto.
-¿Cuánto tiempo tenemos?
-Preguntó Artemis.
-No lo sé, -Admitió Holly. -Mi
papá me contó la leyenda como una historia antes de dormir. Se le fue
transmitida por su padre. La cosa entera proviene de la mente de un hechicero
telépata que estaba sincronizado con Bruin Fadda en sus momentos finales. Todo
lo que sabemos es que el segundo sello es complejamente mágico. La magia negra
corre por Opal ahora, pero tiene un precio alto y se acaba rápido. Querrá
abrirlo antes del amanecer, mientras la luna mágica esté aún alta. Sus
Berserkers serán jirones desnudos de lo que fueron después de todo ese tiempo,
y no pueden durar mucho más que eso. Algunos se entregarán al llamado de la
otra vida antes que entonces.
Artemis se giró hacia Mayordomo
por una pregunta sobre tácticas. Este era el área de experiencia de su
guardaespaldas. -¿Cómo desplegará sus fuerzas Opal?
-Tendrá a la mayoría de esos
Berserkers reunidos a su alrededor, vigilando sus espaladas mientras ella abre
ese candado mágico. El resto harán guardia en las paredes y ejecutaran
patrullas itinerantes alrededor del estado, sin dudas, armados hasta los
dientes. Probablemente con mi armamento.
-¿Tenemos algún arma? -Preguntó
Artemis.
-Perdí mi Neutrino después del
golpe, -Dijo Holly.
-Tuve que registrar mi pistola
en Inmigraciones de Refugio,- Dijo Mayordomo. -Nunca tuve la oportunidad de
recogerla.
Mantillo regresó a la fogata.
-Dijeron que cada humano en la superficie sería asesinado. Solamente quería
señalar que están bajo tierra. Así que, ustedes saben, solo quédense aquí.
Holly le lanzó una mirada
bastante cruda y venenosa.
-Hey, no había necesidad de
eso. Es bueno explorar todas las opciones.
-Si Opal abre el segundo
candado, no solo matará a billones de humanos, sino que desencadenará una
guerra civil sin precedentes entre las Criaturas. Luego de lo cual Opal Koboi
probablemente se declarará emperatriz suprema.
-¿Así que estás diciendo que
deberíamos detenerla?
-Estoy diciendo que debemos
detenerla, pero no sé cómo.
Artemis miró hacia arriba, como
si inspiración divina estuviera viniendo, pero todo lo que podía ver eran las
paredes brillantes del refugio subterráneo de Mantillo y la firme oscuridad de
las bocas de los túneles punteada en sus superficies.
-Mantillo, -Dijo apuntando. -¿A
dónde conducen esos túneles?
*Refiriéndose a la existencia
de peligro, una advertencia de lo que podría haber pasado.
Capítulo 8
Un grupo variado
Isla Dalkey, Al sur del
Condado de Dublín
Es un error común pensar que
los trols son estúpidos. El hecho es, que los trols son solamente relativamente
estúpidos.
Comparados
con los astrofísicos y los grandes Monjes Hey-Hey, podrían ser considerados un
poco faltantes del departamento del IQ; pero incluso un trol debajo del
promedio podría resolver un rompecabezas más rápido que ningún chimpancé o
delfín en el planeta. Los trols han sido conocidos por sus usadas herramientas
habituales, aprender el lenguaje de señas, e incluso gruñir un par de sílabas
inteligentes. Tempranamente en la Edad Media, cuando los shows secundarios eran
legales, la famosa interpretación trol del Conde Amos Rayos de Luna era
dulcemente alimentada a la fuerza por su enano domador hasta que logró una
justa aproximación a la Balada de los Pequeños Hormigueos.
Así que, ¿los trols son
estúpidos?
Definitivamente no.
Lo que sí, son tercos.
Patológicamente. Si un trol sospecha que alguien desea salir por la puerta A,
entonces definitivamente elegirá la puerta B, posiblemente luego de habérsele
revelado que la puerta A es la salida.
Esto les hizo difícil
integrarse a los Elementos del Subsuelo. La PES incluso tenía su división de
trols especial con domadores entrenados que registraban la mayor parte de sus
horas extra por cápita rastreando trols pícaros que se negaban a ser
acorralados en los túneles del área suburbana de Refugio. En todo momento hay
cientos de trols masticado sus chips rastreadores y arrastrándose a través de
la corteza terrestre, moviéndose inexorablemente hacia los puntos calientes
mágicos en la superficie.
Son atraídos por los residuos
mágicos como los enanos por las cosas que no les pertenecen. Los trols se
alimentan de residuos. Los nutre e incrementa su esperanza de vida. A medida
que envejecen, se vuelven más astutos.
El trol más viejo en el
expediente ha sido conocido por muchos nombres en su vida. Su madre lo había
llamado Gruff, o tal vez estaba tratando de decir Bájate*. Para la
trolPES él era simplemente Sospechoso Cero, y para los humanos el Abominable
Hombre de las Nieves, Pie Grande o El Chupacabras, dependiendo el área donde
haya sido visto.
Gruff se había mantenido vivo
por muchos siglos extra al ser preparado para caminar a través del mundo en
busca de residuos mágicos. No había continente al que no haya visitado bajo el
manto de la oscuridad, y sus canas ocultas se cruzaban con las cicatrices y las
marcas de quemaduras de cientos de peleas con la PES y varios cazadores
humanos. Si Gruff pudiera armar una oración, probablemente diría:
Tal vez parezco aporreado,
pero deberías ver al resto.
Gruff residía actualmente en
una cueva en la isla Dalkey, frente a la costa del Sur de Dublín, y nadaba
hasta la orilla de un varadero privado, sirviéndose a sí mismo con seres vivos
de las granjas cercanas. Había sido algunas veces por el dueño del varadero, un
irlandés excéntrico que ahora le cantaba en las noches a través del muelle.
Gruff sabía que tendría que irse o comer al humano en los próximos días, pero
esa tarde en particular se contentaba con relajar su cabeza en el cuerpo de una
oveja, que le servía como almohada y después como desayuno.
Su sueño fue interrumpido por
la activación de su sexto sentido, que habitaba en el espacio de su cerebro en
alguna parte entre el gusto y el olfato. Había actividad mágica cerca, eso
había establecido un cosquilleo en el interior de su cráneo, como si
luciérnagas hubieran incubado allí. Y donde había magia, indudablemente habrían
residuos. Suficiente como para curar el dolor en su espalda y sellar la herida
abierta en su pierna, donde una morsa lo había corneado.
Gruff recogió las salchichas de
los despojos de las entrañas de la oveja y se tragó todas ellas para mantenerlo
durante el viaje. Y mientras se adentraba en el mar para el corto nado hacia
tierra firme, sintió la tentación de la magia ser más fuerte y su espíritu
elevarse.
Gruff suspiró por el dulce
néctar de los residuos para curar lo que lo aquejaba. Y cuando un trol pone su
valiente corazón en algo, no hay muchas cosas en la tierra capaz de bloquear su
camino.
*En ingles: Get off, que suena
parecido a Gruff.
Escupiendo el veneno de la
mordedura
Capítulo 9
El Estado Fowl
Opal se paró en el borde del
túnel colapsado sintiéndose medio frustrada, pero ni en lo más mínimo
descorazonada. Después de todo, ella era un verdadero dínamo de magia negra en
el presente, y Artemis Fowl estaba enterrado debajo de una tonelada de
escombros—si es que no estaba muerto, entonces estaría ciertamente despeinado,
lo que fastidiaría al Fangosillo de casi la misma manera.
Ya
sea que hubiera o no perecido, el plan seguía siendo el mismo.
Oro se arrodilló y recogió el
arma de Holly de la desmenuzada arcilla.
-¿Qué es esto, señorita?
Opal sostuvo la pistola
ahuecada en sus pequeñas manos y se comunicó con su energía hasta que esta
accedió transferirse a su persona. No era algo espectacular de ver—el arma
simplemente espiró y se arrugó.
-Debo abrir el segundo candado,
-Le dijo a Oro, refrescada por este bocado de poder. -Tengo hasta la mañana.
Entonces mi magia se evaporará con el rocío del amanecer, y estaré indefensa.
-¿El segundo candado? -Dijo
Oro, las cuerdas vocales de Beckett mutilando el Gnómico. -¿Está segura,
señorita?
-Reina, -corrigió Opal. -Te referirás a mí como Reina Opal.
Abriendo la primera cerradura de la Puerta de los Berserker, los até a mí. Pero
preferiría que te refirieras a mí lo menos posible, ya que tu tonta voz humana
me irrita. Y para de fruncir el seño. La expresión se ve ridícula en tu pequeña
cara de niño. Mama está tentada a golpearte.
-¿Pero el segundo candado?-
persistió Oro. -Eso liberaría el poder de Danu.
-Primero, ¿qué acabo de decir
sobre referirte a mí? Segundo, échale una mirada al interior del cerebro de tu
humano. Una pequeña ola de Danu sería lo mejor para este planeta.
Oro parecía confundido, pero
sus lazos le prohibían discutir, y Opal sabía que incluso si el Berserker
pudiera argumentar, sus puntos estarán presentados en una prosa turgente de la
Edad Media con lógica simplista.
-Déjame hablarle al chico
humano, -Dijo, razonando que un niño Fowl, no importa que tan joven, apreciaría
lo que había logrado allí. Además sería divertido ver a un humano retorcerse.
Oro suspiró, deseando que su
viejo amigo Bruin Fadda le hubiera dado un poco de libertad a las ataduras
mágicas, se estremeció dejando su propia conciencia ser subsumida temporalmente
por la de Beckett Fowl.
Los siglos se borraron de la
cara de Oro, y Beck emergió brillante y sonriente.
-Estoy soñando, -Dijo. -En mi
sueño me parezco a mí mismo pero con más dedos.
Opal extendió sus brazos,
dejando a la magia negra impulsarse por líneas naranjas a través de sus
extremidades. -¿No estás aterrorizado, niño?
Beckett saltó como un mono en
su versión de una pose ninja. -Nop. Tú deberías estar aterrori-zada.
-¿Yo? -Dijo Opal, riendo. -No
puedes dañarme. Las ataduras mágicas lo previenen.
Beckett golpeó a Opal en el
estómago, con el hombro como Mayordomo le había enseñado.
-Oh sí. Soy bastante rápido.
Más rápido que tus estúpidas ataduras mágicas. Mayordomo dice que soy un
na-tu-ral.
El aliento de Opal la dejó en
un bufido, tambaleándose hacia atrás, y golpeando su hombro en la tarima
elevada de la Puerta de los Berserker. Por suerte para ella, los lazos mágicos
entraron a patadas y Oro reclamó el control del cuerpo; de otro modo, el cuatro
añero Beckett Fowl podría haberle puesto un fin al plan de dominación mundial
de Opal justo en ese instante.
Oro se apresuró a ayudar a Opal
a levantarse. -Mi reina, ¿se encuentra dañada?
Opal sacudió la mano, incapaz
de hablar, y fue forzada a soportar varios segundos con Oro bombeando su torso
hacia arriba y abajo como un fuelle hasta recuperar el aliento.
-Suéltame, tú estúpido elfo
¿Estás tratando de romper mi espina?
Oro hizo lo que le dijeron.
-Ese chico es rápido. Venció la unión. No muchos pueden hacerlo.
Opal frotó su estómago con una
mano mágica, solo por si hubiera un moretón.
-¿Estás seguro que no le diste
al niño un poco de ayuda? -Dijo con recelo.
-Por supuesto que no, mi reina,
-Dijo Oro. -Los Berserkers no ayudamos a los humanos ¿Deseas hablar con ese
niño de nuevo?
-¡No! -Chilló Opal, luego volvió
a ganar la compostura. -Quiero decir… no. El niño ha servido con su propósito.
Debemos seguir adelante con el plan.
Oro se arrodilló, recogiendo un
puñado de tierra suelta. -Debemos al menos dar caza a nuestros atacantes. La
elfa tiene habilidades de batalla; el hombre grande es también un guerrero
formidable. Definitivamente tratarán un sabotaje.
Opal estaba preparada para
admitir este punto. -Muy bien, elfo aburrido. Envía a tu astuto teniente con un
par de soldados. Asegúrate de incluir al otro niño a la fiesta. Fowl debería
mostrarse reacio a matar a su propio hermano. -Opal sopló por los labios, una
pequeña acción que hizo abundantemente claro
que
ella no dudaría en asesinar a alguno de los miembros de su familia si estuviera
en la posición de Fowl. De hecho, ella no vio dudas en derribar a su hermana
como una falta de compromiso con el plan.
“Después de todo,” Pensó, “¿no
mate personalmente a mí otro yo para escapar de prisión?”
Pero las hadas eran débiles, y
los humanos aún más. Tal vez Fowl se contendría en el segundo que le tomaría a
su hermano pequeño plantar una daga en su costado.
-No gasten mucho tiempo o
recursos. Quiero un círculo de Berserker parados a mis espaldas mientras
trabajo en el segundo candado. Hay encantamientos complejos que debo descifrar.
Oro se paró, cerrando sus ojos
por un momento para disfrutar la brisa en su cara. Desde detrás de las paredes
podía escuchar el arder de las enormes llamas, y cuando abrió los ojos, el
crepitar de la destrucción distante besaba las nubes de la noche.
-Somos apremiantes pero pocos,
mi reina ¿Deberían haber más enemigos en el camino?
Opal hizo un sonido que era
casi una risotada. -No hasta la mañana. Mis enemigos están experimentando
ciertas dificultades. Mamá previó eso.
La parte de la mente de Oro que
era aún suya y no esclava de una duendecilla naranja pensó: Es impropio que
se refiera a sí misma como nuestra madre. Se está burlando de nosotros.
Pero era tanta la fuerza del geasa
mágico, o ataduras, que incluso este pensamiento de rebelión le causó al
capitán Berserker dolor físico.
Opal notó su mueca de dolor.
-¿Qué está pensando, Captán? Nada sedicioso, espero.
-No, mi reina, -Dijo Oro. -Este
escuchimizado cuerpo es incapaz de contener mi sed de sangre.
Esta mentira le costó otra
punzada, pero estaba listo para ella y la sobrellevó sin reaccionar.
Opal frunció el seño. Ese tenía
sus propias ideas, pero no importaba. La energía de Oro estaba ya decayendo.
Los Berserkers apenas pasarían la noche, y para entonces la segunda cerradura
estaría abierta y la era Koboi empezaría de verdad.
-Ve, entonces, -Espetó. -Elige
un grupo de caza, pero tu tarea es proteger el sello. He manejado que
los humanos estén ocupados por el momento, pero, una vez el sol salga, vendrán
en una ola de destrucción para aniquilar al último de nuestra especie. -Opal
decidió decirlo de forma Gótica, así Oro captaría el punto. -Sin piedad es sus
fríos y despiadados corazones vendrán sobre nosotros.
Esta forma de hablar pareció
penetrar, y Oro se fue en busca de su equipo de caza.
La situación era, y Opal debió
admitirlo para ella misma, absolutamente perfecta. Los Berserkers vigilarían el
perímetro, lamentándose en su fallida creencia que esa gran y lúgubre puerta en
realidad llevaba a alguna parte. Y luego simplemente se evaporarían en la
siguiente vida, inconscientes del genocidio innecesario que había ayudado a
cometer.
“Los fantasmas no son testigos
fiables en un tribunal,” Pensó Opal, riendo.
Pero tan agradable como una
risa auto-congratulatoria debería ser, realmente había trabajo que hacer que
requería su intelecto entero. El candado permanecía cerrado, y ella solo podría
retener la magia negra por un cierto tiempo antes de que consuma su cuerpo
físico. Ya podía sentir ampollas entre las hojas de sus hombros. La magia la
dejaría pronto, pero antes causaría estragos en su sistema.
Su poder sanaba las ampollas
tan pronto como se sonrosaban, pero eso le costaba su magia, y las ampollas se
volvían negras de todas formas.
“¿Por qué no puedo resolver
este problema matando a alguien?” Pensó petulante, luego se confortó a sí misma
con el mantra que la había hecho seguir adelante en prisión:
-Pronto todos los humanos
estarán muertos, -Dijo monótonamente, la moda consagrada de gurús en todas
partes. -Y luego Opal será amada.
“E, incluso si no soy querida,”
Pensó “Al menos todos los humanos habrán fallecido.”
Oro bajó con sus pequeñas
piernas por los viejos escalones que corrían alrededor de la puerta de los
Berserker y por un momento recordó claramente el día en el que había ayudado a
construir esa torre rechoncha. Aunque había habido más magia involucrada que
levantamiento de peso. El viejo Bruin Fadda tuvo a su equipo derramando cada
chispa de poder que podían obtener de sus manos en el sello. Un gran círculo de
hechiceros lanzando rayos luminosos dentro de la piedra.
Quienquiera que abra la
puerta obtendrá más de lo que había pensado, les había prometido Bruin más tarde esa semana, incluso aunque Oro y
sus hombres yacían moribundos. Bruin estaba equivocado. La reina Opal obtuvo
exactamente lo que esperaba.
“¿Cómo lo sabía?” Se preguntaba
Oro. “Estaba casi seguro de que el mundo nos había olvidado.”
Los Berserkers estaban llenos
de violencia reprimida y de ansiedad por infligir daño en la humanidad. Trataban
de mantenerse firmes como Oro les había dicho, pero era todo un desafío,
especialmente para los piratas, incapaces de detener el agitar de sus huesos
expuestos.
Oro
se paró sobre bulto de un árbol, así el pequeño cuerpo que ocupaba podía ser
visto por todos, y sostuvo su puño en alto pidiendo silencio.
-¡Mis guerreros! -Gritó por
sobre las filas. -¡Nuestro día ha llegado finalmente!
Esto fue recibido con un coro
de gritos, ladridos y silbidos mientras las variadas criaturas habitadas por
los Berserkers expresaban su aprobación. Oro no pudo ocultar una mueca de
dolor. Estos no eran los guerreros que él recordaba, quienes habían peleado y
sufrido heridas mortales en los Llanos de Taillte, pero ellos eran lo que eran,
y el deseo de pelear estaba allí, aunque no su habilidad. Habían zorros en sus
filas, por el amor de Danu ¿Cómo se suponía que un zorro levantaría una espada?
Aún así, mejor conseguir que la sangre de sus guerreros arda con algo de
retórica. Oro siempre había estado orgulloso de sus discursos.
-¡Beberemos el veneno de la
mordedura de nuestra derrota y se lo escupiremos a nuestros enemigos! -Gritó,
su voz siendo llevaba por el prado.
Sus guerreros alentaron,
rugieron y aullaron en aprobación, excepto uno.
-¿Perdón? -Dijo su teniente,
Gobdaw.
-¿Qué? -Dijo Oro.
El teniente dentro del cuerpo
del segundo Fangoso tenía una expresión confundida en su pálida cara. A decir
verdad, la confusión de cualquier tipo era nueva para Gobdaw. Usualmente era un
hada del tipo no hagas preguntas que hacia lo pedido con su hacha.
Generalmente, Gobdaw amaba un poco de retórica.
-Bien, Oro, -Dijo, pareciendo
un poco sorprendido por las palabras saliendo de su boca, -¿Qué significa eso,
exactamente? ¿Escupir el veneno de la mordedura de nuestra derrota a nuestros enemigos?
Esta pregunta tomó a Oro por
sorpresa. -Bien, simplemente significa…
-Porque, si no te importa que
lo diga, usar la palabra derrota en un discurso motivacional envía un
mensaje algo surtido.
Ahora era el turno de Oro de
estar perplejo. -¿Motivacional? ¿Mensaje surtido? ¿Qué significan estos
términos siquiera?
Gobdaw parecía a punto de
llorar. -No lo sé, Capitán. Es mi huésped humano. Es uno fuerte.
-Contrólate, Gobdaw. Siempre
has apreciado mi retórica.
-Lo hice. Lo hago, Capitán. El
joven se niega a ser silenciado.
Oro decidió distraer a Gobdaw
con trabajo. -Tienes el honor de liderar esta búsqueda de enemigos. Toma a los
perros, a Bellico, y a esos marineros también. Todo el resto, rodeando la
puerta. La reina Opal está trabajando en el sello ¿Entendido?
-Sí, Capitán, -Rugió Gobdaw,
sacudiendo el puño. -Como comandes.
Oro asintió. Ese era más como
él.
Gobdaw, Bellico, y los perros
de caza de los Fowl rodearon el túnel colapsado. Bellico se estaba sintiendo
bastante bien consigo misma, encerrada como estaba en el cuerpo de Juliet
Butler. Era la mejor huésped con la que jamás hubiera soñado; un espécimen
físico excelente, equipado con la sabiduría de varios estilos ancestrales de
lucha, los cuales, gracias a las memorias de Juliet, sabía cómo ponerlos en
práctica muy bien.
Bellico revisó su reflejo en la
hoja del cuchillo de un pirata y estuvo satisfecha con lo que vio.
No tan fea, para un humano.
Es casi una pena que mi fuerza de vida solo se mantenga una sola noche. Tal vez
si hubiéramos sido levantados cincuenta años luego de yacer en el suelo la
magia podría habernos sostenido más tiempo, pero ahora nuestros espíritus están
debilitados por el tiempo. El hechizo no fue construido para mantenernos unidos
a la tierra por tanto tiempo.
La memoria de Bellico contenía
imágenes que pintaban un feo cuadro de Opal Koboi, pero había sido advertida de
que los puntos de vista humanos del hada no eran fiables. Tal era el odio de
los Fangosos por las Criaturas que sus memorias estaban sesgadas*.
Los piratas estaban menos
felices con sus cuerpos heredados, que se desintegraban cada vez que caminaban.
-Me está costando toda mi magia
solamente sostener estos sacos de piel de gusanos juntos, -Se quejó el una vez
guerrero gigante, Salton Finnacre, que habitaba el cuerpo de Eusebius Fowl, el
pirata absorbe-pulmón.
-Por lo menos tienes dos
piernas, -gruñó su compañero de batalla, J’Heez Nunyon, quien cojeaba sobre un
par de muñones de madera. -¿Cómo puedo hacer mi movimiento característico en
estas cosas? Voy a parecer un enano borracho cayendo.
Era
peor para los perros pointers Ingleses, que podían solo formar los sonidos más
rudimentarios con sus cuerdas vocales.
-Fowl, -Ladró uno, estando muy
familiarizado con la esencia de Artemis. -Fowl. Fowl.
-Buen chico, -Dijo Gobdaw,
alcanzándolo para acariciar la cabeza del perro con la pequeña mano de Myles,
acto que al perro no le pareció gracioso y la hubiera mordido si no le
perteneciera a su oficial superior.
Gobdaw llamó a sus soldados,
-Guerreros. Nuestros nobles hermanos dentro de estas bestias han encontrado su
rastro. Nuestra misión es encontrar a los humanos.
Nadie preguntó, ¿Y entonces?
Todos sabían que se les hacía a los humanos cuando los encontrabas. Porque
si no lo hacías, ellos te lo harían a ti, y a tu especie entera, y
probablemente a cualquier especie con la que alguna vez hayas compartido un
jarrón de cerveza.
-¿Y la elfa? -Preguntó Bellico.
-¿Qué hay de ella?
-Ella hizo su elección, -Dijo
Gobdaw. -Si se hace a un lado la dejaremos vivir. Si se mantiene en su posición
entonces se convierte en una Fangosa para nosotros. -El sudor bajaba por la
frente de Gobdaw a pesar de que la noche estaba siendo cada vez más fría, y
habló a través de dientes apretados, tratando de contener la conciencia de
Myles Fowl, que brotaba de su interior como una indigestión mental.
Este intercambio fue cortado
cuando los pointers Ingleses se alejaron corriendo de la boca del túnel
colapsado y cruzaron el prado hacia la enorme morada humana que coronaba la
colina.
-Ah, -Dijo Bellico, saliendo
después de los perros. -Los humanos están en el templo de piedra.
Gobdaw trató de detenerse a sí
mismo de hablar, pero falló. -Él dice que es llamada una mansión. Y que todas
las chicas son estúpidas.
Artemis, Holly, y Mayordomo se
retorcieron a lo largo de un túnel que Mantillo les había asegurado que
emergería en la sala de vinos detrás de un estante de Château Margaux 1995.
Artemis estuvo horrorizado por
la revelación. -¿No sabes que un túnel puede afectar la temperatura de la
bodega? ¿Por no mencionar la humedad? Ese vino es una inversión.
-No te preocupes por el vino,
tonto Fangosillo, -Dijo Mantillo en un tono bastante protector que había
desarrollado y practicado solo para molestar a Artemis. -Lo bebí meses atrás y
lo reemplacé. Era la única cosa responsable para hacer. Después de todo, la
integridad de la bóveda ha sido comprometida.
-¡Sí, por ti! -Frunció el seño
Artemis. -¿Reemplazarlo con qué?
-¿Realmente quieres saber?
-Preguntó el enano, y el niño sacudió la cabeza, decidiendo que, dada la
historia del enano, en este caso en particular, la ignorancia sería
menos perturbadora que la realidad.
-Sabia decisión, -Dijo
Mantillo. -Así que, para continuar. El túnel lleva justo a la parte trasera de
la bodega, pero la pared está taponada.
-¿Taponada con qué? -Preguntó
Artemis, que podía ser un poco lento a pesar de su genio.
Los dedos del enano se
cepillaron la barba. -Repito mi última pregunta: ¿Realmente quieres saber?
-¿Podemos atravesarla?
-Preguntó Mayordomo, pragmatista*.
-Oh sí, -Dijo Mantillo. -Un
hombre tan grande y fuerte como tú. Sin problemas. Lo haría por ti, pero
aparentemente tengo esta otra misión.
Holly levantó la vista de su
computadora de muñeca, que aún no estaba captando señal. -Necesitamos que
consigas armas en la lanzadera, Mantillo. Mayordomo tiene un kit en la casa,
pero Juliet podría ya haber llevado a los Berserkers allí. Necesitamos movernos
rápido y a dos frentes. Un movimiento de pinza.
Mantillo suspiró. -Pinza. Amo
el cangrejo. Y la langosta. Me pone un poco gaseoso, pero vale la pena.
Holly golpeó sus rodillas.
-Tiempo de irnos.
Ninguno de los humanos
discutió.
Mantillo miró a sus amigos
trepar dentro del túnel de la mansión y luego giró tomando el camino por el que
habían venido, hacia la lanzadera.
“No me gusta retroceder en mis
pasos,” Pensó. “Porque, generalmente, hay alguien a mi caza.”
Así que allí estaban ahora,
serpenteando a lo largo de un túnel claustrofóbico con un pesado olor a tierra
en sus narices y el peligro aún presente de incontables toneladas cerniéndose
sobre ellos como un yunque gigante.
Holly sabía lo que todos
estaban pensando. -Este túnel es seguro. Mantillo es el mejor cavador en el
negocio, -Dijo entre gruñidos y suspiros.
El
corredor zigzagueó, y su única luz era del celular en la frente de Mayordomo.
Artemis tuvo esta repentina visión de los tres atrapados allí por siempre, como
roedores en el estómago de una serpiente, siendo digeridos lentamente hasta que
no quedara rastro de ellos.
Nadie nunca sabrá lo que nos
pasó.
Este pensamiento era
redundante, Artemis lo sabía, porque si no salían del túnel, en toda
posibilidad no habría nadie para preguntarse que había sido de su pequeño
grupo. Y él nunca sabría si había fallado en salvar a sus padres o si habían
sido asesinados de algún modo en Londres.
No obstante, Artemis no pudo
sacudir la noción de que estaban a punto de morir en esa vasta tumba sin
marcar, y se hizo más fuerte con cada agarre al que llegaba su mano que lo
llevaba más lejos dentro de la tierra.
Avanzó una vez más en la
oscuridad y sus dedos escarbadores encontraron la bota de Mayordomo.
-Creo que lo hicimos, -Dijo el
guardaespaldas. -Hemos alcanzado el bloqueo.
-¿Es sólido? -Gritó Holly desde
la retaguardia.
Le siguieron una serie de
sonidos que no estarían fuera de lugar en una fábrica de jalea, y un olor que
sería completamente coherente ante una tubería de aguas residuales con una
fuga.
Mayordomo tosió varias veces,
maldijo la longitud, y dijo una fuerte línea con una terrible implicación.
-Sólo la cáscara lo es.
Se tambalearon a través del
agujero sobre una pila de botellas rotas de vino, que habían sido tiradas por
la apurada entrada de Mayordomo. Usualmente hubiera pasado lentamente por el
umbral, moviendo el estante poco a poco, pero en este caso, la velocidad era
más importante que el sigilo, así que simplemente rompió a través de la tapa de
Mantillo y pasó a la bodega más allá. Los otros dos rápidamente lo siguieron,
felices de escapar de los confines del túnel.
Artemis olio el líquido
amontonado en las curvas cóncavas de los fragmentos rotos de las botellas.
-Esto definitivamente no es Château Margaux 1995, -Comentó.
-Ni siquiera es vino de
serpiente,* -Dijo Mayordomo, sacudiéndose. -A pesar de que conozco algunos mercenarios
que probablemente lo beberían.
Holly subió los altos escalones
de piedra del siglo diecisiete, luego presionó su oreja contra la puerta.
-No puedo escuchar nada, -Dijo
después de un momento. -Viento desde afuera, eso es todo.
Mayordomo empujó a Artemis de
la estantería destruida. -Sigamos, Artemis. Necesitamos conseguir mis armas
antes de que se le ocurra al ocupante de Juliet.
Holly abrió un poco la puerta y
se asomó por ella. A medio camino del corredor había un grupo de piratas con
armas automáticas. Se mantenían absolutamente quietos, probablemente tratando
de parar sus traqueteantes huesos.
Mayordomo se deslizó a sus
espaldas.
-¿Qué tal estamos? -Preguntó.
Holly mantuvo la respiración
mientras cerraba la puerta.
-No genial, -Dijo.
Se acuclillaron detrás del
estante de unos California reds de los 90* y hablaron en susurros apurados.
-¿Qué tenemos? -Preguntó
Artemis.
Mayordomo levantó sus puños.
-Tengo estos. Eso es todo.
Holly rebuscó en los bolsillos
de su entero. -Algunas esposas plásticas. Un par de bengalas. No un gran
inventario.
Artemis tocó la punta de cada
dedo contra el acolchado de su pulgar, uno de sus ejercicios de concentración.
-Tenemos algo más, -Dijo. -Tenemos la casa.
*Pragmatismo: Actitud y pensamiento que valora sobre
todo la utilidad y el valor práctico de las cosas.
*Sesgado: Parcial, subjetivo.
*Es una marca de vino.
*Vino de serpiente: es una
bebida alcohólica producida por infusión de serpientes enteras en vino chino.
Capítulo 10
Rivalidad de hermanos
Mansión Fowl
Gobdaw y Bellico siguieron a
los perros por las magníficas escaleras de la Mansión Fowl y a través del
corredor, hacia el laboratorio de Artemis. Una vez atravesada la puerta, los
perros brincaron sobre
la
bata blanca, que colgaba de una percha, usando sus dientes y garras para rasgar
y masticar el material.
-Huelen al humano, -Dijo
Gobdaw, decepcionado por no tener la oportunidad de usar la Glock bebé* que
entraba tan bien en la pequeña mano de Myles.
Habían asaltado el cuarto de
armas de Mayordomo, el cual estaba escondida detrás de una falsa pared en su
cuarto. Solo cuatro personas sabían la locación y contraseña del teclado—cinco,
ahora, si Bellico podía ser contada como alguien separado de Juliet. Gobdaw
tomó la pequeña pistola y muchos cuchillos, mientras Bellico eligió una
ametralladora y un arco recurvado de fibra de carbono con un carcaj de flechas
de aluminio. Los piratas tomaron, más o menos, todo lo demás, bailando slides*
felices mientras traqueteaban al pie de la escalera para tumbarse a la espera.
-Deberíamos seguir buscando,
-Dijo Gobdaw.
Bellico no estuvo de acuerdo,
al tener el conocimiento de Juliet sobre la mansión.
-No. La oficina de Artemis se
conecta con esta habitación, así que vendrán aquí. Tenemos guerreros en el
sótano y en la habitación de pánico. Deja que los perros y piratas los traigan
hacia nosotros.
Gobdaw tenía suficiente
experiencia como líder para reconocer un buen plan cuando lo oía.
-Muy bien. Esperaremos aquí,
pero si no llego a disparar esta arma antes del amanecer, estaré muy
decepcionado.
-No te preocupes. Necesitarás
cada bala para el grandote.
Bellico agarró a los perros por
sus collares y los tiró de la bata.
-Deberían estar avergonzados,
-Dijo. -No se pierdan dentro de esas bestias.
Uno de los sabuesos cabeceó al
segundo, como si el error hubiera sido de él solamente.
-Vayan ahora, -Dijo Bellico,
golpeando sus cuartos traseros. -Y encuéntrenos más Fangosos.
Gobdaw y Bellico se
acuclillaron detrás del escritorio, una cargando el arco y el otro retirando el
seguro de su pistola.
-La casa es una fortaleza
virtual, -Explicó Artemis. -Una vez la función asedio sea introducida en el
panel de seguridad, se necesitará una armada para penetrar las defensas, de las
cuales todas fueron diseñadas e instaladas después de que Opal saltara de su
línea del tiempo, así que no hay posibilidades de que alguno de los componentes
haya explotado.
-¿Y dónde está este panel?
-Preguntó Holly.
Artemis golpeó su reloj. -Usualmente
puedo acceder a control remoto con mi reloj o mi teléfono, pero la conexión
Fowl cayó. Actualicé el router recientemente y, tal vez, un componente Koboi se
deslizó dentro, así que deberemos usar el panel en mi oficina.
Mayordomo sabía que era su
función ser el abogado del diablo. -¿Eso no nos encerraría aquí con un montón
de piratas?
Artemis sonrió. -O los
encerraría a ellos aquí con nosotros.
Salton Finnacre estaba
lamentándose por la pérdida de su propio cuerpo hacia su compañero, J’Heez.
-¿Recuerdas esos brazos
musculosos que tenía? -Dijo melancólicamente. -Eron* como troncos de árboles.
Ahora mírame. -Sacudió su brazo izquierdo para demostrar que tanto las solapas
de carne colgaban de sus huesos. -Apenas puedo sostener este palo de fuego.
-No es un palo de fuego, -Dijo
J’Heez. -Se llaman pistolas. Es una palabra lo suficientemente simple
para recordarla, ¿no?
Salton miró el arma automática
en sus dedos huesudos. -Supongo. Solo apuntar y disparar, ¿Cierto?
-Eso fue lo que dijo Bellico.
-¿Escucharon eso, Berserkers?
-Salton preguntó a la media docena de piratas que se amontonaban al pie de la
escalera detrás de él. -Solo apuntar y disparar. Y no se preocupen por acertar
a la persona en frente suyo, porque ya estamos muertos.
Se pararon en el corredor de
ladrillos rojos, rezando por que algunos humanos deambulen por allí. Después de
todo ese tiempo, sería una pena no llegar a matar a nadie.
Tres metros debajo, en la
cámara de vino, Mayordomo alzó dos botellas de Macallan 1926 Fino y Raro whiskey.
-Tu padre no estará a gusto,
-Le dijo a Artemis. -Estos son treinta mil euros por misil.
Artemis enrolló sus dedos
alrededor de la manija de la puerta. -Estoy seguro que entenderá, dadas las
circunstancias.
Mayordomo rió brevemente. -Oh,
¿así que le diremos a tu padre las circunstancias esta vez? Eso sería un
comienzo.
-Bien, tal vez no todas las
circunstancias, -Dijo Artemis, y abrió por completo la puerta.
Mayordomo
se paró en el hueco y tiro en un arco las botellas al techo, sobre las cabezas
de los piratas. Ambas rotas, bañaron a los Berserkers con un líquido con altos
porcentajes de alcohol. Holly se paró debajo de las piernas de Mayordomo y
disparó un simple destello al centro. En menos de un segundo, el grupo entero
estaba envuelto en un whoosh de llamas azules y naranjas, que pintaban
la sala de negro. No parecía molestar mucho a los piratas, excepto por el de
piernas de madera, quien pronto fue dejado sin una pierna para pararse. El
resto vivía en esqueletos, trayendo sus pistolas para cargar contra la puerta
de la bodega.
-¿La casa nos salvará?
-Preguntó Holly nerviosamente. -Eso fue lo que dijiste.
-Tres, -Dijo Artemis. -Dos…
uno.
En el momento justo, el sistema
a-salvo-de-fuego de la mansión registró el aumento de temperatura e instruyó a
ocho de sus doscientos de sus mangueras sumergir las flamas en espuma
extintintora sub-cero. Los piratas fueron hechos arrodillar por la fuerza del
espray, y tiraron de sus gatillos ciegamente, enviando chispas rebotando por
las paredes, hacia abajo por las escaleras. Las balas representaron su energía
cinética en los balaustres de acero y cayeron al suelo, echando humo. En el
corredor, la temperatura de los huesos de los piratas subió a más de cien
grados en menos de diez segundos, haciéndolas tan quebradizas como hojas
prensadas.
-Aquí vamos, -Dijo Mayordomo, y
remontó las escaleras, golpeando contra los desorientados piratas como una
vengativa bola de bolos. Los infortunados Berserkers se quebraron ante el más
leve impacto, desintegrándose en un millón de cristales de huesos, que
revolotearon en el aire como copos de nieve. Holly y Artemis siguieron al
guardaespaldas, corriendo por el pasillo, sus pies crujiendo sobre esquirlas de
hueso, no dejaron de recolectar armas—la mayoría de las cuales habían explotado
en el incendio, dejándolas inútiles.
Como siempre, Artemis estaba
aplastado entre Mayordomo y Holly mientras huían.
-Sigan moviéndose, -Gritó la
elfa desde detrás. -Habrán más de ellos, cuente con eso.
Habían más piratas en la
habitación de pánico, sintiéndose muy bien consigo mismos.
-Esto es lo más inteligente que
jamás hemos hecho, -Dijo Pronk O’Chtayle, actuando de comandante. -Vienen aquí
para esconderse de nosotros, pero ya estamos aquí. -Reunió su conjunto de
huesos a su alrededor. -Repasemos de nuevo ¿Qué hacemos cuando los escuchamos?
-Nos escondemos, -Dijeron los
piratas.
-¿Y qué hacemos cuando entren?
-Aparecemos repentinamente,
-Respondieron los piratas contentos.
Pronk apuntó con un dedo
huesudo. -¿Qué es lo que hacen, específicamente?
Un pequeño pirata que parecía
estar usando lo que quedaba de un barril se paró junto a la pared. -Me paro
aquí en silencio, cerrando la puerta de acero para que todos estemos atrapados.
-Bien, -Dijo Pronk. -Bien.
El sonido de la pistola staccato
rebotó contra el techo abovedado e hizo eco a través del corredor hacia la
habitación de pánico.
-Están viniendo, camaradas,
-Dijo Pronk. -Recuerden matarlos muchas veces, solo para estar seguros. Paren
de cortar cuando sus brazos se caigan.
Se acuclillaron en la penumbra,
la luz del exterior reflejándose en sus cuchillos.
Si Bellico hubiera indagado un
poco más a fondo en las memorias de Juliet, hubiera notado que la habitación de
pánico podía ser accedida o sellada desde el exterior, a control remoto, o con
un programa de activación por voz. Pero incluso si lo hubiera sabido, no podría
haber tenido sentido que los humanos se encerraran a sí mismos fuera de su
propio paraíso. Eso sería puramente insano. Mayordomo apenas paró en su camino
a través de la puerta del cuarto de pánico para hablar por el pequeño micrófono
en el marco de acero.
-Mayordomo D., -Dijo
claramente. -Autorización principal. Bloquear.
Una pesada puerta cayó,
cerrando automáticamente la habitación de pánico completamente y encerrando al
aturdido grupo de piratas Berserker dentro. Artemis apenas tuvo un segundo para
mirar por debajo de la puerta.
“¿Es ese un pirata vistiendo un
barril?” Pensó. “Nada me sorprendería hoy.”
Llegando a la sala
laboratorio/oficina de trabajo, Mayordomo alzó su puño. Artemis no estaba
familiarizado con los signos de manos militares y golpeó contra la ancha
espalda del guardaespaldas. Afortunadamente, el adolescente no tenía el peso
como para mover al guardaespaldas, porque si Mayordomo hubiera dado tan solo un
tropezón hacia adelante, hubiera estado por seguro atravesado por una de las
flechas de su hermana.
-Ya
veo, -Susurró Artemis. -El puño alzado significa Alto.
Mayordomo apoyó un dedo en sus
labios.
-Y eso significaría que deseas
que esté callado. Oh, entiendo.
Las palabras de Artemis fueron
suficiente para obtener una reacción desde dentro del laboratorio, tomando la
forma de una flecha de aluminio que penetró la pared divisora con un ruido
sordo, atravesando el yeso, enviando copos revoloteando.
Mayordomo y Holly no
discutieron una estrategia, ya que ambos eran soldados experimentados y sabían
que el mejor momento de atacar era justo después de las balas disparadas—o en
este caso, flechas.
-Izquierda, -Dijo Mayordomo, y
eso era todo lo que necesitaba decir. Traducido al lenguaje no profesional, su
afirmación significaba que tomaría a todos los hostiles a la izquierda del
cuarto, dejándole el lado derecho a Holly.
Corrieron dentro, dividiéndose
en dos objetivos mientras cruzaban el suelo. Mayordomo tenía la ventaja de
estar extremadamente familiarizado con el plano del laboratorio, y sabía que el
único lugar lógico para esconderse era detrás de la larga mesa de trabajo de
acero inoxidable donde Artemis jugaba con lo desconocido y construía sus
modelos experimentales.
“Siempre me he preguntado cuan
segura es esta cosa,” Pensó antes de cargar contra ella como un jugador de
fútbol entrando en la línea de golpe, donde el coste de perder era la muerta.
Escuchó una flecha silbar pasando su oreja un segundo antes de que su hombro
embistiera al acero inoxidable, levantando el banquillo de sus cables
alimentadores en una ráfaga de chispas y el siseo del gas.
Gobdaw trepó a la parte
superior del banco, con una espada corta y un palo de fuego levantados para
atacar cuando el gas del mechero de Bunsen le dijo hola al cable eléctrico.
Resultaron chispas y una breve explosión, lanzando al Berserker hacia atrás,
dentro de las cortinas de terciopelo.
Bellico evaluó la situación
rápidamente y escapó a la oficina.
Mayordomo la vio irse. -Voy
tras Juliet, -Le vociferó a Holly. -Retén a Myles.
“Tal vez el chico esté
inconsciente,” Pensó la elfa, pero esta esperanza decayó al ver a Myles Fowl
desenredándose de las cortinas de terciopelo. La mirada en sus ojos le dijeron
que aún había un Berserker en ese cuerpo y que no estaba en el ánimo de
rendirse. Estaba armado con solamente un cuchillo corto ahora, pero Holly sabía
que los Berserkers lucharían hasta la última gota de sangre, incluso si esa
sangre no era, meramente hablando, la suya.
-No lo lastimes, -Dijo Artemis.
-Solo tiene cuatro años.
Gobdaw rió, mostrando una boca
llena de dientes de bebé, que Myles limpiaba rigurosamente con un cepillo de
dientes modelado en la cabeza de Einstein, siendo las cerdas el cabello picudo
característico del genio. -Eso es cierto, traidora. Gobdaw tiene solo cuatro
años, así que no me lastimes.
Holly deseó que Artemis se
mantuviera fuera de eso. Este Gobdaw podía parecer inocente, pero poseía mucha
más experiencia en batalla de la que ella alguna vez soñaría tener; y, juzgando
por la forma en la que estaba haciendo girar el cuchillo en su palma, no había
perdido ninguna de sus habilidades con cuchillas.
“Si este tipo estuviera en su
propio cuerpo, me desarmaría,” Se dio cuenta.
El problema de Holly era que su
corazón no estaba en la batalla. Un poco aparte del hecho que estaba luchando
con el hermano pequeño de Artemis, era Gobdaw, por el amor de dios. Gobdaw la
leyenda. Gobdaw, quién había liderado la carga en Taillte. Gobdaw, quién había
arrastrado a su camarada herido a través del lago congelado en Bellannon.
Gobdaw, quien había sido corneado por dos lobos en una cueva después del asalto
de Cooley y había salido usando un nuevo abrigo de piel.
Los dos soldados daban vueltas
alrededor del otro.
-¿Es verdad lo de los lobos?
-Preguntó Holly en Gnómico.
Gobdaw perdió un paso,
sorprendido. -¿Los lobos de Cooley? ¿Cómo sabes sobre esa historia?
-¿Estás bromeando? -Dijo Holly.
-Todos lo saben. En la escuela, era parte del desfile, cada año. Para ser
honesta, estoy cansada de ese cuento ¿Dos lobos, correcto?
-Habían dos, -Dijo Gobdaw.
-Aunque uno estaba enfermo.
Gobdaw empezó su embestida a la
mitad de la oración, como Holly sabía que haría. Su cuchillo salió disparado,
apuntando al vientre de su oponente; pero él ya no tenía el alcance que solía
poseer, y Holly lo golpeó duramente en un grupo de nervios en su músculo
deltoides, inhabilitando el brazo. Esa extremidad era tan útil como una
manguera colgando de su hombro.
-D’Arvit, -Maldijo Gobdaw.
-Eres una tramposa. Las féminas siempre fueron engañosas.
-Sigue
hablando, -Dijo Holly. -Cada vez me gustas menos, lo que debería hacer mi
trabajo mucho más fácil.
Gobdaw tomó tres pasos de
carrera y saltó sobre una silla del salón de Regencia, agarrando una de las dos
reproducciones de picas cruzadas en la pared.
-¡Ten cuidado, Myles! -Gritó
Artemis, por la fuerza del hábito. -Eso es muy filoso.
-¿Filoso, Fangoso? Esa es la
manera en la que me gustan mis lanzas. -La cara del guerrero cambió como si
estuviera por estornudar, luego Myles atravesó un segundo.
-No es una lanza, idiota. Es
una pica ¿Y te haces llamar un guerrero?
Luego los rasgos cambiaron
nuevamente, y Gobdaw había regresado. -Callade, niño. Estoy a cargo de este
cuerpo.
Este breve intercambio le dio
esperanzas a Artemis. Su hermano estaba allí, en alguna parte, y no había
perdido ni un ápice de su ácida lengua.
Gobdaw metió la pica debajo del
recodo de su brazo bueno y cargó. El arma parecía tan grande como una lanza de
torneo en su mano. Sacudió la punta de lado a lado en un arco intermitente,
cortando la ceja de Holly antes de que ella pudiera hacerse a un lado.
La herida no era seria, pero sí
dolorosa, y Holly no tenía la magia para una sanación veloz.
-Por la barba de Danu, -Dijo
Gobdaw. -Primera sangre para los Berserkers.
Los soldados se encararon por
segunda vez, pero ahora Holly había retrocedido hacia una esquina, con menos
habitación para maniobrar, y el brazo muerto de Gobdaw estaba volviendo a la
vida. El Berserker agarró la pica con ambas manos, aumentando la velocidad y la
firmeza de su barrido. Se acercó una pulgada, dejando a Holly sin espacio para
hacer un movimiento.
-No me da placer hacer esto,
-Dijo. -Pero tampoco siento mucha pena. Tú elegiste tu gusano, elfa.
Elegir tu gusano era una
referencia a un juego mágico de masticar gusanos podridos. Un grupo de niños desenterraría cinco gusanos, y
cada uno elegiría uno para meter en sus bocas. Estadísticamente, por lo menos
uno de los animales estaría en su ciclo de muerte y se habría empezado a pudrir
interiormente, así que uno de los chicos tendría la boca llena de un ser
podrido. Pero no importaba, porque las reglas del juego dictaban que tenías que
tragarlo de todas formas. Un equivalente humano a este dicho sería: Hiciste
tu cama, así que ahora debes acostarte en ella.
“Esto se ve mal,” Pensó Holly.
“No veo ninguna manera de sacar a Gobdaw sin lastimar a Myles.”
De repente, Artemis agitó sus
manos y gritó, -¡Myles! La punta de esa pica es de acero ¿Dónde se ubica el
acero en la tabla periódica?
Los rasgos de Gobdaw cambiaron,
y Myles emergió. -Artemis, el acero no está en la tabla. No es un elemento,
como bien tú sabes. Está compuesto por dos elementos: carbono y hierro.
Hacia el final de la última
oración, Gobdaw tomó el control una vez más, justo a tiempo para sentir sus
brazos ser tironeados a su espalda y oír el sonido de las esposas plásticas
ajustándose en sus muñecas.
-Me engañaste, -Dijo, inseguro
de como, exactamente, había sido embaucado.
-Perdón, Gobdaw, -Dijo Holly,
levantándolo del cuello. -Los humanos no juegan limpio.
-¿Cuándo siquiera lo hicieron?
-Murmuró Gobdaw, quién en ese momento podría haber evacuado felizmente la
cabeza del joven Myles Fowl si otro huésped hubiera estado disponible. Pero
luego notó lo listo que había sido Artemis.
“Esa no es una mala
estrategia,” Pensó. “Tal vez pueda mostrarle a la mariposa sus propias alas y
volver el truco del humano contra él.”
De pronto, los ojos de Myles
giraron dentro de su cabeza, y quedó colgando flojo en los brazos de Holly.
-Creo que Gobdaw se fue, -Dijo
la elfa. -Artemis, parece que tienes a tu hermano devuelta.
Mayordomo siguió a Bellico
dentro de la oficina, donde estaba a dos pasos de sabotear la caja de asedio.
Su puño se retiró para el ataque cuando Mayordomo enganchó su propio brazo a
través de la curva de su codo y giraron como bailarines fuera de la terminal de
seguridad y sobre el tapete. El brazo de Bellico se deslizó libre, e hizo una cabriola
hacia la pared.
-Estás acabada, -Dijo
Mayordomo. -¿Por qué no liberas a mi hermana?
-¡Antes, ambas moriremos,
humano! -Dijo Bellico, dando vueltas cautelosamente.
Mayordomo se mantuvo en su
lugar. -Si tienes acceso a las memorias de mi hermana, dales un vistazo. No
podrás vencerme. Ella nunca lo ha hecho, y tú nunca lo harás.
Bellico se paralizó por un
momento, accediendo a la base de datos de la mente de Juliet. Era verdad,
Mayordomo había vencido fácilmente a su hermana miles de veces. Su talento era
por mucho superior
al
de ella… pero, esperen. Había una visión del grandote sobre su espalda, con
dolor en su frente. Él estaba hablando:
Realmente me pillaste con
ese movimiento, Jules. Vino de la nada ¿Cómo se supone que tu gran y viejo
hermano se defienda ante eso?
Los ojos de Bellico
destellaron. ¿De qué movimiento estaba hablando el hombresote?
Cavó un poco más profundo y
encontró un kata de cincuenta y cuatro pasos que Juliet Butler había
desarrollado ella misma, vagamente basada en las enseñanzas de Kano Jigoro, el
fundador del judo.
Encontré el punto débil del
humano.
Bellico dejó que el recuerdo
resurgiera completamente y mandara instrucciones a su cuerpo. Las extremidades
de Juliet empezaron a representar el kata sin interrupciones.
Mayordomo frunció el seño y se
puso en una postura defensiva de boxeador. -Hey, ¿Qué estás haciendo?
Bellico no respondió. Había
ansiedad en la voz del Fangoso, y era suficiente para asegurarle que había
elegido el mejor curso de acción. Se movió en círculos por la habitación como
una bailarina, su velocidad aumentando con cada vuelta.
-¡Mantente quieta! -Dijo
Mayordomo, apurándose para mantenerla en su línea de visión. -¡No puedes ganar!
Bellico podía hacerlo, estaba
segura de ello. Este hombre viejo no era partido para el joven y poderoso
cuerpo que habitaba. Giró más y más rápido, sus pies apenas tocando el suelo,
el aire silbando a través del anillo de jade que sostenía su cola de caballo.
-Te daré una chance más,
Juliet, o quienquiera que seas. Luego tendré que herirte.
Estaba aparentando. Una
asustada y obvia mentira.
“Ganaré,” Pensó Bellico,
sintiéndose ahora invulnerable.
En el paso cincuenta y dos, se
lanzó al aire, hacia atrás, y apoyó su pierna trasera contra la pared,
cambiando la dirección e incrementando la altitud. Descendió sobre Mayordomo en
un borrón de velocidad, su talón apuntando como la punta de una flecha al
conjunto de nervios en su cuello.
“Una vez el humano esté
incapacitado, destruiré la caja de asedio,” Pensó Bellico, ya celebrando su
victoria.
Mayordomo golpeó el talón con
su palma izquierda y con los dedos de su mano derecha el estómago de Bellico,
solo lo suficientemente fuerte como para dejarla sin aire—y no hay un solo
guerrero en el planeta que pueda pelear mientras no puede respirar. Ella cayó
como un saco de piedras a la alfombra y yació resollando en posición fetal.
-¿Cómo? -Jadeó. -¿Cómo?
Mayordomo la levantó del
cuello. -Ese día era el cumpleaños de Juliet. La dejé ganar.
Se marchó hasta el panel de
seguridad y tipió la secuencia de encierro cuando escuchó el tamborilear de
garras golpeando el suelo detrás de él. Reconoció el patrón enseguida.
El perro va a atacarme.
Pero estaba equivocado. El
sabueso se arrojó sobre Bellico, propulsándolos a ambos debajo la descendiente
contraventana acerada y a través de la ventana de la oficina, dejando a
Mayordomo con un parche de material en su mano.
Miró sin expresión a la
persiana caída, pensando.
Ni siquiera la vi aterrizar,
y no sé si mi hermana está viva o muerta.
Se apuró al escritorio de
Artemis y activo las cámaras de seguridad, justo a tiempo para ver a Juliet
palmear al perro y renguear fuera de vista—devuelta con Opal, supuso.
-Vivo por ahora, -Murmuró el guardaespaldas.
Y donde había vida, había
esperanza. Por algunas horas más, al menos.
*1Un tipo de pistola.
*2Slide: es una danza folclórica de
la música tradicional irlandesa.
*3Hay palabras dichas por los
Berserkers que están mal escritas a propósito.
Capítulo 11
Asesinado por un conejo
Debajo de la Mansión Fowl y
un poco a la izquierda
Nadie, humano o ser mágico,
había sido declarado muerto más veces que Mantillo Mandíbulas, y era un record
del que estaba orgulloso desmesuradamente. A los ojos de Mantillo, ser
declarado muerto
por
la PES era solo menos embarazoso para ellos que admitir que había escapado por
enésima vez. En el bar de Pájaros fugitivos Sozzled, los certificados de
defunción de la PES eran impresos y pegados en el Muro de Héroes.
Mantillo tenía un recuerdo
afectuoso de la primera vez que había fingido su propia muerte para alejar a
los oficiales de policía de su rastro.
“Mis dioses, ¿en serio
fueron más de doscientos años de eso ya? El tiempo vuela más rápido que el
viento a través de la solapa de los pantalones*, como Abuela solía decir,
bendita sea.
Él había estado en un trabajo
con su primo Nord, en las montañas adineradas de Refugio, cuando el dueño del
hogar había regresado a casa inesperadamente de la convención en Atlantis,
donde se suponía que iba a estar pasándolo muy bien con el oro de los
contribuyentes dos días más.
“Odio cuando vuelven a casa
temprano,” Pensó Mantillo “¿Por qué la gente hace eso cuando hay una muy buena
chance de encontrar ladrones en el salón de estar?”
De cualquier manera, el dueño
resultó ser un ex-cumplidor de la ley y poseedor registrado de una porra
zumbante, la cual había usado en los enanos primos con gran gusto. Nord logró
escapar dentro de su túnel, pero Mantillo había sido forzado a embragar su
corazón, fingiendo un paro cardíaco, y luego golpear contra una ventana,
haciéndose el muerto todo el camino río el abajo.
“El cadáver fue la parte
difícil,” Recordó mantillo. “No hay nada más sobrenatural que mantener tus
brazos flojos cuando quieren girar como ruedas.
La PES había entrevistado al
dueño ex–cumplidor de la ley, quien había clamado energéticamente: Si, lo
maté. Fue un accidente, por supuesto. Solo quería lisiar a ese enano, luego
golpearlo hasta dejarlo inconsciente; pero puedes declarar a ese ventoso
muerto. Nadie puede hacerse el muerto por tres historias.
Y así Mantillo Mandíbulas fue
declarado difunto por primera vez. Habrían otras doce ocasiones oficiales en
las que la gente había pensado de forma errónea que Mantillo había volado de su
último gallinero*; y estaba, tan conocido de él, haciendo un túnel hacia uno no
oficial en ese momento.
Sus instrucciones eran lo
suficientemente simples. Cava un túnel paralelo al colapsado recientemente,
cuélate en el Cupido aplastado, y roba cualquier arma en el casillero. Cavar,
colarse y robar. Tres de los cuatros verbos favoritos de Mantillo.
“No sé porque estoy hacienda
esto,” Pensó mientras hacia el túnel. “Debería estar yendo hacia abajo, dentro
de la corteza para encontrarme una linda fisura. Dijeron que la ola de muerte
de Opal solo mataría humanos, ¿pero por qué tomar un riesgo tan irresponsable
con el regalo de la vida?”
Mantillo sabía que este
razonamiento era una tontería de hamburguesa de trol, pero encontró que podía
cavar mejor si estaba enojado, incluso si él era el objeto de su propia
molestia. Y así el enano echaba chispas silenciosamente mientras se revolvía
entre la tierra hacia los restos de lanzadera.
Seis metros arriba y
veintisiete al sur, Opal Koboi estaba hundiendo sus manos dentro de los
profundos encantamientos algebraicos del segundo candado Berserker. Los
símbolos se envolvían como luciérnagas alrededor de sus dedos y se rendían ante
su poder uno a uno a medida que descubría sus secretos. Algunos podían ser
vencidos en la sumisión por la pura fuerza de su magia negra, pero otros tenían
que ser persuadidos con astutos embrujos o mágicos cosquilleos.
“Estoy cerca,” Pensó. “Puedo
sentir la fuerza de la tierra. La ola de muerte tendrá la forma de energía
geotérmica,” Presumió, “y será traída de los recursos del planeta entero y no
solo de los depósitos superficiales hidrotérmicos. Esto hará un cierto impacto
en las reservas del mundo y podría, teóricamente, sumergir a la Tierra en otra
era del hielo. Sobreviviremos,” Pensó despiadadamente “Tengo unas lindas botas
calentitas en eI depósito.”
El trabajo era desafiante pero
manejable, y le dio a Opal algo de satisfacción saber que era la única hada
viva que había hecho suficiente búsqueda en la complejidad de la magia antigua
como para abrir la segunda cerradura. La primera había sido simple—había
requerido poco más que un rayo de magia negra—pero la segunda necesitaba
sabiduría enciclopédica del arte de los hechizos.
Ese tecno-idiota, Potrillo,
nunca podría haber manejado esto. Ni en un millón de años.
Opal no era consciente de ello,
pero tan auto-satisfecha estaba en ese momento que giró sus hombros e hizo un
sonido de ronroneo.
Todo está yendo tan bien.
Ese plan era excéntrico,
incluso para sus estándares; pero, raro o no, todos los elementos estaban
cayendo en su lugar. Su pensamiento inicial había sido sacrificar a su yo más
joven y usar su mal-obtenido poder para escapar de las Profundidades. Luego se
le ocurrió que ese poder tendría que ser
deshecho
casi inmediatamente para prevenir que la comiera viva— ¿Así que por qué no
darle un buen uso?
La oportunidad se había
presentado cuando su joven yo había hecho contacto telepático.
Una mañana, Opal había estado
sumida en un coma purificador y—¡ping!—de pronto, había una voz en su
cabeza, llamándola Hermana y pidiendo ayuda. Se le había ocurrido
brevemente que podría estar, de hecho, loca, pero, poco a poco, se filtró la
información. Una Opal joven había seguido a Artemis Fowl del pasado.
“No tengo recuerdos de esto,”
Notó Opal. “Por lo tanto, mi yo más joven debió de ser capturada y enviada de
vuelta con estos eventos borrados de su mente.”
A menos que…
A menos que la línea del tiempo
haya sido partida. Entonces cualquier cosa era posible.
Opal estaba sorprendida de
encontrar a su yo joven un poco quejumbrosa, incluso aburrida ¿En serio había
estado tan absorta en sí misma?
“Es todo yo, yo, yo,” Pensó. “Me
lastimé la pierna en la explosión. Mi magia está decayendo. Necesito regresar a
mi propio tiempo.”
Nada de esto era ni en lo más
mínimo de ayuda para la Opal atrapada en prisión.
Lo que necesitas hacer es
sacarme de aquí, Le emitió a su yo
juvenil. Luego podemos ver tus lastimaduras y mandarte a casa.
¿Pero cómo lograrlo? El
condenado centauro Potrillo la había encarcelado en la celda más
tecnológicamente avanzada del mundo.
La respuesta era simple: Debo
forzarlos a liberarme porque la alternativa sería simplemente demasiado horrible
para incluso contemplarla.
Opal había lidiado con el
problema por varios minutos antes de aceptar que la joven Opal debería ser
sacrificada, y una vez esa pieza del rompecabezas entró en su lugar,
rápidamente construyó el resto del plan a su alrededor.
Pip y Kip eran dos gnomos
peleles que trabajaban en el servicio civil. El Consejo los había mandado a una
auditoria en una de las cuentas de sus fábricas un par de años atrás, y Opal
los había hipnotizado usando runas prohibidas y magia oscura. Solo tomó una
llamada telefónica de la Opal más joven para activar su lealtad incluso al
costo de sus vidas. Mandó instrucciones a su otro yo, diciéndole exactamente
como montar el falso secuestro y como usar los rastros de magia oscura que
quedaba en su sistema para encontrar la legendaria Puerta Berserker. La entrada
era el camino hacia el pasado—o al menos esa era la historia que Opal expulsó.
La Opal más joven no pudo
haberlo sabido, pero las instrucciones de Pip y Kip eran muy específicas por
una razón. Oculto dentro de las palabras había un simple código que Opal había
implantado con sus lazos de lealtad. Si la joven hubiera pensado en escribir
todas las letras que le correspondía a números primos, habría encontrado un
mensaje por mucho más siniestro del que pensó que estaba entregando:
Maten a la rehén cuando el
tiempo acabe.
Debías mantenerlo simple para
los sirvientes civiles.
Todo había salido exactamente
como lo había previsto, excepto por la llegada de Fowl y Canija. Pero, de
cierto modo, ese también era un golpe de buena suerte. Ahora los podía matar de
forma cercana y personal.
Cada nube tiene un forro de
plata.
De pronto Opal sintió su
estómago revolverse mientras una ola de nauseas la embestía. El primer
pensamiento de la duendecilla fue que la magia negra estaba teniendo
dificultades con sus anticuerpos, pero luego se dio cuenta que la fuente era
externa.
“Algo ofende mis mejorados
sentidos mágicos,” Pensó. “Algo allí.”
La destrozada lanzadera se
mantenía detrás del círculo de guerreros que hacían guardia sobre su reina.
Debajo de la lanzadera. Algo
está cubierto por una sustancia que me enferma.
Era ese maldito enano, metiendo
la solapa de sus pantalones donde no debía, y no por primera vez.
Opal frunció el seño ¿Cuántas
veces había aguantado la humillación por parte de un enano flatulento? Era
intolerable.
Enviado para recuperar armas
de la nave, sin dudas.
Opal levantó su vista quince
grados de la lanzadera. A pesar de lo machacado que estaba el Cupido, su
sexto sentido podía ver un aura de magia serpenteando alrededor del fuselaje
como una gorda
víbora.
Este serpenteo particular no ayudaría a abrir el segundo candado, pero
definitivamente podría proveer suficiente jugo para una demostración
extremadamente visible de su poder.
Opal retiró una mano de la
lentamente atestada roca y formó los dedos en una garra, organizando las
moléculas para atraer cualquier energía dentro del Cupido. El poder dejó
al vehículo en una ciénaga brillosa, contrayéndolo en marchita chatarra y
merodeando por el aire sobre los asombrados Berserkers.
-¡Vean lo que su reina puede
lograr! -Gritó con los ojos brillantes. Sus delgados dedos giraron, manipulando
la energía en una filosa cuña, que envió golpeando a través de la tierra donde
el enano trabajaba. Hubo un sólido thump, y una espuma de suciedad y
rocas voló hacia el cielo, dejando un chamuscado cráter en su estela.
Opal devolvió su atención al
segundo candado.
-¿Puedes ver al enano? -Le
preguntó a Oro, quien se paró mirando dentro del agujero.
-Veo un pie y un poco de
sangre. Está temblando, así que aún vive. Iré a traerlo.
-No, -Dijo Opal. -No te vayas
de la vista de Mamá. Manda a las criaturas de tierra a matarlo.
Si los lazos mágicos no
hubieran tenido al libre albedrío de Oro en tal estricta ceguera, le hubiera
llamado la atención a Opal por ser irrespetuosa repetidas veces ante sus
mayores; pero, como estaba, incluso el pensamiento de reprender a su reina le
costó un severo calambre en el estómago.
Cuando el dolor pasó, levantó
dos dedos a sus labios para silbar en llamado de sus cavadores. Descubrió que
no era algo fácil de hacer con dedos extraños, y todo lo que emergió de su boca
fue un babeante sonido acuoso.
-No conocemos esa señal, jefe,
-Dijo Yezhwi Khan, quien una vez había sido un práctico gnomo con un hacha.
-¿Es ese un recreo de almuerzo?
-¡No! -Gritó Oro. -Necesito a
mis cavadores. Reúnanse a mi alrededor.
Una docena de conejos saltaron
rápidamente para amontonarse a sus pies. Sus pequeños bigotes se agitaban con
la anticipación de finalmente ver algo de acción.
-Agarren al enano, -Ordenó Oro.
-Diría que lo traigan vivo, pero ustedes no tienen realmente las habilidades
para hacerlo.
Los Conejos golpearon sus
piernas en acuerdo.
-Así que la orden es simple,
-Dijo Oro, con un toque de arrepentimiento. -Mátenlo.
Las criaturas se amontonaron en
masa dentro del hoyo, escarbando ansiosamente hacia el enano herido.
“Asesinado por un conejo,”
Pensó. “No una linda manera de irse.”
Oro no deseaba mirar. Los
enanos eran parte del mundo mágico, y en otras circunstancias podrían haber
sido aliados. Desde detrás escuchó el crujir del hueso y el whoosh de la
tierra colapsando.
Se encogió de hombros.
Encararía a un trol cualquier día antes de que a conejos carnívoros.
En la tarima, Opal sintió una
carga levantarse de su corazón mientras otro enemigo sufría.
“Pronto será tu turno de
sufrir, Potrillo,” Pensó. “Pero la muerte sería demasiado fácil para ti. Tal
vez ya estés sufriendo. Tal vez tu amada esposa ya abrió el regalo que mis
pequeños gnomos le mandaron.”
Cantó una pequeña tonada
mientras trabajaba en el segundo candado.
“Hey, hey, hey,
This is the day,
Things are gonna go my way.”
(“Hey, hey, hey,
Este es el día,
Las cosas irán como yo
deseo.”)
Opal no era consciente de ello,
pero era la canción popular del show de Pip y Kip.
*No le pude encontrar la
traducción correcta, pero sería esto: http://en.wikipedia.org/wiki/Bum_flap *En
inglés Fly his last coop, es un dicho que se refiere a escapar de algo, el
gallinero sería el problema.
Panda de Idiotas
Capítulo 12
Ciudad Refugio, los
Elementos del Subsuelo
Las cosas estaban tan lúgubres
como nunca lo habían estado en Ciudad Refugio. Incluso los grupos de elfos
empáticos, que podían percibir claramente imágenes residuales del antiguo
milenio, y a quienes les gustaba sermonear a las hadas de la escuela en que tan
viva estaba una cubeta de chiles
dulces
en comparación en como solían estarlo en los días de prospección, debían
admitir que era el día más oscuro en la historia de Refugio.
Los ciudadanos estaban
soportando su noche más oscura, hecha más tenebrosa aún por la ausencia del
poder principal, lo que significaba que las luces de emergencia eran
alimentadas por viejos generadores geotermales. La saliva de enano se había
convertido repentinamente en un producto valioso, y muchos de los parientes de
Mantillo podían ser vistos errando por el campamento de refugio que había
surgido alrededor de la estatua de Fronda, vendiendo jarras de saliva luminosa
por un lingote o dos.
La PES estaba patrullando lo
mejor que podían, trabajando en la mayoría de los casos con equipamiento
limitado. El problema principal era la coordinación. La red de las cámaras y
los centros de wifi suspendidos en delgados cables del techo de la caverna
habían sido actualizados tres años antes con lentes de los Laboratorios Koboi.
La red entera se había incendiado y llovido sobre los ciudadanos de Refugio,
marcando a muchos de ellos con un entramado de cicatrices. Esto significaba que
la PES estaba operando sin inteligencia, y dependiendo de viejas radios para
comunicación por audio. Algunos de los oficiales de policía más jóvenes nunca
habían estado en el terreno sin el completo apoyo de sus preciados cascos y se
estaban sintiendo un poco expuestos sin las constantes actualizaciones de
información de la Plaza de Policía.
El cincuenta por ciento de la
fuerza estaba actualmente comprometida a luchar con un gran incendio en los
Laboratorios Koboi, los cuales habían sido adquiridos por la compañía
automovilística Krom. Las explosiones e incendios subsiguientes habían
colapsado una gran sección de la caverna bajo tierra, y una fuga de a presión
estaba apenas siendo contenida por cañones plasti-gel. La PES había irrumpido a
través de los escombros y reforzado el techo con columnas neumáticas, pero el
fuego estaba aún licuando las sólidas estructuras de metal, y varios tipos de
gas tóxico estaban chorreando de los cilindros alrededor de las instalaciones.
Otro diez por ciento de los
oficiales estaban arreando prisioneros escapados de la cumbre Howler, la cual,
hasta que su campo de contención parpadeó, albergaba a la mayoría de los
cerebros golbin criminales detrás de los sindicatos de crimen organizado de
Refugio, al igual que a sus asesinos a sueldo y mafiosos. Estos goblins estaban
ahora escapando por la clandestinidad de la ciudad goblin con sus etiquetas
durmientes subcutáneas no respondiendo a las frenéticas señales enviadas
repetidamente de los cuarteles principales. Un par de los goblins marcados
recientemente fueron lo suficientemente desafortunados como para tener
etiquetas de la segunda generación, que explotaron dentro de sus cueros
cabelludos, dejando agujeros en sus cráneos lo suficientemente pequeños como
para taponarse con un centavo, pero lo suficientemente grandes como para ser
fatales para las criaturas de sangre fría.
La mayoría de los oficiales
tenían sus globos oculares en los diversos rescates, controles de masas, y en
la caza de malhechores oportunistas que se aprovechaban de una catástrofe de
esta magnitud.
Y el resto de las hadas de la
PES habían sido puestas fuera de acción debido a la explosión de los celulares
gratis que habían ganado en una competencia en la que no recordaban haber
entrado—enviados, sin dudas, por los amigotes de Opal. De esta manera, la
malvada duende había conseguido sacar a la mayoría del Consejo, efectivamente
incapacitando al gobierno de las criaturas en este tiempo de emergencia.
Potrillo y sus genios fueron
dejados en la Plaza de Policía, tratando de revivir de alguna manera la red que
literalmente había sido frita. El Comandante Kelp apenas había pausado en su
camino fuera de la puerta para emitir instrucciones al centauro.
-Solo consigue que la
tecnología funciones, -Dijo, amarrándose a la cuarta pistolera. -tan rápido
como puedas.
-¡No entiendes! -Objetó
Potrillo.
Camorra lo cortó con un
manotazo a través del aire. -Nunca entiendo. Ese es el porqué te pagamos a ti y
a tu panda de idiotas.
Potrillo objetó otra vez. -¡No
son idiotas!
Camorra encontró un espacio
para otra pistolera. -¿En serio? Ese tipo trae un Gorro de Bebé al trabajo
todos los días. Y tu sobrino, Mayne, habla Unicornio fluido.
-No son todos idiotas,
-Dijo Potrillo, corrigiéndose a sí mismo.
-Solo pon a esta ciudad en
funcionamiento de nuevo, -Dijo Camorra. -Vidas dependen de ello.
Potrillo bloqueó el camino del
comandante. -¿Entiendes que el sistema está evaporizado? ¿Estás dándome rienda
suelta, por así decirlo, para hacer lo que sea que necesite hacer?
Camorra
no le hizo caso. -Haz lo que sea que necesites hacer.
Potrillo casi ríe.
Lo que sea que necesite
hacer.
Él sabía que el éxito del
lanzamiento de un producto dependía, usualmente, del nombre. Un nombre pegadizo
era más común en picar la curiosidad de los inversores y ayuda a que el nuevo
invento tenga éxito, mientras que una laboriosa serie de letras y números
pondría a todos a dormir y aseguraría que el producto choque y arda.
El nombre de laboratorio para
el último proyecto mascota de Potrillo era Pterygota de Vigilancia Aéreos
Codificados con Radiación Sensibles a la Luz 2.0 (N. Del T.: Aerial
Radiation-Coded Light-Sensitive Surveillance Pterygota 2.0 en inglés), que el
centauro sabía que tenía demasiadas sílabas para los inversores potenciales. A
la gente rica le gustaba sentirse cool, y abrazarse a sí mismos con mala
pronunciación que la boca llena nunca los ayudaría a lograrla; así que Potrillo
había apodado a los pequeños LucesARC.
Las LucesARC eran lo último en
una serie de organismos experimentales bio-mec que Potrillo estaba convencido
serían el futuro de la tecnología. El centauro había encontrado una resistencia
considerable del Consejo en el territorio de la ética porque estaba casando
tecnología a seres vivientes, incluso aunque había argumentado que la mayoría
de los oficiales de la PES tenían pequeños chips implantados en sus cerebros
para ayudarlos a controlar sus cascos. El contra-argumento del Consejo era que
los oficiales podían elegir entre tener o no los implantes, mientras que los
pequeños experimentos de Potrillo crecían de ese modo.
Y así, el centauro no había
obtenido el adelante para pruebas públicas. Lo que no significaba que no haya
gestionado alguna. Él simplemente no había liberado a sus preciosas LucesARC en
público, no en uno mágico, en cualquier caso. En el Estado Fowl, ahora, eso era
otra cosa.
El proyecto entero de LuzARC
estaba contenido en un solo maletín alimentado de batería oculto a plena vista
en la cima de un casillero en el laboratorio. Potrillo se encabritó en sus
patas traseras para agarrar el maletín y bajarlo a su estación de trabajo.
Su sobrino, Mayne, galopó
detrás de él para ver que estaba pasando.
-¿Dung navarr, Otío? -Dijo.
-No idioma-unicornio hoy,
Mayne, -Dijo Potrillo, acomodándose en su arnés modificado de oficina. -No
tengo tiempo.
Mayne cruzó sus brazos. -Los
unicornios son nuestros primos, Tío. Deberíamos respetar su lengua.
Potrillo se acercó a la maleta
para que el escáner pudiera identificarlo y abrir los cierres.
-Los respeto, Mayne. Pero los
unicornios reales no pueden hablar. Esas tonterías que estás soltando vinieron
de una miniserie.
-Escrita por un empático,
-Dijo Mayne explícitamente.
Potrillo abrió el maletín.
-Escucha, sobrino, si quieres atar con una correa un cuerno a tu frente e ir a
las convenciones los fines de semana, está completamente bien. Pero hoy te
necesito en este universo ¿Entendido?
-Entendido, -Dijo Mayne,
gruñón. Su estado de ánimo subió al ver lo que había en el maletín. -¿Son esos
Cojijos?
-No, -Dijo Potrillo. -Los
cojijos son microorganismos. Estas son LucesARC. La próxima generación.
Mayne recordó algo. -¿No fuiste
negado el permiso para las pruebas con esos?
Le irritó inmensamente a
Potrillo que un centauro de su genio estuviera siendo forzado a justificarse
ante un asistente por el amor de la relación con su hermana.
-Obtuve el permiso justo ahora,
del Comandante Kelp. Está todo en video.
-Wow, -Dijo Mayne. -En ese
caso, veamos a esos pequeños socios en acción.
“Tal vez no es malo,” Pensó
Potrillo, introduciendo el código de activación en un teclado vintage manual en
la maleta.
Una vez el código estuvo
puesto, el maletín se sincronizó con la pantalla de pared del laboratorio,
dividiéndola en una docena de cajas blancas. Esto no era nada especial en
particular, y no tendría a nadie aplaudiendo y diciendo Ooooh. Lo que tendría
a la gente vitoreando efusivamente era el enjambre de libélulas en
miniatura genéticamente modificadas despertando dentro del maletín. Los
insectos sacudieron sus dormilonas cabezas e hicieron sus alas zumbar, luego
despegaron en una formación perfectamente sincronizada para planear al nivel de
los ojos de Potrillo.
-Oooh, -Dijo Mayne,
aplaudiendo.
-Solo
espera, -Dijo Potrillo, activando los pequeños sensores de las libélulas.
-Prepárate para sorprenderte.
La nube de libélulas tembló
cuando se cargaron repentinamente, y sus pequeños ojos brillaron con verde.
Once de las doce cajas en pantalla reprodujeron una vista compuesta en 3-D de
Potrillo, tejiéndose juntas con el punto de vista de cada insecto. No solo
leían el espectro visible, sino también infrarrojos, UV, y térmicos. Un
torrente actualizado constantemente de información desplazándose hacia abajo en
las pantallas laterales, reproduciendo toneladas de información sobre el ritmo
cardíaco de Potrillo, presión sanguínea, pulso, y emisiones de gas.
-Estas pequeñas bellezas pueden
ir a donde sea y ver lo que sea. Pueden recoger información de cada microbio. Y
todo lo que cualquiera puede ver es un enjambre de libélulas. Mis pequeñas
LucesARC podrían volar a través de los rayos-X en un aeropuerto, y nadie podría
decir que están atestadas con biotecnología. Van a donde las envíe, y espían a
quienes les digo.
Mayne apuntó a una esquina en
la pantalla. -Esa sección está en blanco.
Potrillo expresó indignado.
-Hice una prueba en la Mansión Fowl. Y Artemis de alguna forma detectó lo
virtualmente indetectable. Imagino que mi belleza está yaciendo en piezas bajo
un microscopio electrónico en su laboratorio.
-No leí eso en ningún reporte.
-No. Olvidé mencionarlo. Esa
prueba no fue exactamente un éxito incondicional, pero esta lo será.
Los dedos del centauro estaban
pulsando borrosos en el teclado. -Una vez programe los parámetros de la misión,
mis LucesARC tendrán la vigilancia de toda la ciudad restaurada en minutos.
-Potrillo instruyó a un solo insecto aterrizar en su dedo índice. -Tú, mi
pequeño compañero, eres especial, porque irás a mi casa para asegurarte que mi
amada Caballina está bien.
Mayne se inclinó, mirando de
cerca al pequeño insecto. -¿Puedes hacer eso?
Potrillo contorneó su dedo, y
el insecto voló, serpenteando de costado a través de la ventilación.
-Puedo hacer lo que quiera.
Incluso están codificados con mi voz. Observa. -Potrillo se reclinó en la silla
y aclaró su garganta. -LucesARC, código de activación, alfa uno. Soy Potrillo.
Potrillo es mi nombre. Despliegue inmediato hacia el centro Refugio. Escenario
tres. Todas las secciones. Desastre por toda la ciudad. Vuelen, mis hermosas,
vuelen.
Las LucesARC se movieron como
un cardumen de peces plateados a través del agua, deslizándose por el aire en
un vuelo perfectamente sincronizado, luego formándose en un estrecho cilindro y
saliendo disparadas a través de la ventilación. Sus alas escabulléndose contra
la pared del conducto, devolviendo información de cada centímetro cubierto.
La teatralidad atrajo la
romántica sensibilidad de novelas gráficas de Mayne.
-‘Vuelen, mis hermosas,
vuelen.’ Genial ¿Lo hiciste tú mismo?
Potrillo comenzó a analizar la
información que ya estaba llegando de sus LucesARC.
-Absolutamente, -Dijo. -Cada
palabra, original de Potrillo.
Las LucesARC podían ser
dirigidas manualmente; o, si esa función estaba fuera de servicio, volarían a
los puntos irradiadores preordinados en el techo de la caverna. Los pequeños
bio-tecno insectos actuaron perfectamente, y en minutos, Potrillo tenía una
conexión funcional suspendida sobre Refugio que podía ser manipulada con una
palabra o gesto.
-Ahora, Mayne, -Le dijo a su
sobrino. -Quiero que tomes el control aquí y alimentes de información al
Comandante Kelp por la -se estremeció- radio. Voy a tomarme un minuto para ver
a tu Tía Caballina.
-Mak dak jiball, Otio, -Dijo Mayne, saludando. Algo más que los unicornios
reales no podían hacer.
Los humanos han estado diciendo
que la belleza está en el ojo del espectador, lo que básicamente
significa que si piensas que es bello, entonces lo es. La versión
élfica de este dicho fue compuesta por el gran poeta B.O. Selecta, que decía: Incluso
lo más sencillo de lo sencillo debería ser diseñado para gobernar, que los
críticos siempre habían considerado un poco rimado. La versión enana de esta
máxima es: Si no apesta, cásate con él, que es apenas menos romántico,
pero el punto es el mismo.
Potrillo no necesitaba de estos
dichos, para su mente, la belleza era personificada por su esposa, Caballina.
Si alguien le había preguntado la definición de belleza, él simplemente
dirigiría su vista a su muñeca, y luego activaría el cristal de holograma
construido es su computadora allí, proyectando una representación revolving CG*
de su esposa en medio del aire.
Potrillo estaba tan enamorado
de ella que suspiraba cada vez que Caballina se cruzaba por su mente, lo que
era muchas veces por hora. En lo que concernía al centauro, había encontrado a
su alma gemela.
El
amor había tirado del espolón de Potrillo relativamente tarde en su vida.
Cuando todo el resto de los centauros habían estado galopando por ahí sobre
pasto sintético, pateando la suciedad, texteando a las potrillas, y mandando a
las elegidas zanahorias de caramelo, Potrillo había estado en algo con sus
axilas en el equipo de laboratorio, tratando de sacar los inventos radicales de
su cabeza y dentro del mundo real. Para el tiempo en el que había notado que el
amor lo podría haber estado pasando, ya había desaparecido en el horizonte. Así
que el centauro se convenció a sí mismo que no necesitaba compañía y que estaba
contento por su ocupación y amigos de trabajo.
Luego, cuando Holly Canija
estuvo perdida en otra dimensión, conoció a Caballina en la Plaza de Policías.
Al menos, eso le había dicho a todo el mundo. Conocer debía ser un verbo
un poco engañoso, ya que implicaba que la situación era placentera, o al menos
no violenta. Lo que realmente pasó fue que uno de los programas de software
reconocedores de rostro de Potrillo falló en una cámara de un banco e
identificó a Caballina como un goblin ladrón de bancos. Ella fue inmediatamente
aferrada por los duendes jumbo, guardias de seguridad, y llevada a la
Plaza de Policía. La máxima ignominia para un centauro.
Para el momento en el que el
lío entero fue rastreado a un error de software, Caballina había sido confinada
a una celda de gel por más de tres horas. Había perdido la fiesta de cumpleaños
de su madre y estaba extremadamente ansiosa por estrangular a la persona
responsable de la confusión. Potrillo fue dicho por el Comandante Kelp en
términos no inciertos que bajara a las celdas de retención y tomara la responsabilidad
por su desastre.
Potrillo marchó arduamente
hacia allí, listo para soltar una de una docena de escusas estándares, todas
las cuales se evaporaron al estar frente a frente con Caballina en la suite
hospitalaria. Potrillo no conoció a muchos centauros, y ciertamente nunca
chocaría contra uno tan bello como Caballina, con sus ojos castaños, nariz
amplia, y lustroso cabello bajando hasta su cintura.
-Solo mi suerte, -Espetó sin
pensar. -Es típico de mi suerte.
Caballina se tenía a sí misma
por completo mentalizada para arrancar tiras metafóricas del pellejo de
quienquiera que haya sido el imbécil responsable de su encarcelación—y tal vez
sus tiras reales, también—pero la reacción de Potrillo le dio una pausa, y
decidió darle una oportunidad de sacarse a sí mismo fuera del hoyo donde se
encontraba.
-¿Qué es típico de tu suerte?
-Dijo, importándole francamente, dejándole saber que era mejor que su respuesta
sea una buena.
Potrillo sabía que estaba
ejerciendo presión y por eso pensó cuidadosamente antes de responder.
-Es típico de mi suerte, -Dijo
eventualmente, -que finalmente conozco a alguien tan hermosa como tú, y que
todo lo que quieres hacer es matarme.
Esta era una línea bastante
buena, y, juzgando por la miseria en los ojos de Potrillo, había más de un
grano de verdad en ella.
Caballina decidió sentir pena
por el abatido centauro ante ella y bajar su antagonismo un par de puntos, pero
era demasiado temprano para sacar a Potrillo del gancho completamente.
-¿Y por qué no querría matarte?
Piensas que me veo como una criminal.
-No pienso eso. Nunca pensaría
eso.
-¿Realmente? Porque el
algoritmo que me identificó como un goblin ladrón de bancos está basado en los
patrones de tus pensamientos.
“Esta dama es inteligente,”
Notó Potrillo. “Inteligente y maravillosa.”
-Cierto, -Dijo.-Pero imagino
que hubieron factores secundarios involucrados.
-¿Cómo qué?
Potrillo decidió arriesgarse.
Sentía una atracción hacia este centauro que estaba haciendo cortocircuito en
su cerebro. Lo más cerca que podría haber estado de describir la sensación era
un prolongado electro-shock de bajo nivel, cómo los que infringía en los
voluntarios en sus experimentos de privación de sueño.
-Como que mi máquina es
increíblemente estúpida, porque tú eres lo opuesto a un goblin ladrón de
bancos.
Caballina se estaba divirtiendo
pero no ganó aún.
-Lo que es…
-Lo que es un cliente no-goblin
haciendo un depósito.
-Que es lo que soy, imbécil.
Potrillo se encogió. -¿Qué?
-Imbécil. Tu máquina es una
imbécil.
-Sí.
Absolutamente. La tendré desensamblada inmediatamente y re-ensamblada como un
tostador.
Caballina mordió su labio y
pudo haber estado posiblemente aguantando una sonrisa.
-Es un comienzo. Pero todavía
tienes un largo camino antes de que hayamos terminado aquí.
-Entiendo. Si tienes algún
crimen capital en tu pasado, podría borrarlo de tu expediente. De hecho, si
quieres desaparecer completamente, podría arreglar eso. -Potrillo volvió a
pensar su última oración. -Eso sonó como si fuera a hacer que te mataran, lo
que totalmente no estoy haciendo. La última cosa que haría es hacerte asesinar.
Bastante lo opuesto.
Caballina tomó su bolso del
respaldo de la silla y la colgó a través de su blusa bordada. -Usted está
bastante encariñado con los opuestos, Mr. Potrillo ¿Qué es lo opuesto a
matarme?
Potrillo se encontró con su
mirada por primera vez. -Mantenerte feliz y viva por siempre.
Caballina se movió para irse, y
potrillo pensó, “Estúpido asno. Lo echaste a perder.”
Pero paró en el umbral y le
lanzó a Potrillo una cuerda salvavidas.
-Tengo un ticket de
estacionamiento que pagué, pero que sus máquinas parecen tenérselas conmigo, y
juran que no lo hice. Podrías echarle un vistazo a eso.
-Sin problemas, -Dijo Potrillo.
-Considéralo hecho y esa máquina compactada.
-Voy a decirle a todas mis
amigas sobre esto, -Dijo Caballina, ya dejando la habitación, -Cuando las vea
en la Galería Hoovre en el almuerzo este fin de semana ¿Le gusta el arte, Mr.
Potrillo?
Potrillo se paró allí todo un
minuto después de que ella se había ido, mirando el punto donde la cabeza de
Caballina había estado cuando había hablado por última vez. Más adelante, tuvo
que rebobinar el metraje de la suite de vigilancia para estar seguro de que
Caballina le había invitado a algún tipo de, en cierto modo, cita.
Y ahora estaban casados, y
Potrillo se consideraba a sí mismo el imbécil más suertudo del mundo e, incluso
aunque la ciudad estaba enredada en una crisis del tipo que nunca antes había
visitado a la metrópolis subterránea, no había dudado en tomarse un momento en
verificar a su espléndida esposa, quien estaría en ese momento, probablemente,
preocupándose por él.
“Caballina,” Pensó, “Estaré
contigo pronto.”
Desde el ritual de su boda,
Potrillo compartía un vínculo mental con su esposa como el experimentado muchas
veces por gemelos.
“Sé que está viva,” Pensó.
Pero eso era todo. Podría estar
lastimada, atrapada, angustiada, o en peligro. Potrillo no lo sabía. Y debía
hacerlo.
La LuzARC que había despachado
para revisar a Caballina había sido construida especialmente para ese propósito
y sabía exactamente dónde ir. Potrillo había pintado meses atrás una esquina
del techo de la cocina con un laser que atraería al insecto desde cientos de
millas si fuera necesario.
Potrillo derivó a los otros
alimentadores de LuzARC a la Habitación de Situaciones principal, donde Mayne
podía monitorearlas, y luego se concentró en el insecto de Caballina.
Vuela, mi preciosa. Vuela.
La libélula modificada pasó
volando por el sistema de ventilación de la Plaza de Policía y fuera sobre la
ciudad, disparada como un dardo por el caos que impregnaba las calles y
edificios. Incendios destellaban en la plaza y en la autopista. Los carteles en
línea en cada calle habían sido reducidos a marcos carbonizados, y las crecidas
llenaban los bajos anfiteatros al aire libre tan lejos como la Fila H.
“Mayne puede manejarlo por
cinco minutos,” Pensó Potrillo. “Estoy yendo, Caballina.”
La LuzARC zumbó más allá de la
plaza central, hacia los suburbios del sur, que tenían más que un estilo rural.
Árboles genéticamente modificados crecían en pequeños bosquecillos, y habían
incluso conjuntos controlados de criaturas del bosque cuidadosamente
monitoreadas y liberadas en la superficie cuando se multiplicaban a molestos
niveles. Las moradas aquí eran modestas, menos modernas en su arquitectura, y
fuera de la zona de evacuación. Potrillo y Caballina vivían en un pequeño
dúplex con paredes de adobe y ventanas curvadas. El color del diseño era otoñal
de arriba a abajo, y el decorado siempre había sido un poco muy de vuelta a
la naturaleza para el gusto de Potrillo, a pesar de que nunca había soñado
con mencionarlo.
Potrillo empujó su tablón-V
hacia él y expertamente controló al pequeño insecto con coordenadas numéricas,
aunque hubiera sido más fácil usar un joystick, o incluso controlarlos por voz.
Era irónico que alguien responsable de tantos avances tecnológicos todavía
prefiriera usar un viejo teclado virtual que había hecho del marco de una
ventana cuando estaba en la facultad.
La mitad superior de la puerta
estaba entreabierta, y por eso Potrillo hizo que su LuzARC entrara en lo
profundo del lobby, decorado con cortinas de pared tejidas, representando
grandes momentos de la
historia
centuriana, como el descubrimiento del fuego por el Rey Thurgood, y el
accidental descubrimiento de la penicilina por el mano estable Shammy Sod, cuyo
nombre había entrado en el coloquial popular que significaba una persona
extremadamente suertuda, por ejemplo: Él ganó la lotería por segunda vez, el
shammy sod.
La libélula zumbó por el
corredor para encontrar a Caballina sentada en su manta de yoga, mirando el
celular en su mano. Parecía sobresaltada pero ilesa, y estaba rodando los menús
en su pantalla, buscando una conexión.
“No tendrás suerte allí, mi
amor,” Pensó Potrillo, luego mandó un texto a su teléfono directamente de las
LucesARC.
Hay una pequeña libélula
observándote, decía el mensaje.
Caballina lo leyó y levantó su cara, buscando al insecto. Potrillo activó los
ojos brillando con verde para ayudarla. Su esposa alzó la mano, y el bicho se
precipitó para aterrizar en su dedo.
-Mi inteligente marido, -Dijo,
sonriendo. -¿Qué le está pasando a nuestra ciudad?
Potrillo envió otro mensaje, e
hizo una nota mental de añadir una caja de voz a la próxima versión de
LucesARC.
Estás a salvo en casa. Hemos
tenido algunas explosiones mayores, pero todo está bajo control.
Caballina asintió. -¿Estarás en
casa pronto? -Le preguntó al insecto.
No pronto. Podría ser una
larga noche.
-No te preocupes, cariño. Sé
que te necesitan ¿Está Holly bien?
No sé. Hemos perdido
contacto, pero si alguien puede cuidarse de sí misma, esa es Holly Canija.
Caballina elevó su dedo y la
libélula merodeó ante su rostro. -Necesitas cuidar de ti mismo también, Mr.
Consultor Técnico.
Lo haré, texteó Potrillo.
Caballina tomó una caja con un
lazo de la mesa baja. -Mientras te espero, abriré este amoroso regalo que
alguien me mandó, tú romántico centauro.
De vuelta en el laboratorio,
Potrillo sintió un cuchillazo de celos ¿Un regalo? ¿Quién habría enviado un
presente? Sus celos fueron rápidamente vencidos por ansiedad. Después de todo,
hoy era el día de la gran venganza de Opal Koboi, y no había nadie a quien la
duendecilla odiara más que a él.
No lo abras, mandó rápidamente. Yo no lo envié, y cosas malas
están pasando.
Pero Caballina no necesitó
abrirlo, porque estaba codificado con ambos, tiempo y ADN, y tan pronto como lo
tocó, el omni-sensor a un lado escaneó sus dedos y puso el mecanismo de
apertura zumbando. La tapa tañó fuera de la caja, rotando lejos para golpear la
pared, y dentro había…nada. Literalmente nada. Una ausencia negra que parecía
repeler a luz ambiental.
Caballina espió dentro de la
caja. -¿Qué es esto? -Preguntó. -¿Uno de tus aparatos?
Que fue lo mucho que Potrillo
escuchó, porque la oscuridad—o lo que sea que fuese—provocó un cortocircuito en
la LuzARC, dejando a Potrillo ignorante del destino de su esposa.
-¡No! -Espetó. -No. No.
Algo estaba pasando. Algo
siniestro. Opal había decidido enfocarse en Caballina específicamente para
torturarlo. Estaba seguro de eso. El cómplice de la duendecilla, quienquiera
que sea, había enviado a su esposa esta aparentemente inofensiva caja, que
estaba lejos de serlo; Potrillo podría apostar sus doscientas patentes extra en
ello.
¿Qué ha hecho?
El centauro agonizó ante la
pregunta por cinco segundos, hasta que Mayne metió su cabeza dentro de la
habitación.
-Tenemos algo en las LucesARC.
Creo que debería derivarlo a tus pantallas.
Potrillo estampó un casco. -No
ahora, poni estúpido. Caballina está en peligro.
-Necesitas ver esto, -Dijo
Mayne, manteniéndose en su lugar.
Algo en el tono de su sobrino,
una pizca de acero que le dio una pista al centauro en lo que ese chico se
convertiría, hizo a Potrillo mirar hacia arriba. -Muy bien. Derívalo.
Las pantallas volvieron a la
vida inmediatamente con imagines de refugio desde arriba de decenas de ángulos.
Cada una era en blanco y negro excepto por racimos de puntos rojos.
-Los puntos son los goblin
escapados durmientes/buscadores, -explicó Mayne. -Las LucesARC pueden detectar
sus firmas de radiación pero no activarlas.
-Pero estas son buenas
noticias, -Dijo Potrillo irritado. -Manda las coordenadas a los agentes en
tierra.
-Se estaban moviendo al azar,
pero segundos atrás todos cambiaron su dirección, al mismo tiempo.
Potrillo
sabía que había hecho Opal, como su arma había pasado los escáneres de
seguridad de los mensajeros. Había usado una bomba sónica.
-Y están yendo hacia mi casa,
-Dijo.
Mayne asimiló. -Exacto. Solo
tan rápido como puedan correr. El primer grupo llegará en menos de cinco
minutos.
Para este punto, le estaba
hablando al fino aire, ya que Potrillo había galopado fuera de la puerta
lateral.
*Según tengo entendido, aunque
no estoy del todo segura, es una clase de luz o algo así.
Zambullida de la Suerte
Capítulo 13
Mansión Fowl
Myles Fowl se sentó detrás del
escritorio de Artemis en la silla de mini oficina que su hermano mayor le había
dado como regalo de cumpleaños. Artemis le aseguró que fue construido a la
medida, pero en realidad, la silla vino de Elfo Aralto, la famosa tienda de
diseño que se especializaba en hermosos, y aún así prácticos, muebles para
elfos.
Myles la había ajustado en
alto, sorbiendo su brebaje favorito: jugo de acai en un vaso de Martini. Dos
cubos de hielo, sin pajilla.
-Esta es mi bebida favorita,
-Dijo, limpiando la esquina de su boca con una servilleta monogramada con el
lema de los Fowl, Aurum potestas est. -Sé eso porque soy yo de nuevo y
no ese guerrero mágico.
Artemis se sentó enfrentándolo
en una silla similar pero más grande. -Eso es lo que tú sigues diciendo, Myles
¿Debería llamarte Myles?
-Sí, por supuesto, -Respondió
el niño. -porque es quien soy ¿No me crees?
-Por supuesto que lo hago,
hombrecito. Conozco la cara de mi propio hermano cuando la veo.
Myles jugó con el pie del vaso
de Martini. -Necesito hablarte a solas, Arty ¿No puede Mayordomo esperar afuera
unos momentos? Es una charla familiar.
-Mayordomo es familia. Sabes
eso, hermano.
Myles hizo un puchero. -Lo sé,
pero esto es embarazoso.
-Mayordomo lo ha visto todo
antes. No guardamos secretos de él.
-¿No puede simplemente irse
afuera un minuto?
Mayordomo se paró
silenciosamente detrás de Artemis, sus brazos cruzados en un modal agresivo, lo
que no era difícil de hacer con antebrazos del tamaño de jamones cocidos y
mangas que chirriaban como sillas viejas.
-No, Myles. Mayordomo se queda.
-Muy bien, Arty. Tú lo sabes
mejor.
Artemis se recostó en su silla.
-¿Qué le pasó al Berserker dentro tuyo, Myles?
El cuatro añero se encogió de
hombros. -Se fue. Estaba manejando mi cabeza; luego se marchó.
-¿Cuál era su nombre?
Myles rodó sus globos oculares
hacia arriba, revisando su propio cerebro. -Erm…Mr. Gobdaw, creo.
Artemis asintió como alguien
con un gran acuerdo de sabiduría en el objeto que esta persona, Gobdaw,
supondría. -Ah sí, Gobdaw. He leído todo sobre él de nuestros amigos mágicos.
-Creo que era llamado Gobdaw el
Guerrero Legendario.
Artemis rió. -Estoy seguro que
a él le habría gustado que pienses eso.
-Porque es verdad, -Dijo Myles,
con una débil tensión alrededor de su boca.
-¿Eso no es lo que escuchamos,
o no, Mayordomo?
Mayordomo no respondió o hizo
gestos de ninguna forma, pero de algún modo dio la impresión de responder negativamente.
-No, -Continuó Artemis. -Lo que
escuchamos de nuestras fuentes mágicas era que este personaje, Gobdaw, es un
poco un chiste, para ser francos.
Los dedos de Myles chirriaron
en el cuello de su vaso. -¿Chiste? ¿Quién dice eso?
-Todo el mundo, -Dijo Artemis,
abriendo su laptop y revisando la pantalla. -Está en todos los libros de
historia. Aquí está, mira. Gobdaw el Ingenuo, lo llaman, lo que es lindo porque
es una aliteración. Aquí hay otro artículo que se refiere a tu amigo Berserker
como Gobdaw el Gusano Maloliente, que supongo que es un término usado para
describir a una persona que es culpada por todo. Nosotros, los humanos,
llamaríamos a ese un chivo expiatorio, o un cabeza de turco.
Los cachetes de Myles eran
ahora de un rojo rosáceo. -¿Gusano Maloliente? ¿Gusano Maloliente, dices? ¿Por
qué yo… por qué Gobdaw sería llamado Gusano Maloliente?
-Es
triste, realmente, patético, pero aparentemente, este personaje, Gobdaw, fue el
uno que convenció a su líder para dejar a todos los Berserkers hasta conseguir
que se los enterraran alrededor de la puerta.
-Una puerta mágica,
-Dijo Myles. -Que protegía los elementos mágicos.
-Eso es lo que a ellos le
dijeron, pero en verdad, la puerta no era más que una pila de piedras. Un
desvío que llevaba a ninguna parte. Los Berserkers expendieron diez mil años
vigilando rocas.
Myles apretó sus ojos
firmemente. -No. Eso no es… no. Lo vi, en las memorias de Gobdaw. La puerta es
real.
Artemis rio suavemente. -Gobdaw
el Ingenuo. Es un poco cruel. Hay una rima, tú sabes.
-¿Una rima? -rechinó Myles, y
rechinar es inusual en los cuatro añeros.
-Oh sí, una rima del patio
escolar ¿Te importaría escucharla?
Myles parecía estar luchando
con su propia cara. -No. Sí, dime.
-Muy bien. Aquí va. -Artemis se
aclaró la garganta teatralmente.
“Gobdaw, Gobdaw,
Buried in the ground,
Watching over sticks and stones,
Never to be found.”
(“Gobdaw, Gobdaw,
Enterrado en el suelo,
Mirando sobre palos y
piedras,
Nunca de ser encontrado”)
Artemis escondió una sonrisa detrás
de su mano. -Los chicos pueden ser tan crueles.
Myles se quebró de dos maneras.
Primero, su paciencia se quebró, revelando que era, de hecho, Gobdaw; y también
sus dedos quebraron el pie del vaso de Martini, dejándolo con un arma mortal
sujeta en sus delgados dedos.
-¡Muerte a los humanos! -Chilló
en Gnómico, saltando sobre el escritorio y corriendo hacia Artemis.
En combate, a Gobdaw le gustaba
visualizar sus objetivos justo antes de ejecutarlos. Encontró que eso lo
ayudaba a concentrarse. Así que, en su mente, brincó con gracia de la orilla de
la mesa, aterrizó en el pecho de Artemis, y clavó su estilete de vidrio en su
cuello. Esto tendría un doble efecto, matar al Fangosillo y también bañar a
Gobdaw con sangre arterial, lo que lo ayudaría a verse un poco más aterrador.
Lo que realmente pasó fue un
poco diferente. Mayordomo estiró el brazo y arrancó a Gobdaw del aire a
medio-brinco, golpeó el pie de vidrio de su agarre, y luego lo envolvió
firmemente en la prisión de sus sustanciosos brazos.
Artemis se inclinó en su silla.
-Hay un segundo verso, -Dijo. -Pero tal vez, ahora no es el momento.
Gobdaw luchó furiosamente, pero
había sido completamente neutralizado. Desesperado, trato el encanta mágico.
-Le ordenarás a Mayordomo
que me libere, -Entonó.
Artemis estaba divertido. -Lo
dudo, -Dijo. -Apenas tienes magia suficiente como para mantener a Myles en
control.
-Solo mátame, entonces, y acaba
con esto, -Dijo Gobdaw sin siquiera el más leve temblor en su voz.
-No puedo matar a mi propio
hermano, así que necesito sacarte de su cuerpo sin dañarlo.
Gobdaw se burló. -Eso no es
posible, humano. Para agarrarme, debes matar al chico.
-Estás desinformado, -Dijo
Artemis. -Hay una forma de exorcizar tu energética alma sin dañar a Myles.
-Me gustaría verte tratar,
-Dijo Gobdaw, con tal vez un atisbo de duda en sus ojos.
-Que desees es mi orden,
etcétera, etcétera, -Dijo Artemis, presionando un botón en el intercomunicador
del escritorio. -Tráelo, ¿Podrías, Holly?
Las puertas de la oficina se
abrieron, y un barril rodó dentro del cuarto, aparentemente bajo su propio
poder, hasta que Holly fue revelada detrás de él.
-No me gusta esto, Artemis,
-Dijo, jugando a ser el policía bueno, justo como lo habían planeado. -Esta
cosa es repugnante. El alma de una persona nunca debería llegar en la otra vida
atrapada en esta mugre.
-Elfa traidora, -Dijo Gobdaw,
pateando con sus pequeños pies. -Te pusiste del lado de los humanos.
Holly movió el carrito del
barril al centro de la oficina, dejándolo en el suelo de madera y no en una de
las preciosas alfombras de Afghan que Artemis insistía en describir con gran
detalle histórico cada vez que visitaba la oficina.
-Me
puse del lado de la tierra, -Dijo, encontrándose con los ojos de Gobdaw. -Has
estado en el suelo por diez mil años, guerrero. Las cosas han cambiado.
-He consultado las memorias de
mi huésped, -Dijo Gobdaw toscamente. -Los humanos han casi triunfado en
destruir el planeta entero. Las cosas no cambiaron tanto.
Artemis se levantó de su silla
y desenroscó el cierre del barril. -¿También ves una nave especial que dispara
burbujas de su tubo de escape?
Gobdaw rebuscó rápidamente en
el cerebro de Myles. -Sí. Sí, lo hago. ¿Está hecha de oro, no?
-Ese es uno de los proyectos
soñadores de Myles, -Dijo Artemis lentamente. -Meramente un sueño. El reactor
burbujeante. Si hurgas más profundo en la imaginación de mi hermano,
encontrarás un poni robótico que hace la tarea, y un mono que ha sido enseñado
a hablar. El niño que habitas es sumamente inteligente, Gobdaw, pero solamente
tiene cuatro. A esa edad, hay una línea muy fina entre la realidad y la
imaginación.
El pecho hinchado de Gobdaw se
desinfló a medida que localizaba estos objetos en el cerebro de Myles. -¿Por
qué me estás diciendo esto, humano?
-Quiero que veas que has sido
engañado. Opal Koboi no es la salvadora que pretende ser. Es una convicta
asesina que escapó de prisión. Hundirá diez mil años de paz.
-¡Paz! -Dijo Gobdaw, luego
vociferó una risa. -¿Humanos pacíficos? Incluso enterrado bajo tierra sentimos
su violencia. -Se retorció en los brazos de Mayordomo, un mini Artemis con pelo
negro y traje oscuro. -¿Le llamas a esto paz?
-No, y siento lo de tu
tratamiento, pero necesito a mi hermano. -Artemis le asintió a Mayordomo, quien
elevó a Gobdaw sobre el barril abierto. El pequeño Berserker rió.
-Por milenios estuve en la
tierra ¿Piensas que Gobdaw le teme al aprisionamiento en un barril?
-No estarás aprisionado. Una
zambullida rápida será suficiente.
Gobdaw miró hacia abajo entre
sus pies colgantes. El barril estaba lleno de un viscoso líquido blanco crudo
con piel coagulada en su superficie.
Holly le dio la espalda. -No me
importa ver esto. Sé lo que se siente.
-¿Qué es eso? -Preguntó Gobdaw
nervioso, sintiendo una fría enfermedad volcándose en sus dedos del aura de la cosa.
-Eso es un regalo de Opal,
-Dijo Artemis. -Un par de años atrás, robó el poder de un hechicero demonio
usando ese mismo barril. Lo guardé en el sótano, porque nunca se sabe, ¿Cierto?
-¿Qué es eso? -Repitió Gobdaw.
-Uno de los dos inhibidores
mágicos naturales, -Explicó Artemis. -Grasa derretida de animal. Cosa
repugnante, debo admitir. Y siento hundir a mi hermano en él, porque ama esos
zapatos. Lo zambullimos, y la grasa derretida apresa tu alma. Myles sale y tú
quedas atrapado en el limbo por toda la eternidad. No es exactamente la
recompensa que esperaste por tu sacrificio.
Algo burbujeó en el barril,
mandando pequeños rayos eléctricos fuera.
-¿Qué pip* es eso?
-Chilló Gobdaw, el pánico causando que su voz se elevara una octava.
-Oh, ese es el segundo
inhibidor mágico natural. He hecho que mi amigo enano escupa en el barril para
darle esa chispa extra.
Gobdaw logró liberar un brazo y
golpearlo contra los bíceps de Mayordomo, pero podría haber estado golpeando
una roca por el efecto que tuvo.
-No te diré nada, -Dijo, su
pequeño mentón puntiagudo temblando.
Artemis sostuvo las espinillas
de Gobdaw para que cayeran limpiamente dentro del contenedor. -Lo sé. Myles me
lo dirá todo en un momento. Siento hacerte esto, Gobdaw. Fuiste un guerrero
valiente.
-¿No Gobdaw el Ingenuo,
entonces?
-No, -Admitió Artemis. -Eso era
ficción para forzarte a revelarte. Debía estar seguro.
Holly apartó a Artemis a
codazos del camino. -Berserker, escúchame. Sé que estás atado a Opal y que no
puedes traicionarla, pero este humano se va al contenedor de una forma u otra.
Así que desocupa su cuerpo y muévete a la otra vida. No hay nada más que puedas
hacer aquí. Este no es un final adecuado para un poderoso Berserker.
Gobdaw se hundió en los brazos
de Mayordomo. -Diez mil años. Tantas vidas.
Holly tocó su mejilla. -Has
hecho todo lo que se te ha pedido. Descansar ahora no es traicionar.
-Tal vez, el humano está
jugando conmigo. Esto es un engaño.
Holly se encogió de hombros.
-El contenedor no es una mentira. Opal me aprisionó en él una vez. Era como si
mi alma se enfermara. Sálvate a ti mismo, te lo ruego.
Artemis le asintió a Mayordomo.
-Muy bien, no más retrasos. Déjalo caer.
Mayordomo
subió su agarre a los hombros de Gobdaw, bajándolo lentamente.
-¡Espera, Artemis! -gritó
Holly. -Es un héroe mágico.
-Perdón, Holly, no hay más
tiempo.
Los dedos de Gobdaw golpearon
la mugre, mandando zarcillos vaporosos curvándose alrededor de sus piernas, y
él supo en ese instante que este no era ningún engaño. Su alma estaría
aprisionada por siempre en la grasa derretida.
-Perdóname, Oro, -Dijo,
subiendo sus ojos hacia el cielo.
El espíritu de Gobdaw se
descascaró de Myles y planeó en el aire, grabado en plata. Por bastante tiempo
quedó tendido, pareciendo confundido o ansioso, hasta que una gota de luz
floreció en su pecho y comenzó a girar como un pequeño ciclón. Gobdaw sonrió
entonces, y el dolor de los años se borró de su rostro. La luz giratoria se hizo
más grande con cada revolución, extendiendo sus ondas para engullir las
extremidades de Gobdaw, su torso, y finalmente, su cara, que en el momento de
transición usaba una expresión que podría haberse descrito como llena de gozo.
Para los observadores, era
imposible mirar ese rostro fantasmagórico y no sentirse un poco envidiosos.
“Gozo,” Pensó Artemis. “¿Alguna
vez alcanzaré ese estado?”
Myles rompió el momento
pateando vigorosamente, mandando a volar bandas de grasa.
-¡Artemis! ¡Sácame de aquí! -Ordenó.
-¡Estos son mis mocasines favoritos!
Artemis sonrió. Su pequeño
hermano estaba de vuelta al control de su propia mente.
Myles no hablaría hasta que
haya limpiado sus zapatos con una toalla húmeda.
-Esa hada corrió a través del
barro en mis zapatos, -Se quejó, sorbiendo un segundo vaso de jugo de acai.
-Estos son zapatos de piel de niño, Arty.
-¿Él es un poco precoz, n’est-ce
pas? -Susurró Artemis desde el costado de su boca.
-Mira quien está hablando, plume
de ma tante, -Le susurró Mayordomo de vuelta.
Artemis levantó a Myles y lo
sentó en el borde del escritorio. -Muy bien, hombrecito. Necesito que me digas
todo lo que recuerdas de tu posesión. Las memorias empezarán pronto a
disiparse. Eso significa…
-Sé lo que significa disiparse,
Arty. No tengo tres, por el amor de dios.
Holly sabía por una larga
experiencia que gritarle a Myles y Artemis no los apuraría, pero también sabía
que la haría sentirse mejor. Y en el momento se sentía abatida y sucia después
de su tratamiento con uno de los guerreros más ilustrados de las Criaturas.
Gritarle a los Fangosillos sería justo lo que necesitaba para animarla un poco.
Se decidió por una poleada a
medio volumen. -¿Pueden ustedes dos empezar a moverse? No hay ninguna operación
de tiempo-parado aquí. La mañana está en camino.
Myles se agitó ante ella.
-Hola, hada. Suenas gracioso ¿Has estado aspirando helio? El helio es un gas
inerte y monoatómico, por cierto.
Holly resopló. -Oh, él es tu
hermano, muy bien. Necesitamos cualquier información que tenga en la cabeza,
Artemis.
Artemis asintió. -De acuerdo,
Holly. Estoy trabajando en ello. ¿Myles, qué recuerdas de la visita de Gobdaw?
-Recuerdo todo, -Respondió
Myles orgulloso. -¿Te gustaría escuchar sobre el plan de Opal para destruir la
humanidad, o cómo planea abrir el segundo candado?
Artemis tomó la mano de su
hermano. -Necesito saberlo todo, Myles. Empieza desde el principio.
-Comenzaré por el inicio, antes
de que mis memorias empiecen a disiparse.
Myles les contó todo en un
lenguaje que estaba décadas más allá de sus años. No se desvió del punto o se
confundió, y en ningún instante pareció preocupado por su futuro. Esto era
porque Artemis muchas veces le había dicho a su hermano pequeño que la
inteligencia siempre ganaría al final, y no había nadie más inteligente que
Artemis.
Desafortunadamente, luego de
los eventos de las pasadas seis horas, Artemis no tenía la misma fe en su
propia máxima como solía tenerla. Y, mientras Myles contaba su historia, empezó
a creer que incluso su inteligencia no sería suficiente para forjar un final
feliz del lío en el que estaban embrollados.
“Tal vez podamos ganar,” Pensó.
“Pero no habrá un final feliz.”
*En el original es bleep y no
pude encontrarle una traducción correcta.
Capítulo 14
Nueve Varas
Ciudad Refugio, Elementos
del Subsuelo
Potrillo
no tenía realmente un plan en mente mientras corría. Todo lo que sabía era que
necesitaba llegar al lado de Caballina sin importar cómo. Sin importar el
costo.
“Esto es lo que hace el amor,”
notó, y en ese momento entendió porque Artemis había secuestrado a una hada
para obtener dinero y encontrar a su padre.
El amor hace que todo lo
demás parezca ilógico.
Incluso con el mundo
derrumbándose alrededor de sus oídos, todo en lo que Potrillo podía pensar era
en el apuro de Caballina.
Hay criminales goblin
convergiendo en nuestra casa.
Opal había sabido que, como
consultor de la PES, Potrillo requeriría que todas las entregas a su hogar sean
escaneadas como algo de rutina. Así que ella había mandado una caja de regalo
ornamentada que aparecería vacía ante los escáneres. En realidad, ninguna caja
está, en verdad, realmente vacía. Esta estaría empaquetada con microorganismos
que vibraban a una frecuencia alta, produciendo un chillido ultrasónico que nockearía
la vigilancia y volvería a los goblins absolutamente locos—tanto que no
pudieran hacer nada para pararlos.
Los Goblins no eran criaturas
brillantes la mayoría de las veces. Había un solo ejemplo de un goblin ganando
un premio de ciencia, y resultó ser que era un experimento genético con el que
había hecho entrarse a sí mismo en la competencia.
Esta bomba sónica, removería
cualquier función cerebral alta y volvería a los goblins lagartos predadores
respira-fuego. Potrillo sabía todo esto porque había dirigido una mini-versión
de la bomba sónica a la PES como un detenedor de crimen, pero el Consejo había
negado subsidiarlo porque su artefacto hacía que quien lo llevara sangrara por
la nariz.
La Plaza de Policía estaba
ahora en un ochenta por ciento en escombros, con solo el último piso colgando
al techo de roca como un percebe aplastado. Los pisos inferiores habían
colapsado en los espacios reservados de estacionamiento debajo, formando una
irregular pirámide escombrosa, que echaba humo y chispas. Por suerte, el puente
cubierto que llevaba a la estructura unida al estacionamiento, estaba
relativamente intacta. Potrillo se apuró a través de la pasarela, tratando de
no ver las grietas en el suelo por donde una pesuña podría escurrirse, tratando
de no escuchar el torturado chirrido de la estructura de metal mientras se
doblaba bajo el peso de la sobrecarga.
No mires hacia abajo.
Visualízate llegando al otro lado.
Mientras Potrillo corría, el
puente colapsó en secciones detrás de él, hasta que se sintió como si las
rechinantes teclas de un piano cayeran en el abismo. La puerta automática en el
otro lado estaba trabada en un obstáculo en la vía, y temblaba hacia atrás y
hacia adelante, dejando apenas habitación suficiente para que Potrillo se
estrujara y colapsara, jadeando, en el suelo del cuarto piso.
“Esto es tan melodramático,”
Pensó. “¿Así son las cosas para Holly todos los días?”
Alentado por el colisionar de
la mampostería y el hedor de los autos en llamas, Potrillo se apuró a través
del estacionamiento hacia su van, que estaba estacionada en un punto primario
cerca de la vía peatonal. La van era una múcura vieja que fácilmente podría
haber sido confundida con un vehículo abandonado en vez del medio de transporte
elegido por el mágico responsable de la mayoría de los avances tecnológicos de
la ciudad. Si alguien llegara a saber a quién pertenecía la van, entonces
supondría que Potrillo había camuflado el exterior para disuadir potenciales
ladrones de automóviles. Pero no, era simplemente una pila de chapas oxidadas
que deberían haber sido reemplazadas hace décadas. Igual que como muchos
decoradores nunca pintaron sus propias casas, a Potrillo, un experto en avances
automovilísticos, no le importaba lo que él mismo manejaba. Esta era una
desventaja diaria, ya que el móvil-centaurino emitía sonidos resultando en
varios decibeles sobre las regulaciones y, regularmente, encendiendo alarmas
sónicas por toda la ciudad. Hoy, en cambio, la antigüedad de la van era
definitivamente una ventaja, ya que era uno de los pocos vehículos que podían
andar independientemente del sistema magnético automático de rieles de Refugio
y, de hecho, era cien por ciento funcional.
Potrillo silbó para abrir las
puertas delanteras de carga y retrocedió hacia la cabina, esperando a que los
arneses extensibles zumben y acunen su torso equino. El arnés se encintó a su
alrededor, pitando en todo el proceso, y luego levantó al centauro de vuelta a
la cabina. Una vez las puertas alas-de-escarabajo se hubieron plegado, los
sensores de la van detectaron la proximidad de Potrillo y puso en
funcionamiento sus propios motores. Le tomó un par de segundos amontonarse en
su vehículo y empezar la marcha, pero le tomaría más tiempo tratar de trepar en
el automóvil con seis extremidades y una cola, la que algunos equinologistas
consideraban una séptima extremidad, o, al menos, un apéndice.
Potrillo
sacó un volante de una ranura a toda velocidad y hundió su pesuña en el metal,
chirriando fuera de su punto de estacionamiento.
-¡Casa! -Gritó Potrillo dentro
del sistema de navegación del bot suspendido en un cordel de gel ante su cara.
Él había, en un momento de vanidad, moldeado el rostro del bot a su propia
imagen.
-¿La ruta usual, guapo? -Dijo
el sistema bot, parpadeando con cariño a Potrillo.
-Negativo, -Respondió Potrillo.
-Ignora la velocidad usual y los parámetros de seguridad. Solo llévanos allí lo
más rápido posible. Todos los límites normales de conducta están levantados de
mi autoridad.
Si el bot hubiera tenido manos,
las hubiera estrechado. -He estado esperando un largo tiempo para escuchar eso,
-Dijo, y tomó control del vehículo.
Algo le estaba pasando a la
hermosa cajita con incrustaciones en la manos de Caballina. Parecía como si un
pequeño nubarrón estuviera agitándose allí dentro. La cosa vibró como una
colmena, a pesar de que no había absolutamente ningún sonido. Pero allí había algo,
un sentimiento que la puso muy nerviosa e hizo que sus ojos se humedecieran,
como si unas uñas invisibles estuvieran siendo arrastradas por un pizarrón
mental.
Loco, lo sé, pero así es
como se siente.
Tiró la caja lejos de ella,
pero no antes de que el pequeño nubarrón haya fluido del contenedor y revestido
su mano. La caja rodó debajo de la mesa de café—un gran hongo plano petrificado
al que una vez Holly había llamado tan estereotipado que me hace querer
gritar—y yació allí, emitiendo lo que sea que fuese que puso los nervios de
Caballina en el límite.
-¿Qué pasa, querido? -se giró
para preguntarle a la pequeña LuzARC, pero esta yacía muerta en el suelo, una
pequeña columna de humo curvándose fuera de su cabeza.
“La caja hizo eso,” Adivinó. Lo
quesea que esta cosa era, no vino de Potrillo, porque se sentía de alguna forma
mal. Y ahora lo malo estaba en su mano. Caballina no era, de
ninguna manera, un centauro asustadizo, pero sintió una premonición de peligro
que casi la hace desplomarse.
Algo malo está por pasar.
Incluso peor que todas las cosas malas que han pasado hoy.
Muchas hadas habrían caído en
pedazos ante el peso de tan ominosas circunstancias, pero si el universo
esperaba tal reacción de Caballina Wanderford Paddox Potrillo, entonces el
cosmos estaría a punto de ser sorprendido, porque una de las características
que la habían llevado a ser prometida de Potrillo, era su espíritu de lucha. Y
ella no solo sostenía este espíritu con el poder del pensamiento positivo.
Caballina había alcanzado el nivel de cinto azul en el antiguo arte marcial
centaurino de las Nueve Varas, que incluían la cabeza y cola como armas. Ella
seguido había practicado en el gimnasio de la PES con Holly Canija, y
ciertamente la había una vez golpeado accidentalmente a través de una pared de
arroz cuando la imagen de un viejo novio había aparecido repentinamente en su
cabeza.
Caballina trotó hacia un
armario alto cerrado en la habitación y le instruyó que se abriera. Dentro
estaba su cinto azul, que rápidamente cruzó en su pecho. La banda no sería de
ningún uso práctico si los atacantes estaban de camino. Lo que ayudaría era la
larga vara flexible de bambú a su lado, que silbaba al cortar el aire y podía,
en buenas manos, despellejar la piel de la espalda de un trol.
La textura del palo en su palma
calmó a Caballina, al punto en el que se sentía un poco tonta allí parada con
la regalía entera de las Nueve Varas.
Nada malo está por pasar.
Solamente estoy sobre reaccionando.
Luego la puerta principal
explotó.
El sistema de navegación de
Potrillo manejó como un maníaco, riéndose con un júbilo que Potrillo no
recordaba haber programado dentro suyo. E incluso a pesar de que Potrillo
estaba consumido con horrible visiones de Caballina en las garras de goblins
respira-fuego, no pudo evitar notar la devastación que pasaba por la
ventana—nubes de denso humo, y destellos de llamas naranjas y azules
borroneadas por la velocidad demente del van. Oficiales de la PES buscaron
entre escombros y restos por supervivientes, y pilares de humo se levantaban de
una docena de puntos de referencia familiares.
-Tranquilo, -Dijo, golpeando al
nav-bot. -No le seré muy útil a Caballina si llego muerto.
-Relájate, viejo, -Dijo la
pequeña cabeza-bot. -No es como si fueras a ser de mucho uso de cualquier
manera. Caballina sabe las nueve varas ¿Qué cas a hacer tú? ¿Arrojar un
teclado?
“¿Viejo?” pensó Potrillo,
deseando ahora nunca haberle dado al bot un chip de personalidad experimental,
deseando aún más que el chip no tuviera su propia personalidad. Pero el bot
tenía razón ¿Qué iba a hacer él? De hecho, sería trágico si Caballina muriera
tratando de salvarlo. De pronto, Potrillo se sintió como un salvavidas con
fobia al agua ¿Le estaba dado algo de uso a la situación?
El
nav-bot parecía leerle la mente, lo que era imposible; pero Potrillo decidió
patentarlo solo en caso de por si accidentalmente había inventado un robot
telepático.
-Explota tus cualidades, amigo,
-Dijo.
“Por supuesto,” Pensó Potrillo.
“Mis cualidades ¿Cuáles son mis cualidades? ¿Y dónde están?”
Estaban, obviamente, en la
parte trasera de la van, donde almacenaba miles de experimentos a medio
terminar y casi legales y piezas de reemplazo. Cuando Potrillo pensó en eso, se
dio cuenta que habían cosas en su camión capaces de hacer un agujero en la
corriente del tiempo si se unían, así que había decidido hace mucho tiempo no
pensar en eso, ya que la alternativa era vaciar su van.
-Sigue conduciendo, -Instruyó
al nav-bot, retorciéndose fuera de su arnés y retrocediendo por el pequeño
puente que unía la cabina con la parte posterior. -Necesito mirar en la parte
trasera.
-Cuidado con la cabeza, viejo,
-Dijo el bot con gozo, un segundo antes de lanzándose sobre un corcovado puente
fuera de una instalación para el cuidado dental mágico tallada en un molar
gigante.
“Ese chip de personalidad debe
estar corrompido,” Pensó Potrillo. “Nunca sería tan imprudente, y
definitivamente nunca llamaría a nadie “viejo.””
Cuando la puerta frontal
explotó, la reacción de Caballina fue de furia. Primero, porque la puerta
delantera de la casa era jacarandá antiguo y había sido responsablemente
conseguida de Brasil, y segundo porque había estado abierta y solo un idiota
sentiría la necesidad de volar algo que ya estaba entornado. Ahora la puerta
debería ser reconstituida, y nunca sería lo mismo, incluso aunque pudieran
encontrar todas las astillas.
Caballina entró hecha una furia
al lobby para encontrar un goblin trastornado culebreando dentro de la casa a
gatas, humo saliendo de sus planas cavidades nasales, su cabeza de lagartija
sacudiéndose de lado a lado como si hubiera una polilla en su cráneo.
-¡Cómo te atreves! -Dijo
Caballina, proporcionándole a la criatura lagarto un golpe al costado de su
cabeza que literalmente lo golpeó fuera de su piel, que había sido en el punto
del derrame.
“Bueno, eso es molesto,” Pensó,
creyendo que el asalto estaba acabado, cuando otro goblin apareció en el
manchado camino de entrada, la cabeza meciéndose de la misma manera
desconcertante que el primero. Dos más entraron a patear la ventana, y algo
comenzó a escarbar en el triturador de basura.
No me digas. Otro goblin.
Caballina le dio la espalda al
goblin en la entrada y le dio un golpe de doble-barrelado con sus piernas
traseras que sacaron una nube de humo de su boca abierta y lo mandaron volando
hacia atrás sobre la pared límite como si hubiera sido tirado con una cuerda de
bungee. Simultáneamente, perforó la ventana con dos golpes relámpago de su
bambú, desalojando a los goblins del alfeizar que acababa de ser pintado. A
través del cristal roto vio docenas de goblins convergiendo en la propiedad y
sintió algo cercano al pánico real.
“Espero que Potrillo no venga a
casa,” Pensó, doblando sus rodillas en una posición de combate. “No creo que
nos pueda salvar a ambos.”
Potrillo hurgó por la van,
buscando algo, cualquier cosa, que pudiera salvar a su amada.
“Incluso aunque pudiera llamar
por ayuda,” Pensó, “Todos están hasta el cuello en un desastre u otro. Depende
de mí.”
La van era un revoltijo
embarullado, los estantes se apilaban hasta lo alto con revestimientos de
robot, jarras de especímenes, incubadoras, fuentes de poder, y partes del
cuerpo biónicas.
Pero sin armas. Ni una
pistola.
Encontró un frasco de ojos
bio-híbridos, que lo contemplaron, y una jarra de espécimen llena de algún tipo
de ejemplar líquido que no podía recordar haber recolectado.
-¿Alguna suerte? -Preguntó el
nav-bot de un parlante de gel adherido al panel de la pared.
-No todavía, -Dijo Potrillo.
-¿Cuánto tenemos hasta llegar allí?
-Dos minutos, -Replicó el bot.
-¿Puedes recortar un minuto de
ese tiempo?
-Podría, si corriera sobre
algunos transeúntes.
Potrillo lo consideró. -No.
Mejor no ¿No había un cañón de plasma aquí, en alguna parte?
-No. Lo donaste al orfanato.
Potrillo no perdió tiempo
preguntándose por que donó un cañón de plasma a un orfanato, sino que en vez de
eso, siguió cavando en los trastos de la van.
Si tuviera una hora podría
ensamblar algo, ¿pero dos minutos?
Fibras ópticas. Periféricos de
interiores. Maniquís de Vudú. Cámaras.
Nada útil.
Atrás
del todo, Potrillo encontró una vieja y obsoleta litio-iónica batería mágica
que debería haber drenado años atrás. Palmeó el largo cilindro con cariño.
Lanzamos la famosa parada
del tiempo en la Mansión Fowl con una serie de ustedes, chicos.
Potrillo se quedó quieto ¡Una
parada de tiempo!
Podría detener el tiempo, y
todos dentro estarían atrapados hasta que se acabe la batería.
Pero los paros-de-tiempo
requerían cálculos complicados y vectores precisos. No podías iniciar una
parada del tiempo en los suburbios.
Normalmente, no. Pero estas
no son circunstancias normales.
Necesitaría estar concentrada.
Casi magia pura, con un diámetro no mayor a la utilería en sí.
-Te veo mirando esa bacteria
mágica, -Dijo el nav-bot. -¿No estás pensando en poner en marcha una parada del
tiempo, o no, viejo? Necesitas una docena de permisos antes de poder hacer eso.
Potrillo sincronizó el
cronómetro de la batería con la computadora de navegación, algo que Holly no
podría haber hecho ni en un millón de años.
-No, -Dijo. -No estoy
poniéndola en marcha. Tú lo estás haciendo.
La cola de Caballina estaba
chamuscada y habían marcas de mordeduras en sus patas traseras, pero no se
permitiría a sí misma rendirse. Más de una docena de goblins la rodeaban,
hacienda crujir el aire, sus globos oculares rodando salvajemente, siendo enloquecidos
por algo. Habían más en el techo, masticando su camino, y cada ventana y puerta
era una masa de cuerpos retorciéndose.
“Nunca llegué a decir adiós,”
Pensó Caballina, determinada a derribar a tantas de esas lagartijas como sea
posible antes de que la enterraran bajo puros números.
“Adiós, Potrillo, te amo,” Pensó, deseando que el sentimiento, de alguna forma,
lo alcance.
Luego su marido chocó la van a
través del lado de la casa.
El nav-bot entendió sus
instrucciones inmediatamente.
-Es un plan de locos, -Dijo la
inteligencia artificial. -Pero es lo que haré.
-Bien, -Dijo Potrillo,
metiéndose en el arnés del asiento de pasajeros. -Porque lo estarás haciendo.
-Te quiero, Viejo, -Dijo el
pequeño bot, una lágrima gelatinosa bajando de su mejilla.
-Cálmate, programa, -Dijo
Potrillo. -Te veré en un minuto.
Caballina realmente no entendió
que pasó a continuación hasta que su mente tuvo un tiempo de revisar las
imágenes. El van de trabajo de su marido se plegó dentro de la casa, aplastando
media docena de goblins. La puerta del conductor estaba abierta con su arnés
extendido, y Caballina no tuvo tiempo de registrar esto antes de ser juntada a
paladas, hacia atrás, y arrojada, cara abajo, dentro de la cuna de los cuartos
traseros.
-Hola, cariño, -Dijo Potrillo,
en un intento de despreocupación que era contradicho por el sudor nervioso en
su frente.
La sección de conducir de la
van fue separada al ser rasgada, mientras que la sección trasera frenó y el
frente viró bruscamente sobre la pared opuesta.
-¡Mi casa! -Dijo Caballina en
el asiento acolchonado, mientras la mampostería golpeaba contra las puertas y
centellas chisporroteaban en el parabrisas.
Potrillo había intentado guiar
manualmente la sección delantera para detenerse de forma gradual a una distancia
segura de la casa, pero los vehículos a batería eran impredecibles, y este
insistió en voltearse sobre su lado y derrapar dentro de la yarda, pasando su
rueda por la pila de composta familiar, que contenía a muchos de los ancestros
de Potrillo.
Los goblins estuvieron
despistados por un momento; luego sus pobres sentidos torturados captaron la
detestada firma sónica en la mano de Caballina, y sus cabezas se giraron hacia
la sección frontal de la van. Habían tantos goblins en la casa ahora que parecía
una criatura gigante de escamas verdes. Cada goblin infló su pecho para lanzar
una bola de fuego.
-Lindo rescate. Una lástima que
no fue un éxito total, -Dijo Caballina. -Pero aprecio el gesto.
Potrillo la ayudó a levantarse.
-Espéralo, -Dijo.
Antes de que una simple bola
pudiera ser disparada, un rayo de magia azul explotó a través de la parte de
atrás de la van, se disparó a seis metro hacia arriba, luego creció rápidamente
en un hemisferio de ectoplasma gelatinoso y se dejó caer con esmero sobre la residencia
Potrillo.
-Retiro lo dicho, -Dijo
Caballina. -Este fue un rescate espectacular.
Potrillo había justo sellado la
mano de Caballina dentro de un guante anti material peligroso y asegurado a los
vecinos reunidos que la emergencia había pasado, cuando la parada del tiempo
decayó, revelando un gran grupo de dóciles goblins.
-¡Potrillo! -Gritó Caballina.
-El campo de fuerza azul está casi muerto.
-No
te preocupes, -Dijo Potrillo. -Tu mano los estaba volviendo locos, pero suavicé
la señal. Estamos a salo ahora.
Caballina escudo a su esposo
con su propio cuerpo mientras los goblins deambulaban, aturdidos, por las
ruinas de su casa. -Aún son criminales, Potrillo.
-Han cumplido su tiempo, -Dijo
el centauro. -Esa fue una parada del tiempo concentrada. Casi un cien por
ciento pura. Cinco segundos para nosotros fueron cinco años para ellos.
-¿Así que están rehabilitados?
-Preguntó Caballina.
Potrillo recogió su camino
alrededor de los pequeños incendios y pilas de escombros, que era todo lo que
quedaba de su hogar familiar.
-Tanto como nunca lo estarán,
-Dijo, guiando goblins confundidos hacia los postes aún en pie de su entrada.
-Vayan a casa, -Les dijo. -Vayan con sus familias.
No había mucho que quedara de
la sección trasera de la van, solo los huesos de un chasis y algunas cosas
aplastadas. Potrillo metió su cabeza dentro del marco de la puerta y una voz
dijo:
-Viejo, te he extrañado. Ha
sido un largo tiempo ¿Cómo lo hicimos?
Potrillo sonrió y palmeó un
estuche. -Lo hicimos bien, -Dijo, y luego agregó, -Viejo.
Capítulo 15
Alerta de Grillos
Mansión Fowl
Myles había quedado
repentinamente exhausto después de su dura experiencia con Gobdaw y fue
introducido en la cama con su copia laminada de la tabla periódica aferrada a
su pecho.
-La posesión puede sacar mucho
de una persona, -Dijo Holly. -Créeme, lo sé. Estará bien en la mañana.
Los tres se sentaron alrededor
del escritorio de Artemis como un consejo de guerra, lo que en un muy real
camino eran.
Mayordomo hizo el inventario.
-Tenemos dos luchadores y ningún arma.
Artemis sintió que debía
objetar. -Puedo pelear si es necesario, -Dijo, ni siquiera convenciéndose a sí
mismo.
-Debemos asumir lo peor sobre
Mantillo, -Continuó Mayordomo, ignorando la floja objeción de Artemis. -A pesar
de que tiene un camino de engañar espectacularmente a la muerte.
-¿Cuál es nuestro objetivo,
específicamente? -Preguntó Holly. Esta interrogante estaba dirigida a Artemis,
el planeador.
-La Puerta Berserker. Necesitamos
cerrarla.
-¿Qué vamos a hacer? ¿Escribir
una carta severa?
-Las armas normales no
penetrarán en la magia de Opal; de hecho, ella absorbería la energía. Pero si
tuviéramos un súper-laser, debería ser suficiente para sobrecargar el sello.
Sería como apagar un incendio con una explosión.
Holly palmeó sus bolsillos.
-Bien, ¿qué tal? Parece que dejé mi súper-laser en los otros pantalones.
-Ni tú puedes construir un
súper-laser en una hora, -Dijo Mayordomo, preguntándose por qué Artemis estaba
sacando esto a relucir.
Por alguna razón, Artemis
parecía repentinamente culposo. -Debo saber donde hay uno.
-¿Y dónde sería eso, Artemis?
-En el granero, adjunto a mi
planeador solar Mark Dos.
Ahora Mayordomo entendía la
vergüenza de Artemis. -¿En el granero donde estableciste el gym? ¿Dónde se
suponía que deberías haber estado practicando tus rutinas de auto-defensa?
-Sí. Ese granero.
A pesar de la situación,
Mayordomo se sintió decepcionado. -Me lo prometiste, Artemis. Me dijiste que
necesitabas privacidad.
-Es tan aburrido, Mayordomo. Lo
intenté, en serio, pero no sé cómo lo haces. Cuarenta y cinco minutos golpeando
una bolsa de cuero.
-¿Así que trabajaste en tu
aeroplano solar en vez de mantener la promesa que me hiciste?
-Las células eran tan
eficientes que había jugo extra, así que en mi tiempo libre diseñé súper-laser
liviano y lo construí de cero.
-Por supuesto ¿Quién no
necesita un súper-laser en la nariz del avión de su familia?
-Por favor, chicas, -Dijo
Holly. -Suspendamos la pelea de MAPS* para más tarde, ¿okey? Artemis, ¿Qué tan
poderoso es este laser?
-Oh,
tan poderoso como una erupción solar, -Dijo Artemis. -En su máxima
concentración, debería tener la fuerza suficiente para hacer un hoyo en la
entrada, sin lesionar a nadie en los suelos.
-Realmente desearía que hayas
mencionado esto antes.
-El laser no fue probado, -dijo
Artemis. -Nunca liberaría este tipo de poder a menos de que no hubiera ninguna
otra alternativa. Y por lo que nos contó Myles, no tenemos otra carta para
jugar.
-¿Y Juliet no sabe esto?
-Preguntó Holly.
-No, lo guarde para mí mismo.
-Bien. Entonces podríamos tener
una oportunidad.
Mayordomo los vistió a todos
con un equipo de camuflaje de su casillero, e incluso forzó a Artemis a padecer
la aplicación de rayas cerosas de maquillaje negro y oliva en su cara.
-¿Es esto realmente necesario?
-Preguntó Artemis, ceñudo.
-Completamente, -Dijo
Mayordomo, aplicando energéticamente el palo. -Por supuesto, si te quedaras
aquí y me dejaras ir, entonces tú y Myles podrían relajarse en sus mocasines
favoritos.
Artemis aguantando la pulla,
correctamente asumiendo que Mayordomo aún estaba un poco mosqueado por la
decepción del súper-laser.
-Debo acompañarlos, Mayordomo.
Este es un súper-laser, no un juguete de apunta-dispara. Está envuelto un
entero sistema de activación, y no hay tiempo para enseñarte la secuencia.
Mayordomo colgó una pesada
camisa antibalas sobre los flacos hombros de Artemis. -Okey. Si debes ir, es mi
deber mantenerte a salvo. Así que, hagamos un trato; si no haces todos esos
devastadores comentarios sobre el peso o inutilidad de esta camisa, que sin
duda están arremolinándose en ese gran cerebro tuyo, entonces no mencionaré el
episodio del súper-laser de nuevo ¿De acuerdo?
“Esta camisa está realmente
recortando mis hombros,” Pensó Artemis. “Y es tan pesada que no podría
sobrepasar a una babosa.”
Pero dijo, -De acuerdo.
Una vez el sistema de seguridad
de Artemis les aseguró que su perímetro estaba limpio, el grupo se escurrió en
una sola fila de la oficina, fuera de la cocina, a través de la yarda, y se
filtraron en el callejón entre los establos.
No habían guardias, lo que
Mayordomo encontró extraño. -No veo nada. Opal debe ya saber que escapamos de
sus piratas.
-No puede enfrentar perpetrar
más tropas, -susurró Holly. -El sello es su prioridad, y necesita tantos
Berserkers vigilando su espalda como sea posible. Somos secundarios en este
punto.
-Estaría desaprovechándolas,
-Jadeó Artemis, ya sufriendo bajo el peso de la camisa antibalas. -Artemis Fowl
nunca será secundario.
-Pensé que eras Artemis Fowl
Segundo -Dijo Holly.
-Eso es diferente. Y yo pensé
que estábamos en una misión.
-Verdad, -Dijo Holly, luego se
giró hacia Mayordomo. -Este es tu área, viejo amigo.
-Que lo es, -Dijo Mayordomo.
-Tomaré el liderazgo.
Cruzaron el estado con una
velocidad cautelosa, recelosos de cada ser viviente que cruzaba su camino. Tal
vez los Berserkers habitaban los mismísimos gusanos en la tierra, o los grandes
grillos que florecían en los suelos Fowl y agitaban sus alas a la luz de la
luna, sonando como una orquesta de pequeños carpinteros.
-No pisen a los grillos, -Dijo
Artemis. -Madre se encariñó de su canción.
Los grillos, apodados Jiminies
por los antropólogos de Dublín, eran vistos en todo el año solo en el Estado
Fowl, y podían crecer hasta del tamaño de ratones. Artemis ahora adivinaba que
este era un efecto de la radiación mágica calándose por la tierra. Lo que no
podría haber adivinado era que la magia había infectado el sistema nervioso de
los grillos con un grado de simpatía por los Berserkers. No se manifestaban en
montones de grillos sentándose en círculo alrededor de fogatas en miniatura
contando historias de valientes guerreros élficos, sino en una agresión contra
lo quesea que amenazara a los Berserkers. O, poniéndolo simple: Si no le
gustabas a Opal, entonces a los grillos no les importabas mucho tampoco.
Mayordomo dejó caer su pie
lentamente sobre un grupo de grillos, esperando que se muevan fuera de su
camino. No lo hicieron.
“Debería aplastar a estos
pequeños,” Pensó. “No tengo tiempo para jugar lindo con estos insectos.”
-Artemis, -Lo llamó por sobre
el hombro, -Estos Jiminies me están retando.
Artemis se tiró sobre sus
rodillas, fascinado. -Miren, no expresan una prudencia natural, en absoluto. Es
casi como si no les agradáramos. Realmente debería conducir un estudio en el
laboratorio.
El
insecto más grande en el grupo abrió grande sus mandíbulas linterna, saltó
alto, y mordió a Artemis en la rodilla. Incluso aunque los dientes del insecto
no penetraron sus gruesos pantalones de combate, Artemis cayó hacia atrás en
shock y hubiera aterrizado planamente sobre su parte trasera si Mayordomo no lo
hubiera alzado en brazos y empezar a correr con su principal metido bajo el
brazo.
-Dejemos ese estudio de
laboratorio para más tarde.
Artemis estuvo inclinado a
darle la razón.
Los grillos los siguieron,
pistoneando sus ponderosas patas traseras para impulsarse en el aire. Saltaban
como uno solo, una desbordante ola verde que espejaba el camino de Mayordomo
con precisión. Más y más grillos se unieron a la panda, lloviendo desde las
pendientes del paisaje y los hoyos en la tierra. La ola crujía a medida que se
movía, tan apretados estaban los grillos compactados.
“Al menos estos no pueden
volar,” Pensó Mayordomo, “O no habría ningún escape.”
Artemis encontró apoyo y corrió
sobres sus propios pies, contorneándose fuera del agarre de Mayordomo. El gran
grillo estaba aún sujeto a su rodilla, preocupando al material de combate.
Artemis lo golpeó con la palma, y lo sintió como si golpeara un auto de
juguete. El grillo seguía allí, y ahora su mano estaba adolorida.
Era difícil, incluso para
Artemis, pensar en estas circunstancias, o más bien era difícil arrancar un
pensamiento sensible del revoltijo chispeando de sus curvas craneales.
Grillos. Grillos asesinos.
Chaleco antibalas pesado. Demasiado ruido. Demasiado. Grillos dementes. Tal vez
estoy ilusionando de nuevo.
-¡Cuatro! -Dijo en voz alta,
solo para estar seguro. -Cuatro.
Mayordomo adivinó que estaba
haciendo Artemis. -Está pasando, está bien. No te preocupes, no lo estás
imaginando.
Artemis casi deseaba que lo
hubiera estado haciendo.
-¡Esto es serio! -Gritó sobre
el sonido de su propio corazón golpeando en sus oídos.
-Necesitamos llegar al lago,
-Dijo Holly. -Los grillos no nada tan bien.
El granero fue construido en la
cima de una colina, mirando desde arriba un lago conocido como la Piscina Roja
por la manera en la que brillaba al atardecer cuando era mirado desde la
ventana panorámica del salón de la mansión. El efecto era espectacular, como si
las llamas de Hades acecharan debajo del agua fresca. De día, un parque de
juegos para patos; pero de noche, la entrada al infierno. La idea de que un
cuerpo de agua pudiera tener una identidad secreta, siempre había divertido a
Artemis, y era en uno de los pocos temas en los que daba a su imaginación
rienda suelta. Ahora el lago simplemente parecía el cielo seguro.
Probablemente seré hundido
enseguida por el peso de este chaleco antibalas.
Holly lo empujó desde detrás,
codeándolo repetidamente en la cadera.
-¡Apresúrate! -Dijo. -Quita esa
mirada cristalina de tu cara. Recuerda, hay grillos asesinos tras nosotros.
Artemis levantando sus pies,
tratando de correr rápido como había visto hacer a Beckett tantas veces—en un
capricho parecía, como si correr la mitad del día no tomara ningún esfuerzo en
particular.
Se precipitaron a través de una
serie de parcelas de jardín seccionadas con cercas improvisadas de matorrales y
postes. Mayordomo chocaba contra lo quesea que bloqueaba su camino. Sus botas
pateaban papas nuevas de sus camas, limpiando un camino para Artemis y Holly.
Los grillos no eran impedidos por obstáculos, simplemente los serruchaban con
un zumbido o fluían alrededor sin una pérdida discernible del paso. Su sonido
era denso y ominoso, una cacofonía de murmullos. Tortuosos insectos.
Los grillos líderes
mordisquearon las botas de Holly, cerrándose en sus tobillos, chirriando sus
pugnaces mandíbulas. El instinto de Holly le decía que parara y desalojara a
los insectos, pero sus sentidos de soldados le decían que siguiera corriendo y
aguantara los pellizcos. Parar ahora sería seguro un error fatal. Los sintió
amontonándose alrededor de sus tobillos, sus caparazones crujiendo y rezumando
debajo de sus botas. Era como correr sobre Pelotas de Ping-Pong.
-¿Qué tan lejos? -Gritó. -¿Qué
tan lejos?
Mayordomo le respondió
levantando dos dedos.
¿Qué era eso? ¿Dos segundos?
¿Veinte segundos? ¿Doscientos metros?
Corrieron a través de los
jardines y bajo la colina arada hacia el borde del agua. La luna estaba
reflejada en la superficie como el ojo blanco de un dios, y en el otro extremo
estaba la suave subida de la pista de ski en la pasarela de Artemis. Los
grillos estaban ahora sobre ellos, a la altura de la cintura para Holly.
Enjambrándose de cada esquina del estado.
“Nunca
tuvimos problemas de grillos,” Pensó Artemis. “¿De dónde vinieron todos ellos?”
Sentían sus mordeduras en sus
piernas como pequeñas quemaduras, y correr se volvió lo siguiente a lo
imposible con una piel retorciéndose de grillos cubriendo cada extremidad.
Holly cayó primero, luego
Artemis, ambos creyendo que esta debía ser, por seguro, la peor forma posible
de morir. Artemis había parado de luchar cuando una mano bajo a través del
zumbido eléctrico y lo acarreó libre de la ciénaga.
En la luz de la luna, vio un
grillo sujeto a su nariz, y levantó el brazo para aplastarlo con sus dedos. El
cuerpo se trituró en su puño, y, por primera vez, Artemis sintió el ajetreo de
adrenalina del combate. Se sintió como para aplastar todos esos grillos.
Por supuesto, fue Mayordomo
quien lo rescató, y mientras pendía del agarre del guardaespaldas, vio a Holly
colgando de su otra mano.
-Respiren profundo, -Dijo
Mayordomo, y se tiró dentro del lago.
Cinco minutos después, Artemis
llegó al otro lado sin una camisa antibalas, de la cual se sintió seguro de que
Mayordomo tendría algo que decir—pero había sido o abandonar la camisa o
ahogarse, y no había mucha lógica en ser a prueba de balas en el fondo de un
lago.
Estuvo aliviado de encontrar
que era flanqueado por Holly y Mayordomo, que parecían considerablemente mucho
menos sin aliento que lo que él estaba.
-Perdimos a los grillos, -Dijo
Mayordomo, causando que Holly rompiera en un farfullo de risitas histéricas,
que sofocó en su manga empapada.
-Perdimos a los grillos, -Dijo.
-Ni siquiera tú puedes hacer eso sonar rudo.
Mayordomo frotó el agua de su
pelo rapado. -Soy Mayordomo, -Dijo, imperturbable. -Todo lo que digo suena
rudo. Ahora, fuera del lago, hada.
Parecía que las ropas y botas
de Artemis habían absorbido la mitad del lago, juzgando por su peso mientras se
arrastraba fuera del agua. A menudo había notado a los actores de propagandas
de TV saliendo de piletas grácilmente, surgiendo del agua al suelo al costado
de la piscina, pero Artemis siempre se había visto forzado a trepar en el final
poco profundo o ejecutar un tipo de desplome doble que lo dejaba sobre su
vientre al lado de la pileta. Su salida del lago fue incluso menos agraciada,
un contorneo serpenteante que les recordaba a los observadores a los
movimientos de una foca torpe. Eventualmente, Mayordomo lo sacó de su miseria
con una mano de ayuda bajo un codo.
-Sigamos, Artemis. El tiempo se
está gastando.
Artemis se levantó agradecido,
láminas de agua fría por la noche deslizándose de sus pantalones de combate.
-Casi llegamos, -Dijo
Mayordomo. -Trescientos metros.
Artemis hacía mucho tiempo que
había dejado de sorprenderse ante la habilidad de su guardaespaldas para
compartimentar sus emociones. Por derecho, los tres deberían haber estado en
shock después de lo que habían pasado, pero Mayordomo siempre había sido capaz
de plegar todo ese trauma dentro de un cajón para ser lidiado más tarde, cuando
el mundo no estuviera en un inminente peligro de finalizar. Solo parándose
sobre sus hombros, le daba fuerzas a Artemis.
-¿Qué estamos esperando?
-Preguntó Artemis, y emprendió la subida de la colina.
El grupo de grillos retrocedió
detrás de ellos hasta que se mezclaron con el viento en los altos pinos, y
ningún otro adversario animal fue encontrado en el corto y encorvado trote por
la pista. Llegaron a la cresta de la colina para encontrar al granero sin
guardias ¿Y por qué los habría? Después de todo, ¿qué tipo de estratega deserta
una fortificación para ocultarse en un granero altamente combustible?
“Finalmente un toque de suerte,”
Pensó Artemis. “A veces ser retorcido lo vale.”
Tuvieron suerte de nuevo dentro
del granero, donde Mayordomo recuperó su pistola Sig Sauer de una caja fuerte
codificada atornillada en el lado ciego de una viga.
-No eres el únicos con secretos
en el granero, -Le dijo a Artemis, sonriendo mientras revisaba la carga y
acción del arma.
-Eso es genial, -Dijo Holly
secamente. -Ahora podemos dispararle a una docena de saltamontes.
-Grillos, -Corrigió Artemis.
-Pero, en vez de eso, pongamos este avión en el cielo y hagamos un gran agujero
en los planes de Opal.
El liviano cuerpo y alas del
aeroplano estaban cubiertos con un papel solar que alimentaba el motor para
despegar. Una vez en el aire, el avión cambiaba entre vuelo accionado y
planeamiento, dependiendo de las direcciones de la computadora. Si un piloto se
contentaba con tomar un largo camino alrededor y manejar las corrientes
térmicas, entonces era posible engranar el motor para el despegue solamente, y
algunos viajes podían, de hecho, crear una huella de carbono cero.
-Ese
avión allí, -Dijo Mayordomo. -Más allá de la bolsa de boxeo sin usar y las
relucientes pesas con sus abandonadas manivelas.
Artemis gruñó. -Sí, ese avión.
Ahora ¿Puedes olvidarte de las pesas y sacar los bloques de las ruedas mientras
yo lo enciendo? -Dijo, dándole a Mayordomo algo que hacer. -Dejemos la puerta
cerrada hasta que estemos listos para el despegue.
-Buen plan, -Dijo Holly.
-Déjame revisar dentro.
Trotó a través del granero,
dejando modosas huellas a su paso, y abrió la puerta trasera del avión.
El aeroplano, que Artemis había
nombrado el Khufu tras el faraón por quien una barcaza solar había sido
construida por los antiguos Egipcios, era un liviano aeroplano deportivo que
había sido radicalmente modificado por Artemis en su misión por diseñar un
práctico vehículo de pasajeros verde. Las alas eran un cincuenta por ciento más
largas de lo que habían sido, con una estructura micro-fina entretejida arriba
y abajo. Cada superficie, incluyendo las tapas, estaba cubierta en papel solar,
que recargaría la bacteria en el aire. Un cable de poder corría de la cavidad
de la cola del Khufu en una subida hacia el sur del techo del granero,
para que la nave tuviera suficiente carga para despegar cuando sea que Artemis
necesitara hacer un vuelo de prueba.
La cabeza de Holly emergió de
la oscuridad del interior.
-Todo limpio, -Dijo en un tono
bajo, en caso de que los ruidos altos rompieran su racha de suerte.
-Bien, -Dijo Artemis,
apurándose hacia la puerta, ya corriendo la secuencia de encendido en su
cabeza. -Mayordomo, ¿Abrirías las puertas tan pronto como ponga el apoyo en
movimiento?
El guardaespaldas asintió,
luego pateó la cuña blanca de debajo de la rueda. Dos más y listo.
Artemis trepó dentro del avión
y supo enseguida que algo estaba mal.
-Huelo algo. El perfume de
Juliet.
Se arrodilló entre los asientos
de pasajeros, tirando de una escotilla de metal para revelar un compartimiento
debajo. Gruesos cables atestaban la caja, y había un espacio rectangular en el
medio donde algo como una caja debería haber estado.
-¿La batería? -Preguntó Holly.
-Sí, -Dijo Artemis.
-¿Así que no podemos despegar?
Artemis dejó caer la escotilla,
dejando que se cerrara con un sonido metálico. El estruendo apenas importaba
ahora.
-No podemos despegar. No
podemos dispar.
Mayordomo metió su cabeza en el
aeroplano. -¿Por qué estamos haciendo ruido de pronto? -Un vistazo a la cara de
Artemis fue toda la respuesta necesaria.
-Así que, es una trampa. Parece
que Juliet estaba más al pendiente tuyo de lo que pensamos. -Sacó la Sig Sauer
de su pretina. -Okey, Artemis, te quedas aquí. Es tiempo de que los soldados
tomen el control.
Los rasgos de Mayordomo se
estrecharon en una expresión de sorpresa y dolor cuando un rayo de magia
chisporroteó dentro del granero desde fuera, envolviendo la cabeza y torso del
guardaespaldas, permanentemente derritiendo cada folículo de cabello en su
cabeza, y aventándolo a la parte trasera del aeroplano, donde yació sin
emociones.
-Es una trampa, muy bien, -Dijo
Holly, seria. -Y caminamos justo en ella.
*MAPS: Mejores amigas por
siempre.
Capítulo 16
Un tiro de advertencia
MANTILLO MANDÍBULAS no estaba muerto, pero había descubierto los límites
de sus habilidades digestivas: que era posible comer demasiados conejos.
Yació en su espalda en el túnel medio colapsado, su estómago se estrechó como
la piel de un melocotón maduro.
-Uuuugh, -Gimió, liberando una
ráfaga de gas que lo desplazó tres metros por el túnel. -Así está un poco
mejor.
Le tomó un montón a Mantillo
retrasar la fuente de comida, pero después de ese último atracón con conejo
despellejado, no pensaba que pudiera ser capaz de mirar a alguno por al menos
una semana.
Aunque tal vez una linda
liebre. Con chirivías*.
Esos conejos habían seguido llegando,
haciendo ese espeluznante siseo, arrojándose por su garganta como si no
pudieran esperar a que sus cráneos fuesen mascados ¿Por qué no todos podían ser
así de temerarios? Haría la caza mucho más fácil.
“No
fueron los conejos en sí los que me marearon,” Notó Mantillo. “Fueron los
Berserkers dentro de ellos.”
Las almas de los guerreros
Berserker no podían haber estado muy cómodos dentro de su estómago. Por una
cosa, sus brazos estaban cubiertos den tatuajes de runas, por el fanático miedo
a la posesión de los enanos. Y, por otra, la flema de enano había sido usada
para mantener a raya a los espíritus desde tiempos inmemorables. Así que, tan
rápido como los conejos huéspedes murieron, los espíritus guerreros transitaron
a la otra vida con una velocidad inusual. No se movieron con tanta calma hacia
la luz como al correr como un huracán dentro del paraíso. El ectoplasma
destelló y se derramó dentro de la barriga de Mantillo, dándole un feo caso de
pirosis* y pintando una amarga quemadura en la curva de campana más baja de su
panza.
Después de aproximadamente diez
minutos de auto pena y gradual deflación, Mantillo se sintió listo para
moverse. Experimentalmente bamboleó sus manos y pies, y cuando su estómago no
se volteó violentamente, rodó sobre cuatro patas.
“Debería alejarme de aquí,”
Pensó. “Bien, bien lejos de la superficie antes de que Opal libere el poder de
Danu, incluso si existiera tal cosa.”
Mantillo sabía que si estaba en
cualquier lugar de la vecindad cuando algo terrible pasaba, la PES trataría de
culparlo por lo terrible ocurrido.
Miren, allí está Mantillo
Mandíbulas. Arrestémoslo y tiremos el chip de acceso. Caso cerrado, Su Señoría.
Okey, tal vez no pasaba
exactamente así, pero Mantillo sabía que cuando habían dedos acusadores por ser
apuntados, siempre parecían rotar para señalar en su dirección y, como su
abogado había famosamente dicho una vez, el tres o cuatro por ciento de las
veces mi cliente no era un cien por ciento responsable del crimen particular
por el que fue acusado, lo que es decir que hubieron números significantes de
incidentes donde la participación del Sr. Mandíbulas en dichos incidentes fue
nimia incluso aunque hubiera estado técnicamente involucrado en un delito
adyacente a la escena del crimen en una fecha apenas diferente que la
especificada en la orden judicial de la PES. Esta simple declaración rompió
tres servidores analíticos y tuvo a los expertos amarrados en un nudo por
semanas.
Mantillo rió en la oscuridad,
sus dientes luminosos alumbrando el túnel.
Abogados. Todos deberían
tener uno.
-Aw, bien, -Le dijo a los
gusanos retorciéndose en la pared del túnel. -Tiempo de irse.
Adiós, viejos amigos. Dimos
nuestro mejor intento, pero no se puede ganar en todo. La cobardía es la clave
de la supervivencia, Holly. Nunca entendiste eso.
Mantillo suspiró larga y
fuertemente, con un eructo al final, porque sabía que se estaba engañando a sí
mismo.
No puedo huir.
Había más en juego allí que su
propia vida. Estaba la vida en sí misma. Un montón de ella, por ser apagada por
una duendecilla demente.
“No estoy haciendo ninguna
promesa heroica,” Se auto consoló. “Solo le voy a dar un rápido vistazo a la
Puerta Berserker para ver que tan en apuros realmente estamos. Quizá Artemis ya
salvo el día, y me puedo retirar a mis túneles. Y tal vez tome un par de piezas
maestras sin valor conmigo como compañía ¿No me merezco eso?”
El estómago de Mantillo raspó
el suelo del túnel a medida que se movía, aún hinchado y haciendo extraños
sonidos de animales.
“Tengo suficiente energía como
para seis metros de excavación,” Se dio cuenta. “No más o las paredes de mi
estómago se partirán.”
Como resultó ser, Mantillo no
tuvo que tragar un simple pedazo de arcilla. Cuando miró para arriba, vio un
par de brillantes ojos rojos devolviéndole la mirada. Habían colmillos como
guadañas empujando desde la oscuridad debajo de ojos nocturnos, y una peluda y
aterrorizante cabeza adaptada a su alrededor.
-Gruffff, -Dijo el trol, y todo
lo que Mantillo pudo hacer fue reír.
-¿En serio? -Dijo. -Después del
día que tuve.
-Gruffff, -Dijo el trol de
nuevo, y avanzó pesadamente, con veneno paralizante goteando de sus colmillos.
Mantillo atravesó el miedo,
pasó el pánico, y rodeó el enojo y la indignación.
-¡Este es mi hogar, trol!
-Gritó, desviándose. -Aquí es donde vivo ¿Piensas que puedes atrapar a un
enano? ¿En un túnel?
Gruff,
de hecho, pensó eso e incrementó su paso, incluso a través de las paredes que
oprimían su marcha natural.
“Es mucho más grande que un
conejo,” Pensó Mantillo, y luego ambos colisionaron en una nebulosa negra y
gorda de carne, con el sonido exacto que esperarías escuchar cuando una esbelta
máquina asesina golpea un enano grasoso y corpulento.
En el granero, Artemis y Holly
estaban en una situación bastante desesperada. Dependían de dos balas en una
pistola que Holly apenas podía levantar y con las que Artemis no podía ni
acertar a la puerta del granero, a pesar de que una estaba cerca.
Se encorvaron en la parte
trasera del aeroplano solar de Artemis, básicamente esperando a que los
Berserkers lancen su ataque. Mayordomo yacía inconsciente sobre los asientos
posteriores con humo saliendo, literalmente, de sus orejas, un síntoma que
nunca había sido profesionalmente diagnosticado como algo bueno.
Holly acunó la cabeza de
Mayordomo, presionando sus pulgares gentilmente sobre sus ojos, y forzando a la
última sátira diluida de magia dentro del cráneo del guardaespaldas.
-Él está bien, -Resolló. -Pero
ese rayo paró su corazón un momento. Si no hubiera sido por el Kevlar en su
pecho…
Holly no terminó la oración,
pero Artemis sabía que su guardaespaldas había escapado a la muerte por los
bigotes por enésima vez, y enésima era el límite absoluto del número de
vidas extra entregadas por el universo a cualquier persona.
-Su corazón nunca será el
mismo, Artemis. No más travesuras. Va a estar fuera por horas, -Dijo Holly,
revisando la claraboya de fuselaje. -Y los Berserkers se están preparando para
hacer su movida ¿Cuál es el plan, Arty?
-Tenía un plan, -Dijo Artemis
aturdido. -Y no funcionó.
Holly sacudió su hombro
rudamente, y Artemis sabía que su próximo paso sería abofetearlo en la cara.
-Vamos, Fangosillo. Ponte media pila. Habrá un montón de tiempo para la auto
duda más tarde.
Artemis asintió. Esta era su función.
Él era el planeador.
-Muy bien. Haz un tiro de
advertencia. No pueden saber cuántas balas nos quedan, y podría detenerlos
momentáneamente, comprarnos un momento para pensar.
El rodar de ojos de Holly habló
claramente, y lo que decían era: ¿Un tiro de advertencia? Podría haber
pensado eso yo misma, genio.
Pero este no era el momento
para golpear la reducida confianza de Artemis, así que alzó la Sig Sauer de
Mayordomo y abrió una hendidura en la ventana, reposando el barril en el marco.
“Esta pistola es tan grande y
difícil de manejar,” Pensó. “Apenas puedo ser culpada si accidentalmente
golpeara a algo.”
En situaciones de acoso, era
práctica estándar mandar a un explorador. Mandar siendo una linda forma
de decir sacrificar. Y los Berserkers decidieron hacer justo eso,
ordenar a uno de los perros de caza de los Fowl a, literalmente, husmear. El
gran sabueso gris revoloteó dentro por la humeante luz de luna atravesando la
puerta del granero, planeando perderse en las sombras.
“No tan rápido,” Pensó Holly, y
disparó una sola vez con la Sig, golpeando al perro como el tiro de un martillo
a la altura del hombro y mandándolo tambaleándose de nuevo afuera con sus
camaradas.
“Ups,” Pensó. “Le estaba
apuntando a la pierna.”
Cuando el avión terminó de
vibrar y el eco de la pistola decayó del cráneo de Artemis, él preguntó, -¿Tiro
de advertencia, correcto?
Holly se sintió un poco
culpable por el perro, pero podía discutir sobre ello largo y tendido en
terapia si alguno de ellos sobrevivía. -Oh, están advertidos, muy bien. Tienes
tu minuto para pensar.
El perro salió del granero
mucho más rápido de como había entrado. Bellico y su grupito mágico estaban más
que un poco celosos cuando vieron al alma salir del cuerpo canino, sonriendo
brevemente, y luego desapareciendo en un flash azul, en su camino al próximo
mundo.
-No necesitamos entrar, -Dijo
Salton el pirata, deslizando las puertas del granero para cerrarlas. -Todo lo
que necesitamos es que dejen de salir.
Bellico no estuvo de acuerdo.
-Nuestras órdenes son matarlos. No podemos hacer eso desde aquí ¿o no? Y capaz
haya algo allí dentro sobre de lo que mi huésped, Juliet, no sepa. Otro túnel,
o un globo a aire caliente. Entremos.
Opal había sido muy específica
cuando Bellico había presentado su información sobre el Khufu.
-Mi
huésped protege a los niños Fowl, -Había dicho Bellico. -Él chico Myles es muy
inquisitivo y seguía a Artemis a su taller en la cima de la colina. Así que
Juliet siguió al niño. Hay un aeroplano allí, alimentado por el sol. Tal vez un
arma de algún tipo.
Opal había hecho una pausa en
su conjurar de hechizos. -Artemis no tiene otra opción que ir a por el arma.
Llévate a un equipo y remueve la batería de la estructura, luego esperen a que
entren en el taller. -Opal agarró el antebrazo de Bellico y apretó hasta que
sus uñas se le clavaron en la carne. Una bala de poder gateó del corazón de
Opal, por su brazo y dentro de Bellico. Esta última sintió instantáneamente
nauseas y supo que la magia era veneno.
-Esta es magia negra y te
comerá desde dentro de tu alma, -Dijo Opal, en verdad. -Debes liberarla tan
pronto como sea posible. Hay suficiente para un rayo. Haz que cuente.
Bellico sostuvo su propia mano
ante su cara, mirando la magia enrrollándose alrededor de sus dedos.
“Un rayo,” Pensó. “Suficiente
para derribar al grandote.”
Holly se cernió ansiosamente
alrededor de Artemis. Él estaba en su trance reflexivo y odiaba ser
interrumpido, pero estaba lleno de gente bajo la puerta del granero y sombras
entrecruzándose en la luz de la luna, y su sentido de soldado le dijo que su
refugio estaba a punto de ser infringido.
-Artemis, -Dijo urgentemente.
-Artemis, ¿tienes algo?
El chico abrió los ojos y peinó
hacia atrás una madeja de pelo negro de su frente.
-Nada. No hay plan racional que
salve, al menos, a uno de nosotros si Opal logra abrir el segundo candado.
Holly volvió a la ventana.
-Bien, entonces, la primera en recibir otro tiro de advertencia.
Bellico ordenó a los arqueros
alinearse fuera de la puerta deslizante del granero.
-Cuando la puerta se abra,
disparen lo que sea que estén cargando, sobre la máquina. Luego la corremos. La
elfa tendrá tiempo para dos disparos, no más. Y si alguno de nosotros resulta
muerto, bueno, entonces, esa será nuestra buena fortuna.
Los guerreros Chinos no podían
hablar, sellados como sus momias estaban dentro de sepulcros de arcilla
encantados; pero asintieron rígidamente y tensando sus arcos masivos.
-Piratas, -Gritó Bellico,
-Párense detrás de los arqueros.
-No somos piratas, -Dijo Salton
Finnacre de mal humor, rascando su fémur. -Estamos habitando piratas ¿No
es cierto, mis compañeros*?
-Arrr, Cap’n, -Dijeron los
otros piratas.
-Lo admito, -Dijo Finnacre
avergonzadamente. -Eso sonó bastante como un pirata. Pero se escurre. Dos días
más en este cuerpo, y podría navegar un velero con una sola mano.
-Entiendo, -Dijo Bellico.
-Estaremos con nuestros ancestros pronto. Nuestro deber estará hecho.
-Woof, -Dijo el sabueso
permaneciente con sentimiento, apenas resistiendo la urgencia de su huésped de
oler las áreas personales de otras personas. Bellico envolvió los dedos de
Juliet en la manija de la puerta, testeándola por su peso.
-Otra carga gloriosa más, mis
guerreros, y los humanos están derrotados definitivamente. Nuestros
descendientes podrán vivir en paz por siempre.
El momento zumbó con latente
violencia. Holly podía sentir a los Berserkers mentalizándose.
“Depende de mí,” -Advirtió.
“Debo salvarnos.”
-Okey, Artemis, -Dijo
bruscamente. -Subimos a los travesaños. Tal vez les tome tiempo a los
Berserkers encontrarnos. Tiempo que podemos gastar planeando.
Artemis espió por sobre el
hombro de la elfa, a través del agujero de la puerta.
-Demasiado tarde, -Dijo.
El portón del granero rodó
abierto sobre ruedas engrasadas, y seis implacables guerreros Chinos de arcilla
se pararon siluetados por un rectángulo de luz lunar.
-Arqueros, -dijo Holly. -Yace
plano.
Artemis parecía aturdido por el
completo colapso de sus planes. Había actuado predeciblemente ¿Cuándo se
había vuelto tan predecible?
Holly vio que sus palabras no
estaban penetrando el cráneo de Artemis, y notó que él tenía dos debilidades
mayores: Una, era físicamente débil no solo por sus músculos sino también por
una falta de coordinación que hubiera avergonzado a un cuatro añero; y dos,
estaba tan confiado de la superioridad de su propio intelecto que rara vez
desarrollaba un plan B. Si el plan A probaba ser defectuoso, no había ningún
recurso restante.
Como ahora.
Holly
se tiró sobre Artemis, agarrándose a su torso y dejándolo plano en el estrecho
pasillo. Un segundo después, escuchó el comando del exterior.
-¡Fuego!
Era la voz de Juliet. Ordenando
asesinar a su propio hermano.
Como todos los veteranos de
guerra sabían tan bien, la urgencia de mirar al instrumento que causaría tu
propia muerte era casi abrumadora. Holly sintió esa tentación ahora, de
sentarse y mirar las fleches mientras se dirigían a sus objetivos. Pero la
resistió, forzándose hacia abajo, apretándose a sí misma y a Artemis en el corredor
hasta que el acero corrugado presionaba sus cachetes.
Flechas de un metro de largo
atravesaban el fuselaje, propulsando a la aeronave con su velocidad e
incrustándose profundamente en la tapicería de los bancos. Una estuvo tan cerca
de Holly que de hecho pasó a través de su hombrera, clavándola al asiento.
-D’Arvit, -Dijo Holly,
tironeando hasta quedar libre.
-¡Fuego! -Vino el comando desde
fuera, e instantáneamente una serie de silbidos llenaron el aire.
“Suenan como aves,” Pensó
Holly.
Pero no era pájaros. Era a una
segunda descarga. Cada flecha machucó al aeroplano, destruyendo paneles
solares; una incluso pasó en limpió a través de dos claraboyas. La nave fue
llevada sobre su costado, recostándose sobre el ala de estribor.
Y luego de nuevo vino el
comando. -¡Fuego! -Pero no escuchó ningún sonido silbante esta vez. En vez,
hubo un chasquido agudo.
Holly se rindió ante la
curiosidad, escalando el suelo inclinado al ojo de buey y echando un vistazo.
Juliet estaba encendiendo las flechas de los soldados de terracota.
“Oh,” Pensó Holly. “Ese tipo de
fuego.”
Bellico entornó los ojos sobre
el interior del granero y estuvo complacida de ver al avión colapsado. Las
memorias de su huésped le aseguraron que esa nave había ciertamente volado a
través del cielo usando la energía del sol para alimentar el motor, pero
Bellico encontró esto difícil de creer. Tal vez los sueños y recuerdos humanos
se estaban entrelazando, así las fantasías e imaginaciones de Bellico
parecerían reales.
“Cuánto más pronto esté fuera
de este cuerpo, mejor,” Pensó.
Enredó una antorcha en una pila
de heno y alumbró la punta con un encendedor tomado del bolsillo de la chica
humana.
“Este encendedor es lo
suficientemente real,” Pensó. “Y no tan lejos de haber quitado su mecánica de
una simple caja de sílex.”
La amarillenta antorcha no
ardería por mucho tiempo, pero sí lo suficiente como para encender las flechas
de sus guerreros. Caminó por las hileras, brevemente tocando las punta de
flecha que habían sido hundidas en combustible de una lata perforada de
gasolina.
De pronto el sabueso levantó su
elegante cabeza y aulló a la luna.
Bellico estaba a punto de
preguntarle al perro que de que se trataba, pero entonces lo sintió también.
“Tengo miedo,” Notó. “¿Por qué
estaría atemorizada de nada cuando anhelo la muerte?”
Bellico dejó caer la antorcha
que le quemaba los dedos, pero, en el segundo después, estampó el pie en sus
brazas extinguiéndose, pensó que vio algo familiar arrasando el campo hacia el
este. Una inconfundible figura tambaleante.
“No,” Pensó. “Eso no es
posible.”
-¿Es eso…? -Dijo, apuntando-
¿Puede ser?
El sabueso logró envolver sus
cuerdas vocales en una simple sílaba que no estaba tan lejos de su rango
perruno. -¡Trol! -Aulló. -Trooooollll.
“Y no solo un trol,” advirtió
Bellico. “Un trol y su conductor.”
Mantillo Mandíbulas estaba
abrazado a la parte trasera de la cabeza del trol con un manojo de rizos en
cada mano. Debajo de él, los músculos del hombro del trol se contraían y
aflojaban mientras daba zancadas a través del campo hacia el granero.
Dar zancadas no son, tal vez, las palabras correctas, ya que
implican una cierta torpeza lenta; pero mientras que el trol parecía cojear, lo
hacía a una velocidad increíble. Esta era una de las muchas armas en el considerable
arsenal de esa especie. Si la presa prevista notaba a un trol viniendo de muy a
lo lejos, aparentemente trastabillando, pensaba para sí misma: Okey, sí, veo
un trol, pero está como a un millón de kilómetros, así que simplemente
terminaré de mascar esta hoja y luego—BAM—el trol estaba masticando
las patas traseras de la presa.
Bellico,
de cualquier manera, había visto seguido a un escuadrón de conductores de trols
en acción, y sabía exactamente qué tan rápido podían moverse.
-¡Arqueros! -Gritó, alzando su
espada. -Nuevo objetivo ¡Giren! ¡Giren!
La armada de terracota chirrió
a medida que se movían, arena roja derramándose de sus articulaciones. Eran
lentos, dolorosamente lentos.
“No van a lograrlo,” Se dio
cuenta Bellico, y luego tuvo un momento de agarrarse a la cebada. “Tal vez
ese trol y su conductor estén de nuestro lado.”
Tristemente para los
Berserkers, el conductor del trol estaba no estaba, definitivamente, de su
lado, y la bestia solo hacía lo que le ordenaban.
Gruff hizo, de hecho, un espectáculo
aterrador mientras emergía de las sombras de la noche en el pálido brillo lunar
bañando el campo. Incluso para un trol, era un espécimen masivo, de tres
metros, con sus rizos rebotando dando la ilusión de otro medio metro. Su
huesuda frente pesada era como un ariete sobre relucientes ojos nocturnos. Dos
colmillos despiadados curvados hacia arriba se una pugnaz mandíbula, gotas de
veneno centelleando en los extremos puntiagudos. Su desgreñada forma humanoide
estaba cableada con músculos y tendones, y sus manos tenían la fuerza para
hacer polvo pequeñas rocas y grandes cabezas.
Mantillo tiró de los rulos del
trol, instintivamente resucitando una vieja técnica de manejo de trols. Su
abuelo muchas veces le había contado historias alrededor del fuego-saliva de
los grandiosos conductores de trol, quienes habían arrasado el campo, haciendo
lo que querían, y nadie los podía atrapar para discutir.
Los buenos viejos tiempos, solía decir su abuelo. Nosotros los enanos éramos
reyes. Incluso los demonios rajaban cuando veían a un enano montado dejándose
caer por la colina sobre un trol, fuente de sudor.
“Este no se siente como un buen
día,” Pensó Mantillo. “Este se siente como el fin del mundo.”
Mantillo se decidió por un
acercamiento directo más que por una evasiva con tácticas de batalla, y condujo
a Gruff directamente a la multitud de Berserkers.
-¡No te contengas! -Voceó en la
oreja del trol.
*En inglés es “me hearties” que
es una forma pirata de decir compañeros.
*Chirivías: Nabo blanco.
*Pirosis: Dolor o quemazón en
el esófago causada por la regurgitación de ácido gástrico.
El aliento se le atoró a
Bellico en la garganta.
¡Dispérsense! Quería gritarles a sus tropas ¡Refúgiense!
Pero el trol estaba sobre
ellos, destruyendo guerreros de terracota con cortantes golpes de sus masivos
brazos, derribándolos como soldaditos de juguete. El trol pateó al perro en la
atmósfera baja y golpeó de refilón a Bellico mandándola a un barril de agua. En
segundos, muchos piratas fueron reducidos a comida de perro, e incluso aunque
Salton Finnacre logró clavar una espada en el muslo de Gruff, el enorme trol
siguió moviéndose atropelladamente, aparentemente sin que la longitud del
fierro saliendo de su pierna fuera un obstáculo.
Los dedos del pie de Mantillo
localizaron los centros nerviosos entre las costillas de Gruff, y los usó para
llevar al trol dentro del granero.
“Soy un conductor de trols,”
Advirtió el enano con una ráfaga de orgullo. “Nací para hacer esto, y robar
cosas, y comer un montón.”
Mantillo resolvió encontrar una
forma de combinar esas tres aptitudes si lograba sobrevivir a la noche.
Dentro del granero, el
aeroplano yacía balanceado en una rueda y la punta del ala, con flechas
atravesando su cuerpo. La cara de Holly estaba presionada contra el vidrio, su
boca siendo una O incrédula.
“No sé porque está
sorprendida,” Pensó Mantillo. “Debería estar acostumbrada a mí salvándola para
este momento.”
Mantillo escuchó el clamor de
hileras rearmándose detrás de él, y supo que era cuestión de latidos antes de que
los arqueros bombardeen al trol.
Y tan grande como lo es mi
boca, incluso él caerá con media docena de flechas perforando sus vitales.
No había tiempo para abrir la
puerta del planeador y alzar en brazos a sus tres pasajeros, así que Mantillo
tiró de los rizos, clavó sus dedos, y susurró en el oído del trol, esperando
que su mensaje estuviera siendo entendido.
Dentro
del avión solar, Holly usó los pocos momentos antes de que el infierno se
desatara para apurar a un impresionado Artemis dentro del asiento del piloto y
luego ponerse la correa a su lado.
-¿Voy a volar? -Preguntó
Artemis.
Holly revolvió sus pies. -No
puedo alcanzar los pedales.
-Ya veo,
Era una conversación banal,
pero aún así necesaria, ya que las habilidades como piloto de Artemis pronto
serían usadas.
Gruff cargó a la aeronave para
arriba y puso su peso tras ella, agitando la liviana nave hacia la entrada
abierta. El avión rengueó hacia adelante sobre su engranaje dañado,
tambaleándose con cada rotación.
-No vi venir ninguno de estos
eventos, -Dijo Artemis a través de dientes apretados, más para sí mismo que
para su copiloto. Holly apoyó ambas manos en el panel para frenar el impacto al
que estaban rodando a toda velocidad.
-Wow, -Dijo Holly, mirando las
flechas atoradas en la nariz y alas. -No viste venir un enano conductor de
trols empujando a tu avión por la pista. Debes estar perdiendo tu toque,
Artemis.
Él trató de conectarse al
momento, pero era demasiado surreal. Mirar a los soldados Berserker agrandarse
a través de los marcos dobles del parabrisas y la entrada al granero hacían a
la cosa entera parecerse a una película. Una muy realística película en 3-D con
sillas vibradoras, pero una película, al fin y al cabo. Este sentimiento de
indiferencia se apegaba al viejo Artemis Fowl, cuyos lentos reflejos casi le
costaron la vida mientras se sentaba soñador mirando a una flecha-larga
Berserker trazando un arco hacia su cabeza.
Por suerte, las reacciones de
Holly eran estelares, y pudo golpearlo en el hombro con la suficiente fuerza
para tirarlo de costado al límite de su cinturón de seguridad. La flecha
agujereó el parabrisas, haciendo un agujero sorprendentemente pequeño, y se
atoró en el reposacabezas donde la cara vacía de Artemis habría estado.
De pronto, Artemis no tuvo problemas
para conectarse al momento.
-Puedo prender mediante aire el
avión, -Dijo, moviendo interruptores en el panel. -Si dejamos tierra.
-¿No requiere coordinación?
-Preguntó Holly.
-Sí, medio segundo.
La elfa palideció. Confiar en
la coordinación de Artemis era tan sensible como confiar en los poderes de
abstinencia de Mantillo.
El aeroplano mal-hizo su camino
a través de los Berserkers, decapitando a un guerrero de terracota. Los paneles
solares tintinearon y crujieron, y el mecanismo de aterrizaje colapsó. Gruff
siguió empujando, ignorando varias heridas de las que ahora manaba sangre.
Bellico congregó a sus tropas y
se apuraron en la caza, pero ninguno podía igualar el paso del trol excepto el
sabueso, que se agarró a la espalda de Mantillo, tratando de desplazarlo.
Mantillo se sentía insultado de
que un perro pudiera interferir en lo que posiblemente era el más valiente
intento de rescate jamás, así que trabó su cabeza en su recodo y gritó en la
cara del animal.
-¡Déjalo, Fido! Soy invencible hoy.
Mírame, conduciendo un trol, por el amor de Dios ¿Qué tan seguido ves eso hoy
en día? ¡Nunca! Así de seguido. Ahora, tienes dos segundos para retroceder, o
tendré que comerte.
Dos segundos pasaron. El perro
sacudió la cabeza, negándose a retroceder, así que Mantillo lo comió.
Fue, le diría más tarde a su enano fugitivo seguidor, Barnet
Riddles, propietario del bar de Miami Pájaros Borrachos*, una terrible
pérdida escupir a medio perro, pero es difícil verse heroico con los cuartos
traseros de un chucho colgando de tu boca.
Segundos después de que el
sabueso vivo desacordara con Mantillo en su cara, el perro muerto desacordó con
su estómago. Debió haber sido el alma Berserker lo que le causó el arranque de
indigestión, o algo que el perro engulló antes de que él lo engullera—de
cualquier manera, las entrañas de Mantillo fueron de pronto apretadas por un
puño gigante usando un guante con cota de malla.
-Debo recortar, -Dijo entre
dientes.
Si Gruff se hubiera dado cuenta
de lo que Mantillo Mandíbulas estaba a punto de hacer, hubiera salido corriendo
y gritando como una duendecilla de dos años y enterrado bajo tierra hasta que
la tormenta halla pasado, pero el trol no hablaba Enano gruñido y así
siguió el último comando dado, el cual había sido: Empuja cuesta abajo.
El aeroplano solar fue
agarrando velocidad mientras corría por la rampa de arcilla con los Berserkers
en una rápida persecución.
-No
vamos a lograrlo, -Dijo Artemis, revisando los instrumentos. -La maquinaria se
disparó.
El final de la pista se curvó
como el final de un gentil salto de ski. Si el avión se desmoronaba con
velocidad insuficiente, simplemente caería en picada al lago, y serían presas
fáciles* de los patos reales que eran probablemente habitados por Berserkers y
los picotearían hasta la muerte. Artemis estaba casi reconciliado con el hecho
de que moriría en un futuro inmediato, pero realmente no quería que su cráneo
sea fracturado por el pico de un ánade real* poseído. De hecho, Muerto por
aves acuáticas agresivas había justo llegado al número uno en la lista de Menos
Favoritas Formas de Morir de Artemis, aplastando el rompe-records dominante
de Muerto por Gas de Enano, que había cazado a sus sueños por años.
-Sin patos, -Dijo. -Por favor,
sin patos. Iba a ganar el premio Nobel.
Podían escuchar la conmoción
debajo del fuselaje: gruñidos animales y metal abollándose. Si el avión no
despegaba pronto, iba a ser sacudido hasta quedar en piezas. Esta no era una
nave fuerte, desvestida para incrementar el índice del poder-del-peso lo
necesario para un vuelo sustentable.
Fuera del aeroplano solar, el
cuerpo entero de Mantillo estaba doblado en una comprimida raíz de dolor. Él
sabía que pasaría. Su cuerpo estaba por reaccionar a una combustión de estrés,
mala dieta, y gas acumulado deshaciéndose instantáneamente de la tercera parte
de su peso corporal. Algunos enanos yogui más disciplinados podían invocar este
procedimiento por voluntad y referirlo como la Desintoxicación de la Década,
pero para los enanos ordinarios llevaba el nombre de Recorte de Peso. Y no
querías estar en la línea de tiro cuando el peso es recortado.
El avión alcanzó la punta de la
cuerda con el apenas impulso suficiente para pasar la rampa.
“Aterrizaje acuático,” Pensó
Artemis. “Muertos por patos.”
Luego, algo ocurrió. Un empuje
de poder vino de alguna parte. Era como si un índice gigante hubiera golpeado
al avión hacia adelante en el aire. La cola se elevó, y Artemis luchó con los
pedales para mantenerla abajo.
“¿Cómo está pasando esto?” Se
preguntó Artemis, mirando aturdido los controles, hasta que Holly golpeó su
hombro por segunda vez en varios minutos.
-¡Inicio aéreo! -Gritó.
Artemis se sentó tensó. ¡Inicio
aéreo! Por supuesto.
El aeroplano solar tenía un
pequeño mecanismo para elevar a la nave del suelo, y después de eso, los
paneles solares entraban a patadas; pero sin una batería, el motor ni siquiera
podía dar la vuelta, a menos que Artemis golpeara el acelerador en el momento
correcto, antes de que el avión comenzara a perder impulso. Esto podía
comprarles tiempo suficiente para atrapar una corriente termal por un par de
cientos de metros, suficiente como para pasar el lago y sobrevolar las flechas.
Artemis esperó hasta que sintió
que el avión estuvo en la cúspide de su subida, luego aceleró al máximo.
Bellico y sus tropas restantes
corrían a toda velocidad por la pista, lanzando cualquier misil en su arsenal
al avión. Era una situación bizarra en la que estar envuelta, incluso para un
espíritu resucitado ocupando un cuerpo humano.
“Estoy persiguiendo un avión
siendo empujado por una pista por un enano conductor de trols,” Pensó.
“Increíble.”
Pero de cualquier forma era
verdad, y era mejor que lo creyera, o su presa escaparía.
No pueden ir lejos.
A menos que el vehículo vuele
como estaba designado para hacer.
No volará. Hemos destruido
la batería.
Esta cosa vuela sin poder
una vez en el aire. Mi huésped lo vio con sus propios ojos.
Su buen sentido le dijo que
debería parar y dejar que el avión se estrellara en el lago. Si los pasajeros
no se ahogaban, entonces sus arqueros podrían cargarse a los nadadores. Pero el
buen sentido era de poco uso en una noche como esta, cuando guerreros fantasmas
vagaban por la tierra y enanos iban, una vez más, en las espaldas de los trols,
así que Bellico decidió que debía hacer lo que pudiera para detener al avión de
dejar la tierra.
Aceleró el paso, superando a
los otros Berserkers, usando sus largas piernas humanas en su máxima ventaja, y
se arrojó a la sección media del trol, agarrando mechones de pelo gris con una
mano y la espada pirata con la otra.
Gruff aulló pero siguió
empujando.
“Estoy atacando a un trol,”
Pensó. “Nunca haría esto con mi propio cuerpo.”
Bellico
miró hacia arriba a través de la maraña de extremidades y vio la luna llena
resplandeciendo. Debajo de eso, vio a un enano en una incomodidad considerable,
cambiando su agarre para agarrarse al cuerpo del avión, aplanándose al
fuselaje.
-Ve, -Instruyó el enano al
trol. -Devuelta a tu cueva.
“Eso no es bueno,” Pensó Bellico.
“Para nada.”
La aeronave se dejó llevar por
la rampa de despegue hacia al aire. En el mismo momento, Gruff obedeció a su
amo y liberó su agarre, mandándose a él y a Bellico saltando por el lago como
rocas al ras, que era más doloroso de lo que sonaba. Gruff tenía un abrigo de
piel para proteger su pellejo, pero Bellico cubrió la mayor parte de la
distancia sobre una cara que tendría quemaduras de agua por muchos meses.
Arriba, Mantillo no se podía
seguir sujetando. Liberó un chorro de grasa acuosa, viento y alimento a medio
digerir que le dio al avión solar un par de metros extra de levante, justo lo
suficiente para elevarlo sobre el lago.
Bellico surgió del agua justo a
tiempo para ser golpeada en la frente por lo que podría haber sido una calavera
de perro.
No pensaré en ello, Pensó, y nadó de vuelta hacia la orilla.
Artemis aceleró por segunda
vez, y el motor tosió. El único propulsor de la nariz resopló, se sacudió, y
luego giró más rápido hasta que sus cuchillas formaran un continuo círculo transparente.
-¿Qué pasó? -Artemis se
preguntó en voz alta. -¿Qué fue ese sonido?
-Curiosea más tarde, -Dijo
Holly, -Y ahora vuela el avión.
Ésta era una buena idea, ya que
todavía no estaban, ni de cerca, fuera del bosque. El motor estaba corriendo,
era verdad, pero no había poder en la bacteria solar, y solo podían planear por
un tiempo limitado a esta altitud.
Artemis empujó el timón hacia
atrás, trepando a treinta metros, y, mientras que el amplio mundo se extendía
debajo de ellos, la magnitud de la devastación traída por el plan de Opal fue
obvia.
Las calles hacia Dublín estaban
iluminadas por el incendio de motores alimentados por tanques de nafta y
materiales combustibles. Dublín en sí misma estaba oscurecida, excepto por los
parches de luz anaranjada donde generadores habían sido enmendados o por el
alumbrado de los fogones. Artemis vio dos barcos grandes que habían colisionado
en el puerto, y otro varado en la playa como una ballena encallada. Habían
demasiados incendios para contar en la misma ciudad, y el humo ascendía y se
reunía como una nube de tormenta.
“Los planes de Opal para
heredar esta nueva tierra,” Pensó Artemis. “No la dejaré.”
Y fue este pensamiento el que empujó
a su mente devuelta a la concentración y lo que lo puso en la confabulación de
un plan que podría detener a Opal Koboi por última vez.
Surcaron el lago, pero no era
un vuelo elegante—de hecho, era más como una caída prolongada. Artemis batalló
con controles que parecían devolver la pelea mientras forcejeaba para mantener
su descenso lo más gradual posible.
Sobrevolaron una fila de pinos
y directamente sobre la Puerta Berserker, donde Opal Koboi trabajaba en un halo
mágico. Holly usó la altura como una oportunidad para reconocer las fuerzas
enemigas.
Opal estaba rodeada por un
anillo de Berserkers. Habían piratas, guerreros de arcilla, y otros variados
seres. Las paredes del estado detrás eran patrulladas por más Berserkers. La
mayoría eran animales en las paredes—dos zorros, e incluso algunos venados,
haciendo sonar sus cascos contra la piedra, oliendo el aire.
“Ninguna entrada,” Pensó Holly.
“Y el cielo empieza a clarear.”
Opal se había dado a sí misma
hasta el amanecer para abrir el segundo candado.
“Tal vez fallará y la luz solar
hará nuestro trabajo,” Pensó Holly. Pero era poco común que Opal cometiera un
error en sus cálculos. Había pasado demasiado tiempo en su celda obsesionándose
por cada detalle.
No podemos confiarnos en los
elementos. Si el plan de Opal debe fallar, nosotros debemos hacer que falle.
A su lado, Artemis estaba
pensando en lo mismo, la única diferencia es que él ya había establecido los
fundamentos de su plan en su mente.
Si hubiera dicho su intención
en voz alta en ese momento, Holly se hubiera sorprendido. No por el plan
genio—ella no esperaría menos—sino por su abnegación. Artemis Fowl tramaba
atacar la única arma que Opal Koboi nunca sospecharía que poseía: su humanidad.
Para
desplegar este torpedo sigiloso, Artemis tendría que confiar en que dos
personas tengan sus propios defectos personales.
Potrillo debería ser tan
paranoico como siempre había sido.
Y el desenfrenado narcisismo de
Opal Koboi necesitaría correr tan libre que no sea capaz de destruir a la
humanidad sin sus enemigos a mano para ser testigos de su gloria.
Finalmente, Holly no podía
sentarse y seguir mirando los desastrosos intentos de aviación de Artemis.
-Dame la palanca de control,
-Dijo. -repliega al máximo los dispositivos hipersustentadores* cuando
golpeemos el suelo. Estarán sobre nosotros bastante rápido.
Artemis cedió el control si
objeciones. No había tiempo para ningún argumento de machos. Holly era,
indudablemente, diez veces mejor piloto de lo que él alguna vez sería, y
también varias veces más macho que lo que él era. Artemis había visto una vez a
Holly meterse en una pelea con otro elfo, quien dijo que su cabello se veía
bonito, porque pensó que estaba siendo sarcástico, ya que ella estaba luciendo
un fresco corte rapado en ese día en particular.
Holly no salía en muchas citas.
La elfa empujó el timón con la
palma de la mano, alineando al avión con el guijarro de la entrada para el
garaje de la mansión.
-La pista es demasiado corta,
-Dijo Artemis.
Holly se arrodilló en el
asiento para una mejor vista. -No te preocupes. El sistema de aterrizaje
probablemente colapsará en el impacto de todas formas.
La boca de Artemis se torció en
lo que podría haber sido una sonrisa irónica o una mirada de terror.
-Gracias a Dios por eso. Pensé
que estábamos en verdaderos problemas.
Holly lucho contra el mando
como si este se estuviera resistiendo a un arresto.
-¿Problemas? Aterrizar un
aeroplano dañado es simplemente una mañana normal de martes, Fangosillo.
Artemis la miró entonces y
sintió una tremenda afección hacia ella. Deseó que pudiera repetir los pasados
diez segundos y estudiarla en un momento menos estresante para que pudiera
apreciar apropiadamente que tan feroz y hermosa su mejor amiga era. Holly nunca
parecía tan vital como cuando se balanceaba en la fina línea entre la muerte y
la vida. Sus ojos resplandecían y su humor era cortante. Donde otros caían o se
retiraban, ella atacaba la situación con un vigor que la hacía brillar.
“Ella es verdaderamente
mágica,” Pensó Artemis. “Tal vez sus cualidades son más obvias ahora que he
decidido sacrificarme.”
Luego se dio cuenta de algo. No
puedo revelarle mis planes. Si Holly supiera, trataría de detenerme.
Le dolía que su última
conversación con Holly fuese necesariamente preparada con mala dirección y
mentiras.
Por el bien mayor.
Artemis Fowl, el humano quien
una vez había mentido como algo normal, se sorprendió de encontrar que en esta
instancia, mentir por el bien mayor no lo hizo sentirse mejor de ello.
-Aquí vamos, -Gritó Holly sobre
el aullar causado por el cortante viento. -Abrocha los seguros de tus botas*.
Artemis ajustó su cinturón.
-Seguros de botas abrochados, -Gritó.
Y no un milisegundo demasiado
pronto. El suelo parecía correr para encontrarlos, ocupando su vista entera,
bloqueando el cielo. Entonces, con un tremendo estruendo, estaban abajo, siendo
rociados por rocas borrosas. Flores de tallo largo caían en buqués fúnebres
sobre el parabrisas, y la hélice se desplomó con un chillido rompe-oídos.
Artemis sintió su cinturón en ambos hombros, el izquierdo por su llamativa
delgadez, que fue lo mejor, porque su cabeza hubiera ido naturalmente a
descansar sobre la punta de una cuchilla que se había atascado en el apoyo del
asiento.
La pequeña nave perdió sus alas
deslizándose por el camino, luego se volteó sobre su piso, llegando a un
temblante alto en los escalones frontales.
-Podría haber sido mucho peor.
-Dijo Holly, abofeteando la hebilla del cinturón del asiento.
“De hecho,” Pensó Artemis, mirando la sangre en la punta de su
nariz caer hacia arriba.
De pronto, algo que parecía un
enojado melocotón gigante derrumbó lo que quedaba del parabrisas, abollando el
vidrio contra-rajas y parando inseguro en el primer escalón.
“Mantillo lo hizo,” Pensó
Artemis. “Bien.”
El enano literalmente escaló
los peldaños de la mansión, desesperado por comida para reemplazar su grasa
tirada. -¿Puedes creer que los supermodelos lo hacen cada mes? -Gimió.
Artemis
hizo sonar la puerta y el enano desapareció dentro, retumbando en el recibidor principal
hacia la cocina.
Les quedaba a Artemis y Holly
jalar a Mayordomo por la longitud de los escalones, que en el flojo estado
inconsciente del guardaespaldas, era tan fácil como arrastrar un saco de
yunques.
Habían logrado llegar al tercer
escalón cuando un inusual audaz petirrojo aterrizó aleteando en la cara de
Mayordomo, enganchando sus pequeñas garras en el puente de la nariz del
guardaespaldas. Esto en sí mismo hubiera sido lo suficientemente sorprendente,
pero la nota sujeta al pico del pájaro hacía a la pequeña criatura más
siniestra.
Artemis dejó caer el brazo de
Mayordomo. -Eso fue rápido, -Dijo. -El ego de Opal no pierde nada de tiempo.
Holly tiró, liberando al
pequeño rollo. -¿Estabas esperando esto?
-Sí. Ni siquiera te molestes en
leerla, Holly. Las palabras de Opal no merecen el papel sobre el cual están
escritas, y puedo decir que es papel barato.
Por supuesto, Holly leyó la
nota, y sus cachetes se pusieron más brillantes con cada palabra.
-Opal pregunta por el placer de
nuestra compañía para el gran lavado. Si nos delatamos, solo tú y yo, entonces
dejará a tus hermanos vivir. También promete liberar a Potrillo, cuando sea
declarada emperatriz.
Holly hizo un bollo con la nota
y se la lanzó a la cabeza del petirrojo. -Ve y dile a Opal que no hay trato.
El ave silbó agresivamente y
batió sus alas de manera que parecía estar insultando.
-¿Quieres enfrentarme,
Berserker? -Le dijo Holly al pequeño pájaro. -Porque me puedo haber justo
escurrido de un choque de avión, pero todavía puedo patear las plumas de tu
cola.
El petirrojo despegó, su
cancioncilla siendo arrastrada atrás como una carcajada burlona mientras volaba
de vuelta a su ama.
-¡Será mejor que vueles,
Tweety! -Holly le gritó, permitiéndose un estallido poco profesional, que le
hizo sentirse marginalmente mejor. Una vez el ave había desaparecido por sobre
la línea de árboles, volvió a su tarea.
-Debemos apurarnos, -Dijo,
enganchando su brazo debajo del de Mayordomo. -Este es un truco. Opal tendrá más
Berserkers sobre nuestros talones. Probablemente estamos siendo vigilados por… gusanos…
justo ahora.
Artemis no estuvo de acuerdo.
-No. La Puerta es primordial ahora. No arriesgará más soldados para cazarnos.
Pero aún así debemos apurarnos. El amanecer se encuentra a tan solo un par de
horas, y tenemos tiempo para un solo asalto más.
-¿Así que vamos a ignorar esa
nota, verdad?
-Por supuesto. Opal está
jugando con nuestras emociones para su propia gratificación. Nada más. Desea
ponerse en una situación de poder, emocionalmente.
Los peldaños estaban cubiertos
con cristales de hielo estacionales, que brillaban como una película congelada
en la luz de la luna. Eventualmente, Artemis y Holly tuvieron éxito en rodar a
Mayordomo por el umbral y sobre un tapete, que arrastraron debajo de las
escaleras, poniendo al pesado guardaespaldas lo más cómodo posible con algunos
cojines que a Angeline Fowl le gustaba desparramar casualmente en cada silla.
La espalda de Holly sonó
mientras se enderezaba. -Okey. La muerte engañada una vez más ¿Qué sigue,
cerebro?
Las palabras de Holly eran
simplistas, pero sus ojos estaban más abiertos que lo usual, con desesperación
en la blancura. Estaban tan cerca al desastre impensable que parecía que
incluso Artemis, con su truco de sacar conejos milagrosos a último momento de
su galera, no podía, posiblemente, salvar a la humanidad.
-Necesito pensar, -Dijo Artemis
simplemente, rápidamente subiendo las escaleras. -Comer algo y tal vez tomar
una siesta. Esto tomará, al menos, noventa minutos.
Holly trepó tras él, luchando
con los peldaños tamaño humano.
-¡Espera! Solo espera, -Gritó,
adelantando a Artemis y mirándolo a los ojos desde un escalón más arriba. -Te
conozco, Artemis. Te gusta jugar tu carta genio cerca de tu pecho hasta la gran
revelación. Y ha funcionado hasta ahora. Pero esta vez necesitas que entre.
Puedo ayudar. Así que, dime la verdad ¿Tienes un plan?
Artemis se encontró con la
mirada de su amiga y mintió en su cara.
-No, -Dijo -Ningún plan.
*Ya
lo había mencionado antes a este Bar como “Pájaros fugitivos Sozzled”, pero la
traducción correcta sería esta.
* Sitting ducks: “duck” es
pato, pero la frase es presas fáciles.
* Ánade real: raza de patos.
*A la frase original: Shankle
your bootbraces; no le pude encontrar una traducción, y parece ser que hay
varias personas preguntándose qué significa exactamente, creo que lo que puse
está bastante acertado, y al menos tiene sentido en el contexto.
*Lo saqué de wikipedia, así que
si hay alguien por allí que sepa de aviones, lo invito a corregirme.
Capítulo 17
Última luz
Plaza de Policía, Ciudad
Refugio, los Elementos del Subsuelo
La PES tenía muchos operativos
trabajando encubierto en los parques temáticos humanos alrededor del mundo,
porque los humanos ni siquiera parpadeaban ante la vista de un enano o un hada
mientras este esté parado al costado de una montaña rusa o de un unicornio
animatrónico. Potrillo había una vez comprobado el metraje de una atracción en
Orlando del que teoristas de conspiraciones en el Concejo estaban seguros de
que era la base de entrenamiento de un grupo gubernamental secreto de hadas
asesinas. En este juego en particular, los clientes eran puestos en un subte
que iba por una estación subterránea. Una estación que estaba inmediatamente
sujeto a todo desastre natural conocido para hombre o hada. Primero un
terremoto partió el túnel, luego un huracán batió una tormenta de escombros,
después una inundación empujó a los vehículos hacia abajo desde arriba, y
finalmente un riachuelo de cien por ciento lava lamieron las ventanas.
Cuando Potrillo finalmente
volvió a su oficina, miró hacia abajo a las calles de Refugio desde el cuarto
piso del edificio de la Plaza de Policía, y se le ocurrió que su amada ciudad
le recordaba a esa estación de subte de Orlando. Totalmente destrozada, casi
más allá del reconocimiento.
Pero mi ciudad no puede ser
re ensamblada con el tocar de un botón.
Presionó su frente contra el
frío vidrio y miró a los servicios de emergencia hacer trabajar su magia.
Los hechiceros paramédicos
trataban a los heridos con ráfagas rápidas de magia de sus mitones aislados.
Gnobomberos* cortaban con láseres zumbantes, despejando caminos para
ambulancias, y motores estructurales descendiendo en rappel por ganchos de
roca, taponando fisuras con espuma flexible.
“Es gracioso,” Pensó Potrillo.
“Siempre pensé que los humanos nos destruirían.”
El centauro apoyó las puntas de
sus dedos en el vidrio. No. No estamos destruidos. Reconstruiremos.
Toda nueva tecnología había
explotado, pero habían un montón de cosas desactualizadas que no habían sido
recicladas por los recortes de presupuesto. La mayoría de los vehículos del
departamento de incendios eran operacionales, y ninguno de los generadores de
respaldo había sido reequipados en los pasados cinco años. El Comandante Kelp
estaba previendo una operación de limpiamiento en una escala nunca antes vista
en Refugio. Atlantis había sido golpeada justo así de mal, sino peor.
Al menos el domo fue
apuntalado. Si hubiera implosionado, la cuenta de muertes hubiera sido enorme.
No al tamaño humano, pero igual bastante grande.
Todo porque una duendecilla
psicótica quería dominar el mundo.
Un montón de familias
perdieron a alguien hoy ¿Cuántas hadas están enfermas de preocupación justo
ahora?
Los pensamientos de Potrillos
giraron hacia Holly, varada en la superficie, tratando de manejar la situación
sin el apoyo de la PES.
Si está viva. Si alguno de
ellos está vivo.
Potrillo no tenía forma de
saberlo. Todas las comunicaciones de larga distancia estaban fuera, ya que la
mayoría de ellas estaban montadas a caballo en satélites humanos que para ese
momento habían sido reducidos a basura.
Potrillo trató de consolarse
con el pensamiento de que Artemis y Mayordomo estaban con su amiga.
Si alguien puede boicotear
Opal, ese es Artemis.
Y entonces pensó, “¿Boicotear?
Estoy usando palabras como boicotear ahora. Opal amaría eso. La hace
sonar como una supervillana.”
Mayne repiqueteó detrás de él.
-Mak dak jiball, Otio. Tenemos algo en las pantallas de tu laboratorio.
El sobrino de Potrillo no tenía
dificultad en hablar Unicornio, pero el chico sí la tenía en llegar al punto.
-Son
pantallas grandes, Mayne. Generalmente, hay algo en ellas.
Mayne raspó sus pesuñas frontales.
-Ya lo sé, pero hay algo interesante.
-Realmente. Muchas cosas
interesantes están pasando hoy, Mayne ¿Puedes especificar?
Mayne frunció el seño. -Especificar
significa identificar la especie de una criatura ¿Es eso lo que quieres
decir?
-No ¿Quiero decir que si puedes
ser más específico?
-¿Sobre qué especie?
Potrillo arañó un casco contra
los azulejos. -Solo dime qué es tan interesante en la pantalla. Todos estamos
ocupados aquí hoy, Mayne.
-¿Has estado tomando café
sintético? -Curioseó su sobrino. -Porque la tía Caballina dice que te pones un
poco nervioso después de dos tazas.
-¿Qué hay en la pantalla?
-Tronó Potrillo, en lo que pensó como su tono majestuoso, pero que en realidad
era un pequeño chillido.
Mayne retrocedió un par de
pasos, luego se recompuso, preguntándose por qué las personas siempre
reaccionaban de ese modo ante él.
-¿Recuerdas esas LucesARC que
mandaste a la Mansión Fowl?
-Por supuesto que recuerdo.
Están todas muertas. Las mando, Artemis las encuentra. Es un pequeño juego que
tenemos.
Mayne sacudió su pulgar sobre
su hombro, hacia la pantalla, donde el cuadrado blanco solía estar.
-Bueno, uno de esos retoños
acaba de volver a la vida. Eso es lo que he estado tratando de decirte.
Potrillo trató de golpear a
Mayne, pero el joven ya había trotado fuera de rango.
Mansión Fowl
Artemis trabó la puerta de su
oficina detrás suyo y le echó un rápido vistazo a las cámaras y sensores del
perímetro para asegurarse de que estaban a salvo por el momento. Era como
esperaba. La única actividad del estado era a dos kilómetros, -donde la torre
de Martello solía estar y donde la Puerta Berserker residía ahora, sacada del
cráter de impacto de Opal. Como precaución, fijó la alarma en la función SIEGE,
que presentaba frenos no disponibles en los sistemas estándar de la casa, como
paneles de ventanas electrificados y bombas de luz en las cerraduras. Entonces,
de nuevo, la Mansión Fowl no había sido una casa estándar desde que Artemis
había decidido mantener a su hada secuestrada en el sótano.
Una vez que estuvo satisfecho
con su encierro, Artemis abrió un cajón codificado en su escritorio y sacó una
pequeña caja de plomo. Tocó la tapa con una uña y se alegro de escuchar un
repiqueteo dentro.
Todavía vivo, entonces.
Artemis abrió deslizando la
caja y dentro, enganchada a una bacteria de tres voltios, había una diminuta
libélula bio-cámara. Uno de los pequeños juguetes de Potrillo, que usualmente
hacían cortocircuito con los lavados de insecto regulares de Artemis; pero
había decidido guardar este y alimentarlo, en caso de que alguna vez necesitara
una línea privada hacia Potrillo. Había esperado poder usar esta cámara para
anunciar el éxito de su asalto en la Puerta Berserker, pero ahora el pequeño
insecto transmitiría un mensaje más sombrío.
Artemis sacudió al insecto
sobre su escritorio, donde este estuvo escabulléndose un rato antes de que su
software de reconocimiento de caras identificara a Artemis como el objetivo
principal y decidiera enfocarse en él. Los pequeños lentes en sus ojos zumbaron
casi inaudiblemente, y un par de micrófonos en forma de tallo se extendieron
como las antenas de una hormiga.
Acercándose, Artemis empezó a
hablar suavemente para que no pudiera ser posiblemente escuchado de casualidad,
incluso aunque sus propios sensores le aseguraban que él era el único cuerpo
caliente de la masa significante en seis metros.
-Buenos días, Potrillo. Sé que
no hay ni un átomo de la tecnología Koboi en esta pequeña mutación, así que, en
teoría, puede transmitir, y espero que estés todavía vivo para recibir esta
transmisión. Las cosas están mal aquí arriba, mi amigo, muy mal. Opal abrió la
Puerta Berserker y está trabajando en el segundo candado. Si tiene éxito, una
ola de magia terrestre codificada será liberada para eliminar a la humanidad
por completo. Esto, en mi opinión, es algo malo. Para evitar este desastre,
necesito que me mandes un par de ítems en uno de tus huevos drones de minería.
No hay tiempo para permisos y comités, Potrillo. Estos ítems deben estar en la
Mansión Fowl en menos de dos horas, o será demasiado tarde. Obtén lo que
necesito, Potrillo.
Artemis se inclinó aún más a la
pequeña cámara viviente y susurró urgentemente.
-Dos
cosas, Potrillo. Dos cosas para salvar el mundo.
Y le dijo al diminuto insecto
lo que necesitaba y dónde exactamente necesitaba que fuesen mandados.
Plaza de Policía, Ciudad
Refugio, los Elementos del Subsuelo
El color fue drenado de la cara
de Potrillo.
Koboi estaba trabajando en
la segunda cerradura.
Esto era catastrófico—a pesar
de que habían varias hadas en Refugio que danzarían en las calles para celebrar
la erradicación de la humanidad, pero no las racionales.
Dos objetos.
El primero no suponía un
problema. Era un juguete por el amor de dios.
Creo que tengo una en mi escritorio.
Pero el segundo. El segundo.
Ese es un problema. Un
problema mayor.
Habían asuntos legales y
morales. Si se lo mencionara al Consejo, querrían formar un cuerpo especial y
un subcomité.
Lo que pidió Artemis era
técnicamente posible. Él tenía un prototipo de un huevo de minería en el área
de pruebas. Todo lo que debía hacer era programar las coordenadas en el sistema
de navegación, y el huevo aceleraría hacia la superficie. Construido para
transportar mineros en derrumbes, el huevo podía soportar enormes presiones y
volar a la velocidad del sonido tres veces alrededor del mundo. Así que el
límite de tiempo de Artemis no tendría que ser un problema.
Potrillo masticó un casco
¿Debía hacer lo que Artemis pidió? ¿Quería hacerlo?
El centauro podría hacerse
preguntas hasta que acabara el tiempo, pero realmente solo había una que
importaba.
¿Le creo a Artemis?
Potrillo escuchó una
respiración a sus espaldas y advirtió que Mayne estaba en la habitación.
-¿Quién más ha estado aquí?
-Preguntó el técnico.
Mayne resopló. -¿Aquí? ¿Piensas
que hadas alfa van a pasarse por la mensa central cuando hay una vieja crisis
pasando abajo? Nadie ha estado aquí, y nadie ha visto este video. Excepto yo.
Potrillo caminó por la longitud
de su oficina. -Okey. Mayne, mi joven amigo, ¿Cuánto te gustaría un trabajo de
tiempo completo?
Mayne entornó los ojos con
suspicacia. -¿Qué tendría que hacer?
Potrillo agarró el ítem número
uno del cajón de su escritorio y se encaminó a la puerta.
-Sólo lo usual, -Respondió.
-Pasear por el laboratorio y ser inútil.
Mayne hizo una copia del video
de Artemis solo en caso de estar implicado en alguna clase de traición.
-Puedo hacer eso, -Dijo.
*Gnobomberos: por si no queda
claro: la mezcla entre gnomos y bomberos.
Capítulo 18
Alma Superviviente
Mansión Fowl; noventa y ocho
minutos después
Artemis estaba haciendo las
preparaciones finales en su oficina, actualizando su testamento y tratando de
dominar sus sentimientos, apisonando un liso cielo gris de tristeza que
amenazaba con nublar su resolución. Sabía que el Dr. Argon le advertiría en
contra de reprimir sus emociones ya que lo llevaría a un miedo psicológico a
largo plazo.
“Pero no habrá largo plazo,
Doctor,” Pensó irónicamente.
Después de tantas aventuras,
Artemis sintió como si debería haber sabido que las cosas nunca resultaban ser
exactamente como las había planeado, pero aún se sintió sorprendido ante la
finalidad de ese paso que estaba forzado a tomar—y también ante su deseo de
incluso considerar tomarlo.
El niño que secuestró a
Holly Canija todos esos años atrás nunca hubiera contemplado la noción de
sacrificarse a sí mismo.
Pero él ya no era ese niño. Sus
padres lo habían restaurado, y tenía hermanos.
Y amigos cercanos.
Algo más que nunca había
anticipado.
Artemis miró sus manos temblar
y firmó su última voluntad y testamento. Qué tan válidos eran muchos de sus
legados en esta nueva era, no estaba seguro. El sistema bancario estaba casi
definitivamente irremediablemente dañado, como lo estaba la Bolsa de valores
mundial. Así que allí iban las acciones, bonos, y participaciones.
“Todo el tiempo gastado
acumulando riquezas,” Pensó Artemis. “Que pérdida.”
Entonces:
Vamos, ahora. Simplemente
estás siendo un llorón. Amas el oro tanto como Mantillo Mandíbulas ama el
pollo. Y, dada la oportunidad, probablemente harías lo mismo de nuevo.
Era verdad. Artemis no creía en
las conversiones en el lecho de muerte. Eran demasiado oportunistas. Un hombre
debe ser lo que es y aceptar que cualquier opinión viene próxima al mentón.
“Si hay un San Peter, no
discutiré con él en las Puertas del Cielo,” Prometió a su subconsciente, a
pesar de que Artemis sabía que, si su teoría era correcta, se atascaría en este
plano como un espíritu, justo como los Berserkers estaban.
Puedo ser un guardaespaldas
sobrenatural para Myles y Beckett.
Esta noción confortó a Artemis
y lo hizo sonreír. Se dio cuenta que no estaba para nada asustado, como si lo
que estuviera por intentar fuera una simulación del juego de rol* más que un
curso actual de acción.
Esto cambió cuando Artemis
selló su testamento en un sobre y lo apoyó sobre la lámpara de escritorio. Miró
al documento, sintiendo la finalidad en el momento.
Ahora, no hay vuelta atrás.
Y luego el miedo cayó sobre él
como una tonelada de peso, sujetándolo a la silla de oficina. Sintió un bloque
de plomo solidificarse en su estómago, y de pronto sus extremidades parecían
injertas dentro y fuera de su control.
Artemis tomó muchos hondos
suspiros antes de evitar vomitar, y gradualmente su calma retornó.
Siempre imaginé que habría
un tiempo para despedidas. Un momento para palabras con significado para
aquellos que amo.
No había tiempo. No lo había
para nada excepto para la acción. El miedo había pasado y Artemis aún estaba
enmarcado en su curso.
“Puedo hacerlo,” Advirtió.
“Puedo pensar con mi corazón.”
Empujo su silla roja oscura de
vuelta en sus rueditas, palmeó sus rodillas una vez, y se mantuvo frente a su
sufrimiento.
Holly estalló dentro de la
oficina con asesinato escrito en sus ojos.
-Vi lo que vino de la bodega de
vinos, Artemis.
-Ah, -Dijo el chico. -El huevo
llegó.
-Sí, sí llegó. Y mire lo que
había dentro.
Artemis suspiró. -Holly, siento
que lo hayas visto. Se suponía que Mantillo lo escondería.
-Mantillo es también mi amigo,
y le dije que tratarías de halar algo. Estaba cavando un túnel de escape de
último minuto cuando el huevo llegó en piloto automático. Mantillo se figura
que esta es la cosa que estás tratando de tirar.
-Holly, no es lo que piensas.
-Sé lo que estas planeando. Lo
he descubierto.
-Suena radical, lo sé, -Dijo
Artemis. –Pero es la única manera. Tengo que hacerlo.
-¡¿Tú tienes que
hacerlo?! -Dijo Holly, enfurecida. -Artemis Fowl hace las elecciones de todos,
como siempre.
-Quizás, pero esta vez estoy
justificado por las circunstancias.
Holly de hecho tiró de su
pistola. -No. Olvídalo, Artemis. No va a pasar.
-Tiene que ocurrir. Tal vez con
tiempo y recursos podría desarrollar una estrategia alterna…
-¿Desarrollar una estrategia
alterna? No estamos hablando de la adquisición de una corporativa, Artemis. Es
tú vida. Intentas salir allí y matarte ¿Qué pasa con Mayordomo?
Artemis suspiró. Le dolía dejar
a Mayordomo inconsciente, ignorante del plan, especialmente porque sabía que su
confiable guardaespaldas se consideraría una falla.
Daño colateral. Justo como
yo debería ser.
-No. No puedo decirle, y
tampoco lo harás tú…
Holly lo interrumpió con una
sacudida de su pistola. -No recibo órdenes de ti, Sr. Civil. Soy el oficial a
cargo. Y estoy categóricamente vetando esta táctica.
Artemis se sentó en su silla,
descansando su rostro en sus manos.
-Holly, tenemos treinta minutos
antes del amanecer, entonces moriré de todas formas. Mayordomo muere, y Juliet.
Mi familia. Casi todos los que amo se habrán ido. Todo lo que estás haciendo es
asegurarte de que Opal gane. No estarías salvando a nadie.
Holly se paró a su lado, y su
toque era ligero sobre su hombro. Artemis advirtió de repente que los elfos
tienen un olor distintivo.
Pasto y cítrico. Antes, habría archivado esa información.
-Sé que no te gusta, Holly, mi
amiga, pero es un buen plan.
Los dedos de Holly viajaron al
cuello de Artemis, y él sintió un leve hormigueo.
-No me gusta, Arty, -Dijo ella.
-Pero es un buen plan.
Al parche tranquilizante le
tomó unos segundos trabajar, y luego Artemis se encontró arrodillado en la
alfombra de Afghan, su nariz separando las fibras de un diseño del árbol de la
vida. La droga entorpecía su mente, y no podía comprender exactamente lo que
pasaba.
-Lo siento, Artemis, -Dijo
Holly, arrodillándose a su lado. -Opal es una de mi gente así que es mi
sacrificio el que se debe hacer.
El ojo izquierdo de Artemis
rodó en su agujero y su mano ondeó débilmente.
-No me odies por siempre, Arty,
-Susurró Holly. -No podría soportarlo.
Tomó su mano y la apretó con
fuerza. -Soy un soldado, Artemis, y este es un trabajo para un soldado.
-Tienes un buen punto, Holly,
-Dijo Artemis, claramente. -Pero es mi plan y, con todo respeto, soy el único
que puede ser confiado para ejecutarlo.
Holly estaba confundida. Solo
un momento atrás, Artemis había estado en la verja de la inconsciencia, y ahora
estaba sermoneándole en su usual tono altanero.
¿Cómo?
Holly retiró su mano y vio una
pequeña ampolla adhesiva en su palma.
“¡Me drogó!” Se dio cuenta.
“Ese engañoso Fangosillo me drogó.”
Artemis se incorporó y guió a
Holly al sillón de cuero, recostándola en los mullidos almohadones.
-Pensé que Potrillo podría
delatarme, así que tome un golpe de adrenalina para contrarrestar tu sedante.
Holly luchó contra la neblina
que nublaba su mente.
-¿Cómo pudiste…? ¿Cómo?
-Lógicamente no tienes derecho
a estar enojada. Simplemente seguí tu ejemplo.
Lágrimas llenaron los ojos de
Holly, derramándose por sus mejillas mientras la verdad la llamaba desde lejos,
a través de un neblinoso abismo.
Él realmente va a continuar
con esto.
-No, -Se las arregló para
decir.
-No hay otro camino.
Holly sintió el vacío de un
temor amargo en su estómago.
-Por favor, Arty, -Murmuró.
-Déjame… -Pero no dijo nada más, ya que sus labios se habían vuelto de una goma
floja.
Artemis casi se quiebra —ella
podía verlo en sus ojos dispares, uno humano, uno mágico— pero entonces se
alejó del sillón y respiró profundamente.
-No. Debo ser yo, Holly. Si el
segundo candado es abierto, entonces moriré, pero si mi plan tiene éxito,
entonces todas las almas de hadas dentro de la corona mágica serán llevadas a
la otra vida. Almas de hadas. Mi alma es humana, Holly, ¿no lo ves? No
pretendo morir, y hay una oportunidad de que sobreviva. Una pequeña, concedido.
Pero una oportunidad, de todas formas. -Artemis frotó su ojo con un nudillo.
-Como plan está lejos de ser perfecto, pero no hay alternativa.
Artemis acomodó a Holly con
almohadones. -Quiero que sepas, mi querida amiga, que sin ti, no sería la
persona que soy hoy en día. -Se inclinó más cerca y susurró. -Estaba roto, y tú
me arreglaste. Gracias.
Holly era consciente de que
estaba llorando porque su visión estaba borroneada, pero no podía sentir las
lágrimas en su cara.
-Opal nos espera a ti y a mí,
-Escuchó decir a Artemis. -Y es exactamente eso lo que va a obtener.
¡Es una trampa! Quería gritar Holly. Estás caminando hacia una
trampa.
Pero incluso si Artemis pudiera
escuchar sus pensamientos, Holly sabía que no podría desviarlo de su camino.
Justo cuando se figuró que Artemis había dejado la habitación, apareció en su
campo de visión, con una mirada pensativa en su rostro.
-Sé que aún puedes oírme,
Holly, -Dijo. -Así que te pediré un último favor. Si Opal me aventaja y no
logro hacerlo fuera del cráter, quiero que le digas a Potrillo que encienda la
crisálida. -Se inclinó y besó su frente. -Y que le des eso de mi parte.
Luego, el genio adolescente se
fue, y Holly ni siquiera pudo girar su cabeza para verlo marchar.
*Juego de Rol, también conocido
como Juego de Papeles: https://es.wikipedia.org/wiki/Juego_de_rol
Opal
sabía que los rangos de sus soldados estaban agotados, pero no importaba; ella
había alcanzado el nivel final del segundo candado de la Puerta Berserker. La
satisfacción fluía por su sistema en un zumbido que mandaba chispas saltando de
las puntas de sus orejas.
-Necesito paz, -Le gritó a
cualquier Berserker que estuviera haciendo guardia en su flanco. -Si alguien se
acerca, mátenlo. -Apuradamente emendó esta orden a: -Excepto al humano Fowl, y
su capitana mascota de la PES ¿Me entienden?
Oro, en el cuerpo de Beckett,
entendió lo suficiente, pero deseó que los lazos mágicos le dieran un espacio
de libertad para sugerirle a su líder que olvide su venganza personal. De todas
formas, las reglas de Bruin Fadda eran explícitas: Obediencia total al hada que
abra la puerta.
Deberíamos cazarlos, quería decir. Si podemos capturar a esos últimos
pocos humanos, entonces no habría necesidad de abrir el segundo candado.
Opal se giró y le gritó a la
cara, saliva volando. -Dije, ¿Me entendieron?
-Lo hice, -Dijo Oro. -Matar a
cualquiera, excepto a Fowl y a la fémina.
Opal tocó su linda nariz
abotonada. -Sí, exacto. Mama está apenada por levantar la voz. Mamá está
increíblemente estresada. No creerías la cantidad de células cerebrales que
Mamé está usando en esta cosa.
“Di Mamá una vez más,”
Pensó Oro, “Y lazos o no lazos…”
Lo más que Oro podía hacer
contra el agarre del enlace mágico era fruncir el ceño y soportar los calambres
de estómago, pero el fruncir no tuvo efecto, ya que Opal ya se había dado
vuelta hacia su tarea, una corona de magia negra relucía alrededor de sus
hombros.
El volatinero final en el sello
encantado de Bruin Fadda era el brujo en sí. Bruin había enterrado su propia
alma en la roca en mucha de la misma moda espiritual en la que los Berserkers
habían sido preservados en la tierra.
Mientras Opal corría sus dedos
por la superficie de la piedra, apareció allí la cara druida, rudamente
grabada, pero reconocible como élfica.
-¿Quién me despierta de mi
duermevela? -Preguntó en una voz de roca y edad. -¿Quién me llama del umbral de
la eternidad?
“Oh, por favor,” Pensó Opal. “¿Quién
me llama del umbral de la eternidad? ¿Es esta la clase de estiércol de trol
que deberé soportar solo para borrar a la humanidad?”
-Es, Opal Koboi, -Dijo,
siguiéndole la corriente. -De la Casa de los Koboi. Alta Reina de las familias
mágicas.
-Felicitaciones, Opal Koboi,
-Dijo Bruin. -Es bueno ver la cara de otro hada. Así que todavía no estamos
extintos.
-No aún, poderoso brujo, pero
incluso mientras hablamos, los humanos se acercan a la entrada. Refugio está
amenazado. Debemos abrir el segundo candado.
La roca tembló como una piedra
de molino mientras Bruin fruncía el ceño. -¿El segundo candado? Esa es,
ciertamente, una petición trascendental ¿Soportarás la culpa por esta acción?
Opal usó la cara de penitencia
que había desarrollado para las audiencias de libertad condicional. -La
soportaré, por las Criaturas.
-Eres en verdad valiente, Reina
Opal. Los enanos siempre fueron nobles, a pesar de su estatura.
Opal estaba preparada para
dejar pasar la observación de la estatura, porque le gustaba el sonido
de Reina Opal. También, el tiempo se gastaba. En menos de una hora, el
sol se levantaría y la luna llena se iría, y las posibilidades de mantener a
esa pequeña armada por otro día, incluso con los humanos persiguiendo sus
propios rabos, eran bastante escasas.
-Gracias, poderoso Bruin.
Ahora, el tiempo llegó de tu respuesta.
El fruncimiento de ceño del
hechicero se profundizó. -Debo consultar ¿Están mis Berserkers a tu lado?
Esto era un imprevisto. -Sí. El
Capitán Oro está en mi hombro. Está en total acuerdo conmigo.
-Conferenciaré con él, -Dijo la
cara de piedra.
Este personaje Bruin estaba
realmente presionando los botones de Opal ¿Un segundo atrás era todo Reina
Opal, y ahora quería consultar la ayuda?
-Poderoso Bruin, no pienso que
sea realmente necesario consultarlo con tus soldados. El tiempo se acorta.
-¡Conferenciaré con él! -Tronó
Bruin, y las marcadas muescas de su cara brillaron con un poder que sacudieron
a Opal hasta su centro.
“No es un problema,” Pensó.
“Oro está atado a mí. Mis deseos son los suyos.”
Oro dio un paso hacia adelante.
-Bruin, camarada. Pensé que te habías ido a la próxima vida.
La
cara de roca sonrió, y parecía tener luz solar en vez de dientes. -Pronto, Oro
Shaydova. Me gustaba más tu vieja cara que esta joven, a pesar de que puedo ver
tu alma debajo.
-Un alma que sufre por ser
liberada, Bruin. La luz nos está llamando a todos. Algunos de mis guerreros han
perdido su inteligencia, o casi lo hacen. Nunca se supuso que estaríamos tanto
tiempo en el suelo.
-Ese tiempo de liberación está
a la mano, mi amigo. Nuestro trabajo casi está hecho. Así que dime, ¿están las
Criaturas aún bajo amenaza?
-Lo estamos. La Reina Opal dice
la verdad.
Los ojos de Bruin se
entrecerraron. -Pero estás atado, veo.
-Sí, Bruin. Le sirvo a la
reina.
Los ojos de Bruin brillaron con
blanco en la roca. -Te libero de tus lazos para que puedas hablar libremente.
“No es bueno,” Pensó Opal.
Los hombros de Oro cayeron, y
pareció que cada uno de sus años estaban escritos en la cara de Beckett.
-Los humanos tienen armas
ahora, -Dijo Oro, y era raro ver salir las palabras de una boca llena de
dientes de leche. -Parecen milagrosas para mí. En la memoria de este joven lo
he vito, sin nosotros para cazarlos inmediatamente, se matan entre sí por
miles. Destruyen la tierra y han aniquilado cientos de miles de especies.
La cara de piedra lucía
confusa. -¿No han cambiado?
-Son más eficientes de lo que
recordamos, eso es todo.
-¿Debo abrir el segundo
candado?
Oro frotó sus ojos. -Esto no lo
puedo responder por ti. Es verdad que la Reina Opal ha saboteado sus esfuerzos,
pero ellos ya se aglomeran contra nosotros. La puerta ha sido asaltada dos
veces, con dos de los nuestros entre los atacantes. Una elfa y un enano, ambos
adversarios astutos.
La cara de roca suspiró, y luz
blanca fluyó de su boca. -Siempre han habido traidores.
-No podremos aguantar mucho
más, -Admitió Oro. -Algunos de mis guerreros ya han sido llamados al costado de
Danu. Este mundo está en caos y, si los humanos atacan a la puerta mañana, no
habrá nadie para defenderla. Con sus nuevas armas, tal vez encuentren un modo
de desmantelar el segundo candado.
Opal estaba silenciosamente
complacida, y si hubiera podido batir sus pequeñas manos sin dejar de parecer
una reina, lo hubiera hecho. Oro estaba convenciendo a ese arrugado idiota
mejor de lo que ella hubiera podido.
-Las Criaturas se marchitan y
mueren sin la luz solar, -Añadió con cara de póker. -Pronto desapareceremos
todos juntos. Sufrir es nuestra rutina diaria. Debemos ascender.
Oro solo podía estar de acuerdo
con esto. -Sí. Ella debe ascender.
Bruin reflexionó por un largo
momento y sus rasgos rocosos rechinaron mientras pensaba.
-Muy bien, -Dijo finalmente.
-Abriré el candado, pero es tuya la decisión final, Reina Opal. Cuando el fin
esté a la vista, entonces deberás elegir. Tendrás que soportar las
consecuencias, como yo ya lo hago.
“Sí, sí, sí,” Pensó Opal,
apenas pudo ocultar su aliviado ímpetu.
-Estoy preparada para esta
responsabilidad, -Dijo sobriamente. Y, a pesar de que no podía verlo, Oro rodó
los ojos a sus espaldas, todos sabiendo que Opal no se interesaba por los
intereses de las Criaturas de corazón. Pero sus motivos tenían poca importancia
si al final el resultado, la extinción de la humanidad, era el mismo.
Los rasgos de Bruin fueron de
pronto sumergidos en una pileta de magma burbujeante que sangró en la roca para
revelar dos huellas de manos hundidas. La llave original de Opal, y una fresca
brillando de un profundo rojo sangre.
-Elige desinteresantemente,
-Dijo la voz de Bruin desde profundo entre la piedra. -La prudencia cerrará la
puerta por entero, liberando a las almas y destruyendo el camino por siempre.
La desesperación convocará el poder de Danu y borrará a los humanos de la
superficie de nuestra tierra. Las hadas caminarán en la tierra de nuevo.
“Huella B será,” Pensó Opal
alegre. “Siempre encontré a la desesperación como un maravilloso motivador.”
Ahora que el clímax había
llegado, Opal pausó por un espeluznante momento para saborearlo.
-Esta vez, me es imposible
perder, -Le dijo a Oro. -Mamá va a presionar el gran botón.
Oro lo hubiera presionado él
mismo con tal de detener a Opal de referirse a sí misma como Mamá, pero,
dios santo, sólo el hada que abriera la puerta podría activar el segundo
candado.
Opal
agitó los dedos. -Aquí vamos. Mamá está lista.
Entonces una voz gritó del
extremo del cráter.
-El humano se está rindiendo. Y
trajo a la elfa.
Hasta ese segundo, Opal no
había notado que ese momento no era del todo perfecto. Pero lo sería.
-Tráiganlos hasta mi, -Ordenó.
-Quiero que lo vean llegar.
Artemis Fowl arrastraba una
figura encapuchada por el suelo, los tacos haciendo muscas en la tierra. Cuando
llegaron al cráter que había sido maldito por la llegada de Opal, uno de los
piratas le dio un codazo a Artemis, y cayó tambaleándose hasta inclinarse, su
cara golpeando la suciedad con cada revolución. La segunda figura patinando a
su lado, y parecían casi coordinados cuando rodaron al pie de la Puerta
Berserker. Conformaban un vencido par arrastrados fuera de la cama. La segunda
figura cayó cara arriba. Era Holly Canija. Obviamente, la elfa no había venido
a voluntad.
-Oh, mi, -Dijo Opal, riendo
detrás de su puño. -Pobres queridos. Que patéticos.
Opal se sintió orgullosa de sí
misma por sentir simpatía hacia los otros.
“De hecho, me siento mal por
esta gente,” Advirtió. “Bien por mí.”
Entonces Opal recordó como
Artemis Fowl y Holly Canija habían sido los responsables por sus años en
confinamiento de máxima seguridad, y lo que había sido forzada a hacer para
lograr su libertad, y su sentirse mal por esa gente se evaporó como el
rocío matutino.
-Ayúdenlos a que levantarse,
-Oro le ordenó a Juliet, quien estaba acuclillada a un lado, comiendo un
sangriento conejo.
-¡No! -Dijo Opal de modo estridente.
-Revisen al Fangosillo por armas, luego déjenlos gatear hasta mis pies. Dejen
que el chico ruegue por la raza humana. Quiero a este con sangre en sus
rodillas y lágrimas de desesperación en su cara.
Los espíritus mágicos sintieron
que el fin estaba cerca y que pronto sus almas serían finalmente liberadas de
su deber y obtendrían paz. Así que se reunieron en la base de la Puerta
Berserker en sus cuerpos prestados, formando el sellado círculo mágico. Miraron
mientras Artemis alzó a Holly dolorosamente por las escaleras, su espalda
curvada por el esfuerzo.
“Deseo poder ver su cara,”
Pensó Opal. “Ver cuánto le cuesta.”
El contorno de Holly permanecía
flojo mientras se golpeaba levemente con los escalones, y una pierna colgaba
del borde de la torre. Parecía pequeña y frágil, y su respiración era
irregular. Opal se dejó imaginar cómo había hecho Fowl para infringir en la
elfa para reprimirla.
“Los volví unos contra otros,”
Pensó. “La victoria máxima. Y lo hicieron por nada, tontos.”
Artemis alcanzó el altiplano y
dejó caer a Holly como el saco de un carnicero. Se giro hacia Opal, el odio
escrito en grande en sus normalmente rasgos impasible.
-Aquí estamos, Su Majestad,
-Dijo, escupiendo el título. -Me estoy rindiendo, como lo ordenaste, y forcé a
Holly a hacer lo mismo.
-Y yo estoy tan alegre de
verte, Artemis. Tan alegre. Esto hace todo simplemente perfecto.
Artemis se inclinó, codos y
rodillas, jadeando en busca de poder respirar, sangre cayendo de su nariz.
-Holly dijo que nunca mantendrías tu palabra, pero traté de asegurarle de que
había al menos una oportunidad, y tanto como la haya, no había opción. Ella no
estuvo de acuerdo, y por eso fui forzado a sedar a mi querida amiga. -Artemis
hizo contacto visual con la duendecilla. -¿Hay una oportunidad, Opal?
Opal rio estridentemente. -¿Una
oportunidad? Oh dios, no. Nunca hubo una oportunidad. Te quiero, Artemis. Eres
tan gracioso. -Movió sus dedos y chispas danzaron.
El color se drenó de la cara de
Artemis, y sus manos temblaban por el esfuerzo y la rabia.
-¿No te importan las vidas que
estás quitando?
-No quiero matar a todos. Pero,
humanos o hadas, alguno de los dos debe irse, así puedo liderar a los otros. Me
decidí por tu grupo porque ya tengo bastante apoyo bajo tierra. Hay un sitio
web secreto, y estarías impresionado por algunos de los nombres registrados.
Los Berserkers que quedaban
miraron hacia arriba desde el cráter, meciéndose levemente, murmurando
oraciones al dios Danu. Dos piratas de pronto se desplomaron, retumbando contra
el suelo en un raquetear de huesos.
-Mis niños están cayendo, -Dijo
Opal. -Tiempo de Mamá de enviarlos al paraíso. Bellico, mueve al problemático
chico genio atrás un poco. No es típico de Artemis Fowl intentar un ataque
físico, pero tiene un truco para destruir mis hermosos planes.
Juliet tiró a Artemis hacia
atrás en la suciedad. Ninguna emoción mostrada en su cara; ella era simplemente
incapaz de tomar otro curso de acción.
-¿Debo
matar al Fangoso? -Preguntó desapasionadamente.
-Absolutamente no, -Dijo Opal.
-Quiero que vea. Quiero que sienta la última desesperación.
Artemis rodó hasta quedar sobre
sus rodillas. -Los humanos no son una amenaza para ti, Opal. La mayoría de
nosotros ni siquiera sabemos que los seres mágicos existen.
-Oh, lo saben ahora. Nuestros
puertos de lanzaderas están completamente abiertos sin sus escudos. He revelado
nuestra existencia a los Fangosos, así que ahora no hay otra opción que
eliminarlos. Es simple lógica.
Juliet apoyó un pie en la
espalda de Artemis, aplastándolo contra la tierra. -Él es peligroso, mi reina.
Y si la elfa traidora despierta, podría dañarte.
Opal apuntó a los guerreros de
terracota. -Ustedes restrinjan a la elfa, y que esas estatuas movibles
sostengan al chico. Mamá desea hacer una pequeña grandilocuencia. Es un cliché,
lo sé, pero después de esto probablemente tendré que ser regia y desinteresada
en público.
Juliet levantó a Holly de su
cuello, fácilmente alzándola en el aire. Dos guerreros Chinos inmovilizaron a
Artemis entre ellos, agarrándolo sin poder en sus manos de arcilla cocida,
dejando solo sus manos y pies móviles.
“No puede hacer nada,” Pensó
Opal, satisfecha.
-Tráiganlos aquí, -Comandó.
-Quiero que los dos me vean limpiando el planeta.
Artemis forcejeó sin tener
efecto, pero la cabeza de Holly colgaba en su capucha, lo que era un poco
molesto para Opal, ya que hubiera preferido ver a la elfa bien despierta y
aterrorizada.
Opal se posicionó en el estrado
elevado, golpeando sus dedos en la roca como un pianista de concierto. Trabajaba
en la Puerta Berserker a medida que hablaba, hundiendo sus manos en la piedra,
que se fundía donde la tocaba.
-Los humanos tuvieron magia
alguna vez, -Dijo. Tal vez debería amordazar la astuta boca de Artemis en caso
de que contuviera su humor alegre con algunas de sus observaciones sarcásticas.
A pesar de que, por la mirada vacante en su cara de Fangosillo, el sarcasmo había
sido batido fuera de él.
-Eso es cierto. Los humanos
controlaban la magia casi tan bien como los demonios. Ese es el porqué Bruin
Fadda puso tantos embrujos en este sello. Su razonamiento era que si cualquier
humano se empoderaba lo suficiente como para descifrar los encantamientos,
entonces Bruin no tenía otra opción que liberar el poder de Danu, por el bien
de las Criaturas. -Opal sonrió con cariño a la Puerta Berserker. -Parece simple
ahora, como el juguete de un niño, -Dijo. -Solo dos huellas de manos en una
mesa de roca. Pero los cálculos que tuve que descubrir. Puedo decirte que
Potrillo nunca lo hubiera logrado. Ese ridículo centauro no tiene idea de
cuánto tomó resolver este rompecabezas: runas encantadas en muchas dimensiones,
física cuántica, matemáticas mágicas. Dudo que hayan cuatro personas en el
mundo que podrían haber traído a ese viejo tonto de Bruin devuelta a la vida. Y
yo tuve que hacerlo todo mentalmente. Sin pantallas o papel. Algunas cosas por
telepatía, a través de mi yo más joven. Tu sabes, ni siquiera perdí mis
memorias cuando murió, y pienso que lo haré ¿Extraño, no lo es?
Artemis no respondió. Se había
retraído en un malhumorado silencio amoratado.
-Así que así es cómo funciona,
-Dijo Opal brillantemente, como si estuviera explicando un problema de
matemáticas a un grupo de jardín. -Si elijo la primera huella, entonces cierro
la puerta por siempre y todas las almas mágicas dentro del círculo son
liberadas—excepto la mía, por supuesto, porque estoy protegida por magia negra.
Pero si elijo la mano roja y aterradora, entonces el poder de Danu se liberará,
pero en humanos únicamente. Es una pena que no veamos mucho desde aquí, pero al
menos puedo verlos a ustedes morir e imaginar los efectos de la magia en el
resto.
Artemis torció un brazo hasta
quedar libre del agarre del soldado de arcilla, rasgando su manga y una capa de
piel. Antes de que nadie pudiera reaccionar, puso su propia mano en la primera
huella de la Puerta de los Berserker.
Por supuesto nada pasó, aparte
de Opal gruñendo de risa.
-No entiendes, niño estúpido.
Solo yo puedo elegir. No tú, no ese patético centauro, Potrillo, no tu pequeña
amiga elfa. Solo Opal Koboi. Ese es el punto completo. Quien abre el candado
controla la puerta. Está codificado justo en mi ADN. -La pequeña cara de Opal
se puso púrpura con auto-importancia y su barbilla puntiaguda se sacudió. -Soy
el mesías. Y derramaré sangre, así las Criaturas me veneraran. Construiré mi
templo alrededor de esta sosa entrada que lleva a ninguna parte y pueden hacer
tours escolares para aprender sobre mí.
A Artemis le quedaba un simple
hilo de desafío.
-Podría cerrarla, -Refunfuñó.
-Si me das unos minutos.
Opal
estaba perpleja. -¿Tu puedes… tu puedes cerrarla? ¿No estabas escuchando? ¿No
lo hice lo suficientemente simple? Nadie puede cerrarla aparte de mí.
Artemis no parecía
impresionado. -Podría descubrirlo. Una hora más, incluso diez minutos. Holly es
un hada, tiene magia. Podría usar su mano y mi cerebro. Sé que podría ¿Qué tan
difícil podría ser si tú pudiste? Ni siquiera eres tan inteligente como
Potrillo.
-¡Potrillo! -Gritó Opal.
–Potrillo es un bufón. Jugueteando con sus artilugios cuando hay dimensiones
enteras sin explorar.
-Lo siento, Holly, -Dijo
Artemis formalmente. -Me advertiste, y no escuché. Tú eras nuestra única
oportunidad, y te engañé.
Opal estaba furiosa. Rodeó a
los guerreros Chinos a donde Juliet estaba sosteniendo a Holly, cuya cabeza
estaba colgando.
-¿Piensas que esta cosa ridícula
puede lograr lo que yo logré?
-Esa es la Capitana Holly
Canija de la Policía de los Elementos del Subsuelo, -Dijo Artemis. -Muestra un
poco de respeto. Ella te ha vencido antes.
-No hay un antes, -Dijo
Opal empáticamente. -Este es el ahora. El fin de los días para la humanidad.
-Agarró la mano de Holly y la estampó vagamente en el área de la huella de la
Puerta de los Berserker. -Oh, mira eso. El sello no se está cerrado. Holly
Canija no tiene poder aquí.
Opal rió cruelmente. -Oh,
pobre, linda Holly. Imagina, si solo tu mano podría activar el sello, entonces
tu sufrimiento acabaría justo ahora.
-Podríamos hacerlo, -Murmuró
Artemis, pero sus ojos se estaban cerrando, y parecía como si no tuviera fe en
sí mismo. Su mano libre tocó un ritmo distraído en la piedra. La mente humana
se había finalmente roto.
-Ridículo, -Dijo Opal,
calmándose a sí misma. -Y aquí estoy, confundiéndome por tus declaraciones. Me
irritas, Artemis, y estaré feliz cuando estés muerto.
Dos cosas pasaron mientras Opal
estaba vociferándole a Holly. La primera fue que tuvo una serie de
pensamientos:
La mano de Holly parece
demasiado pequeña.
Opal se dio cuenta que no había
examinado de cerca a la elfa desde que había aparecido en el borde del cráter.
O había estado acostada boca abajo, o Artemis había estado escudándola con su
propio cuerpo.
Pero su cara. Vi su cara.
Era definitivamente ella.
La segunda cosa que pasó fue
que la pequeña mano en cuestión, que aún reposaba en la Puerta Berserker,
comenzó a avanzar espasmódicamente hacia la huella, haciendo su camino con las
puntas de los dedos.
Opal empujó hacia atrás la
capucha de Holly para tener una mejor vista y vio, con una inspección más
detallista, que la cara estaba fisurada un poco.
Una máscara. Una máscara de
proyección de niños. Como la usada por Pip…
-¡No! -gritó. -¡No, no lo
permitiré!
Alcanzó justo debajo del mentón
de Holly y torció la máscara para sacarla, y, por supuesto, no era Holly la que
estaba debajo.
Opal vio su propia cara clonada
bajo la máscara, y se sintió instantáneamente traumatizada, como si hubiera
sido atacada por sorpresa por un arco masivo.
-¡Soy yo! -Suspiró, luego rió
histéricamente. -Y solo yo puedo cerrar la puerta.
Dos segundos de impresionada
inacción siguieron de parte de Opal, que dejó que los dedos de Nopal se
acomodaran perfectamente en la huella. Esta se volvió verde e irradiaba una luz
cálida. El olor a verano emanaba de la piedra, y había un piar de un ave.
Artemis rió, mostrando sus
dientes bordeados de sangre. -Me imagino que ahora estás irritada.
Opal mandó un vicioso pulso
mágico directo al torso del clon, doblándose del agarre de Juliet y mandándola
rodando lejos de la puerta, pero todo lo que logró con su brutalidad fue dejar
a la luz etérea brotar más rápido. Los rayos esmeralda hacían espirales hacia
arriba en espesos bucles, luego se dispersaban para formar un hemisferio
alrededor del círculo mágico. Los Berserkers suspiraron y bañaron sus caras
boca arriba en el brillo verde de campo.
-Está finalmente terminado,
Opal, -Dijo Artemis. -Tu plan falló. Estás acabada.
Había gente en la luz,
sonriendo y llamándolos con gestos. Habían escenas de tiempos pasados. Hadas
labrando en esos mismos valles.
Opal
no se rindió tan fácilmente y se recuperó. -No. Todavía tengo poder. Tal vez
perdí a estos tontos Berserker, pero mi magia me protege. Hay otras hadas por
ser embaucadas, y la próxima vez no me detendrás.
Opal golpeó fuertemente a Oro
para distraerlo de la luz. -Asegúrense que el clon esté muerto, -Ordenó. -La
magia no debe tomar la criatura sin alma. Terminen con ella si es necesario
¡Háganlo ahora!
Oro frunció el seño. -Pero es
una de nosotros.
-¿Y qué me importa?
-Pero se acabó, Majestad.
Estamos yéndonos.
-Haz lo que digo, esclavo.
Puede ser tu último acto antes de ascender. Entonces habré acabado contigo.
-Ella es inocente. Una
duendecilla indefensa.
Opal estaba enfurecida por el
argumento. -¿Inocente? ¡Qué me importa eso? He matado miles de hadas inocentes,
y mataría diez veces más si lo juzgo necesario. Haz lo que ordeno.
Oro tomó la daga, que parecía
tan grande como una espada en su mano. -No, Opal. Bruin me liberó de mis
ligaduras. No matarás más seres mágicos.
Y, con la eficiencia de un
soldado, atravesó el corazón de Opal con un simple empujón. La pequeña
duendecilla cayó, todavía parloteando. Habló hasta que su cerebro murió,
boqueando veneno repugnante, aún negándose a creer que se había acabado para
ella. Murió mirando la cara de Artemis, odiándolo.
Artemis quería odiarla de
vuelta, pero todo lo que podía hacer era sentirse triste por la pérdida de
vida.
Algo que podría haber sido un
espíritu, o una oscura sombra retorcida, titilando detrás de Opal por un
momento como un ladrón huyendo, luego se disolvió en la luz mágica.
Todo este tiempo. Toda esta
lucha y nadie gana. Que tragedia.
La luz brilló más y esquirlas
se separaban de la corona para volverse líquidas, congregándose alrededor de
los Berserkers dentro del círculo. Algunos dejaron sus cuerpos con facilidad,
como si se estuvieran deslizando de un abrigo viejo; otros fueron retirados a
tirones miembro a miembro, siendo tirados al cielo. Oro dejó caer su daga,
disgustado por lo que se había necesitado hacer, y luego dejó el cuerpo de Beckett
en un resplandor de fuego verde.
Al fin, hubiera dicho, aunque Artemis no podía estar seguro. A
ambos lados, los guerreros de arcilla se desintegraban mientras los espíritus
Berserker los abandonaban, y Artemis cayó al suelo, enfrentando cara a cara a Nopal.
El clon yacía con sus ojos
inusualmente brillantes y con lo que podría haber sido una sonrisa en su
rostro. Pareció centrarse en Artemis un momento, luego la luz se extinguió de
sus ojos y se había ido. Al final estaba pacífica y, al contrario que otras
hadas, ningún alma se separó de su cuerpo.
“Nunca se supuso que
existieras,” Advirtió Artemis, y luego sus pensamientos giraron en torno a su
propia seguridad.
Necesito escapar de la magia
lo más rápido posible.
La suerte estaba en su favor,
él lo sabía, pero esa no era una garantía. Había sobrevivido contra la suerte
tantas veces en los pasados años que a veces los porcentajes no contaban para
nada.
Se le ocurrió a Artemis que,
como humano, él sería simplemente capaz de lanzarse a través de las paredes de
ese hemisferio mágico y sobrevivir.
Con todo este genio en mi
cabeza, estoy por ser salvado por un simple salto de altura.
Se levantó de un salto y corrió
hacia el borde de la torre de entrada. No eran más de tres metros. Difícil,
pero no imposible por la altura.
“Lo que daría por un set de
Alas de Colibrí de Potrillo justo ahora,” Pensó.
A través del líquido verde,
Artemis vio a Holly y Mayordomo llegando a la punta de la colina, corriendo
hacia el cráter.
“Manténganse atrás, mis
amigos,” Pensó. “Estoy yendo.”
Y saltó por su vida. Artemis se
alegró de que Mayordomo estuviera allí para admirar su esfuerzo, que era casi
atlético. Desde esa altura, Artemis sintió como si estuviera volando.
Holly estaba corriendo a toda
velocidad por la bajada, sobrepasando a Mayordomo por vez primera. Artemis
podía ver por la forma de su boca que estaba gritando su nombre.
Sus manos alcanzaron la piel de
la burbuja mágica y la atravesaron, y Artemis sintió un alivio tremendo.
Funcionó. Todo será
diferente ahora. Un nuevo mundo con humanos y hadas viviendo juntos. Podría ser
un embajador.
Entonces
el hechizo lo atrapó tan cuidadosamente como a un insecto en un jarrón, y
Artemis se deslizó dentro de la corona mágica como si estuviera hecha de
vidrio.
Holly se apuró por el costado
de la colina hacia la luz mágica.
-¡Mantente atrás! -Gritó
Artemis, y su voz estaba apenas fuera de sincronía con sus labios. –El hechizo
te matará.
Holly no alentó la carrera, y
Artemis podía ver que intentaría un rescate.
“No entiende,” Pensó.
-¡Mayordomo! –Lo llamó.
-Detenla.
El guardaespaldas estiró sus
brazos masivos y envolvió a Holly en un abrazo de oso. Ella usó cada maniobra
de escape en el manual, pero no había salida de tal agarre.
-Mayordomo, por favor. Esto no
está bien. Se suponía que sería yo.
-Espera, -Dijo Mayordomo. -Solo
espera, Holly. Artemis tiene un plan. -Entornó los ojos a través del domo
verde. -¿Cuál es tu plan, Artemis?
Todo lo que Artemis podía hacer
era sonreír y encogerse de hombros.
Holly dejó de forcejear. -La
magia no debería afectar a humanos, Artemis ¿Por qué no te ha liberado aún?
Artemis sintió la magia
escaneando su persona, buscando algo. Encontró ese algo en la cuenca de su ojo.
-Tengo un ojo mágico—uno tuyo,
¿recuerdas? -Dijo Artemis, apuntando a su iris marrón. -Pensé que mis genes
humanos podrían vencerlo, pero esta es magia perspicaz. Poder inteligente.
-Iré por el desfibrador, -Dijo
Mayordomo. -Tal vez quede una chispa.
-No, -Dijo Artemis. -Sería
demasiado tarde.
Los ojos de Holly eran ahora
ranuras, y una palidez se extendió a través de su piel como pintura blanca. Se
sentía enferma y rota.
-Lo sabías ¿Por qué, Artemis?
¿Por qué hiciste esto?
Artemis no respondió a la
pregunta. Holly lo había llegado a conocer lo suficiente hasta ahora como para
desenredar sus motivos luego. Tenía segundos, y habían cosas más urgentes por
ser dichas.
-Mayordomo, no me fallaste. Te
engañé. Después de todo, soy un genio táctico y estabas inconsciente. Quería que
lo recordaras, solo en caso…
-¿Solo en caso de que? -Gritó
Mayordomo a través de la luz viscosa.
De nuevo, Artemis no respondió
a la pregunta. De una forma u otra, Mayordomo lo averiguaría.
-¿Recuerdas lo que te dije?
-Dijo Artemis, tocando su propia frente.
-Lo recuerdo, -Dijo Holly.
-Pero…
No había más tiempo para
preguntas. La neblina verde fue succionada hacia atrás dentro de la Puerta
Berserker como si estuviera siendo llevada por una aspiradora. Por un momento,
Artemis estaba parado, ileso, y Mayordomo tiró a Holly para correr a su lado.
Entonces el ojo mágico de Artemis brilló con verde, y para el momento que
Mayordomo atrapó al niño cayendo en sus brazos, el cuerpo de Artemis Fowl ya
estaba muerto.
Holly cayó sobre sus rodillas y
vio el cuerpo retorcido de Opal Koboi por el sello. La magia negra
permaneciente había carcomido su piel en muchos lugares, exponiendo el brillo
color marfil de su calavera.
La vista no le afecto solo un
poco en ese momento, sino que los ojos fijos de la duendecilla la perseguirían
en sueños el resto de su vida.
Capítulo 19
Las Rosas
Seis meses después
El mundo era fuerte y
lentamente se reparó. Una vez el golpe estruendoso inicial de devastación había
pasado, hubo una ola de oportunismo mientras un cierto tipo de personas, la
mayoría, trató de tomar ventaja de lo que había pasado.
Gente que había sido
despreciada como eco hippies de la Nueva Era eran ahora llamados salvadores de
la humanidad, ya que les dijeron a las personas que sus métodos tradicionales
de caza y cosecha podían mantener a las familias alimentadas con el paso del
invierno. Curanderos, evangelistas, y brujas doctores agitaban sus puños
alrededor de fogatas y sus seguidores crecieron.
Un
millón y una cosa pasaron que cambiarían la forma de vivir de la humanidad en
la tierra, pero posiblemente los dos eventos más importantes después de la Gran
Caída-Tecno fueron el darse cuenta de que las cosas podían ser arregladas, y la
detección de hadas.
Después de los meses iniciales
de pánico, un fanático de Linterna Verde en Sídney reparó el Internet,
descubriendo que, incluso aunque la mayoría de las partes en sus antenas habían
explotado, el aún sabía cómo repararlas. Lentamente, la era moderna comenzó a
reafirmarse, mientras que las redes celulares eran regidas por amateurs y niños
tomaban el control de las estaciones de televisión. La radio hizo un gran
regreso, y algunos de los viejos chicos con voces aterciopeladas de los setenta
eran desempolvados del retiro a posicionar CDs reales en unidades de disco. El
agua se volvió el nuevo oro, y la gasolina calló a tercera posición después de
luz solar y viento.
Alrededor del globo, hubieron
cientos de vistas de extrañas criaturas que podrían haber sido hadas o
alienígenas. Un momento esas criaturas no estaban allí, y al otro había un
crujir o un estruendo y repentinamente habían postes de observación con gente
pequeña en ellos, por todo el mundo. Pequeñas naves voladoras cayeron del
cielo, y submarinos sin poder subieron a la superficie del litoral de cientos de
ciudades mayores.
El problema fue que toda la
maquinaria auto-destruida, y cualquiera de las hadas/aliens llevadas a custodia
desaparecieron en las semanas siguientes. La humanidad sabía que no estaba sola
en el planeta, pero no sabía dónde encontrar a estas extrañas criaturas. Y
considerando que los hombres nunca llegaron a explorar los océanos del planeta,
pasarían varios cientos de años antes de que desarrollaran la capacidad de
investigar debajo de la corteza terrestre.
Así que las historias fueron exageradas
hasta que nadie les siguió creyendo, y el video que sobrevivió no era ni la
mitad de convincente que cualquier programa infantil de los sábados en la
mañana.
La gente sabía lo que habían
visto, y lo creería hasta haber muerto; pero pronto, los psiquiatras empezaron
a asignar los atisbos de hadas a una alucinación traumática en masa en lo alto
de la pila de basura junto a los dinosaurios, superhéroes y al Monstruo del
Lago Ness.
Estado Fowl
Irlanda se volvió
verdaderamente una isla una vez más. Comunidades se retiraron y comenzaron a
cultivar alimentos que en realidad comerían en vez de succionarles
mecánicamente todo lo bueno, congelar todos los aditivos dentro, y embarcarlos
hacia otros continentes. Varios ricos poseedores de tierras donaron voluntariamente
sus tierras desocupadas a insatisfecha gente hambrienta con agudos implementos.
Los padres de Artemis lograron
hacer su camino hacia casa de Londres, donde habían estado cuando se derrumbó
el mundo, y, poco después de la ceremonia funeraria de Artemis, el Estado Fowl
fue convertido en más de quinientas parcelas separadas donde la gente podía
cultivar cualquier fruta o vegetal que el clima Irlandés permitiera.
La ceremonia en sí misma fue
simple y privada, con sólo las familias Fowl y Mayordomo presentes. El cuerpo
de Artemis fue enterrado en la pradera alta, donde había pasado mucho de su
tiempo jugueteando en su avión solar. Mayordomo no asistió, porque se negó
categóricamente a creer la evidencia presentada por sus propios ojos.
-Artemis no se fue, -Afirmó,
una y otra vez. -Este no es el fin del juego.
Él no sería persuadido, no
importaba cuantas veces Juliet o Angeline Fowl se dejaban caer en su dojo para
hablar.
Lo que era el porqué el
guardaespaldas no mostró ni un ápice de sorpresa cuando la Capitana Holly
Canija apareció en la puerta de su cabaña al amanecer, una mañana.
-Bien, ya era hora, -Dijo,
agarrando su abrigo del perchero. -Artemis deja instrucciones y les toma medio
año descifrarlas.
Holly se apuró a alcanzarlo.
-Las instrucciones de Artemis no eran exactamente simples de seguir. Y,
típicamente, eran totalmente ilegales.
En el patio, una puerta estaba
recortada en el resplandecer anaranjado del cielo matutino, y en esa puerta se
paraba Potrillo, viéndose decididamente nervioso.
-¿Qué crees que parece menos
sospechoso? -Preguntó Mayordomo. -¿Una nave con el aspecto de ser alienígena
merodeando en la yarda de una casa de campo, o una entrada flotante con un
centauro en ella?
Potrillo trotó por la plancha
de desembarque, remolcando a una carretilla detrás de él. La puerta de la
lanzadera se cerró y el espectro visible se apagó con un chisporroteo.
-¿Podemos
comenzar con esto, por favor? -Preguntó. -Todo lo que estamos haciendo aquí va
en contra de la ley mágica y es, posiblemente, inmoral. Caballina piensa que
estoy en la ceremonia de Mantillo. El Concejo en serio le está dando una
medalla. Odio mentirle a mi esposa. Si me paro a pensar en esto por más de diez
segundos puede que cambie de opinión.
Holly tomó el control de la
carretilla. -No cambiarás de opinión. Hemos llegado demasiado lejos como para
simplemente ir a casa sin resultados.
-Ey, -Dijo Potrillo. -Sólo
decía.
Los ojos de Holly eran duros,
con una determinación que no toleraría discusiones. Había estado llevando esa
expresión cada día por seis meses, siempre desde que había regresado a casa del
incidente de la Puerta Berserker. Lo primero que había hecho fue buscar a
Potrillo en la Plaza de Policía.
-Tengo un mensaje para ti de
Artemis, -Había dicho una vez
Potrillo la había librado de un abrazo sofocante.
-¿En serio? ¿Qué dijo?
-Dijo algo sobre una
crisálida. Debías encenderla.
Estas palabras tuvieron un
poderoso efecto en el centauro. Trotó hacia la puerta y la trabó detrás de
Holly. Luego hizo correr un limpiador de insectos con una varita que mantenía
en su persona.
Holly sabía que esas palabras
significaban algo para su amigo.
-¿Qué crisálida, Potrillo?
¿Y por qué está Artemis tan interesada en ella?
Potrillo tomó los hombros de
Holly y la acomodó en la silla de laboratorio. -¿Por qué le interesa?
Nuestro amigo está muerto, Holly. Tal vez debamos dejarlo ir.
Holly empujó a Potrillo y saltó
para ponerse de pie. -¿Dejarlo ir? Artemis no me dejó ir en el Limbo. No
dejó ir a Mayordomo en Londres. No dejó a toda la ciudad de Refugio ir durante
la revolución goblin. Ahora dime, ¿qué es esta crisálida?
Así que Potrillo se lo dijo, y
el esqueleto de la idea de Artemis se volvió obvio, pero se necesitaba más
información.
-¿No había nada más? -Preguntó el centauro. -¿Hizo o dijo algo más?
Holly sacudió su cabeza
miserablemente. -No. Se puso un poco sentimental, lo que es inusual en él,
pero entendible. Me dijo que te diera un beso.
Se paró de puntillas y besó la
frente de Potrillo. -Sólo por si acaso, supongo.
Potrillo estuvo de pronto
molesto, y casi agobiado, pero tosió y se lo tragó para otro momento.
-Él dijo, Besa a Potrillo ¿Esas palabras exactas?
-No, -Dijo Holly, repensando. -Me besó, y dijo, Dale
eso de mi parte.
El centauro rió y la arrastró
por el laboratorio.
-Necesitamos tu frente bajo
un microscopio de electrones, -dijo.
Holly explicó su interpretación
del plan de Artemis a Mayordomo mientras caminaban hacia la Puerta Berserker.
Potrillo trotaba más adelante, murmurando cálculos para sí mismo y manteniendo
un ojo abierto por humanos madrugadores.
-La crisálida es lo que Opal
usó para criar un clon de sí misma. Fue volteada sobre Potrillo, quien se
suponía que la destruiría.
-Pero no lo hizo, -Adivinó
Mayordomo.
-No. Y Artemis sabía eso por
haber hackeado los archivos de reciclaje de la PES.
-¿Así que, Artemis quería que
Potrillo hiciera crecer un clon? Incluso un viejo soldado como yo sabe que
necesitas ADN para eso…
Holly tocó su frente. -Ese es
el porque me besó. Había ADN suficiente en como para que Potrillo criara una
armada, pero en los escáneres del aeropuerto parecía un trazo natural.
-Un genio hasta el final, -Dijo
Mayordomo. Frunció el ceño. -¿Pero no son los clones criaturas pobres y
estúpidas? Nopal apenas podía mantenerse viva.
Potrillo se detuvo en el borde
del cráter para explicar. -Sí, lo son, porque no tienen alma. Aquí es donde
entra la magia. Cuando el primer candado Berserker se cerró, todos los
espíritus mágicos en el círculo fueron liberados de sus cuerpos, pero Artemis
puede que haya tenido suficiente humanidad en él, y suficiente poder de
voluntad puro, para permanecer en este ámbito, incluso después de que su cuerpo
físico muriera. Su espíritu podría ser un libre organismo volador ectoplasmático
etéreo ahora mismo.
Mayordomo casi tropezó con sus
propios pies. -¿Estás diciendo que Artemis es un fantasma? -Se giró hacia Holly
para una firme respuesta. -¿Está en serio diciendo que Artemis es un fantasma?
Holly
dirigió a la carretilla por la pendiente. -Los Berserkers fueron fantasmas por
diez mil años. Así era como el hechizo funcionaba. Si duraron tanto, es posible
que Artemis resistiera seis meses.
-¿Posible? -Dijo Mayordomo.
-¿Eso es todo lo que tenemos?
Potrillo apuntó a un punto
cerca de la torre. -Posible es ser optimista. Diría que apenas
concebidle sería una mejor apuesta.
Holly desabrochó el contenedor
refrigerado en la punta de la carretilla. -Sí, bueno, lo apenas concebidle es
la especialidad de Artemis Fowl.
Mayordomo se lanzó por el
borde, y lo que vio dentro le arrancó el aliento, incluso aunque lo estaba
esperando. El clon de Artemis yacía dentro de una tienda transparente, el
aliento empañando el plástico.
-Artemis, -Dijo. –Es él
exactamente.
-Tuve que juguetear con el invernadero,
-Dijo Potrillo, descolgando al clon de sus sistemas de soporte de vida. -Y no
tuve acceso a mi propio laboratorio, así que tiene seis dedos en su pie
izquierdo ahora, pero es lo suficientemente cerca como para un trabajo de
callejón. Nunca pensé que lo diría, pero Opal Koboi hizo buena tecnología.
-¿Esto… él tiene quince ahora,
no?
Potrillo se agachó detrás de un
embrollo de pipas de nutrientes para ocultar su rostro. -De hecho, el tiempo se
me fue un poquito, así que es apenas mayor. Pero no te preocupes, le hice una
reconstrucción total. Contracción de piel, raspado de hueso, inyecciones de
tuétano—incluso lubriqué su cerebro. Créeme, su propia madre no sería capaz de
notar la diferencia.
Frotó sus manos y cambió de
tema. -Ahora, a trabajar. Muéstrenme donde murió Artemis.
-Allí abajo, -Dijo Holly,
señalando. -Junto a la…
Estuvo a punto de decir torre,
pero el aliento se le atoró en la garganta ante la vista de las increíbles
rosas que crecían en densas bandas curvas, manando del punto exacto donde
Artemis había colapsado.
Las rosas del Estado Fowl eran
una sensación, floreciendo como lo hacían en una perfecta espiral al pie de la
torre redonda, donde ninguna rosa había sido plantada. Sus inusuales lustrosos
pétalos naranjas las hacían visible desde las otras parcelas del jardín, y a
Juliet se le había sido asignada la tarea de asegurarse de que ninguno de los
granjeros se ayudaran con tanto como un simple tallo.
Porque debido a pequeños
rumores recientes, los trabajadores del jardín habían estado llamando a las
flores rosas de hada, que era un mejor nombre para ellas de lo que
sospechaban.
Mayordomo llevó al contenido
clon en sus brazos, y le hizo acordar de pronto de una noche años atrás, cuando
había cargado a alguien más por un campo, mirando el pasto alto chasqueando en
el despertar de Artemis.
Excepto, que esa vez estaba
llevando a Holly.
Potrillo interrumpió sus
pensamientos. -Mayordomo, debes acomodar el cuerpo en las rosas. En el centro
de la espiral. Sin el soporte de vida solo tenemos minutos antes de que la
degeneración comience.
Mayordomo bajó al clon
gentilmente dentro de la espiral, en un suave parche donde no habían espinas
para clavarse en él.
Holly se arrodilló para abrir
el cierre de la tienda. Apartó las tapas, y dentro yacía el nuevo cuerpo de
Artemis en una bata de hospital, su aliento saliendo en cortos jadeos, sudor
brillante en su frente.
Potrillo se movió rápidamente
alrededor del clon, estirando sus extremidades, inclinando la cabeza hacia
atrás para limpiar las vías respiratorias.
-Estas rosas, -Dijo, -Son una
señal. Hay residuos mágicos aquí. Apostaría a que es igual a la forma de la
runa original de Bruin Fadda.
-¿Estás aferrando tus
esperanzas a una cama de flores en la pradera?
-No, por supuesto que no, Mayordomo.
La magia de Bruin Fadda era poderosa, y alguien con el poder de voluntad de
Artemis podría fácilmente durar un par de meses.
Mayordomo sostuvo su propio
cráneo. -¿Qué pasa si esto no funciona, Holly? ¿Qué y si dejo a Artemis morir?
Holly se giró rápidamente y vio
que Mayordomo estaba emocionalmente condenado. Se había estado escondiendo
detrás de una negación medio año y se culparía por siempre si Artemis no
regresaba.
“Si esto no funciona, Mayordomo
puede que nunca se recupere,” Advirtió.
-¡Funcionará! -Dijo.
-Ahora, menos habla y más resurrección ¿Cuánto tiempo tenemos, Potrillo?
-El clon puede sobrevivir por,
tal vez, quince minutos fuera del soporte de vida.
Mayordomo
sabía que el tiempo para objeciones había pasado. Él haría lo que fuera necesario
para darle al plan una oportunidad de tener éxito.
-Muy bien, Holly, -Dijo,
parándose firme. -¿Qué debo hacer?
Holly se acuclilló a un metro
del clon, sus dedos enrollados alrededor de los tallos de las rosas, distraída,
con las espinas pinchando su piel. -Está todo hecho. O aparece, o lo perdimos
para siempre.
“Creo que perderemos algo de
nosotros mismos también,” Pensó Mayordomo.
Esperaron, y nada fuera de lo
ordinario pasó. Las aves cantaron, el seto verde crujió, y el sonido del motor
de un tractor llegó a ellos por los campos. Holly, inquieta, arrancaba flores
de su raíz. Mientras se preocupaba, la mirada de Mayordomo descansaba en la
cara del clon y recordó el tiempo pasado con su jefe.
“Nunca hubo nadie como Artemis
Fowl,” Pensó. “A pesar de que no hizo mi trabajo nada fácil con todas sus
diabluras.” Mayordomo sonrió. “Artemis siempre tuvo mi respaldo, incluso aunque
apenas podía alcanzarlo.”
-Holly, -Dijo gentilmente. -No
está viniendo…
Entonces el viento cambió, y de
pronto Mayordomo podía oler las rosas. Holly tropezó hacia adelante hasta
ponerse de pie.
-Algo está pasando. Creo que
algo está pasando.
La brisa arrancó un par de
pétalos de rosa y los mandó girando hacia el cielo. Más y más pétalos se
separaron mientras el pétalo parecía curvarse sobre la espiral naranja,
rápidamente desnudando cada flor. Se alzaron como mariposas, revoloteando
relucientes, llenando el cielo, tapando el sol.
-¡Artemis! -Lo llamó Mayordomo.
-Ven hacia mi voz.
¿Lo hizo? ¿Es este el mejor
momento de Artemis Fowl?
Los pétalos se arremolinaron
con el sonido de un coro de suspiros y, repentinamente, cayeron como piedras.
El clon no se había movido.
Holly avanzó lentamente, como
si estuviera aprendiendo a usar sus piernas, luego se dejó caer de rodillas, agarrando
la mano del clon.
-Artemis, -Dijo la palabra como
si se tratase de una oración. -Artemis, por favor.
Aún nada. Ni siquiera respiraba
ahora.
Mayordomo no tenía tiempo para
sus usualmente impecables modales y corrió a Holly a un lado. -Perdón, Capitana.
Esta es mi área de experiencia.
Se arrodilló sobre el pálido
clon y, con su palma, buscó su pulso. No había ninguno.
Mayordomo inclinó la cabeza del
clon hacia atrás, tapó su nariz, y respiró vida dentro de sus pulmones.
Sintió un débil latido debajo
de su mano.
Mayordomo cayó hacia atrás.
-Holly. Creo… creo que funcionó.
Holly gateó a través de la
alfombra de pétalos.
-Artemis, -Dijo urgentemente.
-Artemis, vuelve con nosotros.
Dos suspiros más siguieron,
varios erráticos, y entonces los ojos de Artemis se abrieron. Ambos de un
sorprendente azul. Inicialmente bien abiertos por el shock, luego aletearon
como las alas de palomillas en un jarro.
-Tranquilo, -Dijo Holly. -Estás
a salvo.
Artemis frunció el ceño,
tratando de centrarse. Era claro que sus facultades aún no habían regresado por
completo, y todavía no recordaba a las personas inclinándose sobre él.
-Atrás, -Dijo. -No saben a lo
que se enfrentan.
Holly tomó su mano. -Te
conocemos, Artemis. Y tú a nosotros. Trata de recordar.
Artemis intentó, concentrándose
hasta que algunas nubes se levantaron.
-U… ustedes, -Dijo dudando.
-¿Ustedes son mis amigos?
Holly lloró de puro alivio.
-Sí, -Dijo. -Somos tus amigos. Ahora necesitamos entrar, antes de que los
locales lleguen y vean al recientemente muerto heredero siendo escoltado por
hadas.
Mayordomo ayudó a Artemis a
pararse, sobre lo cual estaba obviamente inestable.
-Oh, vamos, -Dijo Potrillo,
ofreciendo su ancha espalda. –Sólo esta vez.
Mayordomo alzó a Artemis sobre
la espalda del centauro y lo estabilizó con una enorme mano.
-Me tenías preocupado, Arty,
-Dijo. –Y tus padres están devastados. Espera a que te vean.
Mientras cruzaban el campo,
Holly señaló aéreas donde compartieron experiencias esperando poder refrescar
la memoria del adolescente.
-Díganme, -Dijo, su voz aún
débil. -¿Cómo los conozco?
Y así Holly
comenzó su historia: -Todo comenzó en Ciudad Ho Chi Minh en verano. Un calor
asfixiante, se mire por donde se mire. Naturalmente, Artemis Fowl no habría
estado dispuesto a soportar semejante suplicio de no haberse tratado de un
asunto de la máxima importancia. De una importancia vital para el plan.…